Samuel Pepys fue un particular cronista de la Inglaterra del siglo XVII, escribió un diario íntimo entre los años 1660 y 1669. La riqueza de sus comentarios, que van desde lo íntimo a lo político, pasando por lo mundano y lo social del Londres en donde vivía, ha hecho de su obra un clásico que aún perdura. Hay ciertas particularidades del mismo que vale la pena conocer; dan una muestra de cómo la burguesía construyó la intimidad en esa Inglaterra del siglo XVII.
Aún hoy no deja de llamar la atención que haya escrito sus memorias en un lenguaje cifrado, es decir, que sin conocer la lógica oculta que imperaba en el texto, absolutamente nadie podía entender lo que en él estaba escrito. Pepys era como un agente secreto en territorio enemigo, redactó tomando toda serie de recaudos para privilegiar el secreto y para ello utilizó la tipografía encriptada que había inventado el traductor Thomas Shelton. Es imposible no relacionar el secreto con el erotismo, con la excitación que la misma escritura producía en su autor dado que el secreto tiene mucho de placer solitario, por aquello de que “no lo sepa nadie”.
Onania va a establecer que el sexo solitario es una fuente inagotable de desenfreno y lujuria... parece salido de un edicto de la Inquisición que intenta frenar los placeres con uno mismo
Su obra literaria tiene casi un millón de palabras y podemos decir que está realizada por un hombre de la modernidad burguesa. Muestra el valor que va cobrando la intimidad que, en este caso, se expresa claramente en la manera en que protegió sus diarios personales, y en el que haya donado sus escritos a la universidad de Cambridge para que la posteridad los conociera después de su muerte. Eran textos donde estaban en la conjunción el erotismo secreto y el dejar testimonio de su paso por este mundo. Sus escritos fueron descifrados y puestos a circular 118 años después de su fallecimiento. Hacemos notar que los mismos mantienen su vigencia, existen muchos lectores interesados en ellos.
Pepys tenía necesidad de dar testimonio de su época y de su vida, pero precisaba que el mismo fuera su secreto inviolable tanto para curiosos familiares como para los extraños. “Registrar la historia en diarios, registrar los días, los pasos, es un acto de trascendencia. Quien escribe para dejar testimonio no solo debe ser considerado en su carácter de anotador serial, y por lo tanto analizado en su individualidad, sino como un actor que se siente en un momento tan crucial que necesita allí expresar una marca en el tiempo de su cotidianidad.”1 Es por eso que Pepys incluye permanentemente sus sensaciones, reproches y críticas tanto hacia sí mismo como al mundo social en que vivía. También da cuenta de sus momentos de intensidad erótica tanto acompañado, como en solitario. No hay más que leer su declaración de porqué detiene sus escritos, allí se observa la insistencia en el secreto: “Así termina sin duda todo lo que podré escribir yo mismo en mi diario, con mis propios ojos, pues en lo sucesivo seré incapaz de hacerlo: cada vez que tomo la pluma pienso que perderé la vista. Ocurra lo que ocurriese, debo abstenerme (…) Y si sucede algo, ahora que mis amores con Dep han concluido y que mis ojos me impiden gozar de placer alguno, trataré de dejar un margen en mi libro para añadir de trecho en trecho una noticia en lenguaje cifrado, de mi propia mano. Detengo, pues, este curso; es un poco como si descendiera a la tumba. Para ello y para todos los males que acompañarán mi ceguera, quiera Dios acompañarme.”
En definitiva Pepys era un sujeto moderno que estaba en las antípodas de Shakespeare, quien ponía a luz del día los dramas humanos.
