Una vez más la crueldad. Otra vez las víctimas son los más débiles, los pobres y desamparados. Y también quien victimiza es débil, pobre, desamparado y enfermo.
Siento dolor y vergüenza por que "la crueldad siempre implica un dispositivo sociocultural" (Ulloa Sociedad y crueldad 1999).
Bronca por que de nuestra provincia y hasta hace poco (toda una década) si había algo elogiado era la forma en que aquí se decía tratar a las "personas que padecen sufrimiento mental" eufemismo con que a algunos funcionarios se les ocurrió borrar la complejidad de los procesos de salud-enfermedad humanos.
Cansancio y frustración, tantos años intentando debatir el campo de salud mental en una provincia en donde la espectacular concentración de poder del partido en el gobierno le permite hacer casi cualquier cosa.
Temor e indignación ¿cuantas muertes mas harán falta para entender que se procede erróneamente y que ese error cuesta vidas y cruel sufrimiento?
Y otra vez vergüenza, dolor, tristeza, temor y bronca por que la connivencia con esta tragedia, el guiño cómplice o sólo la eficaz indiferencia del conjunto de esta sociedad tan herida y disgregada continúen haciéndole fácil la tarea a los que mandan.
"¿Qué espanto deberá narrar el próximo cable para paralizarnos por lo que sucede hoy?” Preguntaba en una carta publicada en este diario en noviembre del 2000. Por aquel entonces el decreto ley nº 2 del 2000 de la provincia que paradójicamente elogiaba en su considerando la ley de "desmanicomialización" , en su artículo principal decretaba y facultaba al juez para disponer "medidas policiales y de seguridad" para que las "personas con sufrimiento mental no se dañen a si mismas o a terceros", tan progresistas somos en Río Negro que a las "Personas que padecen sufrimiento mental" se las encarcela, violando el código penal (art. 34 inc. 1), normas constitucionales y de derecho internacional que hacen de estas personas inimputables de estos actos.
Nada de esto sirvió para Javier Gómez que a los 22 años dio muerte a su hermanita, su madre y su abuelo; y que luego de ser declarado inimputable por padecer una enfermedad mental que no le permitía tener conciencia de la criminalidad del acto ni dirigir sus acciones se suicidó. Tampoco se enteró de los beneficios de vivir en Río Negro y "padecer sufrimiento mental" Laura Nahuel Pan que mató a su hija. No sirvió esta ley ni su inepto e inconstitucional decreto para evitar que muriera recientemente un hombre en Roca al recibir "medidas de seguridad" por parte de dos policías que terminaron gravemente heridos. La lista es larga pues debiera incluir a todos los que murieron en la calle sin dañar a otros, que silenciosamente pagaron el precio de ser personas con sufrimiento mental.
Es que la tragedia tiene un fondo casi invisible. La tragedia del tratamiento de la salud mental en Río Negro es consecuencia de haber tenido el triste privilegio de desmantelar y privatizar el estado en tiempos en que nuestros peores gobernantes nacionales solo lo soñaban. En Río Negro el eslogan fue "soñar y hacer" y se desmanteló la pobre infraestructura hospitalaria existente, se precarizó el trabajo en salud mental, se incumplió con lo normado en el articulo 12 de la ley de desmanicomialización que preveía la construcción "pequeños espacios para la internación" y además se cosecharon aplausos nacionales e internacionales por todo eso. Brillante si no fuera cruel y repito trágico. Trágico para las familias de los que padecen y para los que padecen directamente, trágico para los que desde las instituciones públicas (salud y justicia) no solo no tienen los medios pertinentes sino además el sufrimiento cruel con el que deben trabajar está legalizado, es legal que así se sufra hasta el esperado final de muerte anunciada.
Comencé esta nota tratando de nombrar sentimientos que sé por estas horas nos mortifican frente a lo sucedido en Choele Choel. No basta sentir todo esto, no le sirve a ninguno de los que murieron y menos a los que en medio de sus trágicas encerronas vivirán con el dolor de lo sucedido. Propongo entonces hacer algo que sirva: romper la connivencia con la que se nos somete, afirmar que es posible vivir de otra manera, no relegar al olvido a las víctimas, denunciar local, provincial y nacionalmente lo que pasa en Río Negro y no detener nuestra acción hasta lograr los cambios requeridos desde hace tiempo.
