Infancias Digitales: Apuntes para la historia de la infancia | Topía

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Infancias Digitales: Apuntes para la historia de la infancia

 

Introducción

Con la intención de observar algunos aspectos de la actual niñez digital, la nacida dentro de la sociedad del espectáculo, bucearemos en la historia de la infancia. En leyendas, mitos, religión y relatos históricos podemos ver cómo los niños fueron realzados o ignorados en diversos períodos históricos. Nos servirán para comprender lo que promueve la sociedad del espectáculo, ver cómo el entramado de entretenimiento, por vía de la imagen, y el control social va modificando lo que entendemos por infancia.

Observar qué niños cabe esperar de este enorme proceso de capitalismo globalizado y neoconservador; como ya sabemos la infancia no sale de un repollo sino de un entramado cultural y social que las contiene y formatea. Tomaremos el modo familiar y cultural hegemónico, sabemos que el mismo se expande hacia otras clases sociales y en el camino va mutando. Claro que no  pierde los  ejes  básicos con el que seduce, se introduce en nuestros cuerpos e impone sus modelos e identificaciones.

 

El juego  de mostrarse

Dos hermanas, una de ocho años y la otra de cinco, pasean de la mano de su padre por una calle del centro de una pequeña ciudad de provincia. Se dedican a descubrir las cámaras de vigilancia recientemente instaladas. Cuando encuentran una se desprenden de su padre  y comienzan a bailar delante de la misma.  Vale preguntarse: ¿A qué juegan?

Está claro que la filmación no la realiza un familiar, es una cámara anónima, pero ellas saben qué está emitiendo esas imágenes hacia algún otro sitio. No hay muchas dudas: están imitando lo que han visto en “Bailando por un Sueño” o en las repeticiones de todos los canales de ese programa, es decir copian lo que ofrece la TV. El padre, mientras las observa, comenta que las maestras de las niñas encuentran dificultoso trabajar en clase al día siguiente de la emisión de ese programa, agrava la situación las repeticiones del mismo en otros horarios y canales. Es tal la excitación, dicen las maestras, que los alumnos no pueden prestar atención.

No es difícil sacar conclusiones al respecto del baile ante la cámara: en su intento de perpetuación el capitalismo neoconservador se vehiculiza por la sociedad del espectáculo y, para que ese tipo de adaptación social ocurra, la vida debe constituirse todo el tiempo en un espectáculo, con la danza creen las nenas, tienen la posibilidad de aparecer en la televisión. El baile, gracioso por cierto, es un juego que hace olvidar el lado oscuro de esas cámaras. Lejos están todavía, las chicas, de comprender la vigilancia social que esas cámaras establecen.

Dejemos un rato a las bailarinas, a no preocuparse por ellas están entretenidas, vamos a tomar ejemplos históricos para observar cómo la infancia fue sacrificada, educada, ignorada y disciplinada por el poder patriarcal de turno.

 

Devorados.com

En el antiguo Egipto si un niño era devorado por un cocodrilo sus padres tomaban la desgracia como un honor. Era una creencia popular que la familia pasaba a estar protegida por el dios del mal.  Pese a que la sociedad egipcia no realizaba sacrificios humanos, aquí tenemos un ejemplo de cómo la entrega de la progenie a los dioses era de inestimable colaboración para que los adultos siguieran vivos. En éste caso, una desgracia, se convierte en un sacrificio naturalizado.  El niño que fue alimento del cocodrilo, algo frecuente en las orillas del Nilo, era una garantía para la sobrevivencia de los adultos.

El cenáculo del poder egipcio no iba en zaga en cuanto a persecuciones o carnicerías de niños. La historia de Moisés es un ejemplo: el faraón ordenó la matanza de los niños judíos -debían ser lanzados al rio Nilo apenas nacieran- para realizar así un control sobre la población de judíos que habitaba su reino. Este destino también le toca a Moisés, quien es lanzado en una canasta embetunada al cumplir tres meses.[1]

 

Griegos pese a todo

Ha quedado en la historia el modelo de educación griego sólo reservado para los varones, lo conocemos  como Paideia. La podríamos caracterizar como una educación  para el ciudadano, la integraban: las matemáticas, la poesía, la filosofía, la gramática, la retorica y la gimnasia. Este proceso aspiraba a que todo hombre de la polis tuviese los recursos para ejercer sus derechos y obligaciones que la democracia griega ofrecía a los varones libres. Los oficios no entraban en esta enseñanza, como sabemos esas tareas las realizaban los esclavos. Pese este corpus que los griegos nos legaron, los niños no tuvieron una vida sencilla, mucho menos las niñas, en las ciudades  griegas.

