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NOTAS PARA UNA CLINICA DEL ANALISTA

 

“No hay sol sin sombra, y es preciso conocer la noche”.

A. Camus

Lo heredado

Participar de grupos de formación es una experiencia necesaria de nuestra vida profesional.

Comenzamos leyendo y poco a poco dejamos de hacerlo. Esperamos del coordinador, no lo confrontamos. La asociación libre fuera de contexto es uno de los métodos mas frecuentes

Oscilamos entre “escuchar” e “interpretar” y “dar clase”, al leer o desplegar los textos en cuestión. Insensiblemente se  promueve cierto monopolio de una palabra que sabe. Junto con el conocimiento, no siempre con disimulo, aparece lo que conocemos como “bajada de línea”: clasificación “política” del saber ajeno, de las teorías de los otros. Siempre a punto de encontrarnos con algún vigía de occidente que nos diga eso no es psicoanálisis.

Así prometen a su audiencia el psicoanálisis que no encontrarán en otra parte. Con ellos lo atesoraremos, solo tenemos que seguirlos.

Estudiar se desplegaría entre dos experiencias: la de leer y de hablar. El hablar nos plantea el problema del lenguaje común y del especializado. ¿Cómo se pasa de uno al otro sin perder el originario, el encarnado? ¿Qué es hablar en jerga? Un producto de la educación, una contraseña, uniforme, máscara, cuya función es posibilitar la circulación del portador.

La sumisión es activa en la medida en que uno se esfuerza en decir aquello que se espera deba ser dicho. No debemos olvidar la palabra adecuada. ¿Es pasiva cuando quedamos en silencio?

La experiencia de leer, en el mejor de los casos, nos permite creer que lo que el autor dice, es o fue pensado por nosotros: ejercicio de omnipotencia. Un riesgo; perderse en el autor, ser el autor, y en secreto, un poco dios. Riesgo y condición: ser el autor y dejar de serlo. ¿Cómo ser uno mismo?

La experiencia de escribir, desde copiar hasta ser escrito, por lo general es marginal, queda en los apuntes. Esa escritura disimulada, pocas veces es leída, menos aun en grupo

Escribir es separarse, objetivarse, extrañarse, hacerse real, a pesar de la inanidad de la letra impresa. Si somos escritos escuchamos alguna de nuestras voces, en todo caso debemos esperar que alguna logre permanecer como para hacerse letra.

El valor del escribir lo palpamos en las resistencias que promueve. ¿Escribir qué? Cualquier cosa; criaturas recién nacidas, recién llegadas de la noche, desvalidas, vacilantes, ridículas, locas, ingenuas, en todo caso debemos recordar que tienen una cualidad: somos ellas.

Vestir la criatura, garabatear: desafío necesario.

Embarcarse en la aventura psicoanalitica implica ir del lenguaje común al psicoanalítico, conocimiento teórico y experiencial. Si perdemos, olvidamos u ocultamos el lenguaje de nuestros orígenes somos presa del otro, al consolidarse empezamos hablar en jerga, la que puede llegar a adoptar la forma del dogma.

En este punto, el conocimiento no sólo es peligroso para los otros, sino que ya se cobró la primera victima, aunque tardemos en darnos cuenta. El que lo sostiene es el que sabe, los otros están equivocados, fácilmente se transforman en extraños a eliminar salvo que aparezcan como potenciales adeptos. También en nuestro campo las posiciones dogmáticas promueven conversiones o eliminaciones. El dogmatismo, científico o empirista, es uno de los rostros de la dominación, una forma de ejercer poder. Por lo general, oculta el afán de lucro. Su método preferido es proponer convicciones. Uno de sus efectos es el silencio, tanto más audible cuanto enorme sea el auditorio. Articular palabra, tarea difícil. Siempre es enorme lo que hay que aprender, lo que no se sabe es infinito. Uno siempre termina siendo menos, siempre, otro, sabe, es más. De ahí la importancia de los grupos de estudio, conferencias, congresos, de los libros por venir. Es mejor “recibir” que dar. Escuchar y leer que escribir y decir. La enseñanza al acercarse al adoctrinamiento produce desazón y apatía; formas sordas del sometimiento. Pero no aprendemos de lo que nos dan, sino de aquello que tomamos

¿Cómo usamos lo que heredamos?

