La crisis política y social había llevado a la realización de golpes militares que interrumpieron los gobiernos de Arturo Frondizi (1958-1962) y de Arturo Illia (1963-1966), los cuales habían ganado debido a la proscripción del peronismo1 Las huelgas y manifestaciones obreras y estudiantiles fueron una constante en la lucha por reivindicaciones políticas y sociales. En 1966 asumió la presidencia el General Onganía con el objetivo de iniciar un proceso de adecuación de la estructura social y económica de la Argentina a las necesidades del capital financiero internacional y establecer la Doctrina de Seguridad Nacional. Para ello necesitaba imponer una dictadura corporativa con el apoyo de grupos de la derecha católica cuya intención era quedarse durante muchos años. Así anuló las actividades del Congreso, subordinó el poder legislativo al ejecutivo, intervino todas la provincias y prohibió la libertad de expresión. Onganía llevó adelante una política económica que generó más descontento social que fue respondido con una violenta represión en todas la áreas de la sociedad. Se quiso imponer el orden persiguiendo a jóvenes por tener pelo largo, a parejas por besarse en las plazas, quemando libros por subversivos o pornográficos y cerrando publicaciones por caricaturizar al dictador. Una de las primera medidas fue intervenir las Universidades Nacionales. En la Universidad de Buenos Aires esta se llevó a cabo con carros de asalto de la policía que reprimieron por igual a alumnos, profesores e investigadores en lo que se conoce como "La noche de los bastones largos". Esta situación provocó la renuncia masiva de profesores y el desmantelamiento de todos los Centros de Investigación en las universidades.
Es en esta época, y con este clima social y político, que se realizó entre el 31 de julio y el 4 de agosto el Segundo Congreso Panamericano de Psicoanálisis donde intervinieron especialistas de toda América. El presidente de APA era Emilio Rodrigué2. El debate se centró entre los psicoanalistas kleinianos –en especial latinoamericanos, exceptuando los de México- enfrentados con los de la psicología del self -cercanos a Anna Freud- de la escuela norteamericana como Heinz Kohut, Leo Rangell, Elizabeth Zetzel y Phyllis Greenacre. Emilio Rodrigué aclaró en las palabras de apertura que "el problema para el intercambio de ideas en un Congreso es que llegamos a él lógica e ineludiblemente con una posición tomada...el riesgo está en el prejuicio y la falta de información sobre la contraparte ideológica". Los temas tratados fueron "El proceso Analítico" y "Transferencia y Contratransferencia. Aspectos teóricos y clínicos". 3 Ante el golpe de Onganía, el Comité Organizador "resolvió adaptarse a las circunstancias cambiantes que llevaron a la inestabilidad que creó una revolución en el país pocos días antes del Congreso. Esta labilidad favoreció la posibilidad de trocar la sede del congreso y se alcanzó con los minutos contados a la ejecución de la programación escrita definitiva". Quien no estuvo en la presentación fue Mauricio Goldenberg, suponemos que debido a la situación de la UBA ante "La noche de los bastones largos". En el desarrollo del encuentro se pudo dar un intercambio de ideas y perspectivas que permitieron llegar a acuerdos en el trabajo clínico pero no en lo teórico. La comunicación pudo desarrollarse más en los pequeños grupos de discusión que en los grandes paneles.
Previamente, en el mes de junio, se había realizado en la APA el Segundo Congreso interno y Décimo Simposium con la misma temática. Allí se había reafirmado la hegemonía de la perspectiva Kleiniana, la cual estaba representada en la Comisión Directiva por Emilio Rodrigué, Marie Langer y León Grinberg, quienes fueron los compiladores del libro con los trabajos más importantes del Congreso. Este se publicó un año después con el nombre de "Psicoanálisis en las Américas".