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La gripe aviar según Hitchcock

 

Cathy- ¿Por qué están tratando de matar a la gente?
Mitch- Ojalá lo supiera.
(del film Los Pájaros)

 

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Leo en los diarios locales e internacionales, en diferentes sitios de Internet; escucho y veo en la radio y la televisión: “La gripe aviar se expande en África y Europa. La gripe aviar causa tres muertes en Turquía. Esta semana, la psicosis en Europa por la expansión del virus creció tras la muerte de un gato infectado. ¡Gripe Aviar, riesgo de pandemia! China confirma la primera víctima humana. El foco del virus en una granja de Francia pone en riesgo una industria millonaria: más de 40 países frenan las importaciones. La Argentina no estaría preparada para afrontar una epidemia de este tipo”… “Los expertos ya no dudan en calificar el virus de la gripe aviar, el denominado H5N1, como uno de los más peligrosos que circula actualmente". Se proyecta que unas 140 millones de personas pueden morir por este mal… El contacto directo o indirecto de las aves domésticas con las aves acuáticas migratorias salvajes es una causa frecuente de epidemias. La alimentación “impertinente” (como en el caso de la “vaca loca”) que el hombre, mejor dicho el sistema capitalista, de consumo desmedido y esencialmente destructivo, a la que fueron sometidas desde hace ya muchos años las aves comestibles, y los mercados de animales vivos, son los eslabones más importantes en la causa y posterior propagación de la epidemia… Otros datos a tener en cuenta son, que la cantidad incalculable de pájaros, hace que el control de las migraciones, sea casi imposible”. El impacto provocado por la “lectura” de estas informaciones causó en mí dos reacciones aparentemente opuestas, pero en esencia, complementarias frente al miedo, la angustia, y “ese inquietante” sentido de precariedad, que termina alterando y destruyendo una atmósfera “normal” y cotidiana: memorizar y olvidar. O mejor dicho, memorizar para olvidar. La reacción fue casi inmediata, ante las demoledoras y apocalípticas noticias de la actualidad (lo real), el recuerdo del clásico film Los pájaros (1963) de Alfred Hitchcock (lo posible que supera lo real), la contemporaneidad de algunas obras de arte. Y luego “ya más tranquilo”, el ejercicio más “racional” de las relaciones, las comparaciones y reflexiones críticas que intenté plasmar en este artículo. En realidad la gripe aviar terminó siendo un pre-texto, para re-visar las interpretaciones, y descalificaciones que se hicieron a propósito de este film. A mi entender, uno de los mejores y vigentes dentro de la producción de este genial artista. Su poder anticipatorio y su vigencia, merecen un recordatorio. Y quizás, incluso, esta “mirada al sesgo”, sugerida como estrategia de análisis por Walter Benjamin, sobre el film de A.H., termine arrojando “cierta luz” sobre la problemática de la gripe aviaria. En este sentido, y como ejemplo de aplicación del procedimiento, es recomendable la lectura del libro Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitchcock (una serie de artículos de distintos autores, compilados por Slavoj Zizek).
Todo parece indicar, al volver a mirar el film Los pájaros, que un misterioso mecanismo de creación aplicable tanto a la ciencia como al arte nace de la correspondencia de dos fenómenos en apariencia inconexos; y cuanto más inconexa aparece la asociación, más imaginación hace falta para des-cubrir una afinidad oculta, y más autónoma resulta la creación. En este sentido y recordando la frase de Picasso, Hitchcock en Los pájaros, no busca, encuentra. Y esto creo, es lo que deslumbra de la obra de A.H. (films como Psicosis o Vértigo): la capacidad de establecer asociaciones “insólitas” (poéticas). Conexiones “que no vienen a cuento”. Decía Alfred Jarry, ante lo insuperable de una obra maestra, no se produce imitación, sino transposición: el mecanismo de la asociación de ideas se desencadena, paralelamente a las asociaciones de ideas de la obra que, según una expresión deportiva muy apropiada aquí, sirve de entrenador. Tomemos pues, el film Los pájaros como entrenamiento de análisis.

 

Los pájaros y el virus de Hitchcock

A propósito de las ya legendarias críticas negativas dadas a conocer en el año del estreno de Los pájaros (1963), se hace necesario un análisis de lo que A.H. expresó en su creencia del “cine puro”, y del poder expresivo de las imágenes. El concepto es muy claramente apuntado por Truffaut en la introducción de su libro El cine según Hitchcock: cuando se observa la carrera de Hitchcock desde sus películas mudas inglesas hasta las películas en color de Hollywood, se encuentra la respuesta a algunas de las preguntas que todo cineasta debe plantearse, la primera y principal es: ¿cómo expresarse de una forma puramente visual?
De ahí que las críticas a las obras de A.H. no pueden caer en el error de reducirlo todo a un contenido netamente “literario”.Este film, entre otras cosas es un ejemplo de inversión de la ecuación general: de la literatura (amo-nivel jerárquico superior) al cine (esclavo-nivel inferior), ya que el texto literario de Dafne du Maurier, sobre el cual está basado el film, es totalmente irrelevante. Sin embargo, A.H. a través de un increíble manejo del lenguaje técnico-cinematográfico, logra uno de sus films más significativos, y por cierto, a partir de la cuestión de la gripe aviar, más vigente.
Si tomamos Vértigo, Psicosis, o más específicamente Los pájaros, encontramos un ejemplo inequívoco de lo que el director llama “cine puro”, en donde el espectador más que analizar intelectualmente, siente y vive la experiencia. Se transforma de mero espectador pasivo en actor del film. Y esto A.H. lo logra utilizando técnicas de filmación muy concretas, para producir: 1- sensaciones, reacciones inmediatas ante el estímulo imagen-sonido. 2- control de nuestros movimientos en relación a esas imágenes. El interés de A.H. parece residir más en la forma de realización (la resolución de problemas técnicos) que en la deducción de determinado tema o historia.
Utilizar los mismos parámetros críticos, para desear que las películas de Hitchcock fueran como las de Bergman o Fellini es caer en un absurdo, como negar la creación de las técnicas del suspenso al servicio de lo siniestro, que debería ser uno de los puntos más importantes del análisis de su obra. La técnica del suspenso, que consiste en esquivar, “suspender” con inteligencia, dilatar un desenlace, o la explicación definitiva sobre el origen del suceso, en cine se lo debemos a Hitchcock. Como comentó Deleuze:
Hitchcock aparece en la historia del cine como aquel que ya no concibe la constitución de un film en función de dos términos, el realizador y el film que se ha de hacer, sino de tres: el realizador, el film, y el público que debe entrar en él, o cuyas reacciones deben hacerse parte integrante del film. En el mismo sentido Truffaut decía, que el arte de crear suspense en A.H. es al mismo tiempo el de meter al público en el asunto haciéndolo participar activamente del film. O sea que la acción, la percepción, y la afección, estén encuadradas en el mismo tejido de relaciones.

 

Todo termina “pajarizándose”

