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Algunas consideraciones acerca del cuerpo y la violencia de su origen

 

¿Quién sabe lo que pasa en su cuerpo?

“…si hay algo que desde el origen he articulado con cuidado,

es muy precisamente esto: que el inconsciente no tiene

nada que ver con el hecho de que uno ignora un montón de cosas

en cuanto a su propio cuerpo…”

 

J. Lacan.

Seminario 23. El Sinthoma.

 

Ya nos ha mostrado el psicoanálisis que el cuerpo es una construcción, es un producto que excede la condición de materia y se inserta en una condición simbólica. Desde Freud, los psicoanalistas han estado de acuerdo en considerar que el cuerpo de la Histeria no se corresponde con el cuerpo biológico; ese cuerpo sobre el cual se escriben las parálisis y adormecimientos, si, muy presentes en pleno siglo XXI, es un cuerpo que, aunque vinculado a la biología del sujeto, no es precisamente esa biología, sino algo mas allá, algo que se proyecta a partir de esta.

 

El cuerpo es una creación, y como en todo proceso creativo, determinados y determinantes elementos entran en juego para darle origen y continuidad, sabemos que el origen de la construcción de un cuerpo radica en el corte que la palabra opera sobre un real, separando asi cuerpo de organismo y permitiendo la entrada en lo simbólico, pero cuales son las características de este corte?, no es acaso esa operación de la palabra, un acto violento? Estará la violencia en el origen del sujeto? Se plantea en este texto un recorrido por la teoría del cuerpo en psicoanálisis y se pretende discutir su estrecha relación con el lenguaje, la violencia y el síntoma.

 

Como se hace un cuerpo? Trataré de ser sintético. El abordaje de la concepción de cuerpo debe considerarse a partir de los tres niveles que funcionan como referencia para su comprensión: lo imaginario, lo simbólico y lo real. Pueden localizarse tres momentos, o tres conceptualizaciones, cada una apoyada en el desarrollo del pensamiento de Lacan a partir de sus tres registros. En el Estadio del Espejo se propone que inicialmente el niño no tiene una unidad de cuerpo, que se percibe a si mismo como fragmentado, no ha habido una identificación; como se llega entonces a tener un cuerpo como totalidad? La respuesta que plantea Lacan hacia 1936 es que es gracias a la imagen del otro que es posible unificar este cuerpo fragmentado. El otro, que funciona como espejo, devuelve una imagen total de cuerpo, permitiendo asi al sujeto, basado en esta referencia, constituir su cuerpo como totalidad. Las pulsiones parciales ahora convergerán en una imagen unificada en la que el sujeto se identifica constituyendo asi al Yo (Palacio, 1992). Propondrá Lacan que el Yo se forma a partir del Yo ideal, que es la imagen del otro (unificado), generando la unidad del propio Yo. Este es el sentido de la relación a-a ´, la Función Imaginaria.

 

Cuando se dice que esta unidad especular que da el otro es imaginaria, se señala que esta unidad es la conquista de una imagen, lograda a raíz de la imagen del semejante, hecho que nada tiene que ver con la maduración. El cuerpo y el otro son entidades contemporáneas (Palacio, 1992), el Yo y el objeto nacen al mismo tiempo. Esto dado que el Yo nunca esta solo, pues esta siempre referido a la imagen del semejante, a la imagen del otro.

 

Hacia 1953, con la entrada en escena del orden simbólico la conceptualizacion sobre el cuerpo es reconsiderada. La condición de representarse, de nombrarse, es la que dara forma al sujeto. Podemos ver esto en el muy conocido ejemplo del grito. Por si solo el grito no representa nada, el mamífero recién nacido grita de forma espontánea, y no sabemos (ni siquiera el sabe) a que hace referencia, porque aun no se ha construido una referencia para ese grito. Como respuesta a ese grito alguien acude, normalmente y en mejor de los casos, la madre, que llamaremos aquí Otro primordial. Ella se preguntara por ese grito, ¿Qué quiere decir? Y mas que preguntarse, desde su inconsciente ya tiene una respuesta mediada por su deseo: “mi hijo tiene hambre”, o “mi hijo tiene frío”, ella puede representar de cualquier manera el grito del bebe, pero al hacerlo, es ella quien interpreta, quien le da sentido al grito. Este grito que antes no tenia sentido alguno, cobra ahora un sentido impuesto por el Otro y se convierte en llanto, “mi hijo llora porque tiene hambre” y ese grito que antes no era nada ahora es el representante del hambre.

 

A partir de aquí el cuerpo no esta dado por la imagen, es el lenguaje el que le da un cuerpo al sujeto. Tenemos cuerpo en cuanto lo podemos nombrar, el cuerpo es el lugar donde se inscribe el significante (Palacio, 1992).

 

El cuerpo es cuerpo a parir de lo simbólico, el lenguaje le da sus características y su unificación depende del lenguaje, no ya de la imagen. Se separan aquí la anatomía fisiológica y la anatomía simbólica. El síntoma histérico es el mejor ejemplo de esta división.

 

Hacia 1893 Freud señala en su celebre Estudio Comparativo entre la parálisis motrices orgánicas e histéricas , que las causas de una parálisis motriz no necesariamente se corresponden con una lesión orgánica: “Mas, por nuestra parte, intentaremos demostrar que puede haber alteración funcional sin lesión orgánica concomitante, o, por lo menos, sin lesión reconocible, aun por medio del más sutil análisis”. Freud (1893) señala que la parálisis histérica se funda en la “concepción vulgar”, esto es, la representación psíquica que cada quien hace de su cuerpo a partir de la experiencia sensible del mismo, su percepción en interpretación del mismo que trascienden hasta el nivel inconsciente, esta concepción propia del cuerpo es independiente del funcionamiento fisiológico:

 

“Si tal concepción es la que determina los caracteres de la parálisis histérica, esta última deberá mostrarse ignorante de toda noción de la anatomía del sistema nervioso e independiente de ella. La lesión de la parálisis histérica será, pues, una alteración, por ejemplo, de la concepción o idea del brazo. Pero, ¿de qué clase es esta alteración para producir la parálisis? Considerada psicológicamente, la parálisis del brazo consiste en que la concepción del brazo queda imposibilitada de entrar en asociación con las demás ideas que constituyen el yo, del cual el cuerpo del individuo forma una parte importante. La lesión sería, pues, la abolición de la accesibilidad asociativa de la concepción del brazo. El brazo se comporta como si no existiese para el juego de las asociaciones”. (Freud, 1893).

 

Sami-Ali (1993) muestra el caso de M., una mujer histérica que presenta somatizaciones solo en el lado izquierdo de su rostro, un nódulo en la mejilla, extirpado, luego un adenoma en el ojo izquierdo, la paciente no le presta especial importancia a que estas afecciones aparezcan particularmente en el lado izquierdo de su rostro, tampoco presta importancia al hecho de que a pesar de presentar constante y frecuentemente señales patógenas ninguna sea de gravedad, lo que si le parece curioso a M. es que exista un vinculo entre el tiempo en que aparecen los tumores y las vicisitudes de su vida personal. Una vida conyugal en constante crisis, múltiples amenazas de divorcio, nunca aceptado. Celos, reproches de infidelidad, irrupción, exceso, histeria. “En M., en efecto, sigue siendo decisiva la búsqueda inconsciente de una imagen del padre ideal en contraste con el que tuvo realmente” (Sami-Ali, 1993). Braunstein (1999) aclara un poco esta ultima idea: “Y es que el deseo (en la histeria) no falta sino que, en ella, esta insatisfecho, pues ella no se engaña, pide el falo y sabe, bien y muy bien, que el pene no es sino un simulacro descartable, incapaz de asegurar el goce. Su partenaire es, mas allá del varón, el Padre primitivo, dueño de un goce irrestricto, no sometido a la castración, excepción inalcanzable que hace la regla de la falibilidad de todos los otros” (Pág. 162).

 

Una noche el marido ataca a M. violentamente llevado por los celos, la amenaza con un arma y ella escapa, este acontecimiento precipita recuerdos de traumas infantiles donde el hombre (padre) aparece como sádico y peligroso y la sexualidad se presenta como una amenaza mortal. Cerca a la fecha de la posibilidad real del divorcio aparecen más síntomas de variedad histérica: tensión, pesadez y ardor en los ojos, en ciertos momentos los ojos se cierran irresistiblemente. “Hay aquí por cierto una inhibición masiva de la visión que es preciso vincular con la sexualizacion del acto de ver y con la infiltración de la visión por fantasmas sexuales. Cronológicamente, habida cuenta del orden en que se sucedieron los diferentes trastornos visuales, hay pasaje del cuerpo real al cuerpo imaginario (2) sin que por ello la somatización, por lo demás siempre fluctuante, cese de pertenecer al cuerpo real. Pues el adenoma esta ahí y, con el, el cáncer en potencia.” (Sami-Ali, 1993).

