FACTORES DE CAMBIO EN LOS GRUPOS, Y APORTES PARA LA INTERVENCIÓN | Topía

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FACTORES DE CAMBIO EN LOS GRUPOS, Y APORTES PARA LA INTERVENCIÓN

 

I. ¿PORQUE CAMBIA LA GENTE EN LOS GRUPOS?

Fenómenos como la toma de conciencia, o procesos de fortalecimiento personal y colectivo de los integrantes de un grupo no son meramente racionales. Abarcan los diversos aspectos de la personalidad en sus dimensiones del sentir, el pensar y la acción. Para que la experiencia grupal sea transformadora, se requiere el desarrollo de una serie de procesos. Mucho nos podemos equivocar respecto de la eficacia de nuestro trabajo cuando implementamos programas preparados con gran esmero, aportando buena información, dinámicas grupales pertinentes, y nos retiramos muy satisfechos de nuestra producción porque “el grupo trabajó”, y “se cumplieron los objetivos”. Pero, debiéramos preguntarnos “hubo transformación” ? ¿Cómo impactó la tarea y la información en sus integrantes? Cuando preguntamos “los impactó” nos estamos refiriendo a un aspecto afectivo, emocional, o psico social,[1] como también cognitivo. La “toma de conciencia”, el “insight” de que por ejemplo las necesidades son derechos y no falencias individuales, requiere la presencia de este contenido afectivo que se articule con un esquema racional explicativo.

Acerca del concepto de interacción

Según Irving Yalom[2], la interacción es uno de los puntos de partida para la comprensión de estos factores de cambio. Consecuentemente rescataremos este concepto desarrollado por la Psicología Social norteamericana, y que se refiere a una relación recíproca entre dos o mas individuos cuya conducta es mutuamente modificante y dependiente. Puede ser concebida como un proceso de comunicación que lleva a ejercer influencia sobre las acciones y las perspectivas de los individuos. (Hollander 1971/82). Constituye un rasgo general de la vida, incluyendo la vida grupal. Gran parte de nuestras experiencias está conformada por relaciones sociales que implican interacción. Nuestras características, intereses y aspiraciones individuales, en su totalidad, están influidos de algún modo por ella. Sullivan (citado por I. Yalom) menciona que la personalidad es casi enteramente el producto de la interacción con “otros significativos”, y adquiere particular criticidad en la niñez, dada la necesidad básica de tener cercanía relacional con otros.

Esta autoconstrucción de uno mismo, basada en las adjudicaciones y apreciaciones de otros significativos continúa durante las diferentes etapas de la vida (Hollander 1971/1982), y van enriqueciendo los diversos aspectos de la identidad (individual, étnica, cultural, etc.).

De ahí la importancia de tener buenas experiencias grupales, muchas de las cuales pueden ser correctoras de experiencias anteriores que fueron poco satisfactorias. Los espacios de interacción como los grupales, sirven para fortalecer, desarrollar, y hasta corregir el autoconcepto.

La construcción de significados que se produce a partir de las situaciones de interacción es otro aspecto esencial[3]. Se van incorporando significados, valores, normas, que confrontan con anteriores lógicas de pensamiento, modos de sentir y de actuar.

Aspectos negativos de la interacción se asocian a la presión del grupo sobre el integrante, en la formación de valores y actitudes, y en donde puede haber un sometimiento consciente o inconsciente (violencia simbólica). Todo esto ocurre en el escenario ofrecido por el espacio grupal.

Los diferentes factores de cambio funcionan de manera interdependiente y pueden a la vez, representar partes del proceso de cambio. (Yalom1995). Son también de diferente tipo: algunos se refieren a algo que la persona “aprende”, como el universalismo. Otros se refieren a cambios de la conducta y por último, otros factores, como la cohesión, (concepto que no se desarrollará en el presente trabajo) pueden ser considerados como precondiciones para el cambio. (Yalom, I.1995)

Todos los factores de cambio intervienen en todos los grupos, pero su singular interjuego e importancia diferencial puede variar ampliamente de grupo en grupo. Y personas del mismo grupo pueden beneficiarse de diferentes racimos de factores de cambio.

Se ha realizado una selección de factores de cambio, seguramente incompleta, que proviene de diferentes fuentes; y en algunos casos, se han efectuado reformulaciones:

La Pertenencia

El grupo genera un lugar de pertenencia en diversos aspectos: Posibilita un código común y un lenguaje compartido en relación a necesidades y problemas comunes. Define un lugar de identificación, de identidad y de creación ideológica. (Buchbinder, M.1998).

