Gays tras bambalinas | Topía

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Gays tras bambalinas

 
Historia de belleza, pasiones e identidades

De géneros y etnia

La sociedad zapoteca agrega otro rasgo peculiar a su organización dicotómica: no parece existir estigma y marginación social del homosexual que en zapoteco es llamado muxe . Al contrario parece haber una aceptación e integración del muxe en la organización genérica de la sociedad y en el universo cultural étnico poco usuales en nuestra sociedad occidental. Dice Macario Matus, escritor zapoteco: "En Juchitán la homosexualidad se toma como una gracia y una virtud que proviene de la naturaleza" .

En efecto al muxe lo encontramos desempeñando funciones socialmente reconocidas y prestigiadas tanto en la familia como en el ámbito público y comunitario, desde el sistema festivo a la representatividad política, a la reproducción de algunos elementos culturales importantes para la transmisión de identidad del grupo: ellos son los artesanos que diseñan y bordan los trajes regionales, que confeccionan y elaboran los adornos de las fiestas y los carros alegóricos para los desfiles de las Velas, los coreógrafos que se encargan de inventar y dirigir los bailes en boga en los quince años y los aniversarios. Pueden ocupar un puesto de jerarquía y tradicional como mayordomos, brujos o curandero. Más recientemente, con el acceso a centros de estudios superiores, se han formado como profesionistas e intelectuales, ocupando también puestos de responsabilidad política. Sus actividades y funciones se despliegan, entonces, en espacios sociales y religiosos de ambos sexos. Su visibilidad y presencia se percibe como un estatus de privilegio, si lo comparamos a la mayoría de las situaciones conocidas en México. La sociedad se articula entonces en torno a tres elementos: las mujeres, los hombres y los muxe. Si bien existe también la homosexualidad femenina, sin embargo, la lesbiana (nguiú en zapoteco, o la marimacha, como le dicen con una connotación despectiva que no tiene la palabra muxe) no tiene la presencia y el estatus social del muxe. Lo que denota que no deja de ser una sociedad heterosexista, aunque presenta una menor homofobia respecto al modelo mestizo.
¿Qué pasa con los muxe, entonces?. Y para empezar: ¿muxe? ¿Qué es esta "raza" desconocida? ¿Cómo viven, qué hacen, qué dicen? Es más ¿cómo se conforma la "muxeidad"?, ¿Es verdadera y en qué consiste la integración social del muxe, que ostentan los juchitecos en sus discursos?, Si es así, entonces ¿qué espacios sociales ocupan?, ¿Qué tiene que ver la vida de los muxe con la etnicidad y la modernidad? A continuación surgen inmediatamente otras preguntas de orden metodológico ¿por dónde empezar? ¿Qué buscar? ¿Con qué parámetros hacerlo?.
El desenlace del thriller antropológico es esta primera aproximación que presento aquí, cuyas referencias a la literatura existente son pocas, ya que todo lo que describo y sostengo en este capítulo es producto casi únicamente de mi observación directa y de la interpretación que le he ido dando a lo largo de mi convivencia con la comunidad.

La ocasión
Kike y yo llegamos a Huatulco hacia el atardecer de un sábado de finales de julio de 1995, recibidos por el perfume del mar y de las flores. Motivo del viaje era la celebración de Miss Huatulco Gay, certamen de belleza inventado, organizado y celebrado, a partir del 1993, por un grupo de amigos, originarios de Juchitán, que viven en Huatulco. En la competencia participarían las representantes de las nueve bahías de Huatulco, entre las cuales se iba a escoger una ganadora, un segundo y tercer lugar, después del "tradicional" desfile en traje de baño, traje regional y vestido de gala. Todo rociado de cervezas y cumbias, ya que seguiría un gran baile popular; como entremés e intermedio, un show trasvesti, es decir la interpretación en play back de parte de una vestida, Rocío, de las canciones de Rocío Durcal y Marta Sánchez. Como premio: una cantidad de dinero a cada ganadora, pero sobre todo el reconocimiento público de su femineidad. Miro, el estilista más cotizado entre las mujeres de la alta sociedad de Juchitán (y de unas cuantas de la baja), no participaría en el certamen pero sí en la fiesta, en calidad de "embajadora" de Juchitán.
Llegamos derechito a casa de los organizadores: Pepi, Rocío y Luís, alias ‘La Teca’. Pepi es originario de Veracruz, de una edad indefinida entre los veinticinco y cuarenta años, guapo, un poco afeminado en los movimientos, amable, tiene su negocio de estilista en la zona hotelera, un salón decorado con un estilo entre el pop y el punk, fruto de sus fantasías y de su ingenio para abaratar los costos. Rocío es una vestida de 17 años, muy bonita, muy femenina en su forma de ser, que aparenta mucha más experiencia que sus años. Luís es un hombre alrededor de los cuarenta, “macho” o menos, con una boca sensual e instintivamente abierta a la risa, inteligente, ocurrente y cantinflesco en su forma de hablar, en perenne búsqueda de trabajo que “afortunadamente” nunca aparece, y quien trató de poner un bar gay que no tuvo éxito comercial a pesar de la afluencia de clientes. Todo esto me lo contó Kike durante el viaje. Nuestro arribo fue aplaudido y celebrado por los que estaban en la casa, Pepi, Rocío y Manuela, jovencito/a belleza participante. Mi llegada no era ni anunciada ni esperada; había visto a Pepi y a Luís en una sola ocasión, años atrás, y conocido a Rocío unas semanas antes cuando presentó su show en una discoteca de Juchitán. Me recibieron muy atentos, a pesar de estar en una actividad frenética. Kike, emocionado y febril, anunció que ‘se vestiría’ (de mujer) para la ocasión.
A partir de ese momento me encuentro instalada en la total "putería" y "jotería", entre "locas" y "perras" para los amigos, pero gay para el mundo, - instalada en el juego de las locas, nada me parece más divertido, estimulante y sensual.

El rito
Después de una media hora, cuyos sucesos no podría describir por ser muchos y muy rápidos, inició el rito de la transformación de los hombres en mujeres: el maquillaje, la preparación y la estética del cuerpo y de los movimientos. Pepi, quien en este momento decidió participar en el show, y Rocío tenían que convertirse en lo más parecido a los personajes de la farándula, a quienes iban a interpretar con todo y sus mitos.
Entonces descubrí que esto comporta toda una parafernalia de objetos, trucos, tiempos, angustias y tensiones: la tintura de los cabellos, los que la necesitan; una ducha larga, larguísima, para depilarse cuidadosamente; la maquillada minuciosa de más de dos horas; el planchado y el zurcido de última hora; un ir y venir de bilet, cremas, polvos, pinceles, plumas, correctores de ojos, rubores, chismes, cerveza y cigarrillos de mariguana. Pepi, estilista de profesión, derrama a cada cual sugerencias oportunas: "mana, ponte la sombra de aquí para allá, para alargar tu cara", "ponte blanco para agrandar tus ojos", "delinea los labios con esto, así la boca se te ve más sensual", "Ay perra, flacas se ven tus caderas, mira! Ponte algo, ¡ni gracia contigo!". Y ahí van las locas, engordando nalgas y piernas con "trucos" de hule espuma moldeado. Sin embargo, para hacer piernas pueden bastar dos o tres pantimedias gruesas, de aquellas brillositas que aprietan. También los pechos son de hule espuma, ya confeccionados con todo y pezón. Pero si falta, un brassière acolchonado y con un grumo de trapos o un calcetín en las copas puede triunfalmente ilusionar; para rematar y resaltar la separación de los senos: dos pinceladas de fard oscuro en el escote. Lo más gracioso es el truco para respingar la nariz. Existen unos aparatos específicos pero nunca los he visto; sin embargo, a falta de estas sofisticaciones capitalistas y urbanas, el palillo de la paleta "tutsi pop" resuelve el problema. Se corta a la medida del dedo pulgar, se dobla una extremidad, se pinta de negro con el lápiz y se introduce en la nariz. Aparte están las pelucas, que se peinan cuidadosamente pero se arreglan a última hora, en el camerino, antes de salir al escenario.
Lo que más me intrigaba era saber cómo hacían para hacer desaparecer el pene, ya que con sus apretadísimos trajes de baño no se veía ni un bultito huini (chico) ahí donde uno espera que haya. En esta ocasión mi curiosidad no fue satisfecha pero después me explicaron que se "montan" los testículos hacia abajo entre las piernas y ahí mismo se coloca el pene, al que se empuja hacia atrás entre las nalgas. Esta operación hace que el vientre se sume todavía más y, consecuentemente, se realcen las nalgas.