La otra consideración importante, que hace a la vigencia, a su relación con el drama de la posible pandemia de la gripe de las aves; y que en este film se da más claramente que en otros, es su mecanismo de “gradación”, que se caracteriza por una fuerza-tensión en aumento, y que guarda relación con el peligro: en Los pájaros, se pasa del miedo a un objeto real, esos mismos pájaros familiares, conocidos e inofensivos, que se convierten en desconocidos (siniestros) por un incomprensible comportamiento: atacan y matan a los humanos. Al mismo tiempo este extraño comportamiento de los pájaros, va creciendo a medida que avanza el film. La espera de no saber cuándo van a volver a atacar, sumado al desconocimiento de por qué lo hacen deviene en angustia. Y la exposición sostenida al peligro real e incontrolable de los pájaros atacando, termina produciendo tal indefensión, que convertirá la angustia en terror, al comprobar que no hay más protección que la que se puede dar uno mismo, y que las fuerzas propias ya no alcanzan para frenar un peligro tan grande. Este mecanismo de gradación hitchcockniano, actúa como un verdadero virus (“el virus de Hitchcock”): contagia, muta y se expande a lo largo del film (que es lo mismo que decir a lo largo de todo el planeta). Recordemos como ejemplo, sólo algunas de sus escenas más impresionantes e impresionables: el primer ataque a Melanie sobre un paisaje tranquilo natural, primer indicio claro del aislamiento: una figura femenina diminuta e indefensa en medio de un gran espacio abierto. Luego el ataque masivo de los pájaros sobre la fiesta de los niños, carácter imprevisible de violenta agresión “aviaria” sobre víctimas inocentes: caos y desesperación. Después la secuencia del ataque de los pájaros desde el interior de una chimenea. Ya no hay seguridad, ni dentro de las casas: orfandad y angustia “in crescendo”. Ataque de los pájaros sobre un tranquilo y pequeño pueblo: primero sobre la escuela y luego, la memorable (por la maestría técnica desplegada) escena del incendio de la estación de servicio. Ataque a la cabina telefónica, convertida en jaula de vidrio para Melanie. Vista a su vez, desde un gran ventanal por los pobladores impotentes. Ataque al automóvil y luego a la casa. Ambos transformados en trampas. Sensación de futilidad y terror sin esperanza. Lucha y entrega de Melanie a los pájaros como una especie de consumación irremediable. Secuencia final: la ambigüedad de la última toma (¿apocalíptica?). ¿Volverán a atacar los pájaros? ¿Fin?
Sin embargo hay una unidad en la obra de A.H. que va más allá de la utilización de los recursos técnicos (la genialidad de sus travellings). No sólo en cuanto al tema recurrente de la culpa, sino al estilo, la mecánica, la postura moral. Y que según Alexander Astruc, pertenece al dominio de la ética: la clase de cuestión planteada es siempre, en definitiva, un dilema moral.
Si seguimos el consejo metodológico de Zizek, tomado a su vez del “juego” propuesto por Lacan, de considerar un film en el contexto de los films anteriores y posteriores dentro de la producción de A.H., o sea que “para tomar los films en serio, sólo podemos hacerlo tomándolos en serie. Notaremos entre otras cosas que hay “un mínimo común denominador” entre ellos: la presencia de una amenaza creciente en forma de pájaros. Por ejemplo, en Intriga internacional (1959) la famosa escena del ataque y persecución de Cary Grant por un avión-pájaro metálico y mecánico. Si tomamos Psicosis (1960), el cuarto de Anthony Perkins está repleto de pájaros embalsamados, como el cuerpo de su madre momificada. Y en Los pájaros (1963), todo se ha “pajarizado” y vuelto contra el hombre. Para Zizek hay una cierta progresión: de pájaro metafórico (avión), a pájaros metonímicos (disecados) hasta llegar a pájaros vivos y reales que atacan indiscriminadamente. Pero si tomamos otra serie de films (la relación que establece Cabrera Infante) “el mínimo común denominador” es otro: el cuchillo como arma para atacar y matar. Resultado de la relación: la progresión anterior se invierte totalmente (en esta serie se va de lo concreto y real a lo metafórico). Por ejemplo, en La llamada fatal (1953), la heroína mata por la espalda al villano con una tijera usada como un cuchillo. En La ventana indiscreta (1954), el descuartizamiento el asesino lo hace con un cuchillo de cocina. En El hombre equivocado (1957), la gorda de la carnicería se defiende del agresivo ladrón con un cuchillo de cortar salame. Cortina rasgada (1965) es la apoteosis del cuchillo. Psicosis (1960) es una “sinfonía de cuchillos dementes”. Y en Los pájaros (1963), el pico de las aves es “un cuchillo multiplicado”.