Por lo menos de tres formas

Perversa

Plagiamos. Usamos el poder ocupar el lugar del autor repitiéndolo sin comillas gracias a la irremediable ausencia de éste y de la supuesta inocencia del lector o del que escucha. Se trata de una forma abusiva de apropiación de otro, ante otros.

Imitamos

Cuando desplegamos las diversas formas del copiar, desde las citas textuales hasta las citas parafraseadas o comentadas, ya sea, desde el propio autor, desde otros autores o...desde uno mismo.

Innovamos

Al atrevernos a partir de nuestra experiencia, nos dejamos hablar, escribir, habitar por aquello que, aunque extraño, presenta algo propio; por aquello que nos atemoriza, conmueve o inquieta.

Así nos enfrentamos a la paradoja de la originalidad: podemos ser originales sólo a expensas de la tradición. Al mismo tiempo, no hay copia posible, no hay dobles, sólo originales. Al usar la tradición somos otro, otros, y al mismo tiempo, uno mismo. Aunque no seamos demasiado ni lo uno ni lo otro.

Lo leído ya no nos habita. Lo dicho yace en silencio. Lo escrito busca un lector.

·         * * * *

“No hay nada para lo cual el hombre sea menos apto

que para el psicoanálisis”

 S. Freud

Tendencia a la especulación

El analista y sus instituciones  constituyen,  hoy, uno de los mayores obstáculos para el desarrollo del psicoanálisis.

Algo que aprendimos de Freud y siempre está por abandonarnos: el obstáculo constituye el instrumento. ¿Cómo permanecer vulnerables a nuestras resistencias?

Entonces, lo que impide posibilita; pero ¿aceptamos, que aquello que posibilita, impide?

Una obviedad, analista y paciente producen significados.

Aunque el analista se ocupe de los fenómenos psíquicos de una manera rigurosamente científica no puede impedir que le suceda algo análogo al poeta.

Al decir de Freud, los poetas gozan de ciertos privilegios que le brinda la “libertad poética”. No pueden representar la realidad sin modificarla, así es como que destruyen relaciones molestas, aíslan fragmentos, atemperan o suavizan el conjunto. Las modificaciones apuntan a lograr placer intelectual y estético.

Tanto el analista como el paciente, están determinados por su funcionamiento psíquico, también “modifican”. Es aquí donde anudamos obstáculo e instrumento o mejor dicho al instrumento con el obstáculo. Esto lo podemos observar en lo cotidiano del trabajo analítico

Al hablar, leer, escribir...

Nuestro modo de ser promueve ciertos funcionamientos:

  • forzamos unidad al escribir, teorizar...
  • forzamos verdad en nuestras convicciones
  • forzamos facilidad y simplicidad  al buscar ahorrarnos esfuerzo y complejidad.

Vamos a pensarlos desde tres conceptos de Freud: elaboración secundaria, formación de sistemas y convicción.

Mediante la elaboración secundaria tratamos los sueños como al contenido de nuestras percepciones. Se trata de  un conjunto de operaciones con las que quitamos lo que nos resulta incoherente y absurdo; rellenamos las lagunas que aparecen; seleccionamos o añadimos elementos. De esta manera modificamos en todo o en parte el conjunto que se nos presenta, también introducimos nuevas conexiones.

No siempre tenemos presente en el proceso de la significación, establecimiento de relaciones y búsqueda de coherencia, la presencia e intervención de la elaboración secundaria.

La necesidad de formar sistemas Freud la encuentra tanto en los sueños, las fobias, obsesiones, paranoia, como en el animismo y en la teorización.

Encuentra que la elaboración secundaria es un “excelente ejemplo de la naturaleza y exigencias de la formación de sistemas”. Aclara que se trata de un funcionamiento que nos es inherente, que es común a todos. Lo importante está, además, en lo que nos exige

             “exige de todos aquellos objetos de nuestra percepción o pensamiento de los que llega a apoderarse un mínimo de coherencia, de unidad y de inteligibilidad...”