El teatro.
Tras bambalinas, el show ha empezado ya desde hace rato. A medida que el maquillaje transforma los rasgos, y todavía antes, la gestualidad y los movimientos del cuerpo van cambiando. Las locas prueban los movimientos más agraciados, más supuestamente femeninos o que ponen en relieve alguna parte del cuerpo, sobre todo el busto, las nalgas y las piernas, es decir las partes que atraen la mirada masculina; pero también - y mucho - la boca y los ojos, más bien la mirada, la mirada coqueta, la mirada fatal, la ingenua y la perversa. Las funciones del "tutsi pop" no acaban con lo de la nariz. También se lo va chupando para que se hundan las mejillas, mientras se lanzan miradas inocentemente fatales y la boca trompuda chupa, simbólicamente, la "flor" del hombre. Tras las bambalinas empieza el derroche y el juego de la sensualidad.
Cuatro horas más tarde, acabado el maquillaje y el planchado de vestidos, Pepi, Rocío y Manuela se van en un torbellino de encajes, tules, organzas, bolsas de plástico, pelucas, humores y olores. Quedo en la casa con Kike, siempre más nervioso, ensartando medias sobre medias y por fin una pegadísima malla verde esmeralda con todas sus lentejuelas doradas, un cinturón negro apretado para acentuar la cintura y dios dioos, ¡qué nalgas!. Completa el atuendo un peinado que, bajo mi irresponsable sugerencia, es un mechón de rizos amarrado a un lado de la frente para que caiga en una ola agresiva y coqueta, escondiéndole un ojo. Todo esto montado sobre un par de tacones dorados de 12 cm. Partimos hacia el salón.

Nosotros/as, los/as otros/as
Su entrada fue sensacional, de cachet. Este tronco de mujer se deslizaba como una pantera entre mesas-manos-besos-albures-insultos-ofrecimientos-sarcasmos-deseos, cruzando el salón de cabo a rabo en un triunfo de exhibicionismo.
Atrás del escenario, las concursantes, entre las cuales estaba Manuela, alistaban los últimos detalles de su presentación. Vi una gran agitación en un espacio demasiado angosto para poder siquiera acercarme: vestidos y pelucas que volaban de un lado a otro; Pepi y Rocío regañaban a todo el mundo pero más aún a Manuela, a quien traían cortita ya desde la casa; una loca, semicubierta con el puro corsé con tanga, corría histérica de un lado a otro, gritando algo contra alguien, sin parar por eso de arreglarse cara, peinado y uñas. Circulaba una minifauna de amigas y simpatizantes: un gay feísimo moreno-negro, con otro chaparrito igual de feo, pero blanco; algunas locas ensayaban la caminata y una de ellas, una flaquita muy blanquita, planchada su nalga, caminaba como borreguito a medio morir, regañada por las demás. Las concursantes eran todas jovencitas, también se notaba que venían de diferentes partes de la república, compartiendo todas ellas el mismo origen humilde. Una mirada crítica, aún que superficial, revela rápidamente que en su vida cotidiana eran meseras, empleadas de la zona hotelera, aprendices, chalanes, etc.
El salón ya estaba lleno. Después del certamen y el show empezaba el baile popular, igual a muchos otros que se organizan en la región con motivo de cualquier cosa. El público estaba conformado por empleados, obreros, chalanes, lancheros (grupo relativamente numeroso, escandaloso y "muy groseros", decía Rocío), maestros, turistas, músicos y pintores, el juez y su esposa, varios políticos de diferente afiliación y por una heterogénea mezcla de diversidades sexuales andando: machos, hembras, bugas, mayates, chichifos, locas, gays, trasvestis, varones heterosexuales y varones no tanto, joteros y joteras . Por supuesto, presenciaban el evento todos los amigos de los organizadores. La mayor parte de ellos vivía en Huatulco, pero muchos venían de visita, de Juchitán y otros pueblos del Istmo. Reconocí varias caras familiares. Kike mantenía su vientre muy adentro con esfuerzo ciclópeo en el intento de pegar la barriga a los riñones. Sin embargo, de repente se le aflojaba un poco, a causa de la inflamación crónica provocada por la mucha cerveza que toma. Su caminata de modelo, aquella del pie que se adelanta cruzando al otro, corría riesgo de fracasar en una espectacular caída. Pero pudo más la vanidad, el orgullo, el placer de ser admirado, la exhibición y el desafío de tanta diversidad, el deseo del hombre o - como dirían las locas - "la putería, pues": pudo más todo esto que las leyes de la física. En un afloje de barriga, un lanchero lo insultó con palabras agresivas y sarcásticas, algo hiriente relativo a su cuerpo, y "ella" le contestó al chass, ahí te va, dejando al sujeto "pendejo", dirían las locas, y sin argumentos. La agresión no era a su persona, sino a la sofisticada imagen de mujer que había sacado de sí misma y construido para lo demás y esto, sí, hiere y no se puede permitir. Cuando se abrieron las danzas, después del certamen, Kike fue acaparado por un señor cuarentón, muy apuesto y varonil, que aparentaba no dar crédito de tener entre sus brazos tal mujerzota. No la soltó durante muy largo rato.

El certamen, el espectáculo.
Anunciadas por ritmos de cumbia y por tambores, salen las bellezas al escenario, en traje de baño. Por un "error" de montaje las luces daban hacia el público, así que de "ellas" no se veía la cara sino la pura silueta, pecho, nalgas, piernas, resaltando sobre todo la manera de caminar. Unas caminaban rígidas, otras sin gracia, otras con exagerada ondulación de la cadera, otra seguía paseando como borreguito a medio morir. Como ya sospechaba, Manuela se llevó los aplausos de todos por su caminata femenina, muy profesional, tipo modelo. Desde ahí se supo quien iba a ser la ganadora.
Salen las locas y en un triunfo de luces, música, holanes y lentejuelas entra al escenario Marta Sánchez. ¡Uhauu! Tronco de mujer envuelta en un ajustadísimo vestido blanco que terminaba en unos esponjosos holanes, tremenda melena dorada!. No reconocí a Pepi. Interpretó dos canciones en medio del entusiasmo general, imitando a la perfección cada gesto de la vedette, tal como se ve en el ‘canal de las estrellas’ . Enseguida anuncian el desfile en traje regional. Aparecen las locas vestidas de veracruzana, tehuana, chinanteca y una de ella lleva un traje espectacular con un enorme penacho hecho de hojas de maíz y plumas que la enmarcaba de pies a cabeza, como la Virgen de Guadalupe ; decían que era el traje de los huatulqueños.
Aplausos, entusiasmo y anuncio de la aparición de la estrella de las estrellas: Rocío Durcal. Triunfal interpretación de nuestra muy profesional Rocío. Enseguida, último desfile en vestido de noche: profusión de velos, tafetas, escotes y piernas. Ahí también la que se llevó la palma fue Manuela, que caminaba con la mayor gracia, la cabeza levantada, el busto erguido, las nalgas paradas, el vientre sumido, el meneadito de la cadera como alguien acostumbrada al escenario. Fue la ganadora, como esperábamos, después del minucioso y brusco entrenamiento de nuestros amigos. Luego empezó el baile. Me retiré sin bailar ni una cumbia, extenuada por emociones, ideas y sorpresas.
Este evento representa el punto de partida de mi investigación de campo y el inicio de mi vida en el mundo (hasta ahora) exótico y sensual de los gays zapotecos. A partir de aquí empecé a localizar con mayor precisión temática y problemáticas a trabajar, vetas de investigación, ideas e intuiciones que trataré de exponer.
Ellos los muxe, nosotros los gays, todas somos locas
El mundo gay de Juchitán esta poblado de locas, perras, reinas, vestidas, chicas, jotos, putos, trasvestis, gay tapado o de closet, homosexuales, mayates, muxe, mampos, chichifos, bugas, machos, machines y otros personajes que todavía desconozco. Son nombres que no puedo llenar de significados definidos, ya que el mundo de los gays no se presta a las clasificaciones rígidas con que la cultura heterosexual quiere encasillar las diferentes formas de "transgresión" sexual. Sin embargo, podemos dar unas definiciones mínimas para crear un corpus de categorías que nos permita navegar con más inteligencia en este enredo conceptual y terminológico.
En términos generales, y para complacer a los amantes de la clasificación, la palabra homosexual, de origen médico, define a una persona que tiene preferencia sexual y emotiva hacia una persona de su mismo sexo. Gay es el homosexual que asume públicamente su sexualidad y es consciente de pertenecer a una minoría demonizada, marginada o despreciada. Travesti es el individuo cuyo comportamiento sexual "implica el uso...de vestidos y accesorios que su grupo sociocultural considera que le son sexo-genéricamente atípicos, es decir característicos del otro sexo-género" . En general el travestí, al contrario del transexual, - dicen los sexólogos - no reniega de sus órganos sexuales masculinos ni desea operarse, aunque pueda tomar hormonas para acentuar su aspecto femenino. Pintada le dicen al homosexual que se viste de hombre pero se maquilla como una mujer. Mayate, en esta zona, es un varón que se autopercibe y es socialmente percibido como heterosexual, ya que puede tener novia o esposa, pero tiene relaciones con personas de su mismo sexo por placer o por obtener algún favor. Chichifo es un nombre despectivo para denominar al muchacho todavía indefinido en sus preferencias sexuales, que vive a costa de un gay de mayor edad que le da dinero a cambio de sus favores. Machín es el "cabrón", el hombre varonil, fuerte, dominante, agresivo, que le entra al alcohol, a las drogas, a las bandas. Buga es el nombre que le dan los gays a los heterosexuales. La diferencia entre vestida y travesti podría ser que la vestida se viste diariamente de mujer, asumiendo integralmente una identidad femenina, mientras el otro se viste de mujer ocasionalmente, por trabajo o por gusto . Entre vestida y transexual la diferencia es que el transexual quiere cambiar su cuerpo, deshacerse completamente de los órganos masculinos, la vestida no.
En Juchitán encontramos muy visible el fenómeno del travestismo, con un notable incremento de vestidas en las nuevas generaciones, de los 15 a los 30 años, de estrato popular. Tampoco he encontrado transexuales definidos u operados, ya que las locas todavía no se preocupan por eso, ya sea porque el costo de la operación es inalcanzable, ya sea porque existe la idea de que la operación puede provocar muerte o locura. Pero muchas desean poderse operar el busto para tener “dos chichis casi de verdad, como una mujer”
En general, la gente del pueblo llama muxe o mampo a cualquier tipo de homosexual, sin que el término en si tenga alguna connotación valorativa. También es muy usada la palabra "puto" que, contrariamente a lo que sucede en otras zonas de la república, en el lenguaje cotidiano del Istmo tiene un sentido puramente descriptivo; sin embargo, puede ser también usada despectivamente, según el caso, el contexto y el sexo de quien la usa. Una señora le dijo a Rocío: "Eres un putito muy bonito, ¿de quién eres hijo?" "De na Flavia, tía". Es más frecuente escuchar a un hombre usar esta palabra en términos ofensivos o de burla, ya sea dirigida a otro varón heterosexual, ya sea a un homosexual.
En español, las palabras más usadas son loca y gay. Los que forman parte de familias acomodadas o de la elite social, por nacimiento o incorporación, prefieren autonombrarse gay u homosexual, para diferenciarse de las locas de origen popular y afirmar un estilo de vida que supone una autoconciencia más elaborada y un estatus social más elevado. Rocío, que a raíz de su actividad política ha logrado entrar en los círculos de la "societé", por ejemplo, rechaza denominarse muxe aunque hable perfectamente el zapoteco y su familia materna sea de la séptima sección. En el lenguaje interpersonal, sin distinción de clase, todas son locas. Sin embargo, éstas son referencias demasiado generales ya que el nombrar y el nombrarse tienen que ver con una identidad - personal o de grupo - que, por características intrínsecas, es cambiante e instrumental: varía, se modifica y multiplica según el interlocutor, el momento, el contexto y el juego de las imágenes identitarias que se establece entre los individuos y/o grupos .
En la parte interpretativa y analítica de este trabajo usaré las palabras gay y muxe, casi como sinónimos, el primero alude más a lo urbano y el otro a la comunidad y cultura más tradicionales; mientras que en la parte etnográfica los términos empleados reflejan la ambigüedad terminológica general y dejo a la fantasía del lector la elección de cada connotación.