 

Estrecha relación la del cuerpo con el síntoma, es el cuerpo el que produce el síntoma? Sabemos aquí que seguramente el cuerpo manifiesta al síntoma, habla de el; será el síntoma el que produce al cuerpo?, pues “el adenoma esta ahí” como ejemplo de una relación con un goce inalcanzable, como muestra del fallido en la relación con un padre inexistente, como cuenta de cobro por el intento de ruptura a una prohibición, como amenaza de castigo frente a esa trasgresión, amenaza de cáncer, amenaza de muerte (goce), amenaza que recibió de su padre, amenaza que recibió de su marido, amenaza que esta dentro de ella y ahora llama al otro dibujando señas sobre su piel. Una condición de discurso, el síntoma como discurso, pero también el cuerpo como lugar donde ese discurso se produce, se hace manifiesto, aunque sus sentidos se presenten ausentes para el sujeto.

 

La primacía de lo simbólico, o la subordinación de lo imaginario por lo simbólico nos ha permitido llegar hasta aquí en nuestra elaboración, pero nos plantea una cuestión algo confusa. Cuando hablamos de la creación del cuerpo a partir de la entrada en lo simbólico y la relación con el lenguaje, donde queda el sujeto? Como se constituye el sujeto entonces? La línea divisoria entre el cuerpo y el sujeto se torna borrosa, o mejor, inexistente. Bien podríamos decir que esta teoría de la construcción de un cuerpo es la misma que usa Lacan para explicar la construcción del sujeto (Palacio, 1992). La entrada en teoría del registro de lo real permitirá solucionar estas cuestiones. Hagamos el recorrido desde el principio.

 

Primero aparece en escena un organismo viviente, un feto de homo sapiens , como ya los conocemos (no utilizo el significante “bebe” puesto que aún no aplica. Permítaseme este atropello a nuestros hermosos bebes por ahora), con la particularidad de ser, a diferencia de los demás mamíferos, completamente dependiente de otro para su supervivencia, nuestros recién nacidos son completamente vulnerables a su medio, diríamos que fisiológicamente estamos en desventaja con los demás mamíferos, ya que ellos tan pronto nacen pueden al menos buscar la teta de la madre, si al humano no se le pone en la boca, jamás podría ir por ella. Esta desventaja funcional se ve contrastada con un increíble desarrollo perceptual, una capacidad para integrar el universo simbólico de la cual carecen los demás animales. Resumiendo, al principio tenemos un organismo, un ser viviente, no un sujeto ni un cuerpo, un real. Que pasa entonces para que este viviente mamífero se transforme en un ser humano? Para que tenga un cuerpo? Y no solamente sea un cuerpo?, bueno, debe ocurrir un corte, la apertura de un espacio donde pueda surgir un sujeto, a este corte le llamamos castración y la cuchilla que lo ejerce es el lenguaje, particularmente en la forma del significante. Cuando ese viviente humano significa algo para alguien, por ejemplo, significa que es el bebe de su madre o el hijo de su madre, se introduce en la cadena significante y cumple la formula Lacaniana que dice que un significante representa un sujeto para otro significante. Aquí podemos repetir que el sujeto es efecto del lenguaje y retomar el ejemplo del grito, que poco a poco va siendo significado por el Otro (madre). Vemos aquí que el organismo, el viviente, es incapaz de representarse a si mismo (Palacio, 1992), es necesario alguien mas para que esta representación sea posible, para que ese real se convierta en sujeto y tenga un cuerpo.

 

