El estudio arrojó que más del 20% de las pastillas de sildenafil son usadas por menores de 20 años, una población que -a priori- no tiene ningún problema de erección. Este uso irresponsable e irracional de un medicamento puede generar problemas de esterilidad dentro de diez, quince años, porque la estimulación recurrente de la erección con estas drogas deteriora la calidad del esperma.
Marcelo Peretta, vicepresidente del Colegio de Farmacéuticos de Capital.
Eros y juventud
El nanosegundo es la última manera de medir y producir el tiempo -se trata de la millonésima parte de un segundo y es la medida de tiempo en que trabajan las máquinas de comunicar- los humanos estamos afectados por la misma en nuestra manera de ser, pensar y sentir, impone pautas a nuestras vidas. En ese ritmo que el capitalismo impuso para sus propios fines, como ocurrió antes con la línea fordista, se establece la hiperconectividad permanente por vía de celulares, Iphone, etc., y la cultura de la imagen nos satura con sus propuestas consumistas[1] [2].
En esta combinación de velocidad y saturación de imágenes[3] se vienen acortando las etapas evolutivas de la infancia y se generan nuevas condiciones culturales y subjetivas para el pasaje a la adolescencia, lo que produce hechos relevantes:
A) La vida erótica no está exenta de las maneras en que el tiempo nos marca el paso y deja sus huellas en la subjetividad.
B) Hace ya mucho que la virginidad de la mujer como valor ha desaparecido.
C) La masturbación es reconocidamente practicada por los dos sexos, se derrumbó el mito de que era sólo un asunto de los varones.
D) Los jóvenes tienen mayor cantidad de intercambios amorosos que antaño.
E) Las imágenes sexuales predominan en las pantallas y redes sociales.
F) La pornografía es lo que más consume por internet, hay una relación de tres entradas a páginas porno por un ingreso a páginas culturales.
G) La iniciación sexual es cada vez más temprana.
H) Hay un grupo de jóvenes que no pueden tener relaciones sexuales si no toman sildenafil, la droga se impone en la experiencia amorosa.
I) Pese a que la extimidad[4] predomina en las redes sociales (se muestran infinitas relaciones sexuales) tomar viagra se oculta.
Droga recreativa
El tiempo nanosegundo funciona como un imperativo que urge el adelantamiento del proceso psicosexual de pasaje de la niñez a la adolescencia. Hay jóvenes que, urgidos por quemar etapas, tratan de resolver sus inseguridades en el intercambio amoroso recurriendo a la ingesta de viagra. Acto que realizan en secreto sin tener la más mínima percepción de cómo comienzan a hipotecar su desarrollo amoroso.
Quien la consume niega, pese a la cantidad de advertencias que leyó en internet, la serie de problemas que pueden surgir a futuro, le alcanza con la ilusión de un alto rendimiento sexual. Estos jóvenes racionalizan la toma como parte de su diversión de fin de semana. Al viagra se le va a atribuir la erección y la duración del coito, se convierte así en la base de la felicidad varonil.
Modelos identificatorios
Dado el aumento en la cantidad de jóvenes que toman la pastilla azul -algo que va en aumento- es lícito preguntarse ¿cuáles son modelos identificatorios en los que se miran? Podemos aportar trazos generales de los mismos.
El primero de ellos son los ídolos deportivos de alta competencia que rompen récords, otro es el de los deportes extremos donde parece no haber límites, el tercero: la pornografía. El cuarto es la medicalización: han crecido viendo cómo las familias recurren a las pastillas para cualquier problema[5].
En los tres primeros casos mencionados existen sobradas evidencia de la ingesta de drogas prohibidas (la eritropoyetina que crea glóbulos rojos, efedrina, metanfetamina, esteroides anabolizantes, cocaína, diuréticos, transfusiones de sangre, etc.[6]). Sin ellas esas fabulosas resistencias humanas no se podrían lograr. Aúna este conjunto de modelos uno más abarcador: el de los winners y los losers que suelda las ilusiones de los varones para ir en busca de grandes hazañas, los obstáculos se vivirán como fracasos estrepitosos imposibles de soportar.
Los jóvenes que usan viagra, ansiosos por lograr plus marcas en el sexo, parecen tomar allí sus modelos de identificación sin poder revisar las consecuencias de los mismos.
Esta forma de asumir la sexualidad:
A) Está centrada en la genitalidad del varón.
B) Reproduce una versión siniestra de la libertad sexual de las mujeres.
C) Promueve la sexualidad como un deporte extremo.
D) El objetivo del varón es el alto rendimiento.
E) la sexualidad deviene en una mercancía que debe ser consumida compulsivamente. Acorde con el modelo cultural consumista.
F) El encuentro/desencuentro amoroso predominante es el “Touch and go”.
