Distinguir agente, experiencia y materia tanto en la cultura, en la sociedad, como en el psicoanálisis es y ha sido el trabajo que subyace a toda elaboración en estos tres ámbitos. Una subjetividad que se relaciona con una objetividad y lo que surge de esta relación, pero cómo se concibe esta subjetividad o mejor dicho, la posibilidad de afirmar una subjetividad es el tema de este artículo.
No podemos negar que nuestra sociedad eminentemente científica, toma de las ciencias ciertas hipótesis, que se dan por sentadas, de las que no queda del todo claro su límite de aplicación. Aunque en principio podemos circunscribirlas al terreno propio de cada una de ellas.
Algo análogo ocurre con la Ciencia en general, para ilustrar este punto remitámonos al relato de Reichard 1 en el cual atribuye la opinión que tienen los navajos de la necedad de los blancos a que en lugar de seguir su sistema de aprendizaje de oficios, limitándose a mirar para aprender, tienen la infantil actitud de preguntar: “y esto ¿para que sirve?” o “después de esto ¿qué va a hacer?” Nuestra relación con el saber está regida por la que caracteriza a la ciencia.
El psicoanálisis no escapa a esto, en realidad “que el psicoanálisis nació de la ciencia es cosa manifiesta” 2, pero las preguntas que podemos hacerle son ¿Cuál es la relación del psicoanálisis con la cultura? ¿Qué dice la praxis psicoanalítica de su sujeto? ¿Puede decir algo del sujeto de la cultura? ¿Desde dónde?
El cruce original entre psicoanálisis y cultura se produce en El malestar en la cultura de Freud. Pero no podemos dejar pasar que el término con que nos encontramos, Kultur , que define como: “todas las actividades y valores que son útiles para el ser humano” 3, es más cercano a nuestra “civilización”, de connotación claramente etnocéntrica, como opuesto a la “barbarie”.
Lacan en La instancia de la letra... propone los términos naturaleza, sociedad y cultura como partes de la concepción ternaria de la condición humana, oponiéndose a la concepción dual (Naturaleza-Cultura); pero estos solo aportan clarificación cuando se introducen las llamadas “sociedades naturales” (de abejas, termitas, etc.) que tendrían en común con las sociedades humanas la función de socio (mensajes, funciones, etc.) que no puede basarse en otra cosa que en el intercambio. No por esto, la dualidad Naturaleza – Cultura deja de tener sentido, sino que se evidencia su pertenencia a un registro distinto, dado que las sociedades podrían ser “culturales” o “naturales”.
El elemento común de lo natural (universal) y lo cultural (regla) que Lévi-Strauss encuentra es: la prohibición del incesto. Ya Freud había escrito: “ ...el elemento cultural está dado con el primer intento de regular estos vínculos sociales” 4.
Entonces, ¿deberíamos hablar de cultura y psicoanálisis o de civilización y psicoanálisis?
Comencemos por releer que dice Freud acerca de las condiciones necesarias para esta civilización.
“No puede soslayarse la medida en que la cultura se edifica sobre la renuncia de lo pulsional, el alto grado en que se basa, precisamente en la no satisfacción (mediante sofocación, represión, ¿o que otra cosa?) de poderosas pulsiones” 5
¿Cuál es el proceso? Se pregunta pero no contento arriesga en primer lugar: Unterdrückung , sofocación, supresión.
Entonces nos dice: algunos Triebe son consumidos (constituyendo la propiedad de carácter), otros sublimados (desplazando sus metas) y los restantes son los que dan origen a la frustración cultural 6. En esta frustración cultural reside la causa de la hostilidad opuesta a toda civilización.
Volviendo a la “parte cultura” Lacan plantea su reducción al lenguaje 7. En cuanto a esta reducción dejemos que Lévi-Strauss nos guíe: “ en otro orden de realidad, los fenómenos de parentesco, son fenómenos del mismo tipo que los fenómenos lingüísticos” 8. ¿Los fenómenos culturales “en distintos órdenes de realidad” son fenómenos del “mismo tipo”?
Entonces, la civilización es entendida como experiencia de la comunidad que “toma su dimensión esencial en la tradición” que funda “las estructuras elementales de la cultura” las cuales “revelan una ordenación de los intercambios ... inconcebible fuera de las permutaciones del lenguaje” 9.
Sin entrar en la hipótesis de que el psicoanálisis surge como una respuesta a un malestar específico, el psicoanálisis habla de un malestar en la civilización, propio del lenguaje. Pero si las culturas poseen estructuras del mismo lenguaje. ¿El malestar está en la concepción misma de estas estructuras de la civilización o de las culturas?.