Hasta aquí, parece no haber demasiada sorpresa, veamos lo que dice a continuación

 

                         “y que no teme establecer relaciones inexactas, cuando por circunstancias

                          especiales no consigue aprehender las verdaderas”

Al sacrificar verdad se está forzando otra, ¿la de quién?, ¿la de qué?

Creo que estamos de acuerdo en considerar dentro del campo de acción del analista el problema de la convicción

Al trabajarla, Freud, nos aporta elementos para nuestra tarea. Es curioso que sostenga que no existe diferencia entre la convicción normal y la delirante.

Es interesante el análisis de cómo opera. La convicción se basa en ideas y pensamientos en los cuales “ lo verdadero se combina con el error”; entonces su primer movimiento es  extender al error la convicción de lo verdadero: lo falso asociado a lo verdadero también es verdadero.

El segundo movimiento consiste en “proteger lo falso de la critica que se merece”; silenciar la crítica produce efectos: facilita impunidad intelectual, favorece omnisciencia, robustece renegación (lo que sucede no sucede y sucede lo que no sucede).

Protegemos lo falso al no ejercer critica. Fácilmente establecemos relaciones aunque sean erróneas o falsas. Necesitamos relacionar, buscar coherencia, inteligibilidad a cualquier precio. Estamos cerca de la compulsión a significar.

En tanto analistas, constituimos una parte del problema, la otra la constituyen nuestros pacientes, que también buscan con los mismos medios. Muy frágil es la línea que nos une y separa.

Desde aquí quizás podamos observar y pensar las convicciones demasiado rápidas, las conversiones instantáneas y esos rechazos impulsivos de aquello que nos contradice. También nos posibilita escuchar los tonos del dogmatismo y palpar las adhesiones incondicionales.

¿Cómo escuchar algo nuevo?

De ahí la insistencia de Freud: el psicoanálisis no es un sistema especulativo, se trata de una experiencia viva. Es producto de los problemas que intenta resolver, problemas planteados en la inmediatez de la observación, en presencia del objeto. Los analistas, al decir de Bion, y en este punto, quizás también en otros se enfrentan a dificultades equivalentes a las del psicótico, les resulta difícil trabajar en ausencia del objeto.

Un sistema exige definir con rigor y precisión, en tanto el análisis avanza a “tientas por el camino de la experiencia” al decir de Winnicott “alejándonos, paso a paso, de la oscuridad, sin un objetivo claro que nos guíe”.

De ahí, que tengamos que contentarnos, aunque por lo visto, no se da con facilidad, con conceptos fundamentales que en contacto con el paciente se tornan, al decir de Freud, “nebulosos, evanescentes, apenas aprensibles”.

La clínica es una enigmática y particular combinación de concepto y experiencia. Se torna

Nebulosa al no presentar limites netos, claros; evanescente al ser fugaz como un sueño; apenas aprensible, casi inaprensible.

Uno no es psicoanalista, en rigor, lo fue cuando lo fue, y no es seguro que vuelva a serlo con la misma solvencia, se tratará de otras circunstancias, de otras exigencias.

“un buen y leal neurótico no se arriesga

a llevar a su analista a la enfermedad,

al suicidio o la locura”

J.-B. Pontalis

Experiencia viva

Diversas fuentes procuran ideas y plantean problemas que pueden generar interrogantes

en aquellos que están ejerciendo el psicoanálisis. Proponemos este texto como un modo de buscar, de encontrar zonas de superposición de problemas. Nos asoma a los riesgos que aparecen fácilmente cuando hablamos de los casos clínicos, pero que resultan casi inevitables cuando encontramos nuestra implicación con alguno de esos “extraños afines”, a los que no termino de entender por qué llamamos pacientes.

WINNICOTT

Fuente

“Son nuestros pacientes esquizoides los que nos obligan a prestar atención a este tipo de problema básico ¿qué es la vida?.”

