En realidad, la compañía farmacéutica había puesto todas sus esperanzas (¡y todo su dinero!) en hallar una sustancia que alargara el tiempo de erección del pene. Ya sabían, por investigaciones previas, que eso disminuiría de manera considerable la intensidad del orgasmo. Pero a los directivos eso no los preocupaba porque sabían, por estudios de mercado, que al público estadounidense no le interesa tanto la calidad como la cantidad. Lo que importa es la “performance”, que parezca mucho, aunque se sienta poco o nada.
Mediante el presente escrito, los profesionales e instituciones abajo firmantes, nos manifestamos a favor de criterios clínicos de diagnosis, y por lo tanto en contra de la imposición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desórdenes Mentales de la American Psychiatric Association como criterio único en la clínica de las sintomatologías psíquicas.
Los abajo firmantes, profesionales e instituciones, consideramos necesario tomar posición respecto a un aspecto clave de la defensa del derecho a la salud, en particular en el campo de la salud mental: la patologización y medicalización de la sociedad, en especial de los niños y adolescentes.
Sostenemos que la construcción de la subjetividad necesariamente refiere al contexto social e histórico en que se inscribe y que es un derecho de los niños, los adolescentes y sus familias ser escuchados y atendidos en la situación de padecimiento o sufrimiento psíquico.
Es aquí donde, independientemente de las intenciones de su autor, el libro refuerza una política que pretende ser hegemónica en el campo de la Salud Mental: vaciar la complejidad de la subjetividad al reducirla exclusivamente a un circuito neuronal. Por ello, como escribimos en otro artículo,[3] la crítica a Freud se sostiene en un paradigma de época: el revisionismo histórico neoliberal que se basa en interpretar sesgadamente la vida íntima del sujeto para descalificar su práctica y su producción teórica.[4]
Jefe del Departamento de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke, de la cual es también profesor emérito. Jefe de Grupo de Trabajo del DSM-IV.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra