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El cuerpo. Un concepto polisémico

 

La base empírica de este trabajo es una experiencia realizada en el Servicio de Ginecología de un hospital público, que se dedica al tratamiento del climaterio –crisis vital evolutiva- con un abordaje interdisciplinario.

En este contexto nuestro foco de observación será analizar los problemas que se presentan en uno de los grupos (grupo de ayuda nutricional), cuya finalidad es el tratamiento de trastornos metabólicos y obesidad así como la estimulación para realizar actividad física. Se llevan a cabo reuniones grupales una vez por mes, de dos horas de duración y el equipo profesional que coordina (simultáneamente) está integrado por: 1 médica nutricionista, l lic.en nutrición, 1 terapeuta corporal y 1 psicóloga. Se  inicia la reunión con media hora de trabajo corporal. Se brinda un espacio para que cada paciente plantee las dificultades que ha tenido para el cumplimiento de la dieta. (Cada una ha recibido previamente una dieta personalizada, ajustada a sus posibilidades).Se ofrece información sobre temas alimentarios, tomando en cuenta el interés y necesidad de las pacientes y se suministran recetas ajustadas a cada disfunción. Concurren mujeres entre 45 y 55 años aproximadamente, provenientes de países limítrofes (Perú, Bolivia, Paraguay) que trabajan como empleadas domésticas, algunas con estudios secundarios completos, con hijos y familia radicados en el país de origen. De provincias argentinas como Chaco, Misiones, Tucumán, etc. que trabajan dentro del servicio doméstico, algunas de ellas sin haber constituido una familia propia, que han migrado solas de su provincia en la pubertad o la adolescencia. Del Conurbano bonaerense que son amas de casa de clase baja y de Capital Federal, algunas profesionales o amas de casa de clase media que han perdido poder adquisitivo y la posibilidad de acceder a una medicina privada.

El objetivo  es cómo lograr un cambio de hábitos alimentarios y estimular la actividad física tomando en cuenta los diferentes sentidos que tiene el concepto “cuerpo” tanto para las pacientes como para el equipo profesional que interactúan.

El cuerpo que aparece como lo más “natural” es el producto de un proceso social; por lo tanto es una construcción social. El cuerpo abarca un sustrato biológico y constituye el asiento de la subjetividad, expresando los códigos de la cultura en que está inmerso. El cuerpo habla, es productor de signos, sus rasgos externos, posturas que adopta, o vestimentas con que se lo cubre expresan la historia de quien lo porta, refieren a su origen, su posición social, a qué grupos y clases pertenece. En el caso de las empleadas domésticas, los cuerpos “rudos” que deben satisfacer las necesidades de trabajar, pueden demandar un compromiso físico significativo que lo expone a un desgaste mayor y que no le permiten disponer de energía para gimnasias, caminatas, etc. para convertirlos en cuerpos tónicos y armónicos. En el otro extremo están las mujeres de clase media que han construido estrategias de cuidado y preservación ligadas a transmitir mensajes que connotan prestigio y status social.  A su vez el cuerpo es clasificado por una mirada que lo objetiva. En cuanto a la mirada que llega de cada disciplina que compone el equipo, nos encontramos con un problema ligado a la diferencia de sentido que tiene el “cuerpo” para cada una de ellas. Desde la medicina el cuerpo es esencialmente biológico; cada especialista se aboca a reconocer la disfunción que expresa cada síntoma. A la nutricionista el cuerpo le interesa en cuanto a la alimentación que requiere. Para la psicología el cuerpo es la expresión de la subjetividad, la intersubjetividad y la transubjetividad. Para la terapeuta corporal el cuerpo es la posibilidad de movimiento así como la fuente de expresión y creatividad. A todos los profesionales les interesa curar “un cuerpo enfermo”, desde la interpretación que cada disciplina le da a la palabra “salud”.

