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¿De sufrimiento, placer?

 
En el laberinto del “masoquismo femenino”

Desde un principio, lo masoquista me disgustó y siguió irritándome en lo mas profundo. En el lenguaje cotidiano, se entiende por masoquismo el placer en el sufrir. Me interesa en primer instancia por el susodicho “masoquismo cotidiano y normal” y el concepto de “masoquismo femenino” en el psicoanálisis.
Quisiera resumir brevemente el destino de las teorías de Freud sobre el masoquismo. En “Los instintos y sus destinos” (1917) Freud habla de diferentes pulsiones originarias, las cuales divide en dos grupos: las pulsiones yoicas o pulsiones de conservación y las pulsiones sexuales. Plantea que las fuerzas destructivas dirigidas al mundo exterior, responsable del fracaso pulsional, se desarrollan antes que las libidinales: “El odio es, como relación con el objeto, más antiguo que el amor. Nace de la repulsión primitiva del yo narcisista al mundo exterior emisor de estímulos irritantes. Según Freud, en esta primera teoria, el sadismo se desarrolla antes que el masoquismo.
Con el tiempo el interés de Freud se concentra cada vez más en el conflicto intrapsíquico. El utiliza una formulación aun más cauta del término de masoquismo una vez que introduce su concepto de pulsión de muerte en “Más allá del principio de placer”(1923). Finalmente reconoce la existencia de un masoquismo primario como hecho incuestionable, como heredero de la pulsión de muerte. En su trabajo “El problema económico del masoquismo” (1924) señala la diferencia entre el masoquismo erógeno, el femenino y el moral. Por lo general la denominación de “masoquismo femenino” es mal entendida: Se cree que se trata del masoquismo de la mujer. Laplanche y Pontalis : “Es cierto que Freud designó con dicho término la “expresión de la esencia femenina”, pero, dentro de la teoría de la bisexualidad, el masoquismo femenino representa una posibilidad inmanente en todo ser humano. Es más, con esta denominación describe Freud, en el hombre, lo que constituye la esencia misma de la perversión masoquista.”
Freud mismo parece preocupado, quando piensa sobre el masoquismo femenino, dicendo que el ser deflorada, sí, especialmente el acto sexual, el parir y la maternidad solo pueden ser explicados, si se parte de un masoquismo biológicamente determinado, es decir, un masoquismo genuino en la mujer. Según la teoría tradicional, el descubrimiento de la castración seria el punto de viraje en el desarrollo femenino: las sensaciones pulsionales se transformarían desde aquí en adelante en ambiciones pasivo-femeninas que se establecerían como fundamento del masoquismo femenino. En la complejidad y en las contradicciones de los conceptos sobre la feminidad, Freud nos presenta un camino difícil a seguir. Cito su trabajo “La feminidad. Nuevas lecciones” (1933): “El sojuzgamiento de su agresión, constitucionalmente prescrito y socialmente impuesto a la mujer, favorece el desarrollo de intensos impulsos masoquistas, los cuales logran vincular eróticamente las tendencias destructivas orientadas hacia su interior. El masoquismo, pues, queda así, auténticamente ligado a lo femenino.”
¡Es Helene Deutsch la que aborda, por así decirlo este capítulo: ¡Concibe un impulso unilateral sobre el masoquismo femenino! (“Psicología de la mujer”,1944-45). Aunque modifica algunas de las hipótesis de Freud, su visión determina narcisismo, pasividad y masoquismo como las tres características primordiales del género femenino. Propone un cierto tipo de satisfacción como componente central de la maternidad, como condición femenina primaria que abre espacio al dolor como experiencia de placer dentro de la economía psíquica. Considera los deseos eróticos conscientes de las mujeres como expresión de un sufrimiento masoquista por el amado, por la violación, la esclavización y la humillación.
Christa Rohde- Dachser (Expedición en el continente oscuro,1991) demuestra convincentemente como algunas construcciones psicoanalíticas logran convertirse en evidencias típicas ,semejantes a la poesía y al mito. Su crítica plantea que cierto tipo de mitos pueden recibir una función de legitimación de estructuras patriarcales, dentro y fuera del psicoanálisis. Ejemplo esclarecedor para este proceso son las viejas construcciones psicoanalíticas de la feminidad. “Helene Deutsch sigue ese patrón fundamentando su modelo normativo, de feminidad, en la figura de la “Femme fatale...” tomando como ejemplo la figura de “Carmen”. Deutsch: “Se le atribuye una magia inagotablemente femenino- narcisista, gracias a la cual conquista los corazones masculinos, con el único fin de usarlos en un cruel juego sádico... Mientras convivimos su destino sentimos ininterrumpidamente, que Carmen no solo emplea sus armas contra todos los demás, sino además, entre otro, contra sí misma, para satisfacer su propio masoquismo cruel.(…) Muchas mujeres- mujeres femeninas- se ven conmovidas por el destino de Carmen, y muchas veces reconocen entre lágrimas, su identificación para con ella(...)es la feminidad primitiva y su masoquismo trágicamente acrecentado, lo que conmueve el inconsciente de estas mujeres.”