Pepys evitaba que sus letras tomaran estado público. Es decir que practicaba los secretos al modo burgués de vivir la intimidad. Escritura intensa y oculta donde lo social y lo personal se interrelaciona permanentemente: “Ellos se marcharon; yo me fui a mi aposento, donde terminé de leer L´eschaolle des filles, un libro licencioso pero que conviene leer una vez para informarse. Y cuando terminé de leerlo lo quemé, para evitar la vergüenza de que lo hallen entre mis libros.”2 Escritura como legado a develar, pero que demuestra que entramos en “un dominio diferente y recoleto dentro del cual se ha confinado al sexo: un dormitorio silencioso, atravesado por susurros que insinúan -por fuerza, oblicuamente- una sexualidad que ya no puede admitirse con franqueza.”3 En el mismo texto del que extrajimos la cita anterior, Francis Baker sostiene que así fue como desapareció el lenguaje audaz del Renacimiento y el destape sexual ocurrido a partir de la revolución del año 1649 en Inglaterra, que tuvo a Cromwell como líder.4 La moderación volvía a cobrar fuerza y se establecía, con Pepys, una clara división entre lo público y lo privado.
No era lo único que indicaba las modificaciones que toda la modernidad aportaría con respecto al hombre o a una mujer sola en la soledad del dormitorio. Otras formas de alarmas y persecuciones estaban ya en marcha y golpeaban el parche sobre los peligros de los placeres solitarios. Pasamos así de los textos realizados en secreto y ocultos a otras publicaciones que lanzan alertas sobre este tipo de placeres.
Onania
Si la escritura de Pepys era secreta, en el mundo burgués que se constituía en la Europa de la Revolución Industrial también se publicaban libros cuyos autores preferían el anonimato. Es decir, se editaba el libro pero no se daba a conocer el nombre del autor. El caso de Onania, opúsculo que luego se supo fue escrito por el cirujano y pornógrafo John Marten, pondrá en jaque todo lo que hasta entonces se entendía y se aceptaba sobre la masturbación. Seguimos aquí las investigaciones de Thomas W. Laqueur5 acerca del efecto que produjo ese texto. Consecuencia del mismo, en la Inglaterra posterior a Pepys, se abrió todo un espacio distinto para preguntarse por la masturbación, que dio inicio a una larga serie de investigaciones que ocuparon los siglos venideros, en especial dentro del campo de la medicina. Onania, se estima, fue escrito posiblemente en el año 1712: “El entonces anónimo autor de un breve tratado de extenso título no sólo nombró sino que realmente inventó una nueva enfermedad y un mecanismo novedoso, altamente específico, cabalmente moderno; un modo casi universal de generar culpa, vergüenza y angustia.”6 La consecuencia es que Onania va a establecer que el sexo solitario es una fuente inagotable de desenfreno y lujuria. El texto producido por un médico de la época parece salido de un edicto de la Inquisición que intenta frenar los placeres con uno mismo. Placeres en los que Onania acentúa las características amenazantes del placer solitario: señala la peligrosidad de la masturbación dado que es realizada en secreto, por lo tanto difícil de controlar. El texto denuncia como una peste lo que cada persona hace sola en su dormitorio.
El sexo mediado por los celulares y demás máquinas de comunicar, pone de manifiesto la vigencia y esplendor de la masturbación, necesaria para sostener esa relación con una imagen pornográfica o con un otro que en la mayoría de las veces es una imagen en una pantalla
El escrito va contra esos placeres y señala su articulación con el secreto, sin dudar establece que en ese par de masturbación y secreto estaban los peligros que acechaban a quien lo realizara, afirma que bajo esas condiciones el placer solitario se puede repetir sin límite y sin obstáculo. Esto entendía Onania, hacía que quien lo practicase se acercara a la muerte, a la debilidad, al deterioro y al abandono del trabajo. También ponía en peligro los vínculos familiares y los compromisos que la sociedad imponía para vivir en comunidad, dado que el masturbador no podía ser otra cosa que un obsesionado, fijado en la compulsión de llevar sus manos a su clítoris o a su pene. Ideas que todavía tienen arraigo en el imaginario colectivo y que comenzaron a circular a partir de la publicación de Onania.
Esta alerta no daba puntada sin hilo: ofrecía remedios, carísimos para la época, para resolver el placer con uno mismo como una enfermedad. Fue un negocio perfecto y un jalón que marcó todo el futuro para tratar de capturar y redefinir el sexo solitario. La forma en que Onania estableció enfermedad y curación muestra cómo los remedios se convierten en mercancías bajo la lógica capitalista.
Para ubicar la primacía de Onania sobre otros textos que se irán ocupando sobre el tema recordemos que el famoso libro Emilio de J. J. Rousseau, que trabaja el sexo solitario en los jóvenes es del año 1762, es decir, cincuenta años después de la aparición de Onania.
Desde aquél entonces ha corrido mucha tinta, saberes y tratamientos para entender lo que se consideró en principio una grave y viciosa enfermedad: la práctica sexual solitaria. Esto se consolidó durante la sociedad victoriana, lo plantea claramente Enrique Carpintero: “En los escritos médicos de la época ya no se escribe culo, pija, comer mierda, chupar, mear, etc. Para describir la sexualidad considerada “anormal” se crea una lista impresionante de términos derivados del griego y del latín: zoofilia, coprofagia, pedofilia, a tergo, cunnilingus, etc. El médico austríaco Richard von Krafft-Ebing fue quien llevó a cabo una síntesis sobre las diferentes prácticas sexuales en su obra Pychopathia Sexualis (1886). El objetivo era establecer una separación clara entre una sexualidad denominada “normal” al servicio de la procreación, de la felicidad de las mujeres en el matrimonio y la maternidad y de los hombres como pater familiae; y una sexualidad “anormal” que se asocia con la enfermedad, la muerte y la búsqueda del placer absoluto.
Esta sexualidad “anormal” se podía encontrar en la mujer histérica que al “simular” sus síntomas evitaba la responsabilidad de la maternidad. Pero el verdadero paradigma de la perversión era la homosexualidad conjuntamente con la masturbación… La historia por la cual la masturbación se transformó en una enfermedad refleja con claridad la necesidad del poder de controlar la sexualidad del sujeto hasta en el mundo íntimo de la fantasía.”7
Desde el advenimiento del psicoanálisis y de las transformaciones de la sexualidad se va aceptando que aquélla que era considerada una enfermedad es una práctica habitual de hombres y mujeres de todas las edades. El devenir cultural y la mayor libertad que la denominada revolución sexual trajo, modificó conductas humanas y las maneras de disfrutar el erotismo. Han quedado atrás las admoniciones de Onania.
El desarrollo tecnológico ha hecho mucho más, ha potenciado el mundo de la masturbación en las relaciones virtuales. Las máquinas de comunicar actuales ponen en claro que las diversas maneras de manipular uno mismo sus genitales se han convertido en la más democrática y explícita manera de disfrutar de sí al que recurren por igual mujeres y hombres en los contactos virtuales. Se la reconoce a la masturbación como una forma de placer a la que todo el mundo puede recurrir y repetir las veces que lo desee. Cada vez queda más lejos el estigmatizarla y lo que se denomina sexo virtual, es decir, el sexo mediado por los celulares y demás máquinas de comunicar, pone de manifiesto la vigencia y esplendor de la masturbación, necesaria para sostener esa relación con una imagen pornográfica o con un otro que la mayoría de las veces es una imagen en una pantalla. Dentro de este panorama una nueva prótesis se está incubando para que el usuario-cyborg siga su imparable hibridación.