Nuestra hipótesis es que si se encara el cambio de hábitos tanto alimentarios como de movimiento desde el discurso de una sola disciplina o formación disciplinaria se corre el peligro de caer en reduccionismos, sería como llevar un chaleco de fuerza que impide ver y comprender  con una mente abierta la complejidad del problema.

Cada profesional puede reaccionar exigentemente tratando de llevar adelante sus ideas con respecto al cambio que la paciente debe lograr. La paciente tironeada puede desconocerse como lo que es: una persona organizada en forma compleja, con sus razones y su capacidad, dispuesta de algún modo a entender su desequilibrio-equilibrio, inmersa en su cultura y en la sociedad.

El contexto sociocultural de las pacientes que asisten al grupo se caracteriza por un aumento de la pobreza, la pérdida de trabajo, las migraciones, la falta de recursos materiales o el cambio de status social, los mitos, creencias y prejuicios, las costumbres. Debajo de la realidad cotidiana hay un sedimento o tipificación que es poco variable y básicamente aproblemático, nos referimos al lugar que ocupa en la realidad el saber del sentido común, el saber-de-suyo. Este se encuentra integrando el campo del saber junto con el saber crítico. El saber crítico es occidental y aparece en la cultura griega, en las sociedades tradicionales se vive más de verdades tomadas de las costumbres. El saber-de-suyo funciona como naturaleza e implica la certeza. El saber crítico, cuestionador, no se satisface con las respuestas que tiene, sino que es el saber que se pregunta, es el saber problemático, el que encara los problemas de la realidad y dentro de este saber hay un campo particular que es el saber científico. El saber crítico puede transformar el saber-de-suyo. Las personas necesitan para vivir un saber-de-suyo ya que son las bases, cuando aparece el saber crítico socava las mismas. Los mecanismos de producción del saber-de-suyo son las costumbres de las familias, los valores, las religiones, los mitos, las ideas. Se autosustenta. Ahora tanto el saber critico como el saber-de-suyo se combinan y se sostienen.

El ejercicio del poder hacer cada profesional   lo que sabe,  se realiza con el saber crítico, ya que desde allí se pueden desarrollar estrategias. También la base de creencias puede ser utilizada desde el ejercicio de poder resistencial. El saber de suyo se convierte en un mecanismo de defensa (de resistencia al cambio).

Estos conceptos nos resultan imprescindibles para entender algunos conflictos que se presentan en los grupos del hospital.

Un ej.: El médico con su saber científico le impone a la paciente una dieta “apropiada” a la disfunción y le indica desarrollar actividad física. El médico cree que su indicación es la correcta. La paciente responde desde su saber-de-suyo con resistencia hacia lo desconocido. O quizás se “someta”, por un tiempo corto a lo que el médico dice porque es el que “sabe”.La nutricionista confecciona un plan alimentario que contempla la variedad, cantidad, calidad de alimentos que se necesitan para cada tratamiento pero no toma en cuenta a la mujer que lo recibe.
Viñeta de un grupo:
 “Yo no puedo comprarme los alimentos que están en la dieta porque con lo que gano no me alcanza”.
 “Como trabajo con cama y cuido a una señora muy mayor, no me permiten cocinarme algo distinto para mí. Tengo que comer lo que le preparo para ella”.
“En mi casa siempre comimos guisos y fideos. No les puedo cambiar la forma de cocinar de repente porque ellos no quieren y a mí no me gusta”.
“Yo tengo que comer sólo el desayuno y la cena porque salgo a vender a la calle y no puedo parar, así que no me pidan que tenga que comer tantas veces”.
“Me gustaría salir a caminar a la mañana, pero la Sra. Se levanta temprano y tengo que darle el desayuno y los remedios. A la siesta tampoco puedo salir porque ella está acostumbrada a que yo no salga de la casa”.
“Yo me muevo todo el día trabajando, eso no es actividad física?”
“De jovencita yo hacía gimnasia en la escuela, pero desde que me casé y me ocupé de la crianza de mis hijos, nunca más hice nada para mí”.
Otra viñeta en que se investigaron hábitos alimentarios en la infancia:
“Yo soy del campo, de Paraguay. Por la mañana tomábamos leche recién ordeñada y pan. De almuerzo comíamos puchero, guisos y cuando vivía mi abuelo lo que él cazaba. Hasta hoy me gusta la caza”.
“Yo me crié en el campo. Trabajaba desde los 8 años ordeñando desde las 2 á las 9 de la mañana. Éramos 4 hermanos y todos trabajaban. Cuando volvíamos comíamos el desayuno, algunas veces arroz con leche y comíamos queso y manteca que hacía mi mamá. Comíamos puchero con batatas. Será por eso que no puedo dejar el pan y los pucheros, porque me los preparaba mi mamá?”
“Yo me crié en el ingenio en Tucumán. Desde los 12 años que trabajo. Desayunábamos mate cocido, no tanta leche, con pan. Comíamos locro, polenta, guisos y puchero y también frutas. Mi papá venía según el turno y comía primero. Algunas veces le teníamos que llevar el almuerzo al ingenio. Yo creo que por eso me gusta tanto que estemos toda la familia junta para comer. A veces mis hijos no me hacen caso, pero para mí es importante compartir las comidas todos juntos. La costumbre de no tomar leche todavía me queda hoy día en que no la puedo ni ver”.