Ofrece un código y un lenguaje alternativo al que trae cada integrante, en forma individual. O sea que apela a otros sentidos de significación. De este modo, es un lugar de sustento y de continencia para el discurso o la visión de mundo que se trae, y el que se va desarrollando en el curso del proceso grupal.

Ofrece un lugar de contención de las angustias por “la falta de ser”, la desinserción, la vivencia de fragmentación, la vivencia de estar a merced, y las tendencias, tanto a la agresividad como a la melancolización. El grupo sirve al integrante cuando este no puede autocontenerse. (Buchbinder, M. 1998)

Referido al sentimiento de vacío de ser, surgida de diferentes problemáticas y emergentes de las condiciones actuales, el aporte de todo el grupo, y no solo del coordinador, es importante.

Destacamos una íntima vinculación entre pertenencia y la continencia grupal. La continencia grupal funciona como piel grupal.

El grupo puede ser también un lugar de continencia de conductas regresivas, de diferente orden, muchas veces propiciadas por el mismo proceso grupal, y otras, por las particulares circunstancias que atraviesan sus integrantes.

Provisión[4]:

Frente a los efectos devastadores del contexto social, el grupo puede brindar afecto. Los operadores grupales deberían tener conciencia de las necesidades de afecto, ante la intensidad de las carencias de todo tipo y la masividad de las demandas.

La posibilidad de reinserción social-cultural es otra provisión posible, especialmente valioso en procesos de desafiliación o desenganche[5] como lo son las pérdidas de empleo, vivienda, u otros espacios institucionales y relacionales. En este aspecto, es nuevamente de gran importancia el aporte y los recursos que pueden tener y ofrecer los integrantes de los grupos. Implica poner en movimiento la estructura del dar y el recibir.

Creación de realidad:

El trabajo grupal puede aportar un mayor discernimiento de la realidad, la discriminación grupo interno- grupo externo. Es frecuente la necesidad de revisar y ajustar expectativas y fantasías poco fundadas o realistas ante situaciones de cambio personal, (como por ejemplo, la futura adopción de un bebé), o ante ciertas tendencias transgresoras que pueden dañar al que las actúa (jóvenes o adolescentes, en conflicto con la ley, jóvenes drogadictos) como también frente a ciertos aspectos particulares de la personalidad.

El aprendizaje de la aceptación del otro
El grupo permite confrontar diferentes lógicas de pensamiento y de acción. Cada integrante aporta su propia visión que es confrontada con la de otros, y esto obliga a darse cuenta que hay otras visiones que uno no conoce .

El otro permite que uno revise las propias posiciones y contradicciones, para confirmarlas, relativizarlas o descartarlas. Se aprende a escuchar lo ajeno, lo diferente, lo no deseado y lo frecuentemente silenciado. El grupo debiera funcionar como continente de todas las diferencias[6].

Yalom[7] desarrolló una extensa investigación a lo largo de los años, tratando de elucidar- según la perspectiva de los entrevistados- las cuestiones o situaciones de su experiencia que favorecieron que ellos cambien. Se desarrollan dos factores:

Instilación de la esperanza[8]

La esperanza es crucial para cualquier experiencia grupal que busca el cambio, tanto individual como colectivo. Permite que los integrantes del grupo permanezcan en el grupo el tiempo necesario para que se generen los cambios o los objetivos buscados. Por otra parte, una expectativa previa de cambio o de logro podría estar altamente correlacionado con un desenlace positivo.

Es uno de los secretos del éxito de los grupos de autoayuda diversos conducidos por personas recuperadas. Como también de los de ayuda mutua conducidos por profesionales. El poder observar los cambios realizados por otros integrantes es una importante fuente de esperanza, que otorga vitalidad y poder a los proyectos individuales y del grupo.

Universalismo

Muchas personas que concurren a grupos por problemas específicos, como por ejemplo, los grupos de mujeres golpeadas, o de padres que perdieron a sus hijos, y aún los de desocupados, pueden tener un profundo sentimiento de que su problemática es única. Si bien en un cierto sentido, esto es correcto,[9] el aislamiento que esto genera contribuye en gran medida a potenciar este sentimiento, que a la vez genera el aislamiento social al modo de un circulo vicioso. Cuando los integrantes de un grupo que se inicia comienzan a percibir que otros tienen problemas similares, pueden sentir enorme alivio, la sensación de estar en mayor contacto con el mundo, como también la reducción de su aislamiento y de sus sentimientos de estigmatización y rechazo.

