"...producción de la sexualidad
….una gran red superficial donde la estimulación de los cuerpos, la intensificación de los placeres, la incitación al discurso, la formación de conocimientos, el refuerzo de los controles y las resistencias se encadenan unos con otros según grandes estrategias de saber y de poder"
Michel Foucault
Superficies de placer, cuerpos que anudan poderes y deseos en los pliegues del tiempo, siempre en mutación. Una práctica que transgrede el guión de género en la intersubjetividad tradicional, un cuerpo que se exhibe disidente, una estética sexual que provoca a contra pelo del modelo hegemónico, un argumento que cuestiona el modo aceptable e instituido del placer.
Escenas del erotismo que se despliegan en los discursos que en la intimidad del psicoanálisis permiten ser enunciados, donde en el relato rozan o cruzan los límites de lo prohibido, entre lo consciente e inconsciente, fuga de una moral en juego, enganche, seducción y sensualidades que se deslizan en y sobre el campo del otrx, a su vez mantienen una estabilidad siempre en jaque frente al misterio, la opacidad y el enigma de la sexualidad.
Un interrogante que nos guía en esta reflexión es ¿Cómo colocarnos a resguardo, ante el riesgo de moralizar el erotismo en sus fuentes primordiales?
Erotismos en clave de género(s) y disidencias sexuales es una de las líneas de investigación en curso, que realizamos en forma conjunta las autoras, sobre como aparecen en la clínica en la actualidad las distintas expresiones del erotismo, y los aspectos sobre los cuales arroja luz la mirada de un psicoanálisis actual en diálogo con los estudios interdisciplinares de géneros y diversidades sexuales.
Es un enfoque que permite puntualizar los giros conceptuales entre sexualidad y relaciones de poder, situar los cambios culturales y de posicionamiento subjetivos que han perforado las lógicas que regían el paradigma de la modernidad sostenido en la división sexual del trabajo y de la desigualdad de acceso a los erotismos.
Un interrogante que nos guía en esta reflexión es ¿Cómo colocarnos a resguardo, ante el riesgo de moralizar el erotismo en sus fuentes primordiales? El psicoanálisis y su práctica clínica se ha constituido desde su inicio como un discurso revolucionario y transformador, y desde esta lógica interesa que se siga constituyendo en un discurso crítico de los idealismos religiosos, educacionales y de los criterios normativizantes de salud mental. Estos criterios tradicionales se configuran por los discursos del poder bajo diferentes manifestaciones que se traducen en ideales despóticos y fundamentalismos ocultos bajo la mascarada de pensamientos de avanzada, progresistas y libertarios. Es de carácter básico y primordial ubicar algunas diferencias y reflexiones que el psicoanálisis en su eticidad demanda.
Amárrame…
Ay, quiero ver tu perversión
Hasta dónde llegas, hasta dónde me has llevado
Ignórame
Ven y pierde la razón
Quiero que me ruegues y me mires a los ojos!
Mon Laferte
Las subjetividades contrahegemónicas con sus economías deseantes deben ser pensadas en la multiplicidad y pluralidad no sólo como política identitaria.
Desamarrar las prácticas eróticas y amatorias de su sujeción binaria es un trabajo político-deseante que las minorías asumen entrando en escena con carta de ciudadanía. No hay garantes para las normas instituidas una vez caído el imperio hetero de la lengua, al ser declarado sexista perturba las economias dominantes y el espectro minoritario se apropia semanticamente de las diferencias incorporando el plural en lxs género(s), del uso de la x, la @, y la letra e como puntos de ruptura biopolítica cuyo fin es dejar de lado la histórica invisibilidad forzada de las identidades genéricas y disidencias sexuales. Son signos que representan una positividad simbólica, una marca ambigua en su localización, esquiva al determinismo como intento de liberarse de etiquetas patologizantes, incluido el discurso de las diferentes corrientes psicoanalíticas y de la psiquiatría. Los hilos patriarcales que tensan hacia la normalización pueden llevarnos a formas de violencia en la transferencia (nunca inocua) y desde la contratransferencia (según nuestras propias teorías sexuales infantiles y académicas) a realizar intervenciones iatrogénicas. Las subjetividades contrahegemónicas con sus economías deseantes deben ser pensadas en la multiplicidad y pluralidad no sólo como política identitaria. Actualmente, en las ruinas mitológicas del edipo binario advienen las infancias en pluralidad identitaria (Pavan, 2017, Tajer, 2020) y adolescencias sexualmente diversas (Lo Russo y Reid, 2020) constituyendo una micropolítica sofisticada y una erótica emancipatoria del paradigma binarista. En el tránsito de las identidades de género y sexuación, asumir el deseo disidente es enfrentarse y resistir al poder del sistema subalterizante del tejido social y por lo tanto mortífero para las experiencias de alteridad.