El microcosmo de las identidades
En lo que concierne a la génesis y construcción de las identidades sexo-genéricas, es posible definir algunas diferencias básicas, que se fundamentan en la diversidad de autopercepciones y de pertenencias socioculturales.
Al nivel de la autopercepción, una división primaria y a grosso modo se da entre los que afirman sentirse "como una mujer" y se visten y comportan como tal - cultivan cotidianamente una imagen de mujer - y los que, al contrario, se asumen como hombres con preferencia sexual y emotiva hacia otro hombre. Al interior de esta polaridad existe toda una amplia gama de posiciones intermedias y cruzadas. Rocío es el ejemplo límite del primer tipo rayando con la transexualidad; "ella" se siente "mujer atrapada en un cuerpo de hombre", su ideal es aparecer "toda una dama"; su cuerpo, su gestualidad, su forma de hablar y relacionarse con los demás, su sensibilidad son tan espontáneamente femeninas, sin ser exageradas que resulta natural para los demás considerarla toda una mujer. Ella se siente, además, "teca", mujer juchiteca. Cuando no usa atuendos femeninos de gusto occidental, trae huipil y rabona. De sí misma habla exclusivamente en femenino y usa nombre femenino siempre. Karla, Juana, Vanesa, América, Mística, Talía, Felina, Teo, y muchos otros, todos jóvenes que no pasan de los 28 años, a diario se visten y pintan como mujeres. Usan vestidos femeninos de tipo mestizo o atuendos de tipo unisex, como camiseta y bermudas, luciendo una larga cabellera y algo de maquillaje. Pero en las fiestas tradicionales, como bodas o Velas, pueden lucir el traje regional, “aunque antes no lo usábamos, nos daba pena. ¡Cómo podía ir vestida como una mujer de acá, imagínate: como mi mamá!”.
Usan nombres femeninos, ya sea inventado ya sea su propio nombre en femenino. Sin embargo, también pueden usar contemporáneamente su nombre masculino. Al contrario, Alfredo, “la Güera” se viste de enagua en su casa y con pantalón y camisa fuera de ella; en público siempre trata de estar bien maquillado; usa nombre masculino, si bien lo conocen también por su apodo femenino. Hay gays declarados que no se sienten ni se visten como mujer, pero sí lo hacen en la intimidad o en algunas ocasiones especiales, y andan jugando sabroso con roles e identidades, como Kike y Pepi en el certamen. Otros no se visten a diario de mujer pero se pintan y arreglan el cabello en forma muy femenina, y otros todavía solo gustan de ponerse lencería íntima de mujer. Tampoco es raro ver niños, de seis, ocho o diez años, y púberes muy afeminados reconocidos socialmente como muxe. Hay también muxe, asumidos y conocidos por la comunidad como tales, que están casados con mujeres con las cuales viven y tienen hijos, como la famosa María Victoria que vendía tangüyú en el mercado y tenía también a su querido, conocido y aceptado por el entorno social. Él fue vestida en su juventud; más tarde, hacia los treinta años, se casó y se vistió de hombre, pero “siempre traía una flor en los cabellos, como todas las mujeres del mercado”. Y estoy segura de que las posibilidades existentes no se agotan con estos ejemplos.
En términos de identidad sexo-genérica, entonces, los límites entre un tipo y otro son bastante movedizos y ambiguos. Las expresiones verbales revelan constantemente esta ambigüedad, ya que por lo general hay un ir y venir en el habla de un sí mismo, masculino y femenino a la vez; también las conductas pueden oscilar entre la actitud masculina y la femenina, según el interlocutor al que se dirigen, la situación, lo que se quiera expresar en el momento. Kike, por ejemplo, cuando se viste, es la personificación de la femineidad y de la coquetería y cuando está trabajando o pasando un rato de relax con sus amigos no es ni siquiera afeminado. Sin embargo, no vacila en agarrarse a golpes con lujo de agresividad y violencia masculina con "aquel cabrón que me insultó, me miró feo". En una fiesta donde exhibía un "modelito" tipo Cristian Dior, un maquillaje estilo "tigresa" y un abanico de seda, lo vi partir como toro furioso a golpear a un "cabrón que agredió a Camila, la loquita mi amiga". Estos rounds casi siempre lo dejan mal chapé, pero no desincentivan su agresividad. Con la misma naturalidad, vestida de mujer o de hombre, seduce a "los chamacos", derramando sensualidad y miradas que encienden la fantasía de visiones y esperanzas de noches inolvidables. La característica común entonces parece ser un estado de constante performance de género , el juego entre el ser y no ser, la instrumentalidad de una identidad ambigua y lúdica que les permite pasar con gran naturalidad de un rol a otro según lo requiera la circunstancia y el deseo personal.
La otra diferenciación, igualmente somera y grosso modo, tiene que ver con la estratificación social que coincide con una separación de espacios territoriales y sociales. La gran parte de la población gay de Juchitán se concentra abajo, en los barrios periféricos del sur de la ciudad, es decir, en la séptima y quinta sección, y en Cheguigo. Los gays que viven aquí son cantineros, cocineros - de comida y dulces tradicionales - pequeños comerciantes, maestros, bordadores, curanderos, costureros, sirvientes, peluqueros, artesanos, trabajadoras sexuales. Aunque en número reducido, también hay estudiantes de carreras universitarias como Juana que estudia ciencia de la comunicación o Raúl que estudia leyes en Oaxaca. Como estudiantes ciertamente no se visten de mujer “aúnque me gustaría ser más libre y vestirme como me da la gana, pero se que no lo puedo hacer en Oaxaca, perjudicaría mi carrera”, me dijo Raúl.
Arriba, del centro al norte del pueblo, es decir en zonas socialmente prestigiadas, los gays son profesionistas, artistas, estilistas, empleados en instituciones públicas, comerciantes, gente muy bien integrada con los círculos sociales y culturales de la ciudad. Han salido o vivido parte de su vida fuera de la comunidad, a veces en el extranjero. Varios hablan zapoteco, muchos solamente lo entienden, otros ni lo hablan ni lo entienden; sin embargo, todos son partícipes de la costumbre y de un mismo estilo de vida. En esta zona y en este ambiente no hay vestidas, no son bien vistas, aunque haya varios gays que acostumbran travestirse en ocasiones especiales como Kike, por ejemplo. Lo que me parece muy indicativo de la relación hombre-poder es que en los estratos hegemónicos la imagen gay dominante es masculina, aun siendo una sociedad donde las mujeres tienen poder social.
Las diferencias sociales descritas no se refieren a una marginación marcada o a ghettos territoriales. En la vida cotidiana todos participan de todo, los gays y la gente de arriba tienen familiares y amigos en los barrios de abajo, y en ocasiones (ceremoniales o de diversión) los frecuentan y participan de sus vidas. Las vestidas de abajo circulan libremente por el centro, participan en las Velas mayores y la vida política y, si las invitan, van a las fiestas de sus parientes ricos. No obstante, a pesar de esta tendencial integración sociocultural, existen también - y empiezan a hacerse más evidentes - formas de marginación y agresión social hacia los gays ya que todos, ricos y pobres, en grados y formas diferentes obviamente, son partícipes de un mismo sistema, el nacional mestizo y occidental, hegemonizado por una cultura heterosexual, que no concibe opciones alternativas a un orden binario de la organización genérica social.
En este trabajo haré referencia más bien a los muxe de estratos populares, para evidenciar un modelo étnico que en estratos sociales más altos resulta menos claro o más confuso y/o sincretizado con otros modelos de origen nacional e internacional.