Detector de mentiras
El problema se detecta en la guardia de algún hospital por el efecto peligroso de la ingesta de un coctel que incluye alcohol, drogas y viagra. Es allí donde son ingresados -un viernes o un sábado de madrugada- con un cuadro de intoxicación serio muchos jóvenes que toman viagra. Sorpresivamente lo que comenzó como un juego termina en un episodio de intoxicación grave. De todo esto se entera la familia por boca del médico cuando llega presurosa a la guardia donde le muchacho está internado.
Esa ingesta secreta del viagra -que apareció como una llave de Mandala para resolver con gran éxito el ingreso a la genitalidad- lo ha convertido al joven en esclavo de la misma. Se descubre así que se instauró la dependencia psicológica al fármaco.
Así el amor y la genitalidad -aspectos importantísimos en la tarea de constituirse como adulto, que deben resolverse en la adolescencia[7]- se hipotecan y la compulsión a la toma de viagra va impidiendo un desarrollo que aúne sensibilidad, ternura y potencia. Se obtura de esta manera el trabajo psíquico de la apropiación de la genitalidad, se busca un atajo para evitar angustias e incertidumbres. Ansiosos por pertenecer al mundo adulto -dos de cada diez jóvenes- han evitado transitar los caminos de descubrimiento de su erotismo.
La dictadura del nanosegundo impone un ingreso rápido a la genitalidad. Los procesos de descubrimiento del erotismo son reemplazados por el intento de transformar el encuentro de los cuerpos en un deporte donde se debe lograr un alto rendimiento sexual.
No aceptan reconocerse como aprendices, llevados por el modelo capitalista hegemónico quieren ser campeones de Roland Garros sin haber aprendido a jugar al tenis. Tentados por el paradigma de los winners, temiendo caer en el siniestro lugar de los losers no aceptan la posibilidad de hacer el tránsito como parte un largo proceso de descubrimientos que va incluyendo diversas etapas.
Veamos un ejemplo: la pareja puede haberse encontrado en un boliche, tuvieron a su alcance estas variantes: alcohol, cocaína, marihuana, euforizantes tipo Red Bull, éxtasis, etc. Si existieron algunos de estos consumos como parte de su diversión ninguno le garantizará al muchacho la erección, por el contrario puede que la dificulten. Allí comienza el recurso del viagra.
Llegados a la cama la toma del sildenafil será -con muy pocas excepciones- solo conocida por el joven devenido en un estereotipo: “El Macho”. La muchacha será excluida de la información dado que parte de la ingesta es contra la imagen temida de la persona con quién “El Macho” comparte la cama. El varón, constituido el viagra en la poción mágica de Asterix, tiene un objetivo claro: lograr un altísimo rendimiento sexual.
Reedición de un mito
Los varones que así sostienen su erotismo no se dan cuenta que están sometidos a un viejo mito: ven a las muchachas como devoradoras de hombres, con una energía sexual inagotable. Vemos así cómo la libertad femenina se vuelve, para estos jóvenes, en una amenaza que no saben resolver. En su dramática interna es Sansón yendo a la cama con Dalila, prostituta y astuta espía, para amanecer siempre con su potencia cortada.
La libertad sexual de la mujer no ha tranquilizado a estos varones, muy por el contrario podemos inferir que el inicio de la toma de viagra tiene su base en esta imagen de la mujer como peligrosa, amenazante. Lejos están de aceptar la enorme potencialidad de la libertad compartida de mujeres y varones.
Ante tal panorama, sin poder poner en cuestión esta fantasía donde las mujeres son amazonas, los jóvenes se preparan para las grandes ligas donde el pene debe estar enhiesto todo el tiempo y se debe retardar la eyaculación lo máximo posible. Algunos creen que es necesario mantener la erección aún después de la eyaculación, seguir en el coito sin registrar los límites personales. Se proponen una erección que merezca entrar en el libro Guinness de los récords.
Todo comenzó con la no aceptación del proceso necesario para la maduración psicosexual, sumó en el camino una versión temida de la mujer y se convierte en motivo para la alta competencia que creen exige su compañera sexual. Muchas preguntas sobre la violencia de los varones hacia las muchachas en boliches (Ellas captan esto al decir -una frase de moda- cuando un joven se aproxima con intenciones de levante: “Me tiró un palo”) debe comprenderse desde estas fantasías masculinas y de la ambivalencia que este aprouch produce en las adolescentes.
Se acabó el juego
Si el supuesto juego se repite cada sábado y la pastilla funciona como garantía de la felicidad, los jóvenes consumidores de viagra necesitarán el dopaje para sostener la alta competencia. La experiencia amorosa queda gobernada por la adicción.
Se han convertido en adictos al viagra, ya no se trata de implementar un juguete sexual, compartido entre ambos para nuevos descubrimientos, es la compulsión repetitiva la que va a ir ganando terreno.
No hay duda de que detrás de la resolución medicamentosa de la sexualidad se hacen presentes terrores masculinos muy antiguos que sólo se pueden resolver atravesando las ordalías amorosas que permitan ir descubriendo las potencias y las limitaciones de cada varón. Las que, de ninguna manera, se resuelven de una y vez y para siempre. Este tiempo de incertidumbre y experiencias es donde se van organizando y consolidando las características y los gustos sexuales de cada uno, un proceso de soldadura entre el cuerpo del joven y su desarrollo amoroso. La compulsión al viagra evita todo esto.
El camino de la pastilla mágica (no olvidar nunca que es un producto realizado por los laboratorios de especialidades medicinales con el objetivo de resolver la disfunción eréctil, que requiere un diagnóstico diferencial preciso dado que puede deberse tanto a cuestiones orgánicas como psicológicas: depresión, diabetes, obesidad, hipertensión, inhibición sexual, por ejemplo) al ser secreto y del que se obtiene un resultado idealizado de la experiencia sexual construye una sexualidad transgénica que se sustenta en el viagra.
Nos encontramos con que el viagra, en los jóvenes, parece un “Llame Ya” de la felicidad masculina. Cuestión que falsea la base de todo este asunto dado que el miedo al fracaso está dominando la experiencia amorosa y lo lleva al joven a la dependencia del fármaco. Así, los jóvenes consumidores compulsivos de viagra, realizan una huida hacia delante del largo proceso de internalizar la experiencia amorosa.
Una consecuencia no admitida es el proceso de alejamiento y comprensión de las mujeres dado que no lo unirá a ellas el amor sino cierto espanto hacia esa supuesta máquina insaciable de hacer el amor que les demanda sin cesar. No existirá allí la menor comprensión sobre cómo son las emociones amorosas de las muchachas dado que, desde el inicio, tienen el rótulo de amazonas sexuales implacables. Siendo esto una fuente muy actual de las violencias masculinas hacia las mujeres.
Todo esto es parte de los valores culturales predominantes de los winners y los losers: ser exitosos y resolver los problemas en forma instantánea por vía de una medicación es parte del combo cultural predominante en el capitalismo tardío.
Sexualidad Transgénica
Como toda mercancía debe cumplir con su destino de circulación: por eso se puede conseguir en kioscos, delivery por internet, estaciones de servicio, boliches, farmacias, etc. Hay también un denominado viagra chino que se ofrece como una variante natural del viagra. Por supuesto el viagra debería venderse con receta en los únicos lugares específicos: las farmacias, nada más alejado de la realidad. Tomada como droga recreativa es necesario que escape de ese circuito. Es conocido “el pack de la felicidad” que aúna viagra, éxtasis y preservativos que se vende en lugares como los mencionados, especialmente cerca de los boliches bailables. Dentro de esta circulación también se producen pastillas falsas que no se saben qué contienen.
La sexualidad transgénica que se va desplegando en el mundo juvenil condensa en sí misma varias situaciones:
A) Una medicación para la disfunción eréctil pasó a ser una droga recreativa en los adolescentes.
B) Hay una la lógica de mercado, fomentada en secreto por los laboratorios, que ha transformado los medicamentos en mercancías de venta libre.
C) En el “Llame Ya” sexual adolescente, la pastilla se cree garantía del éxito rápido. Apoya la creencia masculina que da importancia al rendimiento sexual por encima de cualquier contacto amoroso más profundo.
D) Puede dejar secuelas serias a largo plazo, entre ellas esterilidad.
Por eso podemos pensar en sexualidad transgénica al modo de las semillas de Monsanto. Que vale la pena recordar son producidas en el laboratorio y son híbridos, estériles, es decir condena al productor a comprar semillas cada vez que siembra. No puede acumular semillas para la próxima siembra.
El viagra contamina la subjetividad del joven a largo plazo, lo empobrece y lo lleva hacia al anhelo de solucionar con medicamentos los asuntos humanos. Ya vivimos esto con el Prozac -a la que se la denominó pastilla de la felicidad- sin duda como parte oculta de la campaña de marketing de su fabricante. La consecuencia: los antidepresivos se consumen masivamente.
Hoy la búsqueda de una sexualidad extraordinaria y sin límites ha logrado volcar a muchos jóvenes, compelidos a sentirse winners, al uso del sildenafil. Impiden así los desarrollos amorosos que, en lugar de resolver los temores, los agiganta con el correr del tiempo. El proceso psicosexual necesario de pasaje a la genitalidad queda quebrado por la ilusión del alto rendimiento.
César Hazaki
Psicoanalista
cesar.hazaki [at] topia.com.ar
[2] Hazaki, César, “Habemus Nanosegundo” en revista Topía Nro. 64, abril 2012.
[3] Hazaki, César, “Atados a la latencia”, en El Cuerpo Mediático, Editorial Topía, Bs. As., 2010.
[4] Hazaki, César, El cuerpo Mediático, Editorial Topía, Bs. As., 2010.
[5] Carpintero, Enrique, “Editorial: Un síntoma de época: La medicalización de los niños”, en ese mismo número. Su lectura es imprescindible en este punto que señalamos.
[6] Debemos estos aportes a Fabio Sapetti.
[7] Agradecemos las sugerencias de los compañeros del Consejo de Redacción.