“¿qué es el vivir? Independientemente del estado de salud o enfermedad.”

“Nos encontramos con individuos que sienten que la vida vale la pena y con otros que presentan un sentimiento de futilidad, donde nada importa y encuentran que la vida no vale la pena vivirla”

“Ahora entendemos que no es la satisfacción instintiva lo que hace que un individuo empiece a ser, sienta que la vida es real, que la encuentre digna de ser vivida.”

Problemas

¿Con qué nosografía trabajamos? ¿Cuáles son nuestros criterios de salud-enfermedad?

¿Qué enigma sostiene nuestra práctica? ¿Qué es el vivir? Es uno de los enigmas fundamentales en Winnicott. ¿Cuál es mi lugar? Es el otro.

¿Provienen de la especulación o de la observación psicoanalítica?

Sus pacientes se lo impusieron, no pudo desconocerlos, yo tampoco.

BION

Fuente

“El desarrollo psíquico sano depende de la verdad de la misma manera que el organismo depende del alimento.”

“La verdad siempre es contingente a alguna circunstancia o idea, que, en si misma, es contingente.”

“En las personalidades esquizoides lo moral se impone a la verdad, hay inanición y un desarrollo trunco; un SUPER-yo usurpa el lugar del super-yo y yo.”

Problemas

Los mismos pacientes: esquizoides; vistos desde otro sesgo, “qué es verdad” es su enigma fundamental.

Diferencia moral de lo moral y una nueva tópica para estos caso. El SUPER-yo produce significados “morales” -propios de una moral sin moral- originados en un narcisismo que constituye lo que se conoce como “parte psicótica de la personalidad”.

PONTALIS

Fuente

“Los casos y estados límites (forma de nombrar lo esquizoide) pueden presentar un sesgo obsesivo o esquizoide. Comportamientos mentales muy catectizados, muy organizados y resistentes al cambio. En un caso presentan una actividad compulsiva de pensamiento, en el otro, intentan dominar el psiquismo del otro. El psiquismo se acerca a una máquina (Bion habla de lo inanimado). Lo ausente es la realidad psíquica. Más que encontrarla, el analista tiene que darle vida, hacerla nacer”.

Problemas

¿Encontrar sentido, es todo el trabajo analítico?

¿Dónde se aloja la simbolización posible? Cual es el valor de “hacer la experiencia de...” En muchas ocasiones se producen fenómenos de sentido pero no se hace la experiencia de...Hay actividad mental pero la palabra no se encarna, no tiene cuerpo, no tiene vida. La actividad mental ocupa el lugar del cuerpo y funciona disociadamente como un aparato de hablar, mental, sexual.

El enigma sostenido por Pontalis es Cuál es mi tópica subjetiva? Siempre a la búsqueda de esos lugares efímeros y secretos que uno va ocupando.

Si la actividad mental ocupa el lugar del cuerpo, la mentalización excluye al vivir, la dimensión de la experiencia. El trabajo analítico pasa por encontrar el cuerpo que los que “no están en ellos” o “viven fuera de sí” adquieran vida. De ahí el valor de cierta contratransferencia “ querer hacer nacer al otro a sí mismo”.

Constituir el espacio psíquico personal es toda la tarea, puede hacerse posible si en la relación analista-paciente se constituye el espacio potencial analítico, lugar que permite simbolizar el núcleo de verdad contenido en el deseo de hacer nacer al otro.

“Me atreveré a perturbar el universo”

T.S.Eliot

Sesgos

 Criterios

Aunque no llegue a tener una teoría de la cura, de la salud o del cambio psíquico, todo analista, con su práctica, sostiene ciertos criterios. Cuáles son y qué problemas pueden implicar, es lo que interesa presentar.

 a.- ¿la búsqueda de satisfacción? (militante del placer)

 b.- ¿que logre interrogarse? (militante de la inteligencia)

 c.- ¿elaborar todo lo que pueda? (militante del racionalismo)

 d.- ¿no ser muy ansioso ni muy agresivo? (militante de la no-agresión

 e.- ¿no ser demasiado loco? (militante de la cordura)

Junto con Pontalis, siguiendo a Winnicott, decimos que “ dormir y soñar por las noches, trabajar durante el día, tener relaciones sexuales satisfactorias, no padecer de síntomas, no es suficiente para ser y sentir que la vida vale la pena”

Connivencia

En Bion y Winnicott me encontré con un problema que aparece disimulado-perdido por su traducción, como si el traductor lo hubiera reprimido por el analista y sus instituciones.