 El saber-de-suyo de las pacientes tiene una fuerza decisiva para el no cambio de sus conductas corporales, desde allí se hace necesario pensar en el sentido de las intervenciones profesionales. No se trata de querer desarrollar dominación sino comprendiendo desarrollar desde la autoridad profesional el intercambio entre los integrantes del grupo. Es decir, que sólo superando los límites de cada disciplina y permitiendo el aporte de otras que generen intercambios entre sí puede lograrse una interdisciplina.
Existe una correspondencia entre el enriquecimiento de la tarea grupal y la integración del equipo interdisciplinario que coordina. A nivel individual hay una introyección en cada paciente del modo de funcionamiento interdisciplinario. Se incorpora un modo de pensar un fenómeno con una mirada ampliada, con el aporte de cada disciplina.
El proceso grupal ayuda a vencer resistencias a los cambios de hábitos y también a compartir experiencias. Los emergentes que aparecen en las situaciones personales que plantean las integrantes del grupo, al ser analizados, permiten las visiones del mismo problema con perspectivas diferentes, facilitando nuevas respuestas. Y como consecuencia, se puede observar un mayor interés y responsabilidad en el cuidado del propio cuerpo.
Otra hipótesis para afrontar los objetivos de este grupo sería poder tomar en cuenta el tema de las diferentes realidades a las que pertenecen tanto las mujeres como los profesionales que llevan a cabo la tarea. Según S. Labourdette, las “realidades” parecen ser totalizaciones socioculturales e históricas que se forman en las distintas sociedades y que se constituyen como “mundos de vida” para sus miembros, orientando sus praxis y sus interpretaciones cotidianas y corrientes. Son maneras de vivir propias y diferenciadas, proveedoras de identidad, entrega, dedicación y explicaciones acerca de muchas cosas. Según el tipo de realidad de que se trate. Tomamos la hipótesis que considera la “realidad” como una construcción social. Es decir, que las realidades no son objetos naturales ni de la naturaleza, no existen fuera de los hombres. La construcción social es un proceso histórico donde intervienen tanto los aspectos objetivos como los subjetivos, en un movimiento recíproco y dialéctico. Las personas crean, haciendo, con el sentido subjetivo que le atribuyen a sus acciones, un mundo que, simultáneamente, se les impone y las transforma en miembros de este mundo. Las “realidades” son múltiples según las características, diversidad y complejidad de las sociedades que las construyen. Se contempla la continuidad y sucesión de “realidades” desde los niveles más generales hasta los más específicos. Y los portadores de “realidad” pueden participar en todas ellas sin problemas. Ej. Se puede ser miembro de las realidades occidental, española, vasca, cristiana, católica y socialista o conservadora. La multiplicidad de realidades se refiere a las distintas formaciones socioculturales que determinan un plano significativo del campo sociopolítico y que generan acciones, marcos interpretativos y series de relaciones sociales, muchas de ellas conflictivas, de decisiva importancia en los estudios sociales. Los individuos y los grupos participan en un número de “R” según su circunstancia social e histórica. Y se producen particulares amalgamas de esta pluralidad. Desde las mismas realidades, éstas se superponen, se solapan, se entremezclan en algunos