Los, las, lis, les...
El fenómeno de andar vestida, o bien la difusión y visibilidad del travestismo, es de reciente formación. Los muxe que tienen entre 40 y 50 años me dicen que en su juventud había en el pueblo solamente cuatro trasvestis, como la finada María Victoria, ya que "por respeto a la familia, no se exageraba tanto como ahora", aunque todos se vestían en algunas ocasiones especiales, para reuniones o "pachangas" que organizaban y no tenían un carácter tan espectacular como el actual. La costumbre de travestirse y de hacer show trasvesti, de gran moda en los años sesenta en el bar Galary de Acapulco, fue introducida en Juchitán en los setenta, en la Vela de las Intrépidas, que es la fiesta propia de los gays de Juchitán y de la cual hablaré en otro apartado. Desde entonces, las locas de nuevo cuño de origen popular empezaron a adoptar este estilo en su vida cotidiana.
El aumento de trasvestis en las nuevas generaciones gays se debe a varias causas. Por una parte, a partir de finales de los ’60 a nivel internacional se asiste a una abertura cultural y política hacia los gays, a raíz del movimiento feminista y lésbico gay, que tiene expresión en los medios de comunicación. De hecho llama la atención cómo la homosexualidad se ha convertido en un tema de gran actualidad en programas de difusión continental como el Show de Cristina, por ejemplo, o en programas nacionales como “Shanik” y “El y Ella” y también en el cine. Es decir, se asiste a lo que Mieli definía como la "liberación de la homosexualidad" en los medios, que es en primer lugar "mercantilización" de la homosexualidad en la industria de la moda y de la diversión .
A escala mundial este medio ofrece modelos gays de gran éxito: Juan Gabriel, David Bowie, Michel Jackson, lo que confirma que la "gaytud" es viable y no necesariamente un obstáculo para la afirmación personal. La participación en el certamen no representa solamente para aquellas locas un rito de pasaje, del closet a la calle, del ámbito privado al público, sino también la esperanza de salir del anonimato social, ser "alguien", ser un personaje, aunque sea el doble de alguien verdaderamente famoso.
El travestismo es una innovación introducida por los mismos muxe, que asumen modelos nacionales e internacionales, por influencia de los medios de comunicación. El canal de Televisa, único que llega nítidamente a cualquier rincón del país, difunde constantemente los modelos y valores que la cultura mestiza dominante considera como los ideales de la femineidad universal. Mujeres glamorosas, seductoras, deseables y exitosas del mundo de la farándula con quienes las locas se pueden identificar a partir de una - aunque leve - semejanza en los rasgos físicos. La convivencia con las locas de Juchitán y la necesidad de entender su "lenguaje" me han obligado a ser una activa televidente del canal de las estrellas. Me llama la atención la apariencia andrógina o tendencialmente unisex de los jóvenes artistas, la obsesiva persecución del ideal de "eterna juventud" de los cuerpos o, más bien, la estereotipación en masculino del cuerpo de la mujer, alimentada en el nivel mundial por las industrias de los productos dietéticos, del aeróbic, del modelaje. La difusión del modelo anglosajón de belleza, que se va afirmando actualmente gracias a los dueños - gays - de la moda internacional, o de los cuerpos supervitaminizados y esculpidos en moldes de la juventud californiana - aquéllos de la serie Guardianes de la Bahía, también en boga - ha ido disminuyendo la diferencia entre las formas de los cuerpos femeninos y masculinos. Más bien está emergiendo un modelo andrógino como otro ideal de belleza. Esto facilita la identificación del travesti con este modelo, presentado como arquetipo de la belleza femenina universal.
Por otra parte, ser mujer en esta sociedad donde las mujeres son bienes valorados permite la ilusión de ocupar un lugar de similar prestigio. Pero, ¡ojo! estas locas no quieren aparecer como mujeres juchitecas, sino como mujeres de tipo más bien mestizo, incluso en casi todas el deseo más recóndito y frustrado es ser una esposa de tipo tradicional, no trabajar fuera de la casa, ser bien mantenida por su “marido” como único proveedor familiar.
Como otro elemento que contribuye a la expansión del travestismo, he observado que las vestidas de mayor edad o las que desde muy jóvenes se visten de mujer ejercen cierta presión sobre los gays más jóvenes para estimular su travestismo, presión por otra parte compatible con la espontánea actitud de imitación de éstos en relación con los adultos. Esta influencia de las vestidas adultas es muy criticada y resulta ser motivo de conflicto en las familias y en la comunidad.
Por cierto, no faltan motivos más utilitarios para vestirse: la necesidad de dinero para la supervivencia propia y de la familia, para mantener al mayate que brinda cierta protección y un simulacro de afecto, o para conseguir un bilé, una falda o algo de diversión, y muchas veces simplemente el gusto, mixto al desafío y la fascinación de la trasgresión, empujan a las locas jóvenes hacia la prostitución ocasional o temporal, como complemento de otra actividad. Una figura femenina es "naturalmente" más atractiva para la mirada del hombre. El fin de semana, y también algunos jueves, unas dicen: "vamos a vender" y parten en bola hacia el centro, "provocando a los hombres con el cuerpo", mientras se apiñan los muchachos bajo la frescura de los árboles, en las esquinas y andadores del parque. Sin embargo, es una situación profundamente diferente a la que se vive en la Ciudad de México. En Juchitán el andar vestida no es un fenómeno ligado esencialmente a la prostitución, ya que no existe una marginación social que les impida otra salida; todos los muxe tienen posibilidad de tener un trabajo o un oficio digno y valorado por la sociedad. Los trasvestis que prestan servicio como trabajadoras sexuales, en las cantinas y en el crucero, representan, hasta ahora, un número exiguo con respecto a la población gay total . Aunque haya aumentado en los últimos años la prostitución masculina, que se nutre también de la inmigración centroamericana.