Y no vuelvan los desmanicomialistas a acusarnos de querer manicomios. No, no queremos manicomios, ni tampoco queremos más estas tragedias, afirmo que hay modos efectivos de prevenirlas que superan ampliamente la actual utilización de la cárcel o la tumba.
Miércoles 5 de noviembre de 2003
Policiales y Judiciales
HORROR EN CHOELE CHOEL
Una mujer asesinó a cinco pequeños hijos mientras dormían
Las víctimas tenían entre dos meses y ocho años. La homicida fue hallada en la vivienda junto a los cinco cuerpos. Otra hermanita, de nueve años, logró escapar y pedir auxilio.
Un furgón del grupo BORA parte rumbo a Roca con los cuerpos de los pequeños para realizar las autopsias.
CHOELE CHOEL (AVM).- Uno de los homicidios múltiples más grandes de la provincia, ocurrió ayer en Choele Choel y conmocionó a todo el país.
Cinco hermanitos, uno de ellos de dos meses, dos mellizos de dos años, otro de cuatro y el restante de ocho, fueron asesinados por su madre, mientras que una pequeña de nueve años logró escapar al cuadro de terror y locura y avisar a los vecinos.
Las víctimas fueron muertas por asfixia mientras dormían, según confirmaron las autopsias finalizadas al filo de la medianoche en Roca.
Junto a los cuerpitos sin vida, estaba la madre de los chicos, sentada en una silla, con la vista perdida y sin emitir una sola palabra.
Karina Giles, la madre, que fue detenida, había estado bajo tratamiento psiquiátrico, aunque algunos aseguraban que tras dar a luz al último bebé, le suspendieron los medicamentos y le dieron el alta médica. Sin embargo, desde el hospital de Choele Choel se indicó que seguía bajo tratamiento.
Además de la nena de nueve años que logró escapar, la mujer era madre de una adolescente de 15, quien también se salvó ya que no vivía en la casa donde ocurrió la tragedia y a esa hora -las 10 de la mañana- se encontraba en la escuela.
El marido de la mujer, y padre de los niños, es un trabajador rural que al momento de los hechos estaba realizando tareas en el campo. Anoche había sido medicado por la fuerte crisis emocional, y además tenía custodia policial porque en varias oportunidades dijo que se quería quitar la vida. .
Mientras se conocían los primeros detalles, se disponían distintas medidas judiciales para determinar cómo sucedieron lo hechos en la humilde casa de Pacheco y De la Libertad.
La tragedia se desencadenó ayer por la mañana, y quien alertó a los vecinos fue Yamila Merino, la nena de 9 años. La pequeña se despertó y encontró un cuadro dantesco. En una cama de dos plazas, estaban los cadáveres de sus cinco hermanos varones, mientras su madre, que no reaccionaba, miraba el piso sentada en una silla.
La nena salió corriendo por la vereda gritando "mi mamá está matando a mis hermanos".
En su alocada carrera fue interceptada por una vecina, propietaria de un quiosco cercano, quien le preguntó qué le pasaba. Allí la nena le relató lo que sucedía. Desesperadas, llamaron a la policía tratando de evitar lo que ya era inevitable.
En un principio las versiones eran confusas y la primera hipótesis era que había ocurrido un accidente doméstico, ya que algunos investigadores se inclinaban por un escape de gas.
Pero con el correr de los minutos, los uniformados descubrieron que se trataba de un homicidio múltiple, ocurrido en la precaria vivienda ubicada a escasas dos cuadras de pleno centro de la ciudad.
Cuando los uniformados llegaron se encontraron con una pequeña antesala. Allí estaba Karina Giles, de 32 años, quien permanecía sentada.
Al ingresar a uno de los dos dormitorios, los agentes vieron a los nenes acostados boca abajo, y tapados con frazadas. Pero al tratar de despertarlos chocaron con la realidad: los pequeños estaban muertos.
En la cama estaban Gabriel, de apenas dos meses; Diego y Juan Alberto, mellizos de dos años; Fermín de 4 y Nicolás, que había cumplido 8 años.
Rápidamente se montó un operativo pocas veces visto en la ciudad. Policías, médicos y funcionarios judiciales, confluyeron en el sitio de la tragedia. Además de decenas de vecinos que no daban crédito a las versiones de los crímenes de los niños.
En el lugar, pocos de los asistentes pudieron ocultar el dolor por la masacre. Una de las primeras imágenes fue de especial crudeza: en el patio de tierra de la vivienda, arrodillado y con las manos en la cara, un policía llo
raba por la muerte de los chicos, sin ocultar su impotencia por lo sucedido.
"Los policías constataron que había pruebas de que habían muerto asfixiados contra las frazadas, con las manos" así lo mencionó una alta fuente policial, poco tiempo después.
A la par, una de las hipótesis que manejaban los investigadores era que Giles podría haber dormido con algún psicofármaco a los nenes, antes de asfixiarlos, pero luego eso se desmintió tras la autopsia.
El juez Guillermo Moyano, a cargo de la causa, ordenó el secuestro de distintos elementos en la casa. Y aunque se mostró cauteloso "por estar la causa bajo secreto de sumario", señaló que entre lo secuestrado había varias botellas con distintos líquidos.
Tras varias diligencias, Karina Giles fue trasladada al hospital donde permaneció por varias horas, con agentes del ser- vicio de atención mental. Pero allí se mostró en silencio, como ajena a la realidad.
Más tarde, Moyano anunció que Karina Giles estaba detenida y siendo sometida a distintas pericias psiquiátricas, para determinar si fue consciente de sus actos. Posteriormente, fue trasladada a la comisaría Octava donde permanecía detenida.
En la escuela primaria Nº 236 del barrio Almafuerte, a la que asistía el más grande de los niños, se decretó el asueto al igual que en el jardín integrado Nº 40. Las maestras de los nenes no pudieron ocultar el dolor, y una de ellas tuvo que ser asistida por sufrir una crisis nerviosa. Mientras, sus compañeras buscaban explicación con los ojos llenos de lágrimas.
En el entorno, todos hablan de Karina Giles como una mujer normal, sin antecedentes de violencia familiar.
En tanto, un primo de la mujer sostuvo que Karina había tenido antecedentes de crisis psiquiátricas en otro lugar de la provincia, y que por eso se dispuso su traslado a Choele Choel.
Si bien descartó que haya existido violencia con los nenes anteriormente, sí sostuvo que en algún momento intentó quitarse la vida.
Temían posible linchamiento
CHOELE CHOEL (AVM).- Ante la indignación de los vecinos, varios uniformados se apostaron fuera de la comisaría y la alcaidía de Choele Choel.
Las fuentes policiales sostuvieron que se tomó esa determinación en virtud de evitar represalias contra la mujer que ayer asesinó a cinco de sus siete hijos.
Los agentes estaban apostados en distintos sitios de la cuadra donde están emplazados ambos edificios policiales.
"Para que no se torne un hecho social, y para que la gente no tome justicia por sus propias manos. Para resguardar la integridad física de la detenida, hemos dispuesto custodia en las inmediaciones del destacamento policial y de la casa donde sucedieron los hechos", afirmó el comisario Alberto López.
Agregó además que Karina Giles aún no había declarado ante el juez Guillermo Moyano, medida que podría intentar hoy el magistrado.
A la par, el enojo de la gente fue creciendo al ritmo de los distintos rumores que circulaban en la localidad.
Muchos vecinos mencionaron que la mujer acuchilló a los chicos para matarlos, cuestión que fue descartada de plano por fuentes policiales y judiciales.
Un oficial dijo que no había en la vivienda san-gre, ni tampoco indicios de que se hubieran utilizado en el crimen armas blancas.
Lic. Daniel Sans
Psicólogo
Danielsans [at] ciudad.com.ar