Planteada esta pregunta y para ingresar al tema del sujeto debemos aceptar la hipótesis: la civilización (visión etnocéntrica) o todas las culturas (visión etnográfica) implican la estructura del lenguaje, la ordenación del intercambio .
Intercambio cuya garantía es la Gran Deuda, la deuda inviolable y que conforma el ciclo infalible en el que las mujeres y los bienes son empujados al viaje que trae de regreso otras mujeres y otros bienes, portadores de una entidad idéntica: símbolo cero 10. Símbolo cero, en el que Lévi-Strauss reconoce la presencia del sujeto.
Reduciendo a la forma de un signo el poder de la palabra, puesto que “la sucesión de números no se puede figurar si no se introduce el cero... Pues bien, el cero es la presencia del sujeto que en ese nivel efectúa la totalización” 11. Y que cuando en la metáfora toma el lugar del significante desaparecido (sofocado, suprimido) denominador ( Unterdrück ) la fracción pierde sentido, pero cobra el valor infinito, tiempo de constitución del sujeto (“por ser el significante primordial puro sin–sentido, entraña la infinitización del valor del sujeto” 12). Esto no presenta problema ya que “en una antropología en la que el registro de lo cultural en el hombre incluye, como debe ser, el de lo natural, se podría definir concretamente la psicología como el dominio de lo insensato” 13.
Pero ¿es que todo puede representarse por medio de la serie de signos 0(presencia) y 1(ausencia) de la máquina cibernética?
La tercera paradoja en las “relaciones en el sujeto de la palabra y del lenguaje” que es “la del sujeto que pierde su sentido en las objetivaciones del discurso” 14, y que es propia de la civilización científica, nos dará una pista.
Más allá de la Ilusión Arcaica de Lévi-Strauss, o lo que generaliza Lacan como la “psicologización del sujeto” al afirmar que “no hay ciencia del hombre porque el hombre de la ciencia no existe sino únicamente su sujeto” 15, el psicoanálisis opera con el $ ,(sujeto-efecto) de la presencia del discurso de la ciencia, pero este sujeto le es antinómico por poseer propiedades que se oponen a las características de la ciencia. Es decir, mientras la ciencia “forcluye” la verdad, el psicoanálisis produce el retorno de la verdad al campo del saber.
Entonces cómo representar ese significante de la falta del cero. Lacan lo resuelve yendo a la definición de significante y sabiendo que la “mediación entre ese infinito del sujeto y la finitud del deseo ... solo se opera por la intervención” de la magnitud negativa 16. Significante para el cual todos los otros significantes representan al sujeto: -1. Pero que en el nombre propio, como el enunciado es igual a su significación, da por resultado √-1 = i , lo que falta al sujeto para pensarse, lo impensable.
Lo totalizante, el sin-sentido, lo impensable son consecuencias de este sujeto. Sujeto en el que el psicoanálisis descubre y manipula el inconsciente, supuesto ya en las instancias simbólicas que funcionan en la sociedad humana desde su origen.
En este punto nos acercamos a la ubicación topológica del psicoanálisis en las estructuras culturales. Lévi-Strauss en su Seminario: La Identidad nos dice:
“... entre la escisión fundamental que es la realidad y esa identidad impuesta desde afuera, funciona un intermediario; otro pequeño mecanismo, el de las relaciones del individuo con sus progenitores en su historia individual, que hace que esta identificación, exigida por el grupo social pueda establecerse mas o menos bien , y a veces incluso no establecerse en absoluto. Obviamente el estudio de este tercer mecanismo es contribución del análisis” 17
Es entonces “dentro” de su átomo de parentesco, que habla el psicoanálisis. André Green lo utiliza tranformándolo por medio de un giro sobre la madre del ego 18 y Lacan dirá: “Nosotros los analistas nos ocupamos de la relación del niño con sus padres” 19, asignando al psicoanálisis la representación de las estructuras complejas de parentesco y cuestionando a Lévi-Strauss la extracción del sujeto de la combinatoria como ego–informante. “Nuestra praxis, lejos del alterar al sujeto de la ciencia” , solo aporta intervenciones para que éste se realice en el campo social 20.