casos, mientras en otros, cuando son diferentes o antagónicas, se separan y se enfrentan, con distinto grado de virulencia. Las “realidades”, en cuanto bloques dinámicos, tienen fronteras o líneas de demarcación, más o menos marcadas o imprecisas. Estas líneas fronterizas tienen distinto grado de permeabilidad y de exclusión. Así las fronteras podrán ser rígidas o móviles, aislantes o comunicantes. De esa manera, a través de las fronteras se establecerán puntos y zonas de convergencia e influencia, de intercambio y comunicación, como también, de hostilidad, conflicto y lucha.
Volviendo a nuestro tema de investigación: El encuentro que se produce en el grupo de las diferentes “realidades” de las que provienen pacientes y profesionales puede producir conflictos, dificultades pero también intercambios y comunicación que permitan que las fronteras se flexibilicen. Están dentro de la misma realidad de nuestra cultura argentina personas que pertenecen a Bolivia, Paraguay, (países limítrofes) o del norte de nuestro país (otras realidades). Debemos entender para no uniformizar y creer que todas estas personas son iguales. Cada una de ellas son identidades diferentes.
Para concluir, consideramos que el pensamiento de la complejidad nos acerca a problematizar el dominio del conocimiento y a su vez nos permite reformularlo.
Surge la posibilidad de darnos cuenta de las articulaciones entre dominios disciplinarios quebrados por el pensamiento disgregador (uno de los principales aspectos del pensamiento simplificador). Este aisla lo que separa y oculta todo lo que religa, por lo tanto interactúa, interfiere en el conocimiento. El paradigma de la complejidad aspira al conocimiento multidimensional según E. Morin. Entre lo interdisciplinario , lo multidisciplinario y lo transdisciplinario encontramos que ninguna de estas posibilidades clausura las anteriores sino que la complementan hasta llegar a nuevos objetos de estudio que por ser producto de lo transdisciplinario son más ricos. El concepto de cuerpo trabajado desde la transdisciplina se convierte en un desafío integrando también puntos de vista éticos, de responsabilidad al pensar en la multiplicidad interior de cada ser portador de un cuerpo. No se es el mismo en todo momento de la vida, cuando se está sano, o enfermo, sin recursos, sin o con familia, en su país de origen o no.
Si nosotros perdemos de vista la mirada sobre el conjunto sobre el que trabajamos: institución publica, pacientes, cuerpos expuestos, equipo profesional, se pierde el sentido de la responsabilidad, la solidaridad, con la que debemos ejercitar el rol profesional

BIBLIOGRAFÍA:

  • Área de Psicología, Servicio de Ginecología, Hospital B. Rivadavia. Don Quijote y los Molinos de Viento. Vicisitudes de un Equipo de Salud en un Hospital Público. Buenos Aires, 2001.
  • Geertz, C. La Interpretación de las Culturas, Barcelona, 1990.
  • Labourdette, S. La Estrategia del Secreto., Buenos Aires, Grupo Editor Iberoamericano, 1999.
  • Labourdette, S. Seminario de Semiología Social, Maestría, Universidad de la Matanza, Buenos Aires, 2003.
  • Margulis, M. y otros. Juventud, Cultura, Sexualidad. Buenos Aires, Editorial Biblos, 2003.
  • Morin, E. Introducción al Pensamiento Complejo, Barcelona, Gedisa, 1997.
  • Morin, E. Reforme de Pensee, Transdisciplinarite, Reforme de l’Universite, Windows/Archivos, 2003.
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Articulo publicado en
Abril / 2011