Familia: historia de complicidades y rechazos
En una familia tradicional un hijo muxe es bien apreciado porque se considera que - dice Macario Matus - "tiene la mente de un hombre y los sentimientos y la laboriosidad de una mujer" . El hijo muxe resuelve muchas cosas en la vida cotidiana de una familia: puesto que en la mayoría de los casos las mamás y las hermanas mayores trabajan fuera del hogar, será él quien se ocupará de cuidar de los hijos más pequeños y a los ancianos, limpiar la casa y el patio, dar de comer a los animales, cocinar para la familia. Tienen fama de ser buenos trabajadores; igual que las mamás aportan sus ganancias para el sustento de la familia. Incluso he escuchado a las señoras de clase media - en diferentes ocasiones - decir, aludiendo a las mujeres de la séptima sección: "las tecas los hacen así, así los crían, para tener una entrada segura, porque los muxe trabajan y traen dinero a la casa". Sobre todo, se aprecia que el hijo muxe nunca abandona a los padres en los momentos más difíciles de la vida: la vejez y las enfermedades . Germán mantiene con su trabajo de costurera-estilista-coreógrafa-decoradora a la vez, a toda la familia compuesta de la madre, una hermana adolescente y dos hermanitos todavía niños. Feliciana se aleja de su madre, que vive sola - ya que el marido trabaja en otra ciudad -, exclusivamente cuando va a presentar su espectáculo en otra localidad. Lo que gana es destinado en gran parte a las necesidades de la casa y otra parte la invierte en el vestuario y las parafernalias necesarias a su trabajo. Los hijos heterosexuales, tanto el varón como la mujer, se casan y van a formar otro núcleo familiar que necesita de cuidados. El hijo muxe se queda, incluso cuando se junta por temporadas con un compañero. Los casos de parejas gays o de parejas formadas por un gay y una mujer no representan la norma, son solamente ejemplos de la configuración de posibilidades presentes en la comunidad.
Si el muxe-gay es el primer hijo o uno de los mayores, será él quien cuide de sus hermanos menores. Los ayudará para que tengan una buena educación, para que se casen bien. Un amigo gay, muy famoso en Juchitán porque es muy rico y activo políticamente y por representar quizás el arquetipo étnico de muxe, dedica la fortuna que ha acumulado con el comercio al bienestar de su familia: ha costeado los estudios de sus dos hermanas; cuando se casaron, pagó sus bodas y regaló a cada una de ellas una casa, el ajuar y varias joyas. Para su mamá todo lo mejor: los huipiles, las telas más elegantes, las joyas de oro más suntuosas: "la tengo como una reina, todo es para ella porque es la única reina de mi corazón". Igual cuida de sus sobrinos, que no les falte nada, que vayan a una buena escuela, que vistan bien, que les llegue su buen regalo el día del santo, cumple con la costumbre y como anfitrión es espléndido. Para rematar adoptó como legítimo al hijo de una pariente cercana. He conocido varios gays adultos que desean adoptar a un niño, tanto por un natural deseo de tener descendencia como una forma para asegurase compañía y cuidado en la vejez, y en general cuando todavía está viva la mamá que lo ayudará a cuidar del bebé. María, una muy joven vestida de la séptima sección, me dice que ha adoptado una niña para que le tenga compañía, como para completar la imagen femenina que luce.
Para una mamá, entonces, tener un hijo gay con el que se lleva bien representa tanto una seguridad económica como un apoyo moral. Es muy frecuente que las señoras se queden solas en su edad madura, ya sea por quedar viudas , ya sea porque los maridos se van con una mujer más joven o porque - frecuentemente - la misma mujer, en cuanto han crecido sus hijos, decide separarse de su marido, quien a veces, además de hijos, no ha dejado mucho en el hogar. El hijo gay entonces viene a llenar el vacío de afectividad y atención dejado por un marido ausente y por los otros hijos que se han ido casando. Al interior de la familia los grandes lazos de solidaridad y complicidad se establecen esencialmente con la mamá y el componente femenino: la abuela, alguna tía, la hermana. Si bien un padre no se regocija de tener un hijo muxe, por lo general, mamá alcahueteando, lo acepta con más naturalidad si todavía pertenece al ámbito rural, aunque también he encontrado casos en los cuales ambos padres rechazan la condición de su hijo.
Muchos muxe han alcanzado, a través de su trabajo y/o sus redes de relaciones sociales, con viveza y habilidad, un buen nivel económico y reconocimiento social. Así que el gay-muxe anciano que ha cumplido con una serie de valores de la comunidad, que, como las mujeres, ha trabajado, ha hecho su casa y comprado sus oros, ha cumplido con la costumbre, se ha preocupado para que su familia saliera adelante, etc. entra en otra fase del ciclo de vida, adquiere aquel prestigio y poder del que gozan las mujeres adultas con una trayectoria de vida conforme a las expectativas de la cultura. Con el tiempo y el cumplimiento de una vida considerada éticamente correcta, puede llegar a ser el elemento unificador de la familia extensa y, a la muerte de la abuela y de la madre, heredar la autoridad moral y el prestigio de ambas. En el caso de Alfredo, cuya madre ha muerto, es él quien vela y tiene autoridad sobre sus hermanas y sobrinos, y no el padre, quien todavía vive. He visto que primas y primos más jóvenes, y tías incluso, se dirigen a él para resolver algún problema familiar o pedirle ayuda y apoyo. Esta posibilidad de las mujeres de prolongar su existencia después de la muerte a través del hijo gay, no sólo en el recuerdo sino además en la práctica social, de transmitir todo el patrimonio de saberes y esfuerzos, todo lo que construyó en la familia, el sentido moral y el ethos familiar, su poder y prestigio, me parece genial y denota lo que Signorelli denomina como “pragmatismo de las mujeres”, apegada a la concreción de la ética .
Sin embargo este modelo de "armonía" familiar con relación a los hijos gay-muxe se encuentra actualmente en franca crisis. Sobre todo las vestidas encuentran una fuerte oposición y rechazo de parte de los hombres de la casa: padres y hermanos. En muchos casos el rechazo se manifiesta con violencia, golpes e incluso con el alejamiento temporal o definitivo del núcleo familiar. En las pláticas que he tenido con un nutrido grupo de locas, uno de los problemas que más aquejaba a gran parte de ellas era precisamente la mala relación con los varones de la familia. La mayor queja es que los padres y hermanos no aceptan que ellas se vistan de mujer y salgan de esta forma a la calle. Otras familias simplemente no aceptan al hijo gay, como el caso de Kike. En las familias acomodadas molesta también lo amanerado y frecuentemente no hay una verbalización de la situación: los hijos no comentan su situación con los padres ni éstos lo hacen con sus hijos. Muchas veces he preguntado a unos amigos gays evidentísimos: "¿tu padre sabe que eres gay?" "Me imagino que sí, nunca lo hemos hablado" me contestaron. Manuela tenía el mismo problema, por eso se había ido a vivir a Huatulco con un tío más tolerante. Así que también encontramos situaciones de closet, por lo menos al nivel de modales y comportamientos exteriores ya que - como admiten los mismos juchitecos, en los raros momentos de sincera autoironía - "en el pueblo todo se sabe y si no lo inventamos".
El rechazo al hijo travesti tiene varias causas. Por un lado, actualmente la poderosa ideología hegemónica nacional hace que, en el sentido común, homosexualidad, travestismo y prostitución ocupen un mismo lugar, tanto a causa de la ignorancia general sobre estas temáticas como por valoraciones morales de tipo judeo-cristianas. Por el otro, la mayoría de las locas son jóvenes cuyas edades varían desde los doce a los veintiocho años, es decir, la edad de máxima natural exuberancia sexual. No es de extrañar entonces la renombrada "promiscuidad" sexual de las locas, la cual, acompañada por el tipo de practicas sexuales masculinas consagradas por la tradición, hace que los padres y hermanos siempre estén en peligro de que el compadre, el amigo o el vecino le "falte el respeto" a su hijo/a y/o hermano/a, con evidentes repercusiones sobre el honor personal y familiar. El padre de Rocío me comentó: "Si alguien le falta el respeto o la agrede en la calle, yo como su padre debo intervenir porque él es mi hijo y lo que le hacen a él lo hacen a la familia".
Otro grave problema en las relaciones con los padres es el tipo de vida y la potencial rebeldía de la loca. Precisamente por ser "locas" fuera de lo normal son tendencialmente reacias a cualquier imposición y regla establecida, tienen un carácter voluble y cambiante. El hecho de que en general tomen mucho (tanto por costumbre social dl Istmo como por el tipo de ambiente en que se mueven), les guste el "desmadre", provoquen a los hombres o se enreden con varios, causa a la familia profunda molestia y la constante preocupación de que algo grave le pueda pasar en cualquier momento, sobre todo en estos tiempos en que ha aumentado rápida y considerablemente la violencia. La madre de Kike, por ejemplo, está siempre angustiada por no saber cuándo y cómo regresará su hijo a la casa, a comer o dormir siquiera. Lo acepta como es porque "es mi hijo, ¿qué puedo hacer?". Pero en el fondo no se da por vencida y espera que un día la loca recapacite y encuentre "una mujer que se haga cargo de él", como toda madre desea para su hijito consentido. Los padres de Rocío, en cambio, estaban contentos con ella "porque ya ves que no toma, nunca se junta con gente mala de por ahí, no anda en la calle, no es chismosa, respeta", me dijeron un día.
Por último, el hijo gay es naturalmente el principal aliado de la mamá en el juego de poderes al interior de la familia. Entre madre e hijo muxe existe siempre una fuerte relación solidaria que se expresa con la protección y el apoyo que la madre le brinda, y el apego afectivo de su hijo. En cualquier ocasión de conflicto, el hijo siempre saldrá en defensa verbal y física de su madre, sumando su agresividad al proverbial carácter dominante de la mujer zapoteca y arrebatando cotos de poder al componente masculino de la familia.

Del nacer al devenir: la dificultad de ser loca
En Juchitán dicen que las niñas nacen boca arriba y los niños boca abajo. Así que existe una señal de nacimiento para percatarse de cuál destino social tiene asignado el recién nacido si, siendo niño, ha nacido boca arriba. Sin embargo, naturaleza y divinidad se entrelazan en la génesis del fenómeno. Un padre puede decir: "no es su culpa si es así, es un capricho de la naturaleza". Una madre casi siempre contesta: "no es su culpa, así lo quiso Dios, así me lo mandó". Hay una diferencia de discurso: para la mamá la diversidad de su hijo tiene que ver con los diseños divinos, mientras que para el papa, con la ingobernabilidad de la naturaleza. Ambos discursos legitiman la inevitabilidad del fenómeno así como su carácter de excepcionalidad y es notable cómo finalmente queda latente una concepción de culpabilidad que muestra como la aceptación de la transgresión pasa por la vergüenza. Además según la cultura tradicional la diferenciación sexual socialmente empieza alrededor de los tres años, pues antes a los niños solamente se les nombra ba’du’ huini “criaturas”.
Sin embargo, existen otros signos cuando el anterior no aparece. Cuando pregunté a las madres cómo y cuándo se dieron cuenta de que su hijo era muxe, la gran mayoría me contestó: "luego luego se ve, porque empieza a jugar con las muñecas o se pinta las uñas, de ahí ya sabe uno". Los hijos gays reafirman las palabras de la mamá. Con mucho orgullo me dicen que ellos son así "de nacimiento", que en su niñez se juntaban a jugar con las niñas, jamás con sus coetáneos varones, que les gustaba hacer tortillas de lodo, jugar a la mamá, vestirse con ropita de mujer. De hecho, no es demasiado raro ver niños de seis, siete, ocho años cuya actitud es muy femenina, acompañando a la mama al mercado a vender o aprendiendo con ella a bordar.
Sin duda, la educación familiar y el contexto social juegan un papel importante. Desde muy temprana edad, como vimos, hay una separación completa entre mujeres y varones que se desarrollan en espacios excluyentes. ¿Qué pasa con un niño que se niega a seguir el modelo prefijado de actividades? Un ejemplo concreto es lo que ha pasado en una familia de amigos. Una de las muchachas de la familia resultó ser madre soltera. Su hijo nació un poco débil, se enfermaba mucho, era muy sensible y apegado a la mamá, se rehusaba a participar en los juegos violentos de los otros varones. Poco a poco, todos los miembros de la familia empezaron a decir, primero por broma y luego ya aceptándolo como un hecho natural, que el niñito había nacido muxe ya que no era como los otros niños de la familia, que desde muy temprana edad se juntaban para hacer la lucha, matar pajaritos con la resortera, correr a la calle para hacer cuantas travesuras se les ocurriera, hacer juegos violentos y agresivos como concierne a "todo hombrecito". En fin, la mamá lo mantenía junto a ella constantemente, la abuela le regalaba juguetes de Barbi, las tías le llevaban a sus hijitas para acompañarlo en sus juegos, por fin fue incorporado a las labores domésticas, ámbito culturalmente considerado exclusivamente femenino. Lo que da también una visión de cómo las mamás mismas conciben a los varones, es decir “naturalmente” agresivos. Todo el ambiente familiar determinó condiciones favorables para que el niño encontrara una ubicación adecuada, en el espacio previsto por la cultura y la sociedad para "un alma femenina nacida en cuerpo de varón". Por esto no es inusual ver niños de cinco, siete, diez años ya afeminados y reconocidos por su entorno como muxe. Paquita tiene doce años y todavía no sabe "cómo se hace esto de chapear", sin embargo es toda una damita, dice que es "así, como Rocío" y acompaña su mamá a vender en otros pueblos.
Es interesante notar cómo, culturalmente, se dan diferentes significados y respuestas a los juegos de los niños. Todos los niños del mundo se entretienen con cualquier cosa, también con las muñecas, pero, mientras en la sociedad mestiza un niño que agarra la muñeca de su hermana es inmediatamente reprimido y se le pone una pistola en la mano porque "qué tal, manita, si se me vuelve joto"; en la sociedad zapoteca no hay represión, al contrario la homosexualidad es signo de un destino social y de una reubicación genérica ya prevista por la cultura. Por otro lado no todos son gay "de nacimiento". Muchos definen sus preferencias sexuales entre la pubertad y la adolescencia y he conocido unos cuantos que ya adultos "se voltean". Aunque casi todos afirman y juran que se sienten "así" desde la niñez para legitimar su diferencia a través de la origen divina, siempre hay un evento especial que le da conciencia de su ser. Las anécdotas son muchas pero una es particularmente chusca. Cuenta Rosario que él "nació hombre". A los quince años, yendo de paseo a Salina Cruz, tuvo un accidente automovilístico muy grave. Resultó herido y se desmayó y "que crees, manita?! me desperté loca. Y desde entonces este es mi destino." La idea predominante es que existe un destino biológico desde el nacimiento, que inclusive se hereda en las familias. Los juchitecos dicen que no hay familia juchiteca que no tenga un muxe, unas familias tienen más que otras en su árbol genealógico y algunas otras “cuentan con tradición y abolengo en la putería”.
Es práctica común que los gay-muxe de mayor edad inicien en las prácticas sexuales a los varones entre los diez y los quince años. A menudo es un gay, pariente o vecino, quien se presta con gusto a abrir el prepucio a un niño, desvirgar a un muchacho y enseñarle los primeros manoseos y juegos amorosos. Según el modelo cultural tradicional, los adolescentes no tienen acceso a las mujeres ya que las muchachas, y especialmente sus mamás, cuidan su virginidad, que se considera "como un hecho altamente serio y sublime, entre lo sagrado y mitológico" . Por otra parte, también son de difícil acceso las prostitutas por razones económicas y porque en general la comunidad no acepta a quien anda en los burdeles a temprana edad. Mientras las mujeres, entonces, parecen carecer de la posibilidad de tener experiencias sexuales antes del matrimonio (tal vez la iniciación al conocimiento de su cuerpo no rebasa los manoseos, besitos y jueguitos que se pueden realizar con primos y amiguitos de menor edad, como sucede en toda parte del mundo), los varones tienen en cambio la posibilidad y facilidad de aprender y practicar todo lo relacionado al sexo, de los rituales de cortejo y seducción hasta las prácticas sexuales, a través de las enseñanzas de una loca.

"No hay como el original"
Por supuesto que nacer o comportarse como mujer no significa ser mujer. El camino del devenir es largo. En principio, por el cuerpo. No es un proceso fácil cambiar el cuerpo masculino por uno femenino, como hemos visto en el rito de transformación que he descrito. Hay que acentuar curvas, llenar vacíos y vaciar llenos, disminuir cintura, tornear piernas, suavizar rasgos, desaparecer pelos, suavizar la voz, adquirir otra gestualidad, modificar comportamientos. Algunas, como en el caso de Rocío, para acentuar y fijar los rasgos femeninos durante la adolescencia, se inyectan hormonas para que crezcan los pechos y las nalgas, se redondeen las caderas, desaparezcan los pelos, se afine la voz. Son necesarios varios ciclos de tratamientos, que tienen repercusiones también en la vida sexual, ya que las hormonas inhiben la erección durante el acto sexual y puede no haber orgasmo. Me dicen que el placer no se concretiza en el orgasmo, sino en el dar placer, en hacer que el hombre se sienta más a gusto, tal como pasa con las mujeres, por lo menos las que asumen la pasividad como propio de lo femenino.
Tampoco resulta "natural" tener actitudes y comportamientos femeninos. Es necesario un entrenamiento constante, una atención permanente a la forma de moverse y de hablar, imitando - hasta la exageración en algunos casos - los ademanes que se supone expresan la mayor femeneidad y los atractivos de una mujer. Asumir la identidad de otro sexo es parecido a lo que pasa en la construcción de un personaje teatral. Presupone el dominio de una serie de saberes que componen el universo femenino. Para las vestidas es un rito que se renueva cotidianamente. Salir de la casa para ir al mercado o a una fiesta presupone un trabajo previo y laborioso sobre su cuerpo y una reafirmación, a los ojos de los otros y a través de la mirada de los otros, de su identidad femenina. Las locas de mayor edad o de mayor experiencia van entrenando a los que se inician en este nuevo estilo de vida, viboreando, criticando y sugiriendo poses, gestos, formas de caminar, peinados, maquillajes, trucos, como hacían Pancho y Rocío con Manuela y las chicas que participaban en el certamen, como hizo la empresaria del primer grupo donde empezó a trabajar Rocío a los catorce años. A veces, en la misma familia es posible encontrar los cómplices históricos de este proceso de metamorfosis: la madre, más frecuentemente una tía o un tío muxe asesoran al adolescente en las diferentes tareas de apropiarse de todos los símbolos y los comportamientos femeninos.
El riesgo es parecer ridículo o una mala imitación, porque "no hay como el original", como me dijo Kike con realismo teñido de veneno cuando, en ocasión del certamen descrito, en veinte minutos me vio aparecer bañada, vestida, maquillada y perfumada. Sin embargo, sospecho que la exageración de algunos no es simplemente mala imitación, sino una forma bastante irónica de asumir y mostrar la diversidad, "ni hombre ni mujer, sino todo lo contrario". Si el hombre heterosexual, el macho que toda loca de este grupo aspira conquistar, "quiere engañarse", o sea no quiere asumir conscientemente su homosexualidad latente o sus prácticas homosexuales, y necesita la imagen de una mujer para excitarse: - ahí te va, con toda exageración, hasta lo ridículo y lo chusco tal vez, lo que yo gay veo en las mujeres y, con esta ficción compartida, yo loca te conquisto, a ti macho. El arte de la seducción se vuelve parte integrante y necesaria del estilo de vida del gay. Es el poder del artificio o la eficacia simbólica, de levistraussiana memoria.
Otra cosa que surge de mi cuento, y de lo que pude observar y aprender de las historias de vida, es que no se puede andar vestida toda la vida (aunque siempre se muere loca). Llega un momento en que el cuerpo ya no tiene la flexibilidad necesaria ni la energía suficiente para realizar diariamente todo el rito de transformación. Kike, que tiene treinta años y es vox populi guapérrimo, me decía que se sentía sobremanera nervioso, ya que hacía mucho tiempo que no se vestía de "chica" , como solía hacerlo diariamente entre los dieciocho y veinte tantos años y que ésta era la última vez que lo hacía (por cierto, no mantuvo la promesa). Le daba miedo no poder cumplir con el papel ante la mirada de los hombres. La misma Rocío, que tiene dieciocho años, sabe que su vida artística es relativamente corta y ya está buscando alternativas para el futuro. Pepi, que rebasa los treinta años, se vistió para el espectáculo; sin embargo, en el baile participó en short y sin maquillaje. Inclusive en su forma de vestir diaria, él acentúa los rasgos masculinos de su cuerpo, se pone pantalón y chaleco de cuero negro que deja ver los vellos de su pecho, exhibe un estilo varonil-agresivo tipo Lorenzo Lamas en la serie "El renegado" (pero mucho mejor, en mi opinión). Hay ocasiones en que los gays de una edad que rebasa abundantemente los cuarenta se visten como en las fiestas o el certamen descrito. Entonces sacan a relucir la ilusión de los encantos de antaño con tremendo trabajo por un rato. Uno de los socios ancianos de la Vela de las Intrépidas luce cada año de tres a cuatro modelos diferentes, claramente costosísimos, durante los dos días que dura la fiesta; no obstante, siempre acaba la pachanga poniéndose el pantalón y la camisa y quitándose el maquillaje.

La vida es una fiesta
Es tanta la presencia social de las locas en Juchitán, que tienen una Vela propia, dedicada a la celebración de la comunidad gay: la Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro que se realiza cada año en noviembre. Empezó a finales de los setenta en Comitancillo como una fiesta semiprivada de un grupo de locas que se reunían en la casa de una de ellas, a donde llegaban también de pueblos y ciudades vecinas. Las locas de Juchitán participaban de la vida política de la comunidad como activistas del PRI. Su líder era, y es todavía, Oscar, un gay que ha logrado acumular una notable fortuna a través del comercio y un estatus social reconocido por toda la comunidad. Él ofreció un salón de su propiedad en el mero centro de la ciudad, sus recursos económicos y su capacidad de organización y convocatoria, para celebrar cada año esta fiesta (que a la vez representa para el anfitrión un buen negocio, por la venta de cerveza y el alquiler de útiles). En pocos años se volvió una fiesta popular, sin ninguna connotación política, donde la coronación de la reina puede ser efectuada por el mismo presidente municipal, o por una personalidad destacada de la comunidad. El número de socios de la Vela se ha ampliado considerablemente: de los nueve miembros originarios hoy se cuentan cerca de cuarenta y ya no son solamente afiliados al PRI. En su realización participa y colabora todo tipo de muxe, desde las locas de la séptima a los gays más sofisticados de corte internacional y sin distinciones de clase y afiliación política, desde las trabajadoras sexuales al maestro, al director de la escuela y Regidor de Educación. Gracias a la extendida y sólida red de relaciones que Oscar ha logrado tejer alrededor de su persona y de la Vela , a esta celebración llegan "embajadoras" de todas partes de la república, además de una pintoresca “fauna” de curiosos nacionales e internacionales equipados de cámaras y videos; por supuesto que antropólogos no faltan, como no faltan autoridades municipales y estatales; el canal once de la emisora televisiva de Oaxaca registra y transmite todo el evento, desde el desfile de las "embajadoras" y ex-reinas ataviadas en modelitos cuya realidad supera toda fantasía posible, hasta la coronación de la reina, el show travesti ofrecido por los socios a la concurrencia y el espectáculo de regocijo ofrecido por ésta a las cámaras.
Esta celebración representa una legitimación ulterior y pública de la cuestión homosexual en la comunidad. A pesar de la introducción de elementos culturales de corte internacional que horrorizan a los puristas de la cultura, lo que es notable es el carácter popular y étnico del evento y el hecho de que la sociedad zapoteca no es solamente tolerante, sino también participativa de la vida de los muxe y que éstos además echan mano del patrimonio cultural colectivo como una expresión integrante de su estilo de vida e identidad individual. No todos los elementos culturales tradicionales son retomados y otros nuevos son creados e incorporados. En la noche del baile, por ejemplo, las locas no visten con el suntuoso y obligatorio traje regional (son contadas y más bien maduras de edad las que lo llevan). En esta ocasión se trata de estrenar el mejor modelito, el que más hace lucir curvas y piernas, el que más provoca envidia en las otras locas. Sin embargo, al día siguiente, en "la lavada de olla", la mayoría luce el tradicional traje de terciopelo bordado con su holán de encaje, sus oros, sus flores en los cabellos, las trenzas enlistonadas, el bilet rojo encendido en la boca y las mejillas, en fin, una apariencia femenina absolutamente zapoteca. Nunca podré olvidar la elegancia y la actitud orgullosa, típica de las mujeres zapotecas, que exhibieron en ocasión de la Vela de la Casa de la Cultura, donde, por primera vez en la historia de la elite juchiteca, la "comunidad gay" de Juchitán fue invitada por el Patronato y la Dirección de esta institución a poner un puesto y traer sus invitados. Elegantísimas, halajeadísimas, hermosas y floreadas las locas atendieron el puesto y a los invitados con toda la sabiduría y la gracia necesaria, bailaron la sandunga con la solemnidad y dedicación con que se debe bailar y fueron la delicia de los hombres (sobre todo de los extranjeros invitados) y la envidia de las mujeres. Por cierto, la participación de las vestidas en un evento y un espacio que nunca ha sido abierto a las locas de estrato popular, fue ampliamente criticada por las señoras de la elite zapoteca y todavía no acaba la ola de chismes.
La mayordomía de la Vela de San Antonio de Padua, santo que, según las creencias populares, consigue los novios para las muchachas, está acaparada desde hace seis años por las vestidas de Cheguigo y muchas otras están apuntadas para los próximos años. Los muxe también ocupan la mayordomía de Vela San Juan y muchos socios de la Vela San Jacinto, que el año pasado tuvo una duración de cinco días, son gays y han sido mayordomos. Y en general un gay puede ser mayordomo de cuantas Velas se le ocurra, como medio para adquirir prestigio social y reafirmar la lealtad étnica. En el universo simbólico de las fiestas los encontramos retratados en las mantas que adornan el lugar de la celebración, como Victor-muxe, que fue mayordomo de la Vela más antigua, la Vela Lagarto, y que toda la comunidad respeta.
Como las mujeres, festejan con lujo sus quince años, rito necesario para legitimar el pasaje a otro ciclo de vida, al periodo de máximo ejercicio de la sexualidad. Vecinas, parientes y amigos participan con gusto como madrinas y padrinos de pastel, de regalo, de música o de lo que sea, ya que los convivios de las locas tienen fama de ser muy divertidos, "tienen gracia", algo fuera de lo normal que provoca alegría; "uno la pasa muy bien" y "la atención para con uno es de lo mejor". - Dice un amigo: "es por la atención que brindamos, que mis hombres siempre regresan. Se van, pasan los años, tienen otros amores y siempre regresan, por la atención".
Por otro lado, las locas introducen nuevos elementos a la estructura tradicional de la fiesta, como el show descrito y las coreografías de la danza de la quinceañera. En la Vela de las Intrépidas, desfilan en el escenario Gloria Trevi, Selena, Juan Gabriel, Isabel Pantoja y cuanta estrella se les antoje. Lo mismo pasa en sus fiestas de quince anos, el festejado y sus amigos organizan tremendo espectáculo para regocijo y agasajo de los invitados. En estos mismos años se ha puesto de moda, en toda la región y no solamente a nivel popular, ofrecer un show travesti en las numerosas "pachangas" de cumpleaños, bodas, aniversarios, etc., entre el entusiasmo y la viva participación de las mujeres, que aplauden frenéticas, y la mirada hipercrítica de las otras locas presentes. Los mejores trasvestis organizan giras artísticas, presentando espectáculos en los centros nocturnos de la región o de los estados limítrofes.
Es costumbre que para despedir el año que pasa, entre Navidad y fin de año, salga a la calle una pareja - formada por un viejo y una vieja: los "buelos" (abuelos) - y vaya bailando de casa en casa, alegrando a la gente a cambio de una pequeña cooperación económica. Anteriormente los "buelos" eran dos varones (heterosexuales) uno de los cuales se travestía de mujer. Ahora son los muxe los que recuperan y transmiten esta tradición. La "buela" ya no es tan abuela puesto que el muxe se las ingenia para disfrazarse de lo más estrafalario. El año pasado he visto una novia con todo y ramo, una tehuana jacarandosa, Vanesa en traje de baño con decoraciones de lentejuelas, una señora en vestido de gala con cola de tul, y otros personajes de difícil identificación, pues no hay límites para la fantasía de la representación. Vanesa iba acompañada de una banda de cuatro personas, otros iban con el pitu nisaaba (dúo tradicional formado por un tambor y una flauta), otros, con una grabadora. El dinero ganado se distribuye entre todos y es algo más para pasarla bien el fin de año.
Lo más novedoso que he presenciado en los últimos cuatro o cinco años es que las vestidas de la séptima y de Cheguigo se han organizado en clubes informales que organizan varias actividades de diversión y deporte. El Club Baila conmigo tiene un equipo de baloncesto que organiza competencias con grupos escolares o de vecinos - en parte por gusto al deporte, en parte para ligar a los muchachos. También organiza espectáculos trasvestis en patios, cantinas, placitas. A cambio de un ‘cover’ de dos pesos, los paisanos pueden divertirse de lo lindo disfrutando de la presencia en vivo de aquellos cantantes que aparecen en la pantalla entre telenovelas y noticiarios. Las señoras con sus hijos llenan la platea junto con un nutrido grupo de jóvenes varones. Otro club, que en recuerdo de una famosa telenovela se llama Alcanzar una estrella, también organiza shows y posadas en diciembre. Se celebra además un certamen de belleza, Miss Juchitán Gay y, este año, el Miss Juchitán Gay Nueva Generación - donde participaron loquitas adolescentes y púberes - que todavía no es tan espectacular como el de Huatulco, es más bien una competencia casi privada. También se organizan rifas y bailes con el fin de juntar dinero para el equipo de baloncesto o la puesta en escena de los espectáculos o simplemente para ir de paseo a Playa Vicente.
El club Baila Conmigo organiza desde hace varios años un baile popular el 28 de diciembre que, como es sabido, es el día de los Inocentes. En 1996 este baile se convirtió en la Vela Baila Conmigo que, como las velas mayores dedicadas a los santos, se festeja en la calle y tiene su desfile de carros alegóricos (cuya hechura es trabajo tradicional de los muxe) y Regada de Flores - lo que no ocurre ni siquiera en la Vela de las Intrépidas. En 1995 la reina fue Angélica, lujuriosamente ataviada de un adherente y maxiescotado vestido rojo púrpura con holanes y boa de organza negros. Melisa, que será reina de la fiesta este año, tuvo que venir a trabajar a la Ciudad de México para poder solventar los gastos de su reinado. Un año de duro trabajo para poder lucirse en aquella única ocasión y quedar en la historia oral y en el recuerdo de los demás. La Vela Baila Conmigo nació un poco en contraposición a la Vela de las Intrépidas, ya que ésta reúne más bien gays de edad mayor, se festeja en un salón y no tiene Regada. Las nuevas generaciones gay no se sienten representadas completamente en esta Vela, ya que la perciben más como un negocio del propietario del salón, y además “es la Vela de los yosho (viejos)”.
Me dicen que en los años '70 todavía se festejaba el carnaval en Juchitán y en él participaban los trasvestis con el resto la población. Actualmente ha sido desplazado por otras festividades, tal vez por no ser necesario, pues la inversión del mundo y de las relaciones parece ser en Juchitán parte de lo cotidiano. El mejor aporte al proceso electoral que presencié en las últimas elecciones municipales fue la propuesta de Kike de crear una nueva Regiduría para el bien de la población: la Regiduría de Regocijo y Agasajo. Varios amigos, incluido Kike, se postularon como regidores. Desgraciadamente la solemnidad institucional no permite la libre expresión de la liminalidad.

