Relacionar la homosexualidad y el cine, o sea las historias que éste ha representado en torno a las relaciones amorosas entre personas del mismo sexo, ha pasado a ser después de más de un siglo de historia, un clásico del “séptimo arte”. Un buen número de directores así lo demuestra: Visconti, Bertolucci, Pasolini, Fassbinder, Jarman, Almodóvar, nombres entre muchos otros, que no ofrecen ninguna duda en cuanto a la calidad de sus discursos visuales, y que no sólo han creado ficciones emblemáticas, sino que han profundizado en la temática de la homosexualidad desde múltiples y variadas perspectivas. Ante tal propuesta, surge una pregunta obligada: ¿Existe un género cinematográfico (como lo son el policial, el western, la ciencia ficción), que se pueda denominar “gay”? Si entendemos el concepto de género, no solo como un emergente pretensioso-estandarizado de la industria del cine para dirigir y facilitar las elecciones del público, por un tipo de cine clasificado de antemano. Y recuperamos la noción de “género” desde su etimología: (genus-generis) el término contiene dos elementos esenciales: lo específico de una serie, rasgos comunes dentro de un conjunto más amplio. Y la diferencia con otros conjuntos que no lo comparten. Categorías organizadas de acuerdo a ciertas temáticas, formas narrativas, estrategias de composición y producción, estilos determinados. Sin olvidar, la relación con las tradiciones culturales, los cambios sociales. Y fundamentalmente la relación con lo ideológico, en un momento determinado del proceso histórico.