Mientras la propaganda del Gobierno de la Ciudad insiste en que los Hospitales están al servicio de la salud de la población, la realidad es muy otra.
La salud pública porteña atraviesa la peor crisis de su historia.
Mientras empezamos a escribir esta columna nos llega la información urgente: acaban de evacuar a bebés internados en Neonatología del Hospital de Niños, médicos, enfermeras y padres intoxicados con monóxido de carbono, con valores que podrían haberles provocado la muerte. ¿La razón? Una pérdida de monóxido de carbono gravísima que no se detectó por fallas de mantenimiento y control. Este es sólo un botón de muestra de lo que pasa hoy en todos los hospitales porteños.
En el marco de concebir la salud pública como una mercancía más, el Gobierno de la Ciudad lleva adelante un plan de abandono y vaciamiento paulatino que se profundiza a pasos agigantados, y que no se puede terminar de concretar por la resistencia de la comunidad y de sus trabajadores, como sucedió en el Hospital Borda, Lagleyze, Rivadavia, Santa Lucía, etc.
La disminución en la cantidad y calidad de insumos, la falta de renovación tecnológica -aparatos imprescindibles para seguir funcionando-, la decadencia edilicia -los incendios en el Gutiérrez y en el Álvarez producto de la falta de mantenimiento de instalación eléctrica son tan sólo un ejemplo-, la privatización creciente de servicios -mantenimiento, lavandería, cocina, facturación, liquidación de haberes, etc.- que lleva a que se prioricen negocios, son sólo algunos ejemplos de esta política. A la vez, se pintan y renuevan las entradas y fachadas de los hospitales, manteniendo la imagen, mientras adentro todo se derrumba.
Pero un capítulo especial lo constituye el tema de los nombramientos y el descuento salarial a los profesionales.
Hay más de 1.500 nombramientos, cuyos profesionales atravesaron un concurso, lo ganaron, y están esperando meses o años para que se efectivicen. Se trata de cargos esenciales para seguir trabajando porque reemplazan a quienes se jubilaron, que no se efectivizan finalmente aduciendo falta de presupuesto.
Por otro lado, la situación de los enfermeros, con bajos salarios -y más de la mitad “en negro”- provoca que éstos prefieran irse a trabajar a los sanatorios privados, razón por lo cual faltan muchos enfermeros en todos los hospitales.
A todo esto se ha agregado que a partir de julio, el Gobierno de la Ciudad, en connivencia con la Asociación de Médicos Municipales (AMM) y Federación de Profesionales, decidió reducir los salarios de los 15.000 profesionales aduciendo un error en la liquidación (recordemos que la liquidación de haberes está privatizada). Según el gobierno, los profesionales le deberíamos 9 meses retroactivos que habría que devolver, más la suma mensual de entre 1.200 y 2.000$ que ya nos están descontando desde junio 2013 y seguiría. Los gremios AMM y Federación de Profesionales legitimaron el pedido de devolución del gobierno, lejos de actuar en defensa de sus agremiados.
Este descuento, que se ha “comido” todo el aumento de 2013, y que apareció en el mes siguiente a las elecciones gremiales médicas, despertó la indignación de amplios sectores como antes nunca había ocurrido. Se plantearon dos campos de resistencia: el plano judicial, con la realización de amparos, y el plano político.
Se realizaron nutridas medidas en la calle, en lugares cercanos a cada hospital, para visibilizar la protesta, acompañada por ceses de actividades de 24 horas o de 3 horas, votados en cada asamblea.
Luego, el 7 de agosto, se realizó una histórica marcha blanca con la participación activa de 20 hospitales y organizaciones gremiales tales como Frente de Recuperación Gremial, Asociación de Bioquímicos del GCBA, Asociación de Psicólogos del GCBA, ATE Capital, Asociación de Licenciados en Enfermería, etc.
Con una presencia de 4.500 personas en la Jefatura de Gobierno, distintos sectores de la salud: profesionales, enfermeros, técnicos, residentes, aunaron sus reclamos por condiciones laborales dignas y diciendo basta a los recortes en salud.
El desafío actual es construir un movimiento independiente de las direcciones gremiales tradicionales. Un movimiento de todos los sectores de la salud de la ciudad: profesionales, residentes, concurrentes, administrativos, enfermeros y técnicos, que mediante un método democrático de toma de decisiones, vaya avanzando en la organización de un programa que dignifique a todos los trabajadores de la salud de los hospitales porteños, y no permita el cierre de ningún hospital.
25 de septiembre de 2013
Asociación de Profesionales del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez
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