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Imaginario Social en Procesos Migratorios

 

Cuando alguien decide migrar se expone a un cambio radical. En la toma de decisión y la posterior salida de su lugar de origen o crianza se inicia una travesía y un proceso de pasaje de intensa complejidad. El procesamiento de tales cambios se va dando en la realidad de un nuevo entorno, en el campo subjetivo, en nuevos lazos sociales y en las modificaciones de las coordenadas de tiempo y espacio.

Es insoslayable la vivencia de cierto caos en las primeras etapas, a partir de la llegada, frente a tantos estímulos nuevos a decodificar. El trabajo de elaboración entre aquello que queda atrás y lo nuevo que se impone como realidad dará cuenta de sensaciones, percepciones y vivencias intensas en los nuevos afrontamientos de aprendizaje e inclusión.

Siendo que todo el entorno es nuevo y desconocido al abordar un nuevo suelo hay cortes ineludibles en las vivencias de continuidad que requerirán un trabajo continuo de elaboración de duelos. Así como en toda situación de cambio, el modo en que se produce la migración y según como haya sido tomada la decisión -de acuerdo a motivaciones conscientes e inconscientes- irán produciéndose efectos singulares. De acuerdo a las vicisitudes específicas en las modalidades en que se habita cada tránsito interior de una orilla a la otra de la aceptación de las diferencias así como también el reconocimiento de las mismas.

La tramitación de lo nuevo, se trate del idioma, las costumbres, la gestualidad, los diseños ligados a la moda, las usanzas del lugar, todo ello irá dando forma y a la vez deformando imágenes a interiorizar. Es incesante el movimiento de asimilación y acomodación necesario para aprender y aprehender la nueva realidad. Trabajosos duelos, pueden darse a veces, junto al proceso de inserción en nuevos circuitos de comunicación e interacción.

Los vínculos afectivos de cada sujeto tramitando su migración, tanto como, los niveles de tolerancia a la frustración son elementos que tomarán parte en el proceso de elaboración de pérdidas. Siendo que, en situaciones de pasaje y específicamente en el pasaje de un territorio a otro, habrá que procesar lo que fue antes en el tiempo, en devenires que acontecieron en otras intersecciones de espacio que formaba parte de un entorno conocido. A partir de los desplazamientos geográficos, los conflictos psíquicos y relacionales previos se exponen a diferentes grados de tensión y cuestionamiento.

 

Hay un concepto que resulta particularmente interesante de interpelar en este intento de conceptualizar las intersecciones entre devenires psíquicos en movilidades geográficas. Se trata de aquello que Cornelius Castoriadis, psicoanalista y filósofo de origen turco y griego radicado en Francia, dedicó especial énfasis en tratar de definir refiriéndose a un Imaginario Social.

Cabe preguntar cómo se producen en cada sujeto migrante efectos de sentido ante los cambios de predominancias del imaginario social en los movimientos de pasaje de país a país.

Poner a trabajar esta interpelación conceptual incluye formularse algunas preguntas en torno al campo de manifestaciones subjetivas y socioculturales.

¿Qué aspectos se pondrían en juego en las situaciones de adaptación a un país nuevo donde los códigos que circulan no pertenecen al mundo de significaciones, dentro del imaginario social que cada sujeto porta como correlato de su impronta compartida en otras coordenadas?

¿En qué difiere de las modalidades significativas que atraviesan el imaginario social instituido e instituyente en el país de arribo?

¿Cómo se van instituyendo nuevas significaciones, en esa hibridación necesaria para sobrevivir al cambio en procesos migratorios de sujetos migrantes?

 

Algunos analizadores darían cuenta del atravesamiento en el campo subjetivo y en el de las organizaciones sociales, tanto como sus efectos en el imaginario social en poblaciones de migrantes.

Indagando especificidades en los procesos migratorios con especial énfasis en las incidencias psicológicas y sociales podría decirse que hay otro corte de continuidad requerido y es el que se refiere, a cada sujeto migrante, con su propio histórico social. Aconteceres en el campo del sujeto y en el interjuego de los lazos sociales que promueven articulaciones posibles de distintos imaginarios sociales de conjuntos comunitarios diferentes. Sin soslayar la herida narcisista que supone la renuncia a preservar modalidades internalizadas que no consuenan ni resuenan con las del nuevo entorno.

 

Tomando a modo de ejemplificación grupos identitarios y observando en ellos predominancias que los caracterizan y que insisten desde la lógica subjetiva y desde otras lógicas tales como la que posibilita un análisis psicosocial, la insistencia, siempre parcial, de aquello que hace que un colectivo anónimo fluya de determinada manera y no de otra.

Cornelius Castoriadis en su conceptualización en el terreno de lo histórico-social considera la noción de imaginario-social como producción de un conjunto de significaciones que se precipitan en cada situación.

Se trata de significaciones en diversos órdenes tales como, económico, familiar, comunitario o nacional, que tienen aspectos cerrados en tensión con un continuo devenir.

Significaciones inmanentes a cada sociedad que sostienen y son sostenidas por un imaginario compartido y sus expresiones diversas en la producción social de cada conjunto identitario. La creatividad en tanto movimiento que condiciona y orienta el hacer y el representar sociales, “es un río abierto del colectivo anónimo, aquello que hace que cada sociedad sea lo que es.”

Diferente del concepto de representación psíquica ampliamente desarrollado por Sigmund Freud o el Imaginario como registro desarrollado por Jacques Lacan.

Se trata de distintos planos de análisis en donde converge lo subjetivo desde lo más profundo de un sujeto singular y los efectos de sentido atravesados estos por un imaginario social compartido.

Este autor recurre a un ejemplo particularmente atractivo en relación al imaginario social para los judíos y la elección del candelabro de los siete brazos. Siendo que no alcanzaría una conceptualización funcionalista que buscara la razón de ser en la necesidad de alumbrar. Ese no se que de que sean siete y no tres, ni nueve. El mito compartido. El aspecto que no cede a ninguna explicación clausurante. Es lo que daría cuenta del imaginario social de un conjunto identitario. Ese no sé qué de los códigos internalizados y compartidos que emergen, por ejemplo, en un símbolo identificante.

En la vida de un sujeto migrante el cambio de radicación no deja de hacer mella en su imaginario social. Es más, apunta a un crucial desafío de adaptación crítica a la nueva realidad. Se trata, ni más ni menos, de un cambio de conjunto identitario. Una herida en su imaginario radical que lo fue constituyendo en el país de crianza y en las expresiones del imaginario colectivo de todo un acervo cultural. Devenires mucho más complejos que el propio acto de pasar de un país a otro.

Advienen procesos de afrontamiento continuo que incluyen significaciones sociales desconocidas para un sujeto que porta un histórico-social compartido con otros sujetos en otras coordenadas. El devenir migrante incluirá ensamblajes de nuevas codificaciones a aprender más allá de los estudios formales de idiomas y costumbres. Se impone un trabajo de incorporación, no sin rechazos, de aspectos provenientes del imaginario colectivo del país de elección en tanto persona singular estableciendo lazos sociales, procesando su migración.

Una actitud creativa tanto como devenires que fluyan a la manera de un “pensamiento nómade”. Al decir de Gilles Deleuze son aperturas, sin las cuales, el síntoma, la enfermedad o el aislamiento arrinconan la posibilidad de promover la elaboración del duelo y una adaptación activa a la realidad tal como lo formulara Pichón Rivière.

En el mundo de las expresiones culturales insiste la tensión entre lo conocido y lo pasible de conocer en tanto condiciones de posibilidad.

Ya sea, gestando nuevas modalidades subjetivas o como suele decirse en Israel, pensando por fuera de una caja. Un interjuego entre lo que está normativizado y aquellas expresiones de colectivos en construcción que apelan a sus imaginarios compartidos y a la creatividad en sus acciones. En este sentido la creatividad como reverso o conjugación con un síntoma.

En la clínica, los procesos migratorios en sociedades multiculturales, requieren un trabajo de acomodamiento mutuo, que en este caso incluye el país de proveniencia del analista y el país de proveniencia del paciente o el de sus padres. Se pondrán de manifiesto el acervo cultural explícito e implícito y el imaginario social radical e instituyente que los atraviesa en tanto analizante y analista portando imágenes de distintos confines de la tierra con manifestaciones desconocidas entre sí. El campo que los implica incluye un resto que inevitablemente quedará sin decodificar en lo que se refiere a lo que cada uno porta en su imaginario de conjunto de un “allí” otro de donde cada uno proviene.