Amárrame… Ay, quiero ver tu perversión. Hasta dónde llegas, hasta dónde me has llevado. Erotismo, modos de la función sexual, que en la historia singular va anudando formas especificas, erotismo anal, oral, uretral, marcando toda la extensión corporal, siempre en el enlace a un otrx. Proveniente de diversas fuentes, zonas erógenas, piel, superficies sensibles, mucosas. Amarra en alguna ganancia subjetiva, sensación placentera y/o tensa hacia el más allá del placer, displacer y dolor. El erotismo articula historia, enigmas, laberintos identificatorios, la dimensión del deseo, algo que no se satisface empuja a la búsqueda incesante, a nuevos recorridos en la escritura de la piel. Metáforas, invenciones, curiosidad, furor, nudos y sudor, elogio de las impurezas, gula sagrada de la dupla pulsional en escena.
El erotismo no ancla su naturaleza en ninguna atadura y según el psicoanálisis freudiano se vincula a la relación fundante de la sexualidad y el lugar del otrx. Freud (1915, 1920) desanuda los conceptos de pulsión sexual e instinto, cuestiona el determinismo biológico y ubica a Eros como el lazo libidinal del proceso civilizatorio. Desde ese montaje se manifiesta y se enlazan sexualidad, eros y tanatos. Mezcla pulsional, ligazón-desligazón y signos de ruptura, de desorden, de violencia, borde de lo psíquico y lo somático, representaciones que imponen una exigencia de trabajo a lo anímico, búsqueda inmediata y un recorrido que se torna lo esencial al servicio de la satisfacción mediada. Las zonas erógenas se enlazan, coexisten diferencias intrapsíquicas e intersubjetivas, siempre en relación a un otrx, y a condición del devenir invenciones, fantasías en un erotismo posible. La escena erótica adquiere montajes donde la sumisión y la dominación dan argumentos ocasionales o recurrentes al erotismo en distintos tiempos, pliegues y repliegues de las investiduras libidinales, sobre las superficies de placeres en el juego de seducción.
Los amarres de la asimetría continúan dando argumentos a la escena erótica. Modalidades cambiantes, transformaciones, unas vertiginosas y otras a fuego lento. Fragmentos de las polaridades que han estallado, a la vez se mantienen, conservan las huellas de lo pasado hasta hoy. Se articulan dramáticas inversiones de signos en las posiciones subjetivas que expresan que tales rupturas son precarias y prefiguran el retorno sorpresivo de lo pasado y reprimido. Las marcas de la asimetría como condición erótica se refleja en la fantasía de dominio y sumisión, la cual se expresa en modalidades más o menos encarnadas, que empujan a la transgresión de los límites corporales, donde con frecuencia el dolor conjuga mando y resistencia. Dominio y sumisión se asocian a la polaridad de género en la cultura, en los psiquismos respectivamente a las formas de masculinidad y feminidad binaria. Esa asociación no se produce de modo esencial o en la forma de destino augurado en la anatomía o la naturaleza de los géneros sexuales, sino como modos específicos del proceso de devenir subjetivo. Esa soldadura de los modos de enlace al poder en los géneros que dan forma entre muchas otras cosas a las condiciones y narrativas eróticas no es exclusiva y podemos situar sus variantes y transformaciones actuales.
