“El Satories el destello repentino en la conciencia de una nueva verdad”. Esta cita de Suzuki nos introduce al sexto libro de poemas publicado por Héctor Freire, también reconocido crítico y ensayista especializado en cinematografía. En este nuevo trabajo vuelve a lucir su poética elaborada con minuciosidad, detalles referenciales, citas y alegorías a los que recurre con notable dominio. Satori: lugar luminoso de encuentro, donde la pintura y el cine se encuentran con la poesía. El primer bloque del libro, “Pinturas”, se refiera a diferentes cuadros; en el segundo, “Films”,Freire nos permite compartir su pasión por el cine, en un recorrido que evoca películas, escenas y directores preferidos. En la última parte “Situaciones”,quizásla más personal, nos encontramos con paisajes, lugares y hechos de la vida del poeta.Para el autor - y este nuevo libro es una muestra- la poesía también es una forma de conocimiento.
Dicho esto, los textos de este libro, por medio de la vía poética, hacen filosofía, dado que una y otra son imprescindibles para el tipo, el modo, la forma y el fondo de una poesía como ésta; la de este libro que es la poesía que prefiero.
Y digo prefiero, respetando todo otro “modo” de hacerlo, pero permitiéndome para mí mismo, elegir la que podría ser llamada, (así como otras son: “narrativas”, “cotidianitas”, “amorosas” y tantos y cuantos motes o calificativos como autores se sientan llamados a clasificarla; como poesía trascendente en el sentido de trasponer el mero hueco literario de un género, ese o esa poiesis, ese hacer, por una poesía que indaga, vislumbra, refleja, en este caso y a través de otras artes, que vienen a servirle de soporte musical, pictórico, cinematográfico, paisajístico o el que fuere, a una meditación que es reflexiva y le permite extraer de las imágenes, los sonidos, las situaciones o lugares; modos poéticos de ser vistos o mirados, como Hölderlin nos dijera, en donde:
“Poéticamente habita el hombre”.
Qué más cabe acotar en una simple recensión que, cuando el poeta nombra Timanfaya, Chartres, al filósofo Bergson, al pintor Renoir o al genial Van Gogh, utiliza un epígrafe del desaparecido maestro de la poesía argentina Joaquín Giannuzzi o a los realizadores cinematográficos Bertolucci, Antonioni y otros; reverencia y hace su homenaje a lo que siente, esos monumentos del arte universal.
Si lo “zen”, inexplicable por racionalidad fuera posible, me atrevería a decir sin miedo alguno de equívocos, que este libro contiene poemas zen. Lírica y Belleza, captación del instante se aprecian en ejemplos tales como”:
“…un pez plateado iluminó el agua…”
“…sentimos que el pasado nos recuerda…”
“…la memoria nos cambia de lugar…”
“La araña hilas/una pequeña plegaria…”
“La luz /se vuelve una hoja/en el crepúsculo”
“A estas rocas se les envidia su voluntad de durar”
O el poema basado en una pintura del gran maestro japonés Hokusai:
PINTURA
En su zoología de intimidad, el gato de Hokusai
destaca el impudor que pretende evitar,
la infinitud de aquello que los humanos ignoramos.
Quizás por eso, su ocio nos resulta demasiado trabajoso.
En ese “vacío pictórico” -inservible a efectos descriptivos-
se ajusta el contenido de su imagen:
una humilde silueta recortada que elimina cuanto sobra.
Por un instante ese signo de mesura
nos hace olvidar la violencia del mundo.
Esto ha sido para nuestro poeta su satori, impresiones de esos grandes artistas, de sus intuiciones y emociones, de sus iluminaciones.
Saludo este libro enfáticamente
Guillermo Ibáñez