Los psicoanalistas migrantes solemos tener recorridos diversos y en la complejidad nos singularizamos. Sin embargo, hay momentos en que, quizás, desde una fantasía de cuidar lo propio frente al extranjero, propulsaría a que, más de una vez, ciertos analizantes se retiren abruptamente de los tratamientos. Una insoportabilidad en la diferencia expresada en la lengua, el habla, la memoria social o las decodificaciones implícitas. Concomitantemente a ello, otras veces, aparece una expectativa jerarquizante en el hecho de analizarse con alguien que viene de afuera, un cierto privilegio. Así es como, en sesión, los imaginarios sociales de los países de origen y arribo devienen transferencia en el espacio compartido de un análisis y promueven eso irrepetible que produce efectos inesperados, entre otros, el de la cura.

Desde la perspectiva de lo que trae a alguien a consulta es siempre algún padecer, algo que produce dolor o sufrimiento. Esto es así y podríamos decir que reviste un carácter universal. En tanto sujeto singular que busca alivio acudiendo a un análisis donde prima la palabra. Se trata de incluir los puntos de intersección en la escucha, referidos a los imaginarios compartidos o en sus diferencias, tanto como, a las caídas de discurso en los atravesamientos de la intertextualidad.

Tanto en sus aspectos conscientes como en lo que permanece inconsciente, formará parte de lo que insistirá como repetición o lo que no puede tramitarse bien. Dolores de migrante buscando incluirse en la cultura de un país diferente o en tensión con sentimientos de rechazo llegando hasta el repudio. Darán cuenta de ello expresiones verbales y corporales, síntomas, sueños y actos fallidos que en los señalamientos e interpretaciones del lado del analista adquirirán nuevos sentidos.

Un análisis transcurrirá, en el trabajo que apunte a desentrañar el sentido de los síntomas así como también en las interfaces de los encuentros y desencuentros realizando una tarea que se propone terapéutica, compleja y proactiva.

 

Relato desde la clínica

 

Una paciente a la que llamaremos Irina llega a mi consultorio diciendo que vino a mí en busca de ayuda, que me eligió ya que vivo cerca y siente que necesita tratarse por una serie de malestares y síntomas que insisten y que la desesperan mucho. Por sus rasgos y su acento ubico que se trata de una migrante de la ex Unión Soviética. En esa primera entrevista aclara que nació, se crió y realizó sus estudios en una importante ciudad de Siberia.

Siendo que las dos vivimos en Israel y “cerca” intercambiamos algunos datos acerca de su lengua madre, la mía y el hecho que solo podíamos hablar entre las dos en hebreo.

Siguiendo con la anamnesis aclaremos que tiene cuarenta y cinco años, reside en Israel desde hace veinte años y su hebreo es muy bueno con pronunciado acento ruso. Ella dice que mi hebreo también es bueno y que no se puede evitar reconocer mi acento argentino. Nos causa cierta gracia ese no se puede disimular los orígenes de cada una.

Su respiración es agitada habla rápido como si el tiempo de la entrevista no le alcanzara, es visible su sobrepeso que contrasta con la belleza de sus rasgos faciales eslavos. Cuenta que es médica anestesista casada en segundas nupcias con un médico también siberiano y anestesista con quien comparte y se distribuyen tareas en una clínica privada en Tel Aviv. Con respecto a la elección de la profesión comenta que su madre que reside en Siberia en la misma ciudad en la cual ella nació también es médica anestesista y que la mayoría de sus amigos también lo son. Dando por hecho que eso explicaba suficientemente la elección de su profesión. Agrega que suelen encontrarse los fines de semana y entre vodka, juego de cartas entre los hombres, diálogos entre las mujeres y risas conjuntas comparten una manera particular de ejercer el humor y tener vida social.

En cuanto al motivo de consulta refiere un estado de ansiedad que no cesa salvo cuando come y su irrefrenable compulsión a la compra. También refiere dificultades vinculares con sus hijos, una adolescente y un chico en edad de jardín.

Imagino las extensas estepas nevadas de Siberia, el frio eterno de esas zonas de las cuales Irina proviene y el contraste con los cálidos paisajes de Medio Oriente. También acuden a mi recuerdo lecturas como El archipiélago de Gulag y los relatos sobre las cárceles tan temidas por disidentes rusos de todos los tiempos.