El universalismo no tiene fronteras claras; se amalgama con otros factores generadores del cambio. El hecho de relatar y compartir y ver las similitudes con otros integrantes es acompañado por la catarsis, y la aceptación del grupo.

Según Yalom, no es solamente el descubrir a otros con problemáticas similares, y la desconfirmación del carácter de único de la propia problemática lo que ayuda; lo que ayuda es la experiencia afectiva de compartir el propio mundo interno y el ser escuchado, y luego el ser aceptado como uno es.

El universalismo como también la esperanza tienen una fuerte presencia en los diversos tipos de grupos de auto-ayuda y ayuda mutua, que buscan solucionar necesidades y problemas de sus integrantes. De igual modo, son factores presentes en las diversas formas que adquiere lo grupal como acción colectiva, donde se procura solucionar un conflicto, satisfacer una necesidad o hacer cumplir un derecho de orden supraindividual. Allí es donde la acción colectiva se torna solidaria y se transforma claramente en práctica política[10]. La acción colectiva liga e identifica a sus participantes entre si, generando el sentimiento de pertenencia y otorgando una identidad social o colectiva a sus integrantes. Estas formas de lo grupal frecuentemente se transforman en sistemas de poder. Son grupos caracterizados por la solidaridad, que como observamos actualmente, se pueden transformar en sistemas de poder.

Otros aprendizajes o cambios posibles facilitados por la participación en grupos: [11].

El grupo permite el análisis de las contradicciones y de las diferentes representaciones sociales, tanto hegemónicas como contrahegemónicas que se despliegan. Las contradicciones y conflictos se pueden transformar en pregunta, neutralizando su aspecto dilemático. La confrontación permite romper con pautas estereotipadas.

Se posibilita pensar en modos alternativos a los propios, y que pueden ser mucho mas ricos y profundos.

La confrontación verbal, la dialéctica verbal permite ampliar el horizonte del pensamiento, de los propios estilos, modalidades de conducirse, de las propias ideas y creencias.

Obliga a una mayor autoconciencia, autoconocimiento de la realidad, y de la relación con uno mismo y el mundo.

El grupo es el espacio para desarrollar la autonomía, salir de la dependencia, hacia una mayor libertad de pensamiento. Los grupos democráticos son escuelas de aprendizaje de valores democráticos, de participación y protagonismo, y de aprendizaje del ejercicio del liderazgo.

II. ALGUNOS APORTES TEÓRICO- TÉCNICOS REFERIDOS AL ROL DE OPERADOR GRUPAL

Mucho se ha escrito acerca de los grupos, desde diferentes teorías y perspectivas. Menor desarrollo tienen los conocimientos sobre la teoría de la técnica de la intervención con grupos. Nos referimos a algunas nociones teóricas orientadoras que sirven de instrumento para pensar acerca de la intervención concreta del operador grupal. Se sintetizarán una serie de conocimientos, mayormente provenientes del psicoanálisis, y luego reelaborados por la Escuela Argentina de Psicología Social iniciada por E.P.Riviere. José Bleger, en su ya clásica obra[12], menciona a la técnica como el punto de interacción entre las ciencias y las necesidades prácticas. La teoría de la técnica se refiere a una serie de instrumentos conceptuales, orientadores del pensar y del hacer, que daría sustento a la acción concreta del operador grupal. Implicaría el desarrollo de actitudes, modos de ser y responder a situaciones, como también la ampliación de aptitudes y destrezas. Nuestra idea no es abarcar todas las nociones posibles, y aclaramos que las que desarrollaremos poseen interdependencia. Muchas de ellas sirven de sustento teórico para la situación de entrevista.

Mencionamos la siguiente salvedad: el “que hace realmente el operador grupal con su grupo” queda frecuentemente en las tinieblas. Se puede reducir este desconocimiento por medio del registro de la crónica y luego una supervisión de la tarea, práctica formativa y ética que tiene raigambre en algunas profesiones mas que en otras[13]. La tarea de supervisión obligaría a revisar y problematizar el vínculo operador grupal - grupo, como también limpiaría el campo de las propias implicaciones, y aseguraría que la intervención sea realmente la que el otro o el grupo necesita.

. Cabe tener presente que nuestra narrativa siempre va a ser una “construcción”, va a ser nuestra versión de lo que hicimos como operadores grupales. Del mismo modo, también vamos a presentar nuestra “versión” de lo que es el grupo, aunque la supervisión ofrece la posibilidad de reducir la brecha entre realidad objetiva y versión subjetiva del coordinador.

Aspectos teórico técnicos de la intervención con grupos.

Desciframiento y distancia adecuada

El diccionario, al referirse al término descifrar, menciona que es aclarar lo oscuro e inteligible[14]. La capacidad de desciframiento es aquella que busca promover en el grupo o en integrantes del mismo, un repensarse, un reexplorar su realidad, con la posibilidad de resignificarla, de visualizarla bajo otra perspectiva. La intervención concreta puede ser una pregunta “No estará sucediendo que....” tiene el perfil de una pregunta interpretativa. O puede ser un señalamiento : “pareciera que lo que estás diciendo se relaciona con lo que dijo también X....[15]. Y por último , puede ser una interpretación, que en nuestro marco teórico lo vamos a considerar como aquella intervención que señala fenómenos latentes o implícitos del proceso grupal: fantasías, ansiedades , etc.

La disposición hacia el desciframiento se refiere a aquella aptitud y capacidad para realizar lecturas interpretativas del acontecer grupal. Detrás de una intervención descifradora hay generalmente una hipótesis.

Descifrar es entonces, intentar decodificar el sentido que tienen ciertas relaciones y ciertas conductas. Pero no desde una posición de certeza o de poder, sino desde plantear una hipótesis, a la que además, seguirá un tipo de acontecer o conducta grupal que la confirmará ó no.

El desarrollo de esta capacidad de desciframiento del operdor grupal se relaciona con otro aspecto, con su posibilidad de pensar con el otro, de ser un co-pensor, lo cual significa un modo de acercarse al acontecer grupal encontrando una “distancia óptima”, (y que Diana Markwald acertadamente redefine como la “distancia adecuada”). Este acercamiento al campo grupal tendría dos ingredientes aparentemente contrapuestos, pero que en realidad son complementarios: por un lado, el trabajador social debería poder acercarse lo suficientemente como para poder “resonar”, “entender” lo que está sucediendo, y contener al grupo al poder “descifrar”. Todo esto implica una cercanía afectiva. Y por el otro, no deberá acercarse tanto, involucrarse emocionalmente en demasía, de modo de quedar “capturado”, invadido o inmerso en la escena grupal. Tendría que encontrar la distancia adecuada para “entrar” y comprender, y luego poder “salir” . Esto permitiría poder descifrar, y devolver al grupo una intervención que le sea útil. Habría conciencia de los propios límites, y una capacidad de identificarse con el grupo, sin ser igual al grupo. La distancia adecuada es siempre situacional de cada aquí y ahora grupal, y varía según el tipo de grupo, y la problemática que lo convoca. Permite el protagonismo del grupo, y obliga al operador hacer a un lado su propia problemática social, que puede ser igual o similar a la que aportan los integrantes. Vemos que hay un interjuego entre acercarse y distanciarse, que es situacional para cada momento del grupo, y que tiene que ver con las posibilidades del operador de ir armando un interjuego entre ambos elementos, con el fin de ejercer la función operativa. Esta capacidad de cintura, de acercamiento/ alejamiento, se va construyendo durante el proceso de trabajo con grupos. No se adquiere con fórmulas mágicas, y requiere una actitud de constante autorevisión y autocuestionamiento de lo realizado.

Podemos caer en uno de los dos extremos: o estar totalmente involucrados, y repetir lo que trae el grupo, o tomar tanta distancia que no llegamos a saber lo que acontece. No es infrecuente que el operador joven se bandee hacia la dirección del sobreinvolucramiento.

Contención y estructura de demora

Se refiere a la capacidad de albergar dentro de sí el acontecer del otro, o del grupo. Incluye sus proyecciones, fantasías, afectos y ansiedades. “Es continente quien desde el albergar y comprender, puede devolver esas ansiedades y fantasías, descifrándolas a la vez que sosteniendo, acompañando al sujeto en el encuentro y tolerancia de sus propios contenidos” dice A. Quiroga.

Este atributo o capacidad tiene su anclaje en la propia historia, en experiencias personales anteriores de haber sido sostenidos, y haber sostenido, (bien o mal, insuficientemente u otra manera), y tiene como paradigma el vínculo madre-hijo, en donde la madre alberga el llanto o la agresividad del bebé, sin devolverle una descarga inmediata. En su lugar, posterga la reacción, a partir de una comprensión de la necesidad del bebé, abriéndole el camino para su propia posibilidad de postergación. “Una madre capaz de absorber los impulsos hostiles del bebé, sin angustiarse ni angustiarlo, puede devolvérselos modificados, descifrados, permitiendo así, el desarrollo de su hijo”.