Wank Band, la banda masturbatoria
Quienes escribieron Onania y otros opúsculos parecidos, visibilizarían este siglo XXI como un mundo escandaloso, como la caída absoluta de la condición humana. Lo cierto es que nos vamos encontrando con reformulaciones sobre el placer sexual y las diversas formas de lograrlo de acuerdo a las modificaciones sociales, económicas y subjetivas que van redefiniendo las maneras del erotismo, un ejemplo claro es cómo Laqueur analiza el tema de la masturbación desde el puntapié de alerta que dio Onania: “…la masturbación alcanzó su prominencia precisamente cuando la imaginación, la privacidad, la soledad y el exceso resultaron importantes y preocupantes. El vicio privado es el pecado de una época que creó la idea de la sociedad como intermediaria entre el Estado y el individuo, y de una economía que dependía del deseo de tener cada vez más. Ese deseo no era producto del discurso, sino de la totalidad del sistema comercial. La civilización hizo sentir de muchas maneras sus demandas en el deseante, y ahora moralmente autogobernado, sujeto de este nuevo mundo, pero ninguna fue más importante que la que hizo sentir sobre el cuerpo sexual (…) ese cuerpo se convirtió en emblema de todo lo que se hallaba más allá del control social, más allá de la disciplina del mercado, todo lo que amenazaba a un mundo adecuadamente ordenado.”8
(Wank Band) se trata de una particular manera de capturar la energía cinética que deviene de la masturbación, es decir, que dicha electricidad se produce por el movimiento frenético de las manos del usuario-cyborg
La cita de Laqueur muestra un jalón histórico que fijó costumbres y controles sobre el cuerpo y la sexualidad que hoy no tienen vigencia, el usuario-cyborg no está bajo el control estricto de un estado. Se ha instalado un individualismo a ultranza acorde a las condiciones generales que plantea la ludificación promovida por el capitalismo. Momento donde nada se oculta, todo se muestra en la sociedad transparente en que vivimos donde predomina el par exhibicionismo-voyeurismo. En estas condiciones existen enormes empresas que buscan hacer negocio con la sexualidad, viendo la manera de capturarla para fines económicos no sospechados hasta este momento. “En la sociedad de mercado, en esta etapa gris de la historia, determinada por el capitalismo tardío, ha florecido la industria del sexo que incluye, como no podría ser de otra manera, servicios sexuales de todo tipo.”9 Dentro de estos servicios nos encontramos con un intento de captura absolutamente diferente al que inició Onania al estigmatizar la masturbación, hoy la industria de la pornografía va en busca de hacer que la masturbación entre en un modo productivo.
Estamos hablando de la noticia sobre la Wank Band, cuya traducción sería Banda Masturbatoria, que circula por la red desde hace cinco años. Creemos que es un analizador que nos permite dar cuenta del proceso general de la cultura capitalista para capturar todo: cuerpos, bienes y naturaleza. Sorprendentemente el sexo solitario es su nuevo objetivo. Así como fue perseguido durante casi tres siglos, ahora se lo quiere hacer entrar dentro de la lógica del trabajo, en una lógica que convierta el placer solitario en energía eléctrica. Energía declarada como beneficiosa ecológicamente, renovable y sin perjuicios para el planeta. Se trata de una particular manera de capturar la energía cinética que deviene de la masturbación, es decir, que dicha electricidad se produce por el movimiento frenético de las manos del usuario-cyborg. Proyecto que está desarrollado, aunque parezca increíble, por una multinacional de la pornografía.
Pero empecemos por decir que la Wank Band es un invento que todavía no termina de ser parido. Tenemos noticias en muchos portales y diarios del posible lanzamiento de la pulsera. Existe un video subido a YouTube, muchas notas de prensa y, hasta donde sabemos, la empresa que está desarrollando la pulsera para su posterior comercialización no ha salido a negar su interés en la Wank Band. El proyecto pertenece a la mayor empresa mundial de pornografía gratuita: PornHub.
El invento se presenta como una pulsera que permite la transformación del ejercicio de masturbarse en energía cinética que se puede acumular. El circuito sería así: esa mano, con su movimiento que produce placer, al mismo tiempo genera energía y ésta es capturada por la batería de litio que tiene la Wank Band, colocada en la muñeca, que se carga a medida que las manos hacen enérgicos frotamientos sobre los genitales que producen el placer solitario. La original idea es que esa batería puede ser muy útil para alimentar una Tablet o un celular.
Estamos entonces ante un invento que propone que esa energía cinética no se escape, que se convierta en una energía renovable e inagotable. De lograr que la pulsera sea eficaz en su propósito de funcionar como un acumulador de energía, nos encontramos así frente a un dispositivo que puede darle utilidad económica a la práctica sexual solitaria. Es decir, un producto que, no tenemos dudas, se comercializará con éxito en todo el mundo, un invento que no hará distinción de género y que aumentará exponencialmente las ganancias de PornHub. Que pondrá a quien compre la pulsera a producir electricidad con sus manos. Es decir que el usuario transformará una parte de su placer en trabajo. Con la pulsera puesta lograría que su actividad placentera sea, al mismo tiempo, como su usina particular que alimentaría sus máquinas de comunicar. De esta manera el cyborg del siglo XXI llevaría su relación con el trabajo hasta el paroxismo: sería puesto a producir económicamente hasta cuando se masturba. Un extraño nicho económico está a punto de abrirse para el consumo y la producción: la masturbación no será puesta bajo régimen médico sino subordinada a la producción artesanal e individual de electricidad para autoconsumo. Para ello hay que colocarse la Wank Band cada vez que el usuario-cyborg se dedique a masturbarse. Un particular “Hágase la luz, y la luz se hizo”. El mito por el cual Prometeo entrega el fuego a los hombres, a toda la comunidad humana, se reduce aquí a una luz sólo usada por el cyborg.
El cyborg del siglo XXI llevaría su relación con el trabajo hasta el paroxismo: sería puesto a producir económicamente hasta cuando se masturba
El tema de la producción de electricidad en un mundo capitalista que aspira a la iluminación 24/7,10 es algo que está dentro de las necesidades que el desarrollo económico exige y que todavía no se ha podido resolver: lograr energía no contaminante, sin usar los recursos agotables de la naturaleza y sin costo de traslado o envasado.
El posible desarrollo es tanto para damas como para caballeros, quienes de acuerdo a sus personales maneras de practicar sus devaneos sexuales manuales, con la prótesis Wank Band, tienen la posibilidad de contar con una pequeña usina eléctrica. El cuerpo se convierte así en una fuente de placer y al mismo tiempo, en una máquina que provee luz a pequeña escala. Ya no es “el buey solo bien se lame”, la comercialización de esta prótesis viene con un marketing muy especial que lo impulsará a creer que goza y además cuida el planeta, es decir, que disfruta y acumula electricidad. Es importante señalar que le garantizará que la compulsión comunicativa no cesará por falta de batería. Con esta propuesta el usuario-cyborg puede proveerse no solo de placer, sino también de la energía básica que sus dispositivos tecnológicos requieren para ser utilizados.
No es extraño que la compañía que está tratando de llevar adelante el invento de la pulsera sea PornHub: si alguien sabe cómo, cuándo y de qué manera lograr o fomentar que las personas se masturben es esta multinacional. Ubiquemos a los desarrolladores del proyecto: la empresa se fundó en el año 2007 y se convirtió en el sitio más grande y poderoso del mundo en pornografía. Sus diversas plataformas son visitadas por cibernautas de todo el mundo. Las últimas estadísticas conocidas hablan de que durante el año 2018 tuvieron 27.000 millones de visitas a su página. Para agregarle un poco más de extrañeza al tema del desarrollo de la pulsera masturbatoria, parece que PornHub expresó más de una vez interés en llevar adelante planes para cuidar el planeta, de allí sus anuncios de reforestar parte de la Amazonia y de proyectos para impedir la desaparición del oso panda. La Wank Band es promovida como un proyecto comercial y también como una propuesta para reducir el consumo de electricidad. Edulcorada de esta forma, se omite la perspectiva incesante de los negocios globalizados: que no haya actividad que quede por fuera de los mismos. En este caso que, quien ejerce su derecho al placer autoerótico, no deje de verse sometido al deber de producir las veinticuatro horas del día. Para ello debe comprar la particular pulsera.
Llegados hasta aquí vemos que la idea tiene un profundo contenido que recorre toda la época en que vivimos: producir y consumir. Quien realiza sus devaneos amorosos de esta forma, de lograrse comercializar la Wank Band, es al mismo tiempo un cyborg dedicado a su propio placer y un operario convencido de que debe producir electricidad entrelazando sus genitales con sus manos de forma rápida. Una vez más nos encontramos con la idea de fusión entre cuerpo y máquina, de cyborg adaptado a los procesos de consumo y producción que el capitalismo organiza. Esta particular idea de hibridar masturbación y producción de electricidad, de hacer redituable el propio cuerpo convirtiéndolo en fuente de energía, parece salida de un episodio de la serie inglesa Black Mirror. La cultura actual va desarrollando una profusa sexualidad por vía de las máquinas de comunicar que no tiene, por ahora, otra manera de culminar la excitación que con las manos. No hay duda que PornHub tiene en vista un negocio multimillonario y con un objetivo cada vez más elaborado de captura del cuerpo sexuado.
