Tzachi Schiff es productor y director de cine israelí. Es egresado de las carreras Trabajo Social y Cine, de la Universidad de Tel Aviv. En 1988 creó su compañía Transfax Films Productions que produjo alrededor de 40 documentales para la televisión israelí. Varias de sus películas y coproducciones recibieron premios y reconocimientos internacionales, y es actualmente uno de los más experimentados productores de cine israelí. Trabaja como director de la Academia Israelí de Cine y Televisión.
El sábado 21 de abril de 2018 a las 16:30 hs. en el Cavern Club del Paseo La Plaza de la CABA, Topía estrena en exclusiva el documental More alive than dead (Más vivo que muerto) donde expone la vigencia de Freud y del psicoanálisis en la actualidad, con entrevistas a diversos intelectuales. (Más información sobre la actividad)
Como adelanto a dicha función le hicimos algunas preguntas para que sitúe los motivos y objetivos de este film imperdible.
¿Cuál fue el objetivo central para hacer este documental tan particular, si es que se lo puede considerar un documental?
Sí, es un documental que utiliza el arte y las animaciones como medios para contar una historia. Como suele suceder, el tema vino a mí, y no al revés... Hubo un disparador: una muestra de arte en Buenos Aires, de Horacio Cardo, en la que se representa a Freud como un villano. Me sorprendió la aversión del artista hacia Freud y el psicoanálisis. Fue una experiencia increíble e inspiradora: la narración no sólo era interesante y clara, sino muy precisa y muy intensa. Ese es un buen punto de partida para un documental. Luego, a través de investigaciones y entrevistas, fue develándose la vasta, abarcadora y total influencia que ejerció Freud. Me pareció que no éramos conscientes de la magnitud de su influencia en nuestra cultura, en nuestra sociedad y en nuestras vidas; así que ese fue un aspecto interesante con el que empezar a trabajar. Era un tema que valía la pena (relacionado con Freud, el arte, y las personas que trabajan en ese campo), y era también una experiencia que me atraía y me entusiasmaba.
¿Por qué hacer una película (que se estrenó a escala mundial y fue exhibida recientemente en el BAFICI (2017), en la categoría “Pasiones”) sobre Freud y el psicoanálisis hoy?
Hacer una película sobre el psicoanálisis es siempre un desafío. Siempre lo ha sido y es tan relevante hoy como antes.
¿Cuál fue el criterio de selección de los entrevistados que participan en la película?
En general, lo interesante al hacer un documental es presentar una diversidad de voces para poder ofrecer al espectador un tratamiento equilibrado del tema. No es muy gratificante escuchar el sonido de una sola voz. Cuando se inicia la investigación, aparecen muchos posibles entrevistados. Algunos son más interesantes por la forma que tienen de presentar su punto de vista, otros son más relevantes para la historia que se quiere contar. Se empieza entonces con una gran lista y al final van quedando las personas que mejor representan puntos de vista opuestos... Tengo que decir que algunos de los entrevistados se sorprendieron al ver el resultado final: no sabían que tenían una postura tan tomada con respecto a tal o cual tema. Una parte importante del proceso de edición es hacer que las cosas queden claras. Cuando es claro que nada fue sacado de contexto, todo el mundo queda satisfecho.
¿Cómo fue el trabajo de “ensamble”, el diálogo que se establece en el montaje final, entre los distintos materiales de encuentro: entrevistas a reconocidos expertos, animadores, humoristas que reflexionan sobre la influencia del pensamiento freudiano en nuestra cultura, más citas de películas famosas, dibujos animados, archivos históricos, etc.?
Cuando comenzó el rodaje de la película (que llevaría tres años), los detractores de Freud tenían un peso mayor que sus simpatizantes. Cuando la película llegó a la fase de edición, empezamos a darnos cuenta de que no importaba si alguien estaba a favor de Freud o en contra de él: se hizo evidente que la vida que vivimos es freudiana en más de un sentido. Esta es la razón por la cual los artistas tuvieron la libertad de elegir cómo trabajar. A cada uno de los diecisiete artistas que participaron se les informó qué escenas iban a necesitar su intervención. El contenido de la obra, así como su presentación, fueron decisiones de los artistas y de sus inconscientes...
Pero todo esto fue distinto con Horacio Cardo, quien generosamente permitió que usáramos sus obras en la película. Con él funcionó al revés: teníamos acceso a sus obras y elegimos las que encajaban en las escenas. Sin Horacio Cardo la película no habría comenzado y no habría sido realizada ni proyectada. El material de archivo que está en la película es el resultado de una extensa investigación en la que se incluyen largas conversaciones con los propios recuerdos y con los libros, amigos, y especialistas del tema. Después, usé la “máquina Google” para buscar cadenas interminables de frases, nombres, lugares e ideas; y, por último, analicé los resultados que me arrojaba según el contenido y “apariencia”. Si las ideas se ajustaban a la escena, entonces era necesario que se adaptaran a las medidas de la película en términos de mensaje, atmósfera, tempo y aspecto de la escena.
¿Cómo llegó a relacionarse con el talentoso pintor e ilustrador argentino Horacio Cardo?
Horacio es un artista excepcional y un muy buen amigo. Nuestra relación tuvo altibajos debido al cambio de enfoque que tuvo la película. Horacio es un enemigo acérrimo y convencido de Freud y el psicoanálisis. Le gustaría verlos desaparecer... Cuando descubrió que la película presentaba una visión diferente, fue lógico que se desilusionara. Pero sí aprecia la película y sabe que sin su postura y contribución no se podría haber logrado el resultado final.
Por último, ¿Fue Freud un genio revolucionario que cambió nuestra forma de pensar, o un charlatán que “robaba teorías a otros”?
Bueno, tal vez las dos cosas... Mire a su alrededor: pareciera que no hay una sola fase en nuestra vida que no esté influenciada, de un modo u otro, por las teorías de Freud. Ya sea en el ámbito de la política, la educación, la economía, la medicina, el arte... incluso en el deporte... El hecho de que Freud haya “tomado” o “robado” teorías de otros, si era una persona agradable o desagradable, lo que se dice acerca de su personalidad y su conducta, todo eso es insignificante si lo comparamos con su contribuciones y las repercusiones que aún hoy tienen sus teorías.