Veamos algunos ejemplos: son claras las indicaciones de Aristóteles, siempre dirigidas a los varones y siguiendo los lineamientos patriarcales,  sobre lo que es una comunidad. Da precisiones sobre los tres tipos de relaciones que el hombre griego debe cultivar: la relación amo-esclavo; el vínculo matrimonial y los lazos entre el padre y sus hijos[2].  Pese a ello en Grecia el abandono y  asesinato de niños eran moneda corriente, los infantes solían ser lanzados a bosques  tenebrosos e intricados.

El titán Cronos se dedicó a eliminar su progenie. El dios estaba aterrorizado por una profecía: perdería el trono del Olimpo en manos de sus hijos. Este augurio no era otra cosa que la repetición de cómo Cronos había tomado las riendas del Olimpo. Asesinó a su padre, Urano,  con una hoz le cortó los genitales.

Acuciado por el parricidio, sus hijos: Hera, Deméter, Poseidón, y Hestia son su pesadilla. Es obvio, proyecta en ellos sus acciones y por eso los devora apenas nacen. Es su hijo Zeus quien, en connivencia con su madre Rea y su abuela Gea, lo derrota y rescata a sus inmortales hermanos del estómago de su padre. Pero el festín de Cronos se reitera dentro del patriarcado con otros matices y vericuetos. Puede variar pero no cesa.

 

Vida o sacrificio

El modelo de crianza espartano era claro. El control sobre la vida y la muerte de los niños no quedaba en manos de profecías,  leyendas o maldiciones. Era una cuestión de estado. Esparta era un belicoso estado, la política central del mismo era  el entrenamiento militar, desde muy pequeños los varones debían ser  valerosos y eficaces combatientes.

Para eso la ciudad construyó un corpus de acciones y leyes: incitaban a que las familias tuvieran muchos hijos. La familia numerosa era el modelo a seguir, las estimulaban con beneficios económicos y sociales. En sintonía con lo anterior Esparta multaba a los célibes, unos seres despreciados de acuerdo a los preceptos  que regían la vida de la ciudad.

En un mundo de varones, entrenados para combatir, la vida de los niños era un asunto de estado. Al nacer eran revisados por una comisión de especialistas que tenía la responsabilidad de establecer si el niño merecía vivir o no. Debía el recién nacido demostrar fortaleza a los expertos durante los exámenes. La comisión encargada del ritual seguía normas claras para evaluar  la fortaleza  del  recién nacido.  Declarado débil  era arrojado, destino que compartía con los delincuentes, sin miramientos desde las alturas del monte Taigeto.

Del Antiguo Testamento a Herodes

Es en el libro del Génesis donde se narra el nacimiento de Isaac,  un patriarca del pueblo judío.  Isaac, hijo de Abraham y Sara, dice el Génesis debe ser sacrificado por pedido de  Yahvé a su padre. Abraham acepte y con ello demuestra que los sacrificios de niños eran, una vez más,  habituales. El relato continúa con la aparición de un enviado de dios que solicita que reemplace al niño por un carnero. Esta historia también es reconocida por los musulmanes que cambian a Isaac por Ismael como el niño que iba a ser sacrificado.

Pese a que el Génesis allí indica la sustitución  de niños por corderos Herodes realiza La Matanza de los inocentes. Mateo narra este episodio en el Nuevo Testamento. El mismo cuenta cómo y por qué Herodes dio la orden de ejecutar a los niños nacidos en Belén. Se trataba de aniquilar el advenimiento del mesías que se suponía nacería en poco tiempo. Herodes, como Cronos, temía los potenciales de las nuevas generaciones. Estaba convencido que entre esos  recién nacidos estaba quién lo destronaría.