 

El con-texto no debe saturar al texto

Toda obra de arte nace, se nutre, y está relacionada con un contexto social, político e histórico determinado. Sin embargo dicho con-texto (lo que rodea y está con el texto) no debería saturar o ahogar al texto mismo. Las grandes obras de arte se re-actualizan y re-interpretan constantemente, esto hace que perduren en el tiempo, que sean contemporáneas, “ya que nunca terminan de decir lo que tienen que decir”, “persisten incluso allí donde la actualidad efímera se impone”. Y ante la tiranía de una estética globalizada, la recuperación y re-lectura del cine de autor, como en el caso de A.H., que incluso demostró autonomía dentro del marco insignificante impuesto por Hollywood, se hace más que necesario. ¿Qué hace que hoy, sigamos re-leyendo a Sófocles, Dante, Cervantes, Shakespeare, Freud, Marx? Incluso, su poder anticipatorio, su extraordinaria intuición, tan importante en el campo del arte y la ciencia (quizá la intuición sea eso: “un pensamiento que ha cometido exceso de velocidad”), quizás porque no trabajan con elementos coyunturales, sino con las leyes de funcionamiento de la sociedad, con ciertos núcleos básicos como la relación entre ficción y poder: que hace que un Kafka anticipe el nazismo, Borges (en el guión del film Invasión de Hugo Santiago) la desaparición y muerte sistemática de personas. Arlt las maneras perversas y corruptas de hacer política en la Argentina, la relación entre locura y dinero, entre conspiración y verdad. O esta nueva relación que podemos establecer entre la contemporaneidad de Los pájaros de A.H. y la actualidad de la gripe aviar. A propósito, el gran escritor y pensador marxista John Berger, plantea esta cuestión en “Contra la gran derrota del mundo”, artículo incluido en su libro de ensayo El tamaño de una bolsa: ... En la historia de la pintura encontramos a veces extraordinarias profecías. Estas profecías no fueron pensadas como tales por los pintores. Se diría que lo visible tiene sus propias pesadillas. Por ejemplo, El triunfo de la Muerte, de Brueghel, que fue pintado hacia 1560 y que hoy se conserva en el Museo del Prado, ya contiene una terrible profecía de los campos de exterminio nazis…Medio siglo antes de Brueghel, el Bosco pintó el tríptico de El jardín de las delicias, el panel derecho representa el Infierno. Y este Infierno se ha convertido en una extraña profecía del clima mental que la globalización y el nuevo orden económico han impuesto en el mundo…No tiene nada que ver con el simbolismo empleado en la pintura…Sino en lo que constituye el espacio del Infierno. Es un espacio sin horizonte. Tampoco hay continuidad entre las acciones, ni pausas, ni senderos, ni pautas, ni pasado, ni futuro. Sólo vemos el clamor de un presente desigual y fragmentario. Está lleno de sorpresas y sensaciones, pero no aparecen por ningún lado las consecuencias o los resultados de las mismas. Nada fluye libremente; sólo hay interrupciones. Lo que vemos es una especie de delirio espacial…Lo que profetizó El Bosco es la imagen del mundo que hoy nos transmiten los medios de comunicación, bajo el impacto de la globalización y su malvada necesidad de vender incesantemente.
Volviendo a Los pájaros de A.H., una de las preguntas obligadas de todo espectador es ¿qué significan los pájaros mismos y por qué atacan? Zizek recordando el clásico El cine de Hitchcock, de Robin Word, anota que éste sugiere tres interpretaciones posibles: la “cosmológica”, la “ecológica”, y la “familiar” (psicológica). La primera más relacionada con el milenarismo, el fin de los tiempos, los pájaros son enviados por Dios para castigar a la humanidad malvada. Lectura más bien religiosa, apoyada en la cosmovisión católica de A.H. La tercera, la “familiar o psicológica”, consiste en determinar que los pájaros expresan las tensiones entre los personajes, son criaturas de nuestro inconsciente, que despiertan para asustarnos, para inquietarnos, para penetrar y excavar nuestra vanidad y nuestras ideas arraigadas y producir un cambio en nuestra posición rígida ante la vida. O bien corporizan el conflicto triangular entre un superyó materno, posesivo que altera e impide la relación “normal” entre su hijo Mitch y su novia Melanie, ante la ausencia de la figura paterna. Y por último la lectura “ecológica”, yo diría la más contemporánea, la re-actualizada a partir del fenómeno puntual de la gripe aviar, y que dio origen a este artículo. En esta lectura los pájaros serían una respuesta de la naturaleza (como lo fue en otra época Moby Dick, anticipo de la indiscriminada matanza y extermino de ballenas por parte de la industria) explotada y arrasada. Una especie de alerta o rebelión contra la explotación desmedida por parte de un sistema “locamente” consumista y autodestructivo. Lo interesante del film, es que esta respuesta está dada por seres pequeños, domésticos e “insignificantes”. Y no por un monstruo gigante de varias cabezas. Ni por una amenaza extra-terrestre, ni por una guerra nuclear, un maremoto o terremoto. Sino por seres casi “invisibles”, como el virus microscópico de la gripe aviar. Incluso A.H. seleccionó de entre las distintas especies para el ataque, especies conocidas por su carácter no agresivo: gaviotas, gorriones y cuervos. Al respecto le contesta A.H. a Truffaut: No hubiera rodado el film si se hubiera tratado de buitres o pájaros de presa; lo que me agradó es que se trataba de pájaros corrientes, pájaros de todos los días ¿Comprende este estado de ánimo? A lo que Truffaut contestó: tanto más cuanto que está basado, de nuevo, en su principio de partir de lo más pequeño para ir a lo más grande. Ahora bien más allá de lo que significan o por qué atacan los pájaros, lo verdaderamente importante es lo que producen en las relaciones humanas, egoísmo individualista y/o solidaridad colectiva, ante el inquietante sentido de precariedad, de imprevisibilidad, fragilidad e inestabilidad que no podemos ignorar ni eludir. Entonces, en Los pájaros, lo que se está juzgando es el valor de la vida misma, no sólo de los hombres, sino la vida de todo el planeta. Remarcada incluso en la ambigüedad dramática de la última toma.
Discernir las diferencias, pero también las coincidencias entre lo que infundía miedo a esos personajes y espectadores en la década del 60, o incluso mucho antes, y lo que nosotros tememos nos puede permitir encarar, a través de esta re-lectura del film Los pájaros, con mayor lucidez los peligros de hoy.
Me gustaría terminar este artículo, con una asociación-digresión, a partir de la lectura de un texto de Giorgio Agamben (Profanaciones) en relación a un tema recurrente y central dentro de la filmografía de Hitchcock: la culpa. Y que creo, se lo puede relacionar con la lectura “ecologista” del film. Su correspondencia con la gripe aviar, con sus causas, y con lo que Hitchcock anticipó (aún sin proponérselo, como en el caso de El Bosco, citado por Berger) en cuanto a la esencia destructiva de este sistema: El capitalismo como religión, es el título de uno de los más penetrantes fragmentos póstumos de Benjamín. Según Benjamín, el culto capitalista no está dirigido a la redención ni a la expiación de una culpa, sino a la culpa misma. “El capitalismo es quizás el único caso de un culto no expiatorio, sino culpabilizante”…Precisamente porque tiende con todas sus fuerzas no a la redención, sino a la culpa; no a la esperanza, sino a la desesperación, el capitalismo como religión no mira a la transformación del mundo, sino a su destrucción. Y su dominio es en nuestro tiempo total.

Héctor J. Freire
Escritor
hector.freire [at] topia.com.ar
 

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Articulo publicado en
Abril / 2006