Los gritos y el pensamiento | Topía

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Los gritos y el pensamiento

 
Memorias para el futuro

Publicado en Clepios, una revista de residentes de Salud Mental, Número 29, Setiembre 2002.

No todo es como cuentan. Y eso es lo que nos lleva a pensar. Estos hechos sucedieron en abril de este año en el marco del XVIII Congreso de Argentino de Psiquiatría.

Volvamos a empezar. No es así. La historia nos refiere que hubo siete “Congresos Argentinos de Psiquiatría” entre 1959 y 1976 organizados por la FAP (Federación Argentina de Psiquiatras). Como organizan otros se empieza de cero. Y sin reconocimientos. Una amnesia al servicio del autoengendramiento. Muchos se proponen ser iniciadores y no continuadores. Pero de este modo no sólo no hay historia, sino que tampoco generaciones, en todas las acepciones del término.

Continuemos. En el XXV Congreso Argentino de Psiquiatría, que se realizó en el 2002, los actuales Jefes de Residentes de Salud Mental del Hospital Tornú – Carlos Barzani y Dante Tortonese - organizaron una mesa sobre “Formación en Salud Mental”. Estas reflexiones son de algún modo un agradecimiento por la invitación a pensar. Allí estuvimos con ellos Sergio Strejilevich y quien esto escribe. Los trabajos de Dante y Carlos describían la situación actual de la formación en Salud Mental desde las residencias. Luego de que mis palabras giraran alrededor de la historia de la formación en Salud Mental, Sergio continuó con su cruzada por la inexistente formación en psicogeriatría, que aún subsiste.

Pero este tampoco es el tema de estas líneas. Luego de algunas preguntas cordiales y comentarios de rigor un joven médico psiquiatra tomó la palabra. Y comenzó a levantar su voz mirándome a los ojos afirmando que un residente de Psiquiatría debe estudiar sólo Psiquiatría y no otras cosas. “Y que no vengan los psicólogos a decirme lo que tengo que estudiar... ¡Yo estudié medicina, soy médico y solamente quiero ver pacientes y estudiar medicina!”, exclamó a los gritos con su mirada fija sobre mí. En el auditorio había murmullos. Luego de un silencio y algunas sonrisas de los presentes la coordinadora de la mesa dio por concluida la actividad. A la salida el psiquiatra se me acercó y me pidió disculpas por si me había ofendido. Por supuesto que las acepté. Una cosa es discutir y otra las relaciones personales. Hace mucho tiempo que el debate de ideas se obstaculiza por personalizarse, lo que empobrece nuestros intercambios por tornarse tan políticamente correctos como defensivos.

A la salida mi querido amigo de toda la residencia, Alejandro Francia , me preguntó si yo había preparado la escena. Perplejo , pregunté por qué. Y me dijo que los dichos de ese psiquiatra ratificaban mis hipótesis: demostraban la continuidad del Proceso en el campo de Salud Mental. Ante mi cara de sorpresa continuó diciendo que la supuesta recuperación de la especificidad   a través de la defensa de la especialidad de los psiquiatras, los psicólogos y los psicoanalistas, encubrían la fragmentación y el estallido de la Salud Mental que había iniciado el “Proceso”. Y agregó que el decir “yo sólo soy médico” - tanto como si alguien hubiera dicho “yo solo soy psicólogo” - era la consolidación del proyecto de “lobotomizar” a los estudiantes y profesionales con el lema de “yo sólo vengo a estudiar”.

Me quedé pensando un largo tiempo. Y tiene razón. Durante el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” una de las claves fue “despolitizar” a los estudiantes secundarios y universitarios. Para los que ya estaban “infectados” – o sea politizados - persecución y desapariciones. El terror operando sobre los cuerpos. Para las nuevas generaciones, sólo estudiar. El resultado deseado era un profesional tan especialista como obediente de las tendencias oficiales. El proyecto era que no piense por sí mismo. Otros habían elegido qué era lo mejor para pensar. Solamente tenía que ceñirse a su especificidad como un cirujano al campo quirúrgico. La “obediencia debida” que aleja las distracciones que implican hablar, leer o pensar acerca del contexto –la sociedad en que le toca vivir -, lo cual excedía a su “campo” y le hacía perder el valioso tiempo para profundizar en su especialidad. En pocos años gran parte del los psicoanalistas, psiquiatras y psicólogos comenzaron a adoptar esta forma escotomización del contexto. Por supuesto que esto concordaba con tendencias mundiales que debemos puntualizar, aunque exceden este acotado espacio de análisis.

Hoy se intenta hasta combatir el concepto mismo de Salud Mental, tan cargado de lo social y lo político. Se dice que la Salud Mental “desjerarquiza” e “indiferencia” las identidades que deben ser puras, encubriendo intereses sectoriales que intentan hegemonizar el mercado de la salud mental. No está de más decir que estas propuestas provienen de la noche de los tiempos. Tienen un siniestro parecido a los debates de la década del 50 en los cuales algunos psiquiatras intentaban erigirse en dueños absolutos de la Salud Mental frente a las nuevas ideas y especialidades que asomaban.

Para estos sectores es central la desaparición o descalificación de todo tiempo y praxis que lo contradiga. Ante la desaparición nuestra política es la aparición. En este sentido, este año fue fructífero en publicaciones. Ahora cualquier residente puede contar con ellas. Estas profundizan la aparición de nuestra historia y la relación con nuestro presente. Hugo Vezzetti en Pasado y Presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina   realiza un excelente análisis de la continuidad de lo que fue el “Proceso”. Sergio Visacovsky en El Lanús. Memoria y política en la construcción de una tradición psiquiátrica y psicoanalítica argentina se decide a desmontar uno de los mitos mayores de nuestro campo, el Servicio de Psicopatología del Lanús. Aunque he señalado algunas diferencias con su enfoque en la crítica publicada en Topía Nº36 , el texto me parece un hito en la recuperación de la historia de la salud mental en la Argentina.

No todo es como parece. Hay efectivamente una continuidad en un “proceso” de hacer desaparecer a la Salud Mental , entre otras tantas bajas necesarias para el sostén del sistema actual. Necesitamos construir nuestro futuro. Más que gritos, amnesia y aislamiento necesitamos continuadores de la memoria, la solidaridad y pensamiento.

 
Articulo publicado en
Septiembre / 2002