Hay ocasiones en que el operador grupal falla en esta función de sostén o continencia, y en su capacidad de postergación, (estructura de demora), y realiza una descarga o respuesta inmediata y/o impulsiva. Cae en el “acting out” o “actuación”, actuando lo proyectado por el grupo o beneficiario, asumiendo el rol adjudicado en la transferencia, sin señalarlo o interpretarlo. El ejemplo más claro sería cuando es agredido por el grupo y él devuelve la agresión, con el mismo estilo. Da una respuestas en el mismo nivel de la adjudicación, puesto que se centra en sí mismo, y no en el sujeto depositante. Esto obtura las posibilidades de pensar, de confrontar y de generar una modificación en el otro. Estamos hablando de situaciones que son sumamente difíciles de manejar.

Esta posibilidad de contener, desde una distancia adecuada, implica la posibilidad de la autocontención. Para contener a otros debo poder autocontenerme, lo cual incluye el poder pensarme, y evaluar la situación.

La continencia, el albergar la angustia del otro para tratar de decodificarlo y realizar una devolución, con contenidos que al otro le sirvan, permite el crecimiento de ese otro. Volvemos al primer concepto: se devuelve un contenido descifrado, que aporta una nueva comprensión a la situación en cuestión.

Estructura de demora- algo mas

Desarrollando aún más las implicancias de este término, nos referimos a la capacidad de autopostergación, autocontrol, autocontención ante situaciones del grupo que pueden generar diferentes sentimientos en el trabajador social, como por ejemplo, bronca u enojo, o el sentirse herido o atacado, o el tocar temas que le generan movilización.

En lugar de una reacción inmediata, el TS instala un espacio de reflexión para sí mismo, llamado estructura de demora, para pensar el acontecer grupal, y su vinculo con este.

En este espacio de reflexión interna y de demora, en el cual el profesional no responde de manera inmediata o impulsiva a la situación grupal, o a la demanda grupal, se toma a sí mismo como objeto de indagación y fuente de información. En otras palabras, analiza sus propias sensaciones internas para discriminarse de las demandas de la situación, y las utiliza para comprenderlas y definir su intervención. Estamos analizando de alguna manera, la contratransferencia del coordinador, y su posibilidad de utilizarla como instrumento en beneficio del grupo.
Insight

En los grupos con coordinador (ya sea un TS u otro profesional), el insight es un tipo de conocimiento que puede emerger súbitamente en la mente tanto del coordinador como en la del integrante. Se trata de un proceso de conocimiento, de toma de conciencia, de comprensión y desocultación súbita de un hecho con el cual se tenía una relación de cercanía pero de desconocimiento. (Beller, D.)

El insight es un nuevo conocimiento al cual se accede en las relaciones interpersonales cotidianas, no solo en la tarea grupal.

En los grupos, generalmente implica un momento nodal del proceso de intervención en el cual se produce un “darse cuenta” de alguna situación del proceso grupal. Conlleva una comprensión gestáltica que integra “la conciencia de sí” en situación. Es una súbita toma de conciencia, que abre nuevas posibilidades de comprensión.

El momento de insight está constituida por elementos tanto afectivos como intelectuales. Por ello, el insight es una vivencia, o sea, algo más que una mera adquisición intelectual. En el sujeto del insight se articulan su historia y su circunstancia actual. Por ello, el momento de insight de un sujeto es un momento de transformación cualitativo de la relación del sujeto consigo mismo y con su contexto. Un ejemplo podría ser el de un operador laissez faire que subditamente se da cuenta que está interviniendo en el vínculo con su grupo, su temor al abandono. Por ello, su dificultad de establecer un vínculo de mayor consistencia y fortaleza. Esta súbita comprensión de sí mismo es el camino para la modificación de su rol[16].

Consideramos importante apropiarse de estos conceptos en la medida en que permiten ampliar la escucha y la mirada del operador, y limpiar su campo perceptivo de los aspectos contratransferenciales y de implicación[17]. Otro motivo que otorga importancia al conocimiento y puesta en práctica de los conceptos a desarrollar, concierne a la potenciación de la capacidad de reflexión y análisis del propio grupo, que quedaría librado de las posibles intervenciones prejuiciosas, teóricas o subjetivas deloperador grupal, abriendo el espacio para que los factores de cambio arriba desarrollados se pongan en funcionamiento con el máximo de sus posibilidades.

CONCLUSIONES

EL rol del operador grupal se construye y recrea permanentemente en relación dialéctica con su medio laboral y social. Concebimos su formación permanente como un ir incorporando elementos que lo incluyan como persona en el contexto interaccional de su tarea, sin excluir su lectura crítica del macrocontexto, y procurando no caer en un conocimiento cerrado, obturador del crecimiento y de la creatividad. (Souto, M.1993).

En este sentido, tiene suma relevancia el procesamiento y la elaboración constante de su tarea.

BIBLIOGRAFÍA:

-Bleger, J. “La entrevista psicológica” en Temas de Psicología – Entrevista y grupos. Pág. 9 . Ed. Nueva Visión.1972

-Buchbinder, M. “Adicción y grupo”. En Temas de Psicología Social. Año 19. N° 17. Sept.1998.

-Beller, D. Insight . Ediciones cinco.

-Hollander,E. Principios y métodos de Psicología social. Amorrortu.1976/1981. Buenos Aires.

-Markwald , Diana: Clases de Actitud Psicológica”. 1999. Dictadas en la Primera Escuela Privada de Psicología Social, fundada por E. Pichón Riviere.

-Quiroga, A.: Clases de “Actitud Psicológica”, dictadas en la Primera Escuela Privada de Psicología Social , “Enrique Pichón Riviere”.

-Souto, M. Hacia una didáctica de lo grupal. 1993. Miño y Dávila Editores. Buenos Aires.

-Volnovich, J. Abuso sexual en la Infancia.Ed. Lumen/Humanitas 2002. Bs. As.

-Yalom, I. The Theory and Practice of Group Therapy. Basic Books. 1995.

[1] Decimos “psicosocial” en lugar de psicológico, asumiendo que no hay nada en el sujeto que no sea social.

[2] Yalom., I. Theory and Practice of Group Psychotherapy. Basic Books. 1995.

[3] La construccón de significados se desarrolla también a través de los medios de comunicación.

[4] Ibidem.

[5] Castel, R. "La Dinámica de los Procesos de Marginalización:de la Vulnerabilidad a la Exclusión". en El Espacio Institucional Lugar Editorial. 1991.

[6] Extraído de clases de Psicología Social ( tema: aprendizaje) de la Primera Escuela Privada de Psicología Social, Enrique Pichón Riviere.

[7] Este autor incluye en su investigación, (realizada con veinte grupos de gran diversidad), a grupos de autoayuda, de ayuda mutua y terapéuticos. Aclara que el término terapéutico se refiere a cambio y aprendizaje personal. Desarrolla once factores que generan el cambio, de los cuales se han seleccionado los considerados mas pertinentes.

[8] Instilar, significa introducir gradualmente, como por goteo, inculcar.

[9] Cada persona es única e irrepetible en sus múltiples y probablemente traumáticas experiencias de vida.

[10] En realidad los demás tipos de grupo también si otorgamos un sentido amplio a la palabra “política”.

[11] Algunas ideas son aportadas por las clases sobre aprendizaje, Primera Escuela de Psicología Social, E.P. Riviere.

[12] “La entrevista psicológica” en Temas de Psicología – Entrevista y grupos, de J. Bleger.Pag. 9. Ed. Nueva Visión. 1972

[13] Los Trabajadores Sociales, por ejemplo, adolecen de una tradición de supervisión o “control” de su tarea, a pesar de las condiciones difíciles de su trabajo, y delas problemáticas severas que deben abordar.

[14] Pequeño Larousse Ilustrado. Ed. Larrouse 1983

[15] Un señalamiento se funda en hechos concretos y observables para todos.

[16] Beller, D. Insight, Ediciones Cinco.

[17] La implicación se refiere al compromiso inconsciente que tiene el operador social con la sociedad que lo genera, especialmente en lo referente a su atravesamiento por los discursos hegemónicos e instituidos. (J. Volnovich, en Abuso sexual en la infancia, (Lumen/Humanitas 2002) quien toma de Loureau, 1975).

Ruth Teubal
Licenciada en Trabajo Social; Psicóloga Social;
Investigadora UBACYT-UBA.
Formada en Violencia Familiar, (Fac. de Psicología, UBA)

 

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Articulo publicado en
Abril / 2005