Se produce más frecuentemente cuando se trabaja con pacientes esquizoides o en situaciones llamadas psicóticas. Se trata de la connivencia (collusion: fraudulent secret understanding esp. Between ostensible opponents as in law-suit.). Se trata de un pacto fraudulento y secreto entre paciente-analista o analista-paciente. El acuerdo no es consciente.

 Winnicott lo encuentra en análisis interminables, se deben a “la connivencia entre analista y paciente” por la cual se dedican a “pasar buenos ratos haciendo análisis psiconeurótico cuando en rigor la enfermedad es psicótica” (Exploraciones psicoanaliticas I p. 116). También lo encontramos cuando habla del esquizoide...”en tales casos es posible que el analista esté en connivencia durante años con la necesidad del paciente de ser neurótico (como estado opuesto al de loco) y que se lo trate como tal” (Realidad y juego p. 118)

Con acidez y ternura señala la omnipotencia e inocencia que hacen a nuestra práctica.

Al estudiar una forma de resistencia, Bion, curiosamente, formula la misma idea que Winnicott. Existen pacientes que aceptan las interpretaciones que le permiten “conocer” algo mas acerca de algo, pero no aceptan las que le tocarían su “ser”, por las cuales “llegaría a ser...” algo que no tiene ganas de experimentar, de enterarse, no quiere averiguarlo.

“al estar de acuerdo con las interpretaciones que aumentan el conocimiento, el paciente espera seducir al analista y establecer una relación de connivencia en ese punto, así preservan el vinculo alrededor del conocer y no de otra cosa.” (Transformaciones, p.186, la itálica es mía)

Interpretación

La interpretación esta rodeada de silencios: el del escuchar, del no entender, del no interpretar... y de  riesgos.

En estos reconoceremos sus acechanzas: su ineficacia, al consagrarse al sentido y descuidar la dimensión de la experiencia; su soberbia, cuando se torna autoritaria y se acerca al adoctrinar; su secreto, que se produzca solo por necesidad del analista; su peligrosidad, que encuentre sentido donde no lo hay; su locura, que intente ordenar el caos tratando de ser un analista como hay que serlo: muy inteligente.

Ser lo más inteligente posible aparece como una exigencia planteada al analista por la complejidad de las teorías que lo aguardan y las difíciles e imprevisibles situaciones clínicas que lo solicitan.

Cuando se anuda cierto uso de la inteligencia y la interpretación se ocasionan mas problemas de los que se resuelven. Querer ser sagaz, astuto, lúcido, penetrante, entre nosotros “piola”, son formas en las que la inteligencia se vuelve contra sí misma, y produce efectos indeseados: agrandar la cabeza de ambos y alejar al paciente un poco más de sí. Escuchemos a Winnicott “ruego a los analistas que permitan  al paciente exhibir su capacidad de jugar en el análisis. Esa creatividad puede, fácilmente, ser robada por un terapeuta que sabe demasiado...no importa cuanto sepa, siempre que se abstenga de divulgarlo..” (Realidad y juego p. 85)

“La psicoterapia no consiste en dar interpretaciones inteligentes y adecuadas” (Realidad y juego p. 167) y  “Me aterra pensar cuantos profundos cambios impedí en pacientes esquizoides debido a mi necesidad personal de interpretar. Si sabemos esperar el paciente llega a una comprensión en forma creadora...ahora disfruto de eso, mas de lo que solía gozar con el sentimiento de haber sido inteligente” (Realidad y juego p. 167, la itálica es mía)

Para Winnicott interpretar es “mostrarle al paciente los limites de mi comprensión”, mas que intentar ser inteligente para sí, para el supervisor, para el lector, para los colegas...