Esta prótesis viene con un marketing muy especial que lo impulsará a creer que goza y además cuida el planeta, es decir, que disfruta y acumula electricidad
Puede que el proyecto de la pulsera sucumba, que no llegue a buen puerto -pese a la inversión que se realiza-, puede que sea una noticia falsa, pero no se puede negar que va en la dirección general de la producción capitalista: no dejar nada por fuera de la producción económica. Y señala una vez más que el cuerpo está en la mira de la escena productiva, que la intimidad, mejor dicho, los últimos retazos de la misma, sea arrancada de su condición erótica para ser llevada al movimiento productivo que tiene el capitalismo 24/7, recordemos cómo lo plantea Jonathan Crary: “… se trata descubrir las formas de hacer posible que la gente permaneciera sin dormir y, a la vez, que funcionara de manera productiva y eficiente.”11 Pero ya no se trata solamente de producir todo el tiempo, sino de transformar el placer personal en un novedoso productor de electricidad, de llevar la concepción productiva hasta el más íntimo y recóndito secreto del placer solitario. La masturbación pasa así de los placeres a una concepción capitalista de producción seriada, el placer tiene que rendir como actividad económica.
Nos encontramos así con una corporalidad que se hace máquina, una máquina que no debe perder la energía que el autoerotismo produce, que debe producir sin descanso, una corporalidad que debe llevar su dispositivo, una nueva prótesis incorporada a su cuerpo, para cargar la batería con su pasión. De lograrse la comercialización de esta pulsera, de incorporarse esta nueva prótesis al cuerpo con la consigna de generar energía en forma ultrarrápida y limpia avanzará la mutación del hombre un paso más. No se derramará de esta forma el semen en vano, el mismo se convertirá en energía cinética acumulada. Es decir, un mundo humano que se sigue transformando por la imparable fusión de cuerpo y máquina. Un mundo de prótesis que deja atrás al cuerpo humano que conocimos, que nos adentra velozmente en la fusión hombre-máquina al servicio del capitalismo. El modo cyborg se hace dueño del cuerpo y de la subjetividad y se hace funcional al capitalismo, el sueño de un cyborg rebelde y antisistema de esta forma estalla por los aires, no existe. Las lógicas de mercado, en este caso llevadas hacia un nuevo límite por la poderosa industria pornográfica que es muy importante en la sociedad del espectáculo y no se lo suele reconocer, lo conducen sin prisa y sin pausa, a que el placer solitario sea parte del marco general de la producción económica. Será un nuevo tipo de artesano que como proponía la vieja revista Mecánica Popular seguirá el modo “Hágalo usted mismo”, solo que el placer solitario será atrapado por la prótesis que convertirá los movimientos de las manos en kilovatios. Si en el descubrimiento del fuego tuvo importancia las formas en que los humanos primitivos se acariciaban, llevando adelante un proceso que incorporó tecnologías para encender la llama, la pulsera Wank Band reafirmará, una vez más, que nada, pero absolutamente nada debe escapar a la producción económica capitalista.
Notas
1. Costa, Luis, “Solo efectivo”, artículo aparecido en el diario Perfil de Argentina el 26-8-2018. Versión en papel.
2. Baker, Francis, Cuerpo y Temblor, un ensayo sobre la sujeción, Editorial Per Abbat, Buenos Aires, 1984.
3. Baker, Francis, op. cit.
4. Ver la cita de Enrique Carpintero que hacemos más adelante.
5. Thomas W. Laqueur, Sexo Solitario, una historia cultural de la masturbación, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2007.
6. Thomas W. Laqueur, op. cit.
7. Carpintero, Enrique: “La sexualidad evanescente”, Revista Topía N° 56, Agosto 2009, en www.topia.com.ar
8. Thomas W. Laqueur, op. cit.
9. Volnovich, Juan Carlos, “Sexualidad de consumo”, Revista Topía N° 72, Noviembre 2014, en www.topia.com.ar
10. Crary, Jonathan, 24/7: El capitalismo tardío y el fin del sueño, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2015.
11. Crary, Jonathan, op. cit.