Inmortales por un rato; efímeros inmortales...
Vivimos como si no nos fuésemos a morir, ¿Cuál es la desmesura?
El infinito, que está antes y después, aloja instantes no siempre inquietos. La medida, la mesura, llegan con el tiempo, también se van.
Simultáneamente en el tiempo y fuera del tiempo; antes, después, luego, entonces.
De todas maneras el reloj existe y el tiempo pasa y no pasa. Vivimos entretiempos. Cuando chicos queremos ser grandes. Cuando grandes nos creemos jóvenes. Tenemos muchas edades.
Sometidos a esa flecha que se nombra destino, en ocasiones, fatalidad – hablamos de vida, valiosa e incierta medida-;
sometidos al modesto eterno retorno de las estaciones – circularidad que hacemos lineal al medirla en años-;
sometidos al instante -esa fugacidad en la que me sucede lo que me sucede- medida que se esfuma, como el sueño.
En ocasiones ausencia es nada; pérdida, jamás; separación, nadie; nostalgia, nunca.
Nunca, nadie, nada ¿reversos de inmortal?
Jorge Rodríguez
Septiembre 2004