Si a la necesidad personal de interpretar y de ser inteligente se le agregan la necesidad de significar del paciente y de cierto código interpretativo del analista nos acercamos a fenómenos de omnisciencia (Bion).

Tengamos en cuenta que al indicar la regla fundamental de la asociación libre. “el decir todo” puede favorecer ese funcionamiento mental en la medida que el trabajo interpretativo tienda a sostenerlo.

Aquí la dimensión de la experiencia adquiere su pleno valor.

Aprendizajes

En la superficie, una sesión puede parecernos buena o mala, aburrida, alarmante, sin interés. Si vamos más allá nos encontramos con una experiencia intensa. Bion nos recuerda que “no debe haber ocasión alguna en que esto deje de ser evidente para un analista”.

¿El análisis es, para nosotros, una aventura azarosa y peligrosa? Existen actividades en las que los peligros son evidentes y dramáticos; nuestra profesión, ¿carece de esa evidencia?

Junto a las ideas de riesgo y peligro crecen las de riqueza y aprendizaje

¿Aprender del paciente? Parece un contrasentido, uno esta allí para otra cosa. Sin embargo, Winnicott dedica Realidad y Juego  “a mis pacientes que me pagaron por enseñarme”

¿Aprender qué? Para adquirir más experiencia para otros casos, para los casos más difíciles; para estar más tranquilo en otras circunstancias: para ampliar la gama de respuestas posibles. Sí, pero también para aprender del paciente para la vida del analista.

¿En qué momento un paciente se transforma en mi paciente? ¿Y el analista en mi analista? Como dice Pontalis, cuando llegamos a lo mas vivo de cada uno.

Existen pacientes que obligan a su analista a escribir, incluso a escribir un libro, ¿esto ocurre, sólo por las cosas nuevas de ese paciente? Necesitamos a los pacientes, no sólo profesionalmente. Con algunos soñamos, con otros nos analizamos, otros nos ayudan en situaciones límites, otros nos acercan a zonas de nuestra vida, a las que de otra forma no tendríamos acceso. Reducir nuestra necesidad a “razones de orden profesional” es producto de cierta educación, pero no respeta la verdad.

Nombre

Si pensamos la salud en términos de crecimiento psíquico y riqueza personal, podemos valorar a Masud Khan cuando dice que la cura consiste en “cierto crecimiento impredecible”. En el mejor de los casos los pacientes se curan y siguen su vida, o la empiezan. A los analistas, ¿qué les pasa? ¿Existe algo que se acerque a ese “crecimiento impredecible”? ¿Cómo nombrarlo?

Bibliografía

Bion, W. Transformaciones, CEDAL. Bs. As, 1972

Bion, W. Atención e interpretación, Paidós, Bs. As. 1977

Freud,S. Charcot OC.Biblioteca Nueva, Madrid, 1948

Freud, S Gradiva idem.

Freud, S. Tótem y Tabu, idem

Freud, S. Revisión a la teoría de los sueños. Idem.

Freud, S. Pulsiones y sus destinos. Idem

Freud, S. Conferencias de introducción  al psicoanálisis. Idem

Freud, S. Psicoanálisis y teoría de la libido, idem.

Freud, S. Múltiple interés del psicoanálisis, idem.

Freud, S. Un tipo particular de elección de objeto en el hombre, idem.

Freud, S. Más allá del principio del placer, idem.

Masud Khan, MR, The Privacy of the Self, Hogarth, London, 1974.

Masud Khan, MR  Locura y soledad, Lugar, Bs. As. 1992.

Pontalis, JB Entre le reve et la douleur, Gallimard, Paris, 1977

Pontalis, JB El amor a los comienzos. Gedisa, Barcelona, 1992

Winnicott, DW. Playing and Reality. Penguin, London. 1980

Winnicott, DW, Psycho-Analytic Explorations, Karnac, London, 1989

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Articulo publicado en
Septiembre / 2009