Las entrevistas siguen y en una de ellas se queja de su madre que por Skype le da consejos acerca de cómo criar a sus hijos así como, según Irina, desespera frente a relatos israelíes particulares y del entorno conflictivo de este país.

En una de mis intervenciones digo la palabra drama. Me miró como si hubiera tocado un concepto que flotaba en ella y no lo sabía y me dijo que sí que era una situación dramática la que sentía que estaba viviendo.

A la entrevista siguiente llegó y enseguida de sentarse dijo la siguiente frase: dramatish, que bien me hizo que lo dijeras ya que es eso lo que siento.

En ese segmento de diálogo descubrimos que la palabra existe en los tres idiomas tanto en ruso como también en hebreo y castellano.  Fue una sensación de gran alivio para ella saberse entendida a la letra. A la vez la palabra tenía la catectización necesaria para intentar desde allí el comienzo de un análisis.

 

Comentario

 

Lo primero que me impactó es que me hubiera elegido porque vivía cerca. A l tiempo entendí que Irina, por efecto de su migración, se había alejado de su madre, de su primer marido- padre de su hija- y de todo su entorno natural y social.  El hecho que yo en tanto su próxima analista viviera cerca, compensaba, probablemente en su imaginario, tantos desprendimientos y lejanías.

 La aclaración posterior acerca de los idiomas era una manera de saber que yo también era migrante como ella y que era necesario sostenerse en esa especificidad. En Israel la vivencia multicultural y los atravesamientos de conjuntos son una manera de vivir, aun así, explicitarlo y atender a las diferencias de la lengua y el habla constituía para esa primera entrevista, parte de los acuerdos preliminares de su análisis.

Desde lo psicosocial me resultó sumamente interesante e invocante la cuestión de los médicos siberianos de clase media, gran parte de ellos de origen judío, y sus inclinaciones por la especialidad de anestesistas. En un diálogo con Irina ella aducía que ello aseguraba trabajo y sustento. Su explicación a mí no me alcanzaba.

Durante el tiempo que transcurrió el análisis, Irina además de trabajar sus miedos añoranzas, conflictos y sus efectos sintomáticos hizo referencias a restricciones que habían vivido en su país de origen antes y después de los tiempos de la perestroika también aludió a los tiempos que corren. Lo común que sobresalía refería al alto riesgo que significaba el disentir con el poder de turno. Solía repetir que nunca se sabía si amanecerías en tu propia cama si hablabas y decías lo que pensabas y si ello no coincidía con el pensamiento oficial.

Pensé en torno a esto que sugería que había que anestesiar y anestesiarse, no sentir el miedo, la pavura, la injusticia social, las mentiras, los abusos de poder, nada que pudiera poner en peligro la vida. Vodka y anestesia insiste en este grupo oriundos de Siberia, lo que no asegura, como es sabido, la aparición de síntomas ni tampoco el sufrimiento psíquico.

Contrariamente a mis recuerdos y mi propia adscripción, la filiación de médicos  y psicólogos de clase media, muchos de ellos judíos en Buenos Aires, eligiendo el psicoanálisis y la necesidad de analizar causas y  efectos y el pensar en conjunto. Incluyo la pertenencia social que en ambos casos, brindan estos grupos.

Es necesario afinar la escucha a la cuestión de analizarse en un idioma que no es el del país de origen ni para el analista ni para el analizante. Tiene sus especificidades tales como que la aparición de un significante, en este caso la palabra drama, que convocaron asociaciones en esta consultante, el hecho que fuera común a los tres idiomas  agregó un componente más a la posibilidad de que una verdad del sujeto emerja.

Los atravesamientos de distintos colectivos se anudan en el lazo social así como también los pasajes de un idioma a otro con las pérdidas inevitables en las traducciones. A ello se suman las vivencias concretas en los distintos países en atravesamiento con imaginarios sociales de colectivos anónimos que a veces confluyen y otras se diluyen. Las vivencias de Irina y de todo migrante coinciden en la complejidad, cuyo mayor bagaje no es el de las maletas sino aquello que se porta como ser humano trashumante desde los imaginarios sociales inmersos en distintos colectivos.

 

Isabel Edenburg
Psicoanalista argentina residente en Israel
isaeden25 [at] hotmail.com

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Articulo publicado en
Febrero / 2018