Cotidianidad y peligro
Ser loca, trasvesti, gay, implica un desafío constante al mundo y por lo tanto cada uno de ellos sabe que está expuesto más que cualquiera a situaciones peligrosas. Los gays de Juchitán también se perciben como reto al mundo, sujetos y objeto de peligro, pues, a pesar de su situación peculiar, no dejan de ser partes de la condición de marginación que se vive en el país. Por lo tanto, no faltan actitudes de rechazo hacia ellos, que pueden llegar hasta la violencia física de parte de individuos o sectores de la población, aunque nunca ha llegado a episodios de muerte violenta como ha pasado en Chiapas o en Veracruz.
La Vela de las Intrépidas, por ejemplo, a diferencia de todas las otras fiestas que se realizan en la calle, se lleva a cabo en un salón: me dicen los interesados: "la gente es muy grosera, grita se burla o puede agredir, tirarnos algo". En una fiesta en la séptima - a la que asistí - las locas que realizaban su show fueron agredidas por un grupo de jóvenes, que interrumpían su actuación con burlas pesadas y a una de ellas le llegó una patada en la espalda. Vanesa me decía: "Cuando están juntos son bien machos, se burlan y nos agreden, peor si van borrachos o marigüanos; pero a solos vieras cómo nos buscan y bien les gusta acostarse con nosotras". Hay una substancial diferencia entre la actitud de los hombres adultos o ancianos y los jóvenes: "los señores nos respetan, nos quieren, nunca nos ofenden, pero éstos (los jóvenes) ni a su propia madre respetan". Esto refleja como en el tránsito del mundo rural al urbano se adquiere la misma doble moral que encontramos en la cultura mestiza, en público se ridiculiza y hasta agrede al homosexual, pero en lo privado...
Las agresiones de que el hijo muxe puede ser objeto por parte de los hombres son constantes preocupación de los padres, sobre todo de las madres. Peor si toma y le gusta la "putería". El hecho de que, sobre todo en los ambientes marginales, los jóvenes tomen demasiado, que circule mucha mariguana y cocaína y que - como regalo de la modernidad neoliberal - haya un ejército de desempleados, que van a incrementar las numerosas bandas de chamacos dedicados a robos y drogadicción, hace que la vida de las locas (de estrato social alto como popular) se desarrolle en un contexto donde la violencia está a la orden del día - y principalmente de la noche - y frente a la cual se deben desarrollar estrategias de supervivencia, sobre todo la capacidad de encontrar una respuesta rápida y eficaz ante a una situación de agresión.
Cuando comenté con Rocío que me había llamado la atención la forma brusca y despectiva con que trataban a Manuela, me contestó que ella había pasado por lo mismo al inicio de su carrera profesional. La empresaria y las compañeras del grupo en que trabajaba le hacían la vida dura con todo tipo de maldades, le jalaban la peluca cuando estaba por salir al escenario, le escondían el vestido, le robaban el galán, le ponían mariguana en su maleta para que tuviera problemas con la policía. Si bien es evidente que no falta una buena dosis de envidia y de competencia, el objetivo y código de fondo de esta conducta era - como me confirmó Roció - enseñarle, sin verbalización y en forma muy concreta y a veces brutal, a defenderse, reproduciendo en el interior del grupo situaciones conflictivas que exigen respuestas rápidas y eficaces. Al estilo "sobrevive el más fuerte". "Por esto - dice Rocío - regaño a Manuela, para que se avive, para que sepa defenderse. Así aprendí, así hicieron conmigo las locas.” Me llamó la atención la reacción tan rápida, acertada e hiriente de Kike ante el sarcasmo del lanchero que yo misma percibí como una violencia más dolorosa que una bofetada ya que apuntaba directamente a los sentimientos e iba dirigida a romper la magia de la imagen femenina y a negarle el derecho a su elección identitaria. Como dice Pepi: "Todas nosotras venimos desde abajo, nos movemos en ambientes peligrosos y por ser como somos estamos expuestas a cualquier cosa. Así que uno debe ser más listo que el diablo, debemos desarrollar más capacidades que cualquiera".
Por todo esto, el entrenamiento y la iniciación en el camino a la "putería" no acaba con el aprendizaje en el manejo del cuerpo sino que incluye todas las estrategias para saberse defender, desenvolverse en situaciones peligrosas o de conflicto. No hay normas prefijadas, pero sí es imprescindible desarrollar la agudeza de la mente y de la palabra, "avivarse", aprender a tener control sobre las situaciones y aprender sobre todo a jugar con los roles y con las expectativas de los otros. Por esto frecuentemente los escucho decir "los gays somos más inteligentes", no es pura y simple fanfarronería, sino que expresa también la conciencia de poseer una habilidad construida, que permite mantener la ambigüedad de sexo y roles como un eje de la existencia. Ser loca presupone un complejo aprendizaje, hay que saber cómo ser hombre y mