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TERAPIA ACTIVA: SANDOR FERENCZI-WILHELM REICH

Los psicoanalistas dóciles no supieron entender

  la elasticidad de las reglas que les impuse.

Se sometieron a ellas como si fueran tabúes.

Esto tendrá que ser revisado algún día”.

Carta de Sigmund Freud a Sandor Ferenczi

 

Los desafíos de la clínica actual, nos hacen pensar nuestros abordajes y nuestra forma de estar en la clínica, surge la interrogación sobre los dispositivos clínicos.

Un psicoanalista peculiar, soñador y sensitivo: Sándor Ferenczi

El Enfant terrible del psicoanálisis. (1873-1933)

No es fácil hacer una breve reseña para aludir a una obra tan vasta y rica como la de Ferenczi.[1] A pesar de haber sido uno de los mejores clínicos de nuestra ciencia, su influencia no es del todo reconocida y su nombre sigue siendo soslayado, a veces por ignorancia y en demasiadas ocasiones porque sus ideas son citadas como si fueran de otros. Asimismo, el no leer su obra -como la de otros psicoanalistas "olvidados"- es característico del dogmatismo que reina en nuestra ciencia. La Argentina, un país arrasado por ideas y movimientos políticos totalitarios, ha sido caldo de cultivo más que oportuno para las que he bautizado de "invasiones inglesas" e "invasiones francesas".[2] Pero, a pesar de todo, se le reconozca o no, es innegable que Ferenczi ha dejado una impronta en la teoría y en la práctica psicoanalítica en general y también en la referida al trabajo con los niños. Pionero entre pioneros, como lo bautiza Sándor Lorand[3], Ferenczi fue para muchos de sus colegas un enfant terrible[4]. Freud, que reconocía su talento y su aguda mirada clínica, alguna vez lo llamó "mi hijo querido".

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