América precolombina

Es tan extenso el tema de los sacrificios de niños en la América anterior al año 1492 que es imposible de sintetizarlo  para  éste artículo. Sólo mencionaremos que en Centroamérica, los aztecas o mexicas, probablemente la cultura que más sacrificios humanos hacía en toda América, en épocas de sequía sacrificaba niños con el convencimiento que sus desgarradores gritos llegarían a los dioses y eso lograría hacer llover.

Procreación hoy

Desde los tiempos remotos el embarazo y el parto amenazaban por igual a la madre y al niño. El riesgo era la muerte de uno o de ambos en el alumbramiento. Hace ya mucho tiempo que a dicha situación la medicina ha puesto coto y, de existir los cuidados  de embarazo y parto en forma gratuita y universal, la mayoría de los niños nacerían y sus madres no correrían riesgos. Acorde con el modelo capitalista en que vivimos la desigualdad aumenta y eso hace que, en los sectores populares, el embarazo y el parto sigan teniendo tasas altas de mortalidad.

Dentro del modelo hegemónico, que es donde estamos centrando nuestra mirada,  nos encontramos con que disminuye la natalidad. Todas las estadísticas indican que en los países industrializados occidentales, especialmente en Europa, las tasas de natalidad disminuyen sistemáticamente. Confluyen en esto el uso de anticonceptivos, el desplazamiento de los intereses femeninos hacia logros personales que difieren los deseos de ser madre, la medicina que ha logrado prolongar el tiempo de fertilidad, una cultura que promueve tiempos más personales, donde los adultos privilegian sus deseos y proyectos que la tarea de crianza de niños. La consecuencia no se hace esperar: tener un solo hijo se impone.

Los ejemplos anteriores  y, muy especialmente, observando el modelo hegemónico de tener un solo hijo ratifican  que estamos viviendo momentos donde los niños, pese a las idealizaciones de turno, provocan severas complicaciones para los adultos. Se reafirma así  que la progenie nunca es un tema sencillo y mucho menos claro. Vale la pena preguntarnos qué niños son los que la globalización neoconservadora promueve;  es tiempo de volver sobre las chicas que danzan ante el Big Brother.

El mundo que viene y los niños

Es lícito preguntarse: esas niñas ¿Cómo participan del mundo global pese a vivir en una pequeña ciudad de Sudamérica? ¿Cuáles son los rasgos culturales predominantes que les serán requeridos en este vertiginoso proceso? Ya saben manejar celulares, tienen Facebook, saben fotografiar y filmar. Son duchas con los diversos controles remotos que andan cerca del televisor. Es decir son parte de las denominadas infancias digitales.

Infancias nacidas en un momento donde los adultos cantan loas a las máquinas de comunicar. Donde por todos los canales que circula la información se hablan y se muestran aplicaciones de los Smartphone como si estuviéramos ante la octava maravilla del mundo[3]. Infancias, en consecuencia y de acuerdo a lo anterior, donde los medios y los adultos insisten en idealizar el manejo que los jóvenes y los niños tienen de las máquinas de comunicar.

Ese estereotipo se inscribe en una cadena de repeticiones: los padres hablan loas sobre las capacidades de sus hijos con los celulares y jueguitos electrónicos. Los adultos peyoran a la escuela por haber quedado detrás de las máquinas de comunicar. Los medios colaboran también y baten el parche sobre esa supuesta autonomía y despliegue de niños y adolescentes como vanguardia de las redes sociales. Es decir es una “verdad” que se sustenta en el  sentido común. En su forma más ingenua parece que los niños y adolescentes conducen la revolución tecnológica en curso y que son ellos los grandes protagonistas de la misma.

Así se niega que es el fetiche de la cultura actual, el Smartphone, con su oferta de entretenimientos y aplicaciones el que garantiza el control familiar sobre los niños y adolescentes. Los ata a una prolongación de la dependencia por vía tecnológica. Realiza  los anhelos de un tipo de familia que idealiza los modelos consumistas del capitalismo neoconservador, que llevan el control social a sus propias casas aplicándolo, con una permanente sensación de temor, a sus propios hijos[4].

Son adultos los que hablan del celular, de las redes sociales y del protagonismo de los niños pero no aúnan estos razonamientos con los intereses de las empresas tecnológicas que están espiando permanentemente sus vidas para que  sean usuarios de sus productos.

