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Muchos gobernantes confunden su expectativa de votos con un cheque en blanco

 
Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México)

Mario Hernandez (MH): Recién comentábamos fuera del aire la situación de Brasil que por lo menos a mí me tomó de sorpresa.

Guillermo Almeyra (GA): Yo creo que el problema es que muchos gobernantes confunden su cantidad e incluso la expectativa de votos, por ejemplo, Dilma tiene 75% de aprobación en estos momentos, con un apoyo irrestricto, con un cheque en blanco. Y no es así.

La sociedad es compleja, hay diversos sectores, clases en conflicto y, además, incluso los que los votaron por determinadas condiciones pueden estar totalmente en desacuerdo con medidas que consideran fundamentales. Es lo que le pasó a García Linera cuando Evo estaba fuera de Bolivia con el “gasolinazo”. Cuando lo decretó se levantó Bolivia y Evo tuvo que volver, parar la medida y dar marcha atrás a toda velocidad.

En Brasil ha pasado lo mismo. El PT ganó en San Pablo y en base al triunfo electoral y con la intención de poner en orden las finanzas espantosas que había recibido tomó una medida como el aumento del transporte y estalló una buena parte de la población, sobre todo porque la situación de Brasil no es de prosperidad.

Brasil está decreciendo su producto bruto interno porque el crecimiento de la población es mayor que el de la economía. Cada vez le toca menos a cada brasilero. Hay una situación que se siente como difícil, una inseguridad y, una medida inconsulta, sin discusión ni preparación, irrita muchísimo y moviliza.

 

MH: Hace un par de semanas abordábamos el caso de Turquía donde continúan las movilizaciones que tuvieron origen en un problema vinculado al espacio público que después deriva en los grandes enfrentamientos que ya llevan casi 20 días. En Grecia, frente al cierre de la televisora estatal se vivieron situaciones parecidas. ¿Cómo podríamos dar una vuelta de tuerca más allá del “cheque en blanco”? Porque en el caso de Gracia no podríamos hablar de un gobierno con apoyo popular. Tal vez en el caso de Erdogan que ganó las últimas elecciones con un apoyo importante. Los hechos que provocan estas movilizaciones antigubernamentales parecen poco significativos, en Brasil fue el aumento del transporte en U$S 0.10.

 

GA: Hay medidas que son simbólicas. Estaba pensando en el reciente descarrilamiento en Castelar (Argentina) que muestra cuál es el nivel de la política sobre los ferrocarriles, la concepción sobre los servicios públicos.

La adopción de una medida o un incidente es sentida como una afrenta, lo que no sucede con otras medidas más graves. El problema es que hay una muy vasta capa de la población, particularmente los sectores medios, que no creen en los partidos políticos, que no esperan del Estado y que simplemente simpatizan o no con tal o cual medida. En cuanto el Estado -del cual creen y dependen los sectores más pobres, porque el apoyo a Lula y Dilma viene de los que están esperando la Bolsa Familia y ese tipo de ayuda- los afrenta, lo que los afecta a ellos en forma individual porque no piensan colectivamente, no cumple con lo que les prometió verbalmente y estallan.

En Brasil no hay una tradición de organización política y de manifestaciones, sino de estallidos ante medidas antipopulares. Estoy es así desde los años 50. Se suman a esas reacciones populares sectores que no lo son, pero que evidentemente recogen la bronca de una parte de la población. Después se van sumando otros sectores, por ejemplo, los que quieren desestabilizar al gobierno, los que tienen otro tipo de reivindicaciones. Es el caso de Turquía que empezó como una protesta democrática y ecológica y se sumaron los kurdos que tienen el problema de la independencia y la liberación nacional, los laicos que están en contra de la islamización del estado y del autoritarismo de Erdogan, los sectores comerciales que temen que la represión y la islamización los aleje más de la Unión Europea donde quieren entrar, y entonces van agregándose otras capas.

 

MH: Quedate en esa zona porque Irán tiene un nuevo gobierno.

 

GA: Que también está más cerca del Bazar, es decir, de los grandes comerciantes exportadores. Hay que recordar que Irán desde siempre ha sido un país con un fuerte sector comercial, muy fuerte, que primero apoyaba al Sha, después a la revolución de los mullahs, más o menos a regañadientes, pero la apoyó. Este sector necesita “normalizar” la política internacional, la tensión con los países que son desde siempre grandes inversionistas en Irán, Francia y Alemania, en particular.

 

MH: ¿Cómo vincular esto que estás diciendo con la información que ha circulado en los últimos días que 4000 Guardianes de la Revolución irán a combatir junto al gobierno sirio?

 

GA: El conflicto sirio es complicado porque también es un enfrentamiento entre alhauitas como Assad, de un Islam más o menos cercano a los chiítas, drusos, de minorías islamitas o cercanos a él y los sunnitas que están apoyados por Arabia Saudita y Qatar.

En esta pelea que es histórica y también afectó en su momento a Irak, Irán es solidario con los que tienen posiciones parecidas a las suyas como Hizbolá de Líbano. Ahí no hay un conflicto de fronteras sino de posiciones políticas y antiimperialistas.

 

En Siria se enfrentan grandes tendencias sociales que asumen formas religiosas

 

MH: Hizbolá que ha intervenido militarmente y fue decisivo en los últimos triunfos del Ejército sirio.

 

GA: De la misma manera que los sirios intervinieron a favor de Hizbolá en la lucha contra Israel. Hizbolá derrotó a los israelíes y se tuvieron que retirar del Líbano.

Las fronteras y los Estados no existen, entre otras cosas porque son artificiales ya que fueron creados por los ingleses y franceses. Son grandes tendencias que se enfrentan, que asumen la forma cultural/religiosa pero en realidad son sociales. No es anormal ver alianzas entre sunnitas y sectores más ortodoxos y conservadores como los cristianos maronitas de la Falange fascista en Líbano y, del otro lado, alianzas entre los alhauitas, de los cuales los Assad son capos tribales y étnicos, e Irán que es la gran potencia chiíta. También vemos la intervención de este país en Afganistán apoyando a los sectores chiítas que son absolutamente minoritarios en ese país.

 

MH: ¡Qué lección de democracia que dio Irán frente a EE. UU.! Al margen de la cantidad de candidatos, un 72% de la población votó en ese país cuando en EE. UU. no llega al 50%.

 

GA: Eso es absolutamente cierto, también lo fue que los candidatos fueron pre-seleccionados por Khamenei. Entre los caballos del comisario podés votar al que te conviene más, de todas maneras la gente, con buen criterio, eligió a uno que es un hombre para la conciliación aunque EE. UU. y Occidente se equivocan porque no lo es a cualquier precio.

Es más conciliador, pero dentro de unos márgenes bien claritos, fijados por el conjunto del régimen.

 

 

 
Articulo publicado en
Agosto / 2013