Aquí nos encontramos definitivamente frente a una equivocación! Según Deutsch las mujeres no se identifican con el personaje de Carmen por seguir el modelo de identidad femenina impuesto por el hombre (Prosper Merimée), ¡sino porque son idénticas a ese modelo! El límite entre “mujer artificial”, una fantasía masculina en este caso, y la verdad vital de una “mujer real”, se desvanecen.
Hoy por hoy el psicoanálisis contemporáneo ya no parte de un masoquismo que concierne específicamente a la feminidad, del cual se derivan las capacidades maternales.
Llama la atención, que en el psicoanálisis contemporáneo no se habla mas del “masoquismo femenino”, pero los trabajos que se refieren a este tema, emplean casos como ejemplos de clínica, que son sobre todo mujeres. Resulta curioso notar, que en la lectura de trabajos psicoanalíticos referidos a la problemática masoquista, nace fácilmente la impresión de una diferencia entre concepciones contemporáneos y la literatura psicoanalítica de la corriente principal. Aparentemente algo bloquea ante la posibilidad de superar viejos e integrar nuevos conceptos en escritos y discusiones psicoanalíticas sobre la feminidad. Esto no sucede en otros ámbitos de la metapsicología, podemos encontrar pequeñas y finas desviaciones teóricas en formulaciones nuevas, que son publicadas y desarrolladas abiertamente...
Por parte de varios autores existen diferentes ideas al respecto. Christa Rohde- Dachser investiga y desarrolla esta cuestión en su distinguido trabajo “Fantasía inconsciente y creación de mitos en las teorías psicoanalíticas sobre las diferencias genéricas” (1989). Parte de la “dialéctica del esclarecimiento”, así como la describen Adorno y Horkheimer, para señalar el inevitable círculo latente e inmanente entre demitologización y remitologización en el proceso de esclarecimiento psicoanalítico. Rohde-Dachser demuestra como el psicoanálisis participa inevitablemente en la construcción de nuevos mitos, y como este proceso se ejemplifica con mayor claridad en la construcción de conceptos referidos a la feminidad en la obra de Sigmund Freud.
Fantasías concientes e inconcientes relacionadas con las diferencias entre géneros tienen una función central en el mantenimiento de la identidad genérica y por encima de ello, en el mantenimiento de la organización psíquica. La categorización de los géneros es aparentemente un organizador central de la propia identidad. Consecuentemente las normas y los mitos son necesarios, por estar al servicio de la orientación, el encuentro con el sí mismo y la diferenciación de lo otro, lo extraño y evidentemente también del género opuesto.
Cuando empecé a ocuparme del tema, me pregunté, si existe alguna situación vital en la que lo masoquista es aceptado gustosamente, o al menos oculta o genera alguna experiencia de placer. ¡Me sobrevino el pensamiento, de si esto pudiese ser válido para el estado de enamoramiento! Inmediatamente me dispuse a la búsqueda de trabajos psicoanalíticos relacionados con el precioso estado de enamoramiento.
En el trabajo “Duelo y melancolía” (1917) tropecé con la siguiente aseveración: “En el suicidio y en el enamoramiento extremos- situaciones opuestas- queda el yo igualmente dominado por el objeto, si bien en forma muy distinta.” Freud no termina de desarrollar esta idea lanzada deliberadamente, referida a la relación parcial entre enamoramiento y suicidio. Y no fue sino en “Being in Love and Object Loss” (International Journey of Psychoanalysis), un trabajo de Robert C. Bak, que llegué a encontrar un desarrollo de esta sorprendente apreciación.
Pretendo referirme al cuento conocido “La pequeña sirenita” de Hans Christian Andersen (1805-1875). Es la historia de un amor, por el cual una sirenita sacrifica todo, la voz, el dolor e incluso la vida.
¿Es esta la historia de amor típica de una existencia de mujer? Espontáneamente podríamos estar tentados a decir que sí: muchas jóvenes y mujeres viven de fantasías en las que logran el amor, a través de sacrificios y sufrimientos
Pero como todos sabemos, amor y suicidio son temas clásicos en la literatura e historia: como prueba de ser dignos del amor de sus amantes, renuncian a la vida, o incluso optan por la muerte para ser unidos con la persona amada en el más allá. Y esto es válido tanto para hombres como mujeres.
Otro ejemplo es la famosa novela “Las penurias del joven Werther” (1772) de J. W. von Goethe.Werther se suicida por no poder satisfacer su amor por Lotte. Pero resulta llamativo que, incluso antes de conocer a ella, Werther mencionara una y otra vez la posibilidad de suicidarse, como consuelo para poder soportar las limitaciones que para él implica la vida de ser humano: elige la muerte voluntaria por desamparo religioso y por amor. El amor se entremezcla aquí con lo religioso. Encontramos algo parecido, aunque más sencillo en la historia de la sirenita: ¡ella quiere ganarse el amor del príncipe, para recibir un alma inmortal!
