¿Adónde va la primavera? Se preguntaba Guy de Maupassant allá por el 1800. Claro que aquellos no eran estos. No tampoco, por aquello de que todo tiempo pasado fue mejor. Lo cual a ojos vista es me parece, en forma evidente una falacia de aquellas. Sin embargo, en épocas de pleno Romanticismo mucha gente abría su compuerta interior, parecían redimensionarse a un espacio y un tiempo dónde se les hacía posible plantearse estos interrogantes. El señor en cuestión, no era filósofo, era escritor.
¿Por qué es tan importante la pregunta?
Hoy es un mundo que trata por todos los medios de sojuzgar subjetividades, convirtiendo al hombre en un ser maquínico más o menos inteligente en el sentido de la utilitariedad y eficacia
Porque es el espacio y el tiempo del sujeto. Es exactamente, lo que falta hoy. Un mundo que trata por todos los medios de sojuzgar subjetividades, convirtiendo al hombre en un ser maquínico más o menos inteligente en el sentido de la utilitariedad y eficacia. Los americanos especialistas en autocritica, se preguntan hasta en sus series de dibujos animados para toda la familia: “¿trabajas duro, o apenas te alcanza para sobrevivir?” La alienación al trabajo es creciente, el stress por la falta del mismo también.
En un mundo globalizado. Después de dos grandes guerras mundiales de brutalidad y crueldad creciente. Después de haber pasado la humanidad por los horrores del Holocausto y la infravida, si puede ser llamada así de los campos de concentración. No ha quedado en el mundo más que una herencia de odio, racismo, y una economía de la usura que lleva al lento exterminio de las masas más pauperizadas. Estos contextos de opresión económica no pueden más que signar la cultura y afectar el psiquismo humano. Con poco espacio para desarrollarse, quedan pocos lugares significantes que sin embargo operan como verdaderas usinas de subjetividad.
De eso se trata el presente trabajo. Esto es lo que intento desarrollar. Estos espacios que surgen en medio del poder establecido por el neoliberalismo imperante “No
podrán ser sofocados por el poder” Tal el decir de Guattari en su texto Caosmosis. Las movilizaciones y manifestaciones populares generan movimientos instituyentes de un orden totalmente novedoso con características y consecuencias impredecibles. Son verdaderos movimientos sísmicos que modifican la geografía cultural y política. Entonces podemos decir sin ser excesivamente optimista que hay esperanza para la humanidad. El individuo, solo, triste, abandonado o exitoso gracias a los dones de la meritocracia parece haberse constituido en un viejo sueño de obsolescencia que rueda por el despeñadero.
Entre 1893 y 1900 el enfermo mental Dr. Schreber nombrado presidente de la Corte de Dresde. Mediante presentación escrita a un tribunal. Logró convencer al juez de su salud mental. Después de un penoso tratamiento seguido de internación psiquiátrica. Construyendo a partir de un escrito un estado de pleno derecho en el cual desarrollar y ejercer la subjetividad. En este mundo occidental los controles sociales ejercidos por la policía, el manicomio, la cárcel, la escuela y la iglesia siguen vigentes tal como nos enseña Freud y Foucault, aún más en los estertores de la pretendida derechización del mundo. Como dijésemos anteriormente los movimientos sociales, culturales, artísticos y políticos no hegemónicos, mueven los estamentos de un sistema que agoniza. El LGBT con un sesgo tal vez demasiado nacionalista, pero a fin de cuentas anticolonial, nacido en 1969 en los EEUU ha conseguido en todo el mundo la conquista sin prisa, pero sin pausa de derechos inalienables.
Hoy la bandera de la diversidad flamea desde el 2001 en los Países Bajos, hasta Australia 2017, pasando por Bélgica 2003, España 2005, Sudáfrica 2006, Noruega 2009, Portugal 2010, Dinamarca 2012, Brasil 2013, etc. etc. etc. Este ha sido un maravilloso logro, que tiene poco de maravilloso y mucho de lucha considerando y tomando en cuenta que hasta no hace mucho tiempo la homosexualidad figuraba como una enfermedad mental del manual DSM. Manual que desde hace algunos años ha quedado en desuso en varios estados de EE.UU.
Entonces, ¿dónde vamos a ir a buscar la subjetividad perdida señores?
Son estos movimientos que crean género y número en dónde otrora había injusticia, iniquidad, desigualdad. Verdaderos creadores de una subjetividad nueva como un bebé que ve la luz del día y nace a una vida plena de derecho creciente.
Las personas transgénero orgullosas de pertenecer a la diversidad expulsadas hacia tareas denigrantes, hoy, estudian, trabajan dignamente y se casan. Y aún falta lograr el pleno derecho a la adopción sin miramientos.
La ola verde en Argentina, de jóvenes mujeres luchando por el derecho al aborto, legal, seguro y gratuito. Los movimientos de Ni una menos. Colocan a la mujer en un papel predominantemente protagónico, digno, combativo, de mujer en estado de lucha. Sin claudicaciones. Así podríamos seguir y proseguir nombrando movimientos sociales de sectores vulnerables que se hacen fuertes reivindicando sus valores de cultura y clase.
La subjetividad de esta época es una subjetividad que nace, se crea y se recrea. Crece en el colectivo social y político
Más allá de cualquier chicana. La fuerza parecería provenir de las causas comunes. Y he aquí lo importante, no sólo la unión hace la fuerza sino la creación de una identidad propia. Una identidad que instituye subjetividad y que, en el mismo movimiento, a un mismo tiempo la crea. No son tiempos para andarse solo. Todos tenemos una lucha por librar. Un deseo al menos por cumplir un derecho que reivindicar.
Este mundo en el cual vivimos no deja mucho espacio para la subjetividad. Es necesario salir a las calles a buscarla. La subjetividad de esta época es una subjetividad que nace, se crea y se recrea. Crece en el colectivo social y político. Capaz de hacer crecer y desarrollar nuestros deseos. Hacer valer nuestros derechos.