Recapitulando, la cultura nace con La Ley, pero ¿es la ciencia la única posibilidad de Ley? Claro que no. La magia y la religión tuvieron mucho tiempo el monopolio de ésta. Con anterioridad a la ciencia, el hombre ya “pensaba que había lugares que se conservaban, pero creía que su acción tenia que ver con la conservación de ese orden”:
“El límite fue franqueado cuando el hombre se percató de que sus ritos, danzas e invocaciones, en verdad nada tenían que ver con ese orden. ¿Tiene razón o está equivocado? Nada sabemos de esto. Pero es indiscutible que ya no poseemos la antigua convicción” 21
La no posesión de esta convicción no es consecuencia de otra cosa que de pertenecer a una sociedad científica. Es por fuera de ella que se vislumbra otra posibilidad de orden, basada, precisamente, en la convicción abandonada. No ya las acciones, sino el mero hecho de estar del hombre, es el que mantiene ese orden. A esto se llega con la negación de la hipótesis anterior.
Si no aceptamos la hipótesis de las culturas pensadas solo desde la experiencia (como acervo) y el lenguaje (como combinación que hace posible las estructuras), nos queda, pensar la cultura como actitud y el lenguaje como ontografía del discurso 22.
Actitud de defensa existencial frente a lo nuevo (resistencia del yo, según el psicoanálisis) basada en una zona de habitualidad donde se siente seguro. En este sentido se da una sobredeterminación de lo cultural, ya que el hábitat esta recubierto por el pensamiento del grupo, pero éste se encuentra condicionado por el lugar.
Es en esta intersección de lo geográfico con lo cultural, donde nace el concepto geocultura 23. No en el sentido trivial de que la geografía condiciona el pensamiento, sino viendo la cultura como un modo peculiar de cultivo para hacer frente a las rugosidades reales, al contorno, como molde simbólico.
Este es el problema que Kusch 24 caracteriza con el termino “suelo” . Deformante en cuanto moldea , deforma, en fin corrompe la intuición de lo absoluto (“lo universal deformado, no es ni universal ni deformado, sino la restitución de un modelo real” 25). Y Fundante en el sentido de “no caer más”, de permitir estar de pie ( Stehen ).
¿Quién es el sujeto pensado desde este horizonte llamado del “estar” 26?. No es el yo, ni la conciencia ni el inconsciente, sino el nosotros - pueblo . Una identidad plural, no como la formación para-animal del inconsciente colectivo y más allá de su connotación sociológica o económica, el pueblo como símbolo. Encerrando el concepto de lo masivo, de lo segregado, lo arraigado, sobre todo como lo opuesto a uno, que engendra una ambigüedad. Por un lado, el temor de que podría empañar la constitución del ego y, por el otro, nuestra verdad de no ser en el fondo plenos. Por esto posee una doble entidad: la que nos informa en el campo y la que mueve en nosotros el requerimiento ambiguo de una verdad que nos cuesta asumir.
Pero el pueblo no es un sujeto en tanto circundable técnicamente, es mas bien una potencia que se manifiesta súbitamente.
El problema de abordar este sujeto con la ciencia se evidencia, tanto en la fusión de sujeto y objeto de las frases: “soy un loro” del bororó o “la montaña me duele” del aymara, como en la subordinación de lo tecnológico a las creencias: ritual propiciatorio a que es sometido un camión en Eucaliptos o la bendición de rodados en Copacabana (Bolivia).
Lacan marca el comienzo de las ciencias exactas con la fabricación del péndulo isócrono de Huyghens, lejos de esto está el minero del Cerro Rico de Potosí que mide su jornada de trabajo por la duración del sabor de la coca que masca.
Para realizar el abordaje es necesario establecer un diálogo, que es esencialmente un problema de interculturalidad, en cuanto diferencia de cultivo, no en el grado de culturización logrado, sino en el modo cultural encarnado. Para esto debe intentarse la determinación de los rasgos de un pensamiento a partir del discurso popular. Este pensamiento es el núcleo seminal que proporciona los contextos simbólicos con que se visten la realidad y la cotedianeidad. La presencia de lo mítico, lo arcaico y la negación en el pensamiento popular puede hallarse en las elaboraciones de Kusch.
Lo desarrollado responde, de manera más o menos ordenada, a las preguntas de Lacan en “Mas allá del Principio de realidad” 27, con la diferencia que en este caso nos referimos al sujeto-pueblo.
Una buena pregunta para los trabajadores de la salud sería: ¿Cómo se piensa la salud desde este horizonte? La respuesta variará según la identidad cultural del enfermo. Para ilustrarlo utilizaremos dos ejemplos uno cercano y otro lejano.
En nuestra América la cura es entendida como “salvación” en el sentido religioso, que supone su contrario la perdición y que incluye la salutación, “que en el codo a codo con el otro ha surgido un signo”, mientras “la enfermedad, es la ficción que consiste en el afán de ser alguien, escamoteando ... el mero estar codo a codo con la comunidad” 28.