Por ejemplo hasta hace aproximadamente cuatro años Google era la empresa “buena y sin malas intenciones, la que no iba a hacer mal” que vino a salvarnos de Windows y otros malvados. Snowden ha demostrado con sus denuncias que Twitter, Facebook y Google mantienen oscuros contactos con la agencia NSA. Todas han entregado infamemente  datos personales de sus usuarios. Es decir los han denunciado y puesto en manos del mayor sistema de control social conocida hasta ahora.

Insistir  sobre las habilidades de las nuevas generaciones con las máquinas de comunicar, es  empujar a los niños a que queden seducidos por las poderosos empresas que están detrás de este enorme negocio que sostiene el capitalismo neoconservador en que vivimos. Proponen un camino donde cada niño debe convertirse rápidamente en un niño cyborg[5]. Son los adultos, ya cyborgs,  los que se siente seguros con su fetiche comunicacional, los Smartphone, e incentivan que los niños sean una unidad con su celular.  No son espectadores emancipados como pide J. Ranciere.

Enamorados del consumo (muchas veces más ilusorio que real) la sociedad de los mayores escinde el control social y el marketing  que se viene realizando para constituir a los niños como consumidores autónomos. Así se los  deja a merced de las estrategias de marketing, especialmente dirigido a ellos, que  trata de ofrecer juegos para niños en los Smartphone cuyos héroes son logos de productos que están en las góndolas de los supermercados o con juegos que cada vez que avanzan deben comprar, siempre por celular, las etapas siguientes.

Esos niños excitados no pueden resolver estos problemas solos y sus padres los abandonan en las garras del consumo. No pueden, los adultos,  hacer la tarea para la son requeridos: ser mediadores que impidan la manipulación empresarial de los niños.  No son efectivos mediadores familiares, van dejando parte de sus responsabilidades en manos del diálogo de sus hijos con internet.

En definitiva los niños son un grupo investigado exhaustivamente para constituirlos como consumidores seriales, eso lo hace la poderosa maquinaria del capitalismo neoconservador. Son, literalmente, asediados con esta propuesta de juegos y consumo. 

 

El patriarcado devino en el Big Brother

Los padres de las niñas -ellos sí interesados en terciar en este asunto del sentido de las cámaras y el control social- tratan de explicarles a las bailarinas que la cámara no está allí como parte de un programa de televisión. Que no se trata de un canal que busca talentos, sino sospechosos. Ellos saben que se trata del  Big Brother que silenciosamente va acumulando imágenes con la paciencia y el convencimiento de tener un registro total y absoluto de los habitantes. Precisamente por eso insisten en mediar entre las niñas y las cámaras de vigilancia. Operan para romper la escisión predominante y hegemónica.

Las perspectivas del mundo del capitalismo  neoconservador actual  es mayor desigualdad,  más desempleo, más flexibilización laboral y enormes masas de jóvenes que no podrán estudiar, ni trabajar (los ni-ni). Proceso que debe ser banalizado para poder sostenerse. En este proceso es claro el papel de la sociedad del espectáculo: representar para vivir, ser soporte imaginario en las redes sociales, relativizar desde el individualismo más extremo las consecuencias lo que ocurre. Cabe preguntarse, ¿cómo juega el patriarcado en este proceso?

La centralidad del poder no asienta en un hombre o dios, pero sí en las grandes empresas que requieren para ejercer sus negocios  un cúmulo de información sobre los gustos ciudadanos para promover el consumo.

Tenemos así: 1) el  permanente estímulo a que los usuarios entreguen  datos personales a Google,  Facebook, Twitter, etc.  2) Los sistemas implícitos de vigilancia, como la NSA,  que ponen de manifiesto lo ridículo que termina siendo ponerse contento porque una persona de origen afroamericano sea el presidente de los Estados Unidos y con ello suavizar su papel de imperio y operador principal del Big Brother. 3) La NSA se filtra por las aplicaciones que los niños usan, los denominados jueguitos del celular, con la reiterada justificación de hacer misiones de espionaje preventivo fuera de Estados Unidos. Ha alcanzado notoriedad el caso del juego Angry Birds como uno de las formas de penetrar teléfonos celulares. No hay duda que existe la complicidad de las empresas para que ello ocurra. 4) La mayoría de los padres no se interesan sobre estos espionajes que se realizan sobre sus hijos. Están entretenidos con el GPS o hablando con su teléfono, que le responde sus preguntas con voz humana.  A ellos también les escudriñan sus deseos pero tan excitados están con las aplicaciones del Smartphone que parece  no les importara. 5) Hay una relación muy clara entre este estimulo de tipo hedonista y su correspondencia con un mayor control social por vía tecnológica.