El par dominación-sumisión en la escena sexual asume la cualidad de las fantasías del juego simbólico y del siempre ambiguo cause deseante y de goces de lxs protagonistas. La virtuosidad de la escena erótica de lxs partenaires, sus guiones y sus límites sinuosos, indecibles y hasta alucinatorios en los senderos del placer escapan del imaginario burgués moderno y de los límites de la represión psíquica, el sexo de los modernos esta en declinación. Los caminos de la erótica posmoderna se abren a la visibilidad y emergen prácticas que estaban veladas, subvirtiendo otras tantas formas tradicionales y conservadoras. La vanguardia sexual ha tenido impacto significativo en la perturbación del orden de los binarismos tradicionales femenino/masculino y otras dicotomías, así como en la desmitificación de varios tabúes y mandatos de género y sexualidad. Algunas de las transformaciones y desafíos refieren a: el lazo amoroso bajo la forma de la monogamia vincular, las prácticas eróticas centradas en el coitocentrismo reproductivo, la sexualidad en exclusiva clave fálica, la brecha orgásmica entre varones y mujeres, el mandato de destreza, potencia y performance en la masculinidad, los estándares hegemónicos de belleza para las cuerpas femeninas, las posibilidades de acceso al placer y exploración del cuerpo propio restringidos según los géneros, el acceso al goce sexual y la visibilidad del erotismo de las personas en edades avanzadas de la vida y en las vejeces, entre otros temas de suma importancia que se encuentran en cambio y que anuncian discontinuidades, fluidez y liquidez de las experiencias que crean nuestras realidades.
La pregnancia de las asimetrías se filtra en las distintas formas que adquiere la fantasía de dominio y sumisión. El Amo virtual ejerce su mando distanciado, no es condición la presencia y cercanía de los cuerpos. En su afirmación se orienta a la negación de cualquier interdependencia, mantiene su subjetividad separada, sobre la base de la disponibilidad de oferta de objetos en el mercado sexual. Impulsa la dialéctica del control con herramientas simbólicas o digitales. Pulsa al consentimiento y la entrega, materializada en la cesión de objetos recortados y exhibidos en esa relación y escena en la virtualidad. Palabra y texto, mensaje mínimo, inmediato, veloz y efímero para el acercamiento virtual, los Taps y emojis, voz en audio breve en las Apps, imagen “tuneada”, fotografías y vídeo en el OnlyFans, cuerpos sin rostros del Sexting, goce distanciado en el Findom bajo el clímax de la transferencia bancaria, navegan nuevos enlaces, diferentes grados de satisfacción en esa espiral de tensión y descarga. Aquello que comienza como una vía para hacer accesible algún grado de satisfacción, una erótica lúdica para salir del aislamiento o la ansiedad, eventualmente puede conducir a retornos del displacer, al surgimiento sorpresivo de la angustia y nuevamente a la apatía, allí el juego se detiene.
Desde el pensamiento posmoderno, postestructuralista, posfeminista provienen algunas críticas sobre las producción de subjetividades que se dirigen a la exaltación del individualismo y el consumo, que integran la sociedad de masas a través de la estetización de su existencia. La idealización homogeneiza en la tendencia a la autorrealización y la autonomía. Una forma de entender las expresiones actuales de las ideologías neolibertarias, consiste en que promueven una idea de libertad sin registro del otrx, incluso a expensas de ese otrx. Esos amarres se develan al análisis en su faz desubjetivizante y sujetan a otros mandatos, tales como la autocomplacencia, entendida como satisfacciones de orden narcisista. En esta lógica el empuje a ser más libres articula un imperativo a devenir consumidores, en el registro de la inmediatez, más veloces y sin tiempo para la demora en los procesos subjetivos y la conexión con el otrx, inclusive en lo sexual. Prima el desapego y negación de la interdependencia subjetiva.
¿De qué libertad se trata? Su definición parecería ser obvia, cuando en realidad es un concepto que claramente hoy está en puja. Culto a la libertad, bajo una estilística específica, un concepto ilusorio, que finalmente puede amarrar con más fuerza las sumisiones posmodernas. Se trata de una libertad que paradójicamente se torna antiemancipatoria.
En esas ataduras se propone la lógica epistémica de lo Uno, un espejismo de igualdad, donde se refuerza la antigua distribución de los géneros sexuales en los lugares asignados en la modernidad. En esa idea se desconoce que restringe más de lo que amplía, que niega y refuerza la vulnerabilidad, lo cual acarrea otras formas de malestares contemporáneos. Las experiencias efímeras y ocasionales de sexo consentido son una posibilidad más entre las multiples prácticas legitimadas en el erotismo actual. Así también, la intimidad corporal puede eventualmente deslizarse hacia una tendencia a negar la emocionalidad. En ese desvío, tanto para uno u otro de los géneros sexuales, puede ser más probable que se produzca un encuentro sexual genital sin registro de la intimidad afectiva, y mayor posibilidad de un encuentro coital sin acceso a un placer realmente sentido y registrado, más a nivel de la descarga tensional que a un acceso al conocimiento del otrx en su dimensión humana.
Nos convoca la tarea de despatologizar aquello que emerge como lo raro y ubicar la especificidad en el registro del campo del semejante (Bleichmar, 2011) para el psicoanálisis.
Nos convoca la tarea de despatologizar aquello que emerge como lo raro y ubicar la especificidad en el registro del campo del semejante (Bleichmar, 2011) para el psicoanálisis. El análisis se dirige al entorno imaginario del erotismo, sueño, fantasía y juego, escenario de la pulsión mediante performance y teatralidad da algún guión posible que incluye a las asimetrías donde se articula el deseo como enigma y potencia. En sentidos contrarios a los códigos de lo convencional, el erotismo es fuga de la estética esperable, pulcritud y buenas formas. Se despliega en sucesión de imágenes que entraman voces, silencios y texturas, expresiones del fetiche y del voyeur, dominio y sumisión, pornografia, versión sensible de la abyección no como desvío sino como aquello real que no se deja atrapar.
Situamos la diferencia con respecto a la posición perversa, el grooming, la pornografia infantil, la trata de personas con fines sexuales y de explotación, y otras tantas expresiones siniestras que en lo humano cruelmente pueden tener lugar. El carácter de perversión de tales fenómenos se sitúa en la relación al semejante, el otrx es tomado como puro objeto parcial para la satisfacción pulsional. Relación que expresa el fracaso de la regulación que la cultura mediatiza sobre la apropiación del cuerpo del otrx. Tales consideraciones nos permiten hacer lecturas de la realidad vincular, social, incluso política y nos conducen a situar la dimensión ética que trae el psicoanálisis.
Sostenemos el interrogante ¿Cuáles son las fronteras entre erotismo y violencia? ¿Dónde ubicar la agresividad propia del erotismo, y los fenómenos de objetivación puntual o sistemática?
La sexualidad que persiste enigmática, encierra un peligro en sí misma, en la emergencia de la alteridad, en la relación al otrx y aquello extraño que proviene del propio cuerpo. Los movimientos de la agresividad forman parte de la escena sexual y pueden ser ocasión de la complacencia en el lugar objeto, la voluptuosidad en la sumisión o en la exaltación del dominio y el control. Cada condición erótica bordea luces y opacidades, con transformaciones a lo largo de los tiempos subjetivos vitales. Lo que puede convocar eróticamente hoy, no permanece igual y en tanto tal siempre. Sabores y placeres, en su repetición y diferencia, tal vez allí radica la potencia de la sexualidad de acercarse a lo mismo y lo diferente, a lo que atrae y se rechaza de si, a las tensiones y límites en juego.
En la naturaleza del erotismo, no se halla exclusivamente en el despliegue de intensidades sensoriales, incitadas corporalmente, dolor, escozor, sujeción. Se encuentran en juego las posiciones subjetivas que conducen a tal intensificación. Supone de un lado el goce en la dominancia, en la racionalidad simbólica cultural masculina, y del otro la posibilidad de la complacencia en el lugar de objeto para lo femenino. Lo femenino continúa siendo la sede de lo Otro, objetivado, rechazado, lo feminizado encarnado en distintas corporalidades, lo trans, lo homo. La diferenciación entre erotismos y violencias supone un reconocimiento del otrx como lugar del semejante. Para una ética posible en el erotismo han de convivir sin contradicción esa complacencia objetalizante y el reconocimiento subjetivante mutuo. La complacencia en el lugar de objeto requiere la vigencia del límite que opera en sí y en el otrx. Un límite incierto y a descubrir en cada tiempo de la escena erótica y el no atravesamiento de ciertos bordes para no precipitarse al punto del arrasamiento subjetivo. Complacencia y dominio sobre la base de una confianza concurrente para poder deslizarse por esa cornisa sensual y no caer en el vacío.
En el encuentro erótico, podemos ubicar una modalidad que excede a una ética posible, el repliegue sobre sí mismx se afirma en la omnipotencia del sujeto frente a la otredad, ese movimiento desemboca en la violencia. Allí la modalidad objetalizante del vínculo se pone en escena por ejemplo en las formas extremas de la violencia y crueldad, en los femicidios, travesticidios, ataques homodiantes. Modalidad propia de la escisión polar patriarcal, que asocia lo masculino en el repudio de lo femenino, en el psiquismo y en el universo simbólico de la cultura.
Las ficciones de sexo y de género(s) toman los cuerpos como superficies escenicas donde se despliegan los guiones más inverosimiles de la realidad humana. Las subjetividades habitan prácticas eróticas cuya imaginación y experimentación da lugar a la emergencia de lo inesperado, lo novedoso ensancha el horizonte sensible y deseante, las fuerzas enigmáticas del erotismo y las pasiones de atracción sexual dejan a lxs parteneire invocadxs al territorio donde se conjuga libertad y riesgo, carne y sexo, fantasias y realidad virtual. Octavio Paz (1993) en su obra “La llama doble” señala que esto no podría ser de otro modo, ya que “el erotismo es sed de otredad”.
La investigación en psicoanálisis desde esta perspectiva nos brinda la oportunidad de abrir nuestra escucha a una polifonía de voces y a líneas de pensamiento que desafían cualquier intento de homogeneización. Nos permiten proseguir con el intento de crear una metapsicología y una práctica clínica actualizada que se abstiene de emitir juicios morales, y se guía firmemente por principios éticos, corrigiendo los límites de lo declamatorio para llevarlo a la vida concreta de las personas con quienes trabajamos.
Mg. Graciela Reid, psicoanalista, investigadora Cátedra Introducción
a los Estudios de Género. Facultad Psicología, UBA
Coordinadora Área de Psicoanalisis y Genero de AEAPG
Mg. Alejandra Lo Russo, psicoanalista, Coordinadora del Programa de
Posgrado en Género y Subjetividad y Docente Cátedra
Introducción a los Estudios de Género. Facultad Psicología, UBA
Trabajo presentado en el XVI Congreso Argentino de Salud Mental, 13 de septiembre 2023, Hotel Marriot, Buenos Aires, Argentina
Bleichmar, S. (2011) La construcción del sujeto ético. Buenos Aires. Paidós.
Foucault, M. (2007) Historia de la sexualidad, I: La voluntad de saber, Ulises Guiñazú (trad.), España, Siglo XXI (trabajo original, 1976), pp. 129.
Freud, S. (1915): Pulsiones y destinos de pulsión, en: Obras completas, Amorrortu, Buenos Aires, Vol. XIV
Freud, S. 1920: Más allá del principio de placer, en: Obras completas, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, Vol. XVIII
Lo Russo Alejandra y Reid Graciela (2020). Sobre género y diversidades sexuales en las adolescencias. En “Clínica con adolescentes. Problemáticas actuales” Silvina Ferreira dos Santos (comp). Editorial Entreideas.
Pavan, Valeria (2017): Niñez trans: Experiencia de reconocimiento y derecho a la identidad. Ediciones UNGS. UNIVERSIDAD NACIONAL GENERAL SARMIENTO
Paz, Octavio (1993) La Llama Doble. Amor y erotismo. Ed. Seix Barral. Biblioteca Breve.
Tajer, Débora (2020): Algunas consideraciones éticas y clínicas sobre las infancias trans. Capítulo 5 en libro Psicoanálisis para Todxs. Editorial Topia