En la cultura oriental china la salud del hombre como integrante de la naturaleza depende de la interacción del Yin y del Yang que circulan en armonía con las fuerzas del Universo. La enfermedad esta relacionada con la ruptura de la armonía del funcionamiento de las fuerzas de la Naturaleza, con un trastorno del movimiento de la energía en relación a los órganos y al medio.
El problema del sujeto–pueblo -especialmente en América- debe interesar al psicoanálisis, sobre todo si nos alejamos de la clínica de consultorio privado, ya que en los hospitales públicos, tanto de las grandes ciudades (donde se atienden los “marginados”) como rurales (con pacientes “campesinos”), se puede continuar insistiendo con la hipótesis del sujeto de la sociedad científica civilizada, imponiéndolo como ejemplo de realización o promover el diálogo entre culturas.
Pero el planteo como hipótesis es engañoso porque se trata en realidad de optar entre la supremacía de una Unica Identidad Supracultural o la posibilidad del diálogo intercultural.
En Lévi-Stauss, Las estructuras elementales del parentesco, Paidós, Barcelona, 1991, p. 137.
Cf. J. Lacan, Del sujeto por fin cuestionado , Escritos 1, Siglo XXI, Bs. As., 1988 , p. 221.
Cf. S. Freud, El malestar en la cultura , obras Completas, Amorrortu, Bs. As.,1994, p. 89.
Cf. J. Lacan, La instancia de la letra... , Escritos 1, Siglo XXI, Bs. As., 1988 , p. 476.
Cf. Lévi-Stauss, Antropología estructural, Paidós, Barcelona, 1991, p. 41.
Cf. J. Lacan, La instancia de la letra... , Escritos 1, Siglo XXI, Bs. As., 1988 , p. 475.
Cf. J. Lacan, Función y campo de la palabra... , Escritos 1, Siglo XXI, Bs. As., 1988 , p. 268.
Cf. J. Lacan, El Seminario, Libro 11 , Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanalísis, Paidós, Buenos Aires, 1995, p. 234.
Cf. J. Lacan, El Seminario, Libro 11 , Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanalísis, Paidós, Buenos Aires, 1995, p. 259.
Cf. J. Lacan, Acerca de la causalidad psíquca , Escritos 1, Siglo XXI, Bs. As., 1988 , pp. 157-158.
Cf. J. Lacan, Función y campo de la palabra... , Escritos 1, Siglo XXI, Bs. As., 1988 , p. 270.
Cf. J. Lacan, La ciencia y la verdad , Escritos 2, Siglo XXI, Bs. As., 1988 , p. 838.
Cf. J. Lacan, El Seminario, Libro 11 , Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanalísis, Paidós, Buenos Aires, 1995, p. 269.
Cf. Lévi-Stauss, Seminario: La Identidad, Petrel, Barcelona, 1981, pp. 107-108.
Puede verse la manipulación en André Green, El átomo de parentesco en Leví-Strauss, Op. cit. p. 101.
Cf. J. Lacan, El Seminario, Libro 2 , El yo en la teoría de Freud y en el campo psicoanalítico Paidós, Buenos Aires, 1995, p. 69.
Cf. J. Lacan, La ciencia y la verdad , Escritos 2, Siglo XXI, Bs. As., 1988 , p. 841.
Cf. J. Lacan, El Seminario, Libro 2 , El yo en la teoría de Freud y en el campo psicoanalítico Paidós, Buenos Aires, 1995, p. 440.
Lo que Ricoeur denomina como “una problemática propia del plano del discurso”, encarar al lenguaje no desde su nivel de consecuencia de una combinatoria que resulta en una estructura, sino rastrear algo que concreta visualmente lo que pudiera tener consistencia en el discurso.
Se recomienda de R. Kusch, Geocultura del hombre americano , García Cambeiro, Bs. As., 1976.
Rodolfo Kusch, profesor egresado la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, se dedico principalmente a la filosofía de la cultura.
Cf. R. Kusch, Esbozo de una antropología filosófica americana , Castañeda, San Antonio de Padua, 1978, p. 16.
El horizonte del estar es un concepto que nace con las consideraciones de Bernardo de Canal Feijoó, pero quien hace la conceptualizacion mas acabada es R. Kusch.
Me refiero a las que se encuentran en J. Lacan, Más allá del “principio de placer” , Escritos 1, Siglo XXI, Bs. As., 1988 , p. 76.
Cf. C. Cullen, Reflexiones desde América , Fundación Roos, Buenos Aires, 1986, Volumen I, Ser y Estar: el problema de la cultura, Cap. Salud e identidad cultural, p. 86
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Lucio PigliacampoNacionalidad: ArgentinaSeudónimo: Lechuga “la tortuga”luciopigliacampo [at] yahoo.com.ar