Existen múltiples  maneras de ser y estar hoy en el mundo, pero la vigilancia social exhaustiva que realiza el Gran Hermano es tan enorme y sistemática que se da de bruces con dicha libertad de ser. El Big Brother hace maridaje con la flexibilización laboral y su consecuencia: la precarización.

La sociedad del espectáculo difumina al Big Brother -no ocultándolo, sino haciéndolo un excitante juego de imágenes y sonidos para todo el mundo, de esa manera lo relativiza. A la vista de todos. Al relativizarlo logra, de una manera brillante, achicar sus consecuencias- bajo la ilusión del espectador convertido en un productor de su propio show. Por eso el control social avanza y a nadie parece importarle.

La historia nos enseña que todo sistema de vigilancia es producto de un sueño que los diversos poderes de turno siempre ambicionaron: controlar  las conductas, los pensamientos y deseos de las personas (siendo estos últimos los realmente importantes). Detrás del mismo siempre hay un infatigable gran padre. Este hoy adquiere la forma del dios mercado. La idealización de los niños hiperconectados que  los adultos realizan es inducirlos, sin prisa y sin pausa, a inclinarse al consumo, a que Bill Gates sea el modelo a seguir. Que eso no ocurra es sin duda emancipar. Quien siga insistiendo en que su hijo es veloz y eficaz para manejar el celular, que es parte de  la avanzada de la nanotecnología, sin unir el modelo capitalista  que lo promueve lo está impulsando hacia la dependencia, tanto social como familiar.

Hay sobrados ejemplos en la historia que nos muestran que donde los adultos fracasan suelen aparecer los niños para intentar  resolver los sueños de los poderosos. En el año 1212 un niño pastor, Esteban, comenzó a decir que tuvo una visión: Jesús le había indicado la marcha hacia tierra santa con una cruzada de niños. Esteban no hacía otra cosa que sostener lo que la iglesia, por vía de sus sacerdotes, venía impulsando: conquistar Jerusalén. Inocencio III no quería que fueran  pero los sacerdotes de pueblos y villas con sermones (voceros del marketing de dios)  proclamaban que  la providencia les resolvería todos los problemas, que con la fe moverían montañas. Miles de niños lo siguieron a Esteban. Sin recursos, sin ninguna estrategia racional, sin adultos. Terminaron muertos o vendidos como esclavos en ultramar muy lejos de sus pobres hogares. El engañoso cuento de la salvación terminó en la esclavitud o la muerte. Cincuenta mil niños, se calcula, murieron en este  movimiento. La mayoría de ellos pobres y huérfanos de los que nadie quería hacerse cargo y, por ello,  no tenían protección social alguna. La Europa cristiana hizo así una limpieza de niños huérfanos y pobres que no le interesaban. No existía el menor interés en proteger y emancipar a esos niños. Fueron  enviados a la muerte.

 

[1]  La historia de Moisés sigue otros caminos que no son necesarios para este artículo.

[2] Sissa, Guilia: La familia en la ciudad griega, en Historia de la Familia -Tomo I- Alianza Editorial, Madrid 1988.

[3] Hazaki, César: El celular de los huevos de oro, en Revista Topía nro. 65 “Los modos del mal”. Agosto – Noviembre de 2012.

[4] Hazaki, César: El Cuerpo Mediático, Topía Editorial, Buenos Aires 2010. Ver capítulo 2 “Cordón umbilical telefónico”. 

[5] Definimos al cyborg  es un concepto que aúna, en inglés, lo cibernético (cyb) a un organismo (org). Ver Hazaki, César: “Cyborgs. Los nuevos procesos subjetivos y sociales de adaptación” en Revista Topía Nro. 69 Tramas actuales del amor.

 

 
Articulo publicado en
Abril / 2014