Pero volvamos ahora al psicoanálisis y con ello a la obra citada de Freud, en la cual se centra en los procesos psíquicos ante la pérdida del “objeto”.
Hay muchas similitudes en el enamoramiento, el duelo y la depresión: en todos estos estados se restringe la conciencia, y el interés se concentra principalmente en el objeto. El yo- es decir, el sí mismo- pierde importancia al ser avasallado por la importancia del objeto o su pérdida. Este proceso conlleva algo masoquista.
En el caso de la depresión el proceso es un tanto más complicado. La depresión puede aparecer ante la muerte de un objeto, pero usualmente se desarrolla a causa del sentimiento de pérdida de objetos intrapsíquicos, incluso a nivel de las fantasías de relación establecida hacia ellos.
“La melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de amor propio. Esta última se traduce en reproches y acusaciones, que se hace objeto a sí mismo, y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo. (...) Vemos (...) como una parte del yo se enfrenta con la otra, juzgándola críticamente, igualándola al objeto.”
En el caso extremo, cuando vence el objeto interno malo y destructivo, puede llevar al suicidio.
¿Y qué sucede con la hipótesis de la pérdida del objeto en el enamoramiento?
A Freud le interesa sobre todo, dentro del estado de enamoramiento, la sobrestimación sexual del objeto. (Psicología de las masas y análisis del yo, 1921): “Dentro de este enamoramiento nos ha interesado desde un principio el fenómeno de la “superestimación sexual”, esto es, el hecho de que el objeto amado queda sustraído en cierto modo a la crítica, siendo estimadas todas sus cualidades en más alto valor que cuando aún no era amado o que las de personas indiferentes.(...) Lo que aquí falsea el juicio es la tendencia a la idealización.(...) En algunas formas de la elección amorosa llega incluso a evidenciarse que el objeto sirve para sustituir un ideal propio y no alcanzado del yo. Amamos al objeto a causa de las perfecciones a las que hemos aspirado para nuestro propio yo y que quisiéramos ahora procurarnos por este rodeo para satisfacción de nuestro narcisismo. (...) el yo se hace cada vez menos exigente y más modesto, y, en cambio, el objeto deviene cada vez más magnífico y precioso, hasta apoderarse de todo el amor que el yo sentía por sí mismo, proceso que lleva, naturalmente, al sacrificio voluntario y complejo del yo. Puede decirse, que el objeto ha devorado al yo. En todo enamoramiento hallamos rasgos de humildad, una limitación del narcisismo y la tendencia a la propia minoración.”
Para Freud el hacerse daño, como rasgo masoquista, es parte integradora de todo estado de enamoramiento. Mediante el proceso descrito, queda atrás un sí mismo o un yo desprotegido y muy vulnerable. Cualquier ambivalencia para con el objeto es reprimida, intolerable, ya que también el objeto, como parte del sí mismo, ha de ser protegido.
Podemos suponer, que el estado de enamoramiento nos recuerda a la fase primaria de fusión con la madre. Asocio, en relación con esto, una interacción temprana entre madre y lactante: la investigación del rostro de la madre.
Tanto en el cuento de la pequeña sirenita como en Werther se describe como ambos se ven profundamente conmovidos por el rostro de la persona amada: el entretenimiento obsesivo con la cara de el ser amado, que cubre cualquier otra imagen interna podría tener su origen en la relación con el primer objeto de amor, la madre. Cualquier madre que haya dado de mamar a su bebé o toda persona que haya observado a una mujer haciéndolo, habrá notado, cuan intenso es el estudio que lleva a cabo el bebé de la cara de su madre ¡la examina!
Esta primer relación amorosa es realmente vital para el lactante. Es totalmente dependiente para sobrevivir y satisfacer sus necesidades. A esto se le suma el sentimiento de ser amado y sostenido emocionalmente. Y consecuentemente, así de inmenso es el temor a la separación y la pérdida. En el transcurso de su desarrollo, el niño logra ser cada vez más independiente. Vive cada vez mas, la dependencia como una ofensa que consecuentemente, genera agresiones.
El psicoanálisis plantea que las emociones contrarias y ambivalentes rigen la vida emocional, de manera que normalmente no existen sentimientos puros, quizás por algunos momentos o como patología. Freud habla de una ley de la ambivalencia emocional, que domina nuestras relaciones, también con las personas que más amamos (“Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte”, 1915)
¡Ahora sabemos que esta ley de la ambivalencia emocional es peligrosa en el estado de enamoramiento! La parte agresiva de la ambivalencia no solo se dirige hacia el objeto amado, sino también hacia el amante mismo. Como lo mencioné al principio, Freud plantea que el odio es necesario para el yo, para que este se de su lugar y pueda desarrollar algo propio. Visto de esta manera, en toda relación amorosa la integración de la agresión está en función de la autoconservación, es decir, es una condición importante para poder volver a sí y con ello entre otros, poder sobrevivir la separación de la persona amada. Pero el estado de enamoramiento es una excepción que requiere justamente de la represión de la agresión y por ello, de una porción de masoquismo. En el caso en que la represión de la agresión permanezca intacta, puede resultar de ella una relación amorosa masoquista duradera, en la que lo propio tiene que ser sacrificado en nombre del objeto, con tal de no perderlo- bajo ciertas circunstancias esto puede conducir al sometimiento total y al suicidio. Las agresiones, siempre presentes, depositadas en el inconsciente, tienen efecto dirigiéndose en este proceso contra el deseo de autoconservación, asesinado al sí mismo psíquicamente o, como última consecuencia, también físicamente.
Intenté mostrar que de toda “condición humaine” conlleva una predisposición masoquista y que la diferencia entre el susodicho masoquismo “normal” y el “patológico” es difícil de establecer. La condensación del deseo psíquico y el dolor es, hoy por hoy, un ámbito poco explorado. Así como cualquier fenómeno complejo similar, el masoquismo tiene muchas funciones reguladoras dentro de la economía psíquica y, por diversas razones, tiene que ser integrado. Puede estar al servicio de la satisfacción pulsional. En este caso la relación entre masoquismo erótico y agresión nos indica el conflicto básico, referido al juego entre libido y agresión: la agresión puede conllevar al erotismo o el erotismo puede estar al servicio de la agresión. En general, el masoquismo posibilita la adaptación a las circunstancias sociales y la dominación de las pulsiones, es entonces parte de la integración de importantes funciones superyoicas de sobrevivencia. Así mismo, sirve para la regulación del narcisismo, por ejemplo, en el logro de la difícil capacidad de una adecuada evaluación autocrítica, necesaria para soportar el ánimo depresivo que lógicamente resulta de ella.
Lo paradójico en la función del masoquismo reside en que puede ser necesario para conservar la vida, de modo que no necesariamente tiene que ser amenazante para ella. (Benno Rosenberg Masochisme mortifère et masochisme gardien de la vie, 1991) ¡Sin embargo esto significa que el masoquismo puede evitar la satisfacción de todo tipo de pulsiones, tanto agresivas como de autoconservación! Puede ser guardián de la psique o convertirse en su peor enemigo, siendo autodestructivo en la medida en que anula el displacer, desactivando así cualquier señal de peligro para la vida.
Para terminar, quisiera volver a una de las semejanzas en la historia de la pequeña sirenita y el joven Werther: la relación entre amor y anhelo religioso, que a ambos facilita la muerte como alivio, haciéndola parecer incluso deseable.
Se podría decir que el masoquismo juega un papel muy importante dentro de la vida en nuestra cultura cristiana que inculca la culpa y la herencia pecaminosa etc. ¡Pero además podríamos pensar que las imágenes cristianas del más allá fomentan el masoquismo! Existen numerosas promesas de lo que se puede obtener después de morir. No solo la sirenita pretende un alma inmortal, mejor dicho, un pedazo de eternidad; Werther sostiene la esperanza de una existencia más sencilla, sin límites y de un reencuentro con Lotte. Desde un punto de vista estrictamente religioso, solo es posible acceder a la recompensa del cielo después de una vida colmada de sumisión humildad y sacrificio. ¡Sabemos que en nuestras culturas estas “virtudes” se adjudican sobre todo a mujeres! La pequeña sirenita está dispuesta a sacrificar sus facultades específicas: cambia su cola de pescado con la que se puede mover en el mar por dos tortuosas piernas. Esto significa que paga cualquier movimiento propio con dolores masivos. ¡Pero además renuncia a su hermosa voz para ser una testigo muda de su propia desgracia! ¡Sus facultades específicas, su identidad e implícitamente también sus posibilidades de placer sexual! Solo así, mutilada, podría adquirir la inmortalidad a través del amor hacia un hombre.
¡Este trágico cuento pertenece, como todos nuestros cuentos y leyendas, a nuestro acervo cultural! Son expresión de él y así mismo lo definen. No tenemos una representación cultural sólida y determinada sobre la potencia femenina, sobre la creatividad femenina, como tampoco de la poderosa facultad de dar vida, como evidentemente tampoco de un cuerpo femenino fuerte, vital, generador de vida y alimento. A consecuencia nos falta para el conciente y para el inconciente naturales imágenes de algo que se sobreentiende.
¿Y qué sucede con Werther, el hombre, joven adolescente? En toda Europa Goethe llegó a ser muy famoso y altamente admirado gracias a esta obra. Pero provoco un efecto no deseado ,aumento al el número de suicidios. Seguramente esta fue la razón por la cual escribe las siguientes estrofas para la segunda edición, en las que advierte a los lectores masculinos:

“Todo joven desea amar así,
toda joven ser amada como tal.
Ay, la más sagrada de nuestras pulsiones
¿por qué nace de ella pena tan descomunal?
Lo añoras, lo amas, alma querida
Salvas su memoria de la deshonra,
mira, te saluda su fantasma desde su cueva;
¡se hombre. Y no me sigas! ”.

 

Ita Grosz-Ganzoni

Psicoanalista suiza. Miembro de Plataforma Internacional desde 1970. Pertenece al Seminario Psicoanalítico de Zürich. Autora de los libros Acción reciproca de contradicción y antagonismo.
Perspectivas feministas en psicoanálisis, filosofía, ciencias literarias y
critica social. (1996) y coautora de Coordenadas de la masculinidad, intentos de orientarse(2003).
email:igganzoni [at] access.ch

Bibliografia

Andersen Hans Christian, “Märchen und Historien“, 1. Bd., Verlag H.Ellermann, München und Hamburg,1964
Bak Robert C., Being in Love and Object Loss“, Int.J.Psycho-Anal.,1973
Blum Harold P., Masochismus, ichideal und Psychologie der Frau“, 1976, in „Leiden am Selbst“, Hrsg. Johannes Grunert,Verlag Kindler,1981
Deutsch Helene, Psychologie der Frau“(1944/45), Fachbuchhandlung für Psychologie, Eschborn, Reprints, Bd.31, 1988 (S.262f)
Freud Sigmund, Obras Completas, Amorrortu Editores
Goethe J. W. “Die Leiden des jungen Werther“, 1771, Goethes Werke, Bd.6, Hamburger, Ausgabe,dtv (S.117, S.121, 547f, S.80, S.532)
Grunert Johannes, “Regulierungsfunktionen des Masochismus“ in “Leiden am Selbst“, 1979, Verlag Kindler
Kernberg Otto F. “Clinical dimensions of masochism“, J. Amer. Psychoanal. Assn.,36:1005, 1988
Laplanche J.,Pontalis J.-B.”Das Vokabular der Psychoanalyse“, Suhrkamp 1973 (S. 305)
Mertens Wolfgang, “Psychoanalyse“, Urban Taschenbücher,1992
Rohde-Dachser Christa, “Unbewusste Phantasie und Mythenbildung in Psychoanalytischen Theorien über die Differenz der Geschlechter“, Psyche 3,März 1989, 43.Jg.
“Expedition in den dunklen Kontinent“, Springer, 1991 (S.234f)
Rosenberg Benno, “Masochisme mortifère et masochisme gardien de la vie“,1991,Presses Univers,France 700
 

 
Articulo publicado en
Julio / 2003