Este proceso de corte mediante el lenguaje sobre un real recibe el nombre de castración, y se articula con el concepto de castración de Freud en el sentido de que el mismo, ineludiblemente lleva a una perdida, en el caso de Freud, la perdida podría ser el pene, en la conceptualización de Lacan, la perdida es el goce. Aclaremos esto, quiero usar aquí la categorización que hace Braunstein (1999) acerca de los goces, lo que se pierde con la castración es el goce del ser , un goce mítico, ilimitado, podemos concebirlo como un estado de completud, o mejor, de ausencia de faltante. La referencia Freudiana es el Narcisismo primario, un estado sin objeto, sin objeto, por supuesto, tampoco hay sujeto, hay Cosa. Dirá Braunstein (1999): “El cuerpo ( organismo ) (3), en principio un yacimiento ilimitado del goce, va siendo progresivamente vaciado de esa sustancia (mítico fluido libidinal) que trashumaba por sus poros, que inundaba sus recovecos y se agolpaba en sus bordes orificiales.”(Pág. 45-46). Es cierto, la castración saca al goce del cuerpo, al hacerlo abre un espacio, crea un espacio (simbólico) en el que el sujeto puede ser y es allí, en este nuevo espacio que se abre gracias a la cuchilla del leguaje que puede construirse un cuerpo. El sujeto es llamado a ser, no es por su propia voluntad, sino por la acción del Otro, atendiendo a este llamado queda en deuda, una deuda simbólica de existencia (Braunstein, 1999), y hay que preguntarse, en que momento se ha decidido entrar en este mercado simbólico? No es acaso este hecho, el ejemplo de un acto violento, no violenta la palabra al real para hacerlo ser? Para que quede en deuda? No es esta deuda el principio de la Neurosis y el malestar en la cultura?. Revisemos los significantes, castración, corte, pérdida, vaciamiento, deuda, separación; ninguno apunta precisamente al hedonismo.

 

Pero una vez vaciado este real del goce del ser, que pasa?, como consecuencia lógica de una perdida, pues una búsqueda, búsqueda de aquello que se perdió, sin saber muy bien que es, solo se sabe que falta. El goce se ha convertido en fálico, goce dentro del lenguaje, mediado por la palabra, que se convierte en el único medio de acceder a ese goce que nunca es exactamente el que se perdió, bienvenida al sujeto al mundo del lenguaje.

 

A aquello que se perdió, los psicoanalistas le han llamado objeto a , el pedazo original, aquel que taparía precisamente la falta en ser, aquel que traería de nuevo el goce sublime y perfecto, pero la consecuencia seria la desaparición del deseo de encontrarlo y con ello, la perdida de la condición de ser humano, es la perdida del objeto a una violencia necesaria? Desde esta perspectiva si.

 

La perdida del objeto a implica su consecuente búsqueda y esta búsqueda queda referida al otro, se busca aquello que se ha perdido en el otro, el sujeto queda dividido de su cuerpo, ya no es un cuerpo, ahora tiene un cuerpo y es tanto en ese cuerpo como en el cuerpo del otro hacia el que orientara la búsqueda de lo perdido. Dirá Lacan que para gozar es necesario un cuerpo, tener un cuerpo que es tomado como objeto, como el algo satisfactor de la pulsión y de allí se explica la relación de todo sujeto con sus zonas erógenas y posteriormente, con el cuerpo del otro. Se goza de un cuerpo, el propio y el de los demás.

 

Sin la violentación de un organismo mediante la cuchilla del lenguaje, tal proceso seria inexistente, sin la ley del Otro tal organización subjetiva seria imposible, sin esta separación, pérdida, corte, no existirían sujeto, cuerpo y sin ellos mucho menos su expresión mas precisa, el síntoma. Me atrevo a decir que en el origen del sujeto psíquico esta el acto violento; violencia del origen, origen de la violencia?

 

 

 

Notas

 

(1). Psicólogo, docente de Teoría psicoanalítica en la UNAB (Bucaramanga, Colombia) y en UNISANGIL (San Gil, Colombia).

 

(2). Aquí Sami-Ali utiliza el termino cuerpo imaginario para referirse al cuerpo como construcción psíquica del sujeto, referencia similar a la que hago en el texto cuando digo cuerpo simbólico.

 

(3). El paréntesis es mío con el fin de mantener la coherencia terminológica.

 

 

 

Referencias Bibliográficas

 

- Braunstein, N. (1999). Goce. Siglo XXI, México.

- Freud, S. (1893). Estudio Comparativo entre la parálisis motrices orgánicas e histéricas. Obras Completas. [CD-ROM]. Ediciones Nueva Hélade. (1995).

- Freud, S. (1893). Estudios sobre la Histeria. Obras Completas. [CD-ROM]. Ediciones Nueva Hélade. (1995).

- Lacan, J. (1976). Seminario 23: El Sinthoma. Los seminarios. [CD-ROM]. Zampati y asociados. (1992).

- Lacan, J. (1985). Escritos 2. Siglo XXI. México.

- Palacio, L. F. (1992). Cuerpo y Objeto, en Cartillas de la CEPAM, Medellín, Colombia.

- Sami-Ali, M. (1993). El cuerpo, el espacio y el tiempo. Amorrortu editores, Buenos Aires.

 

 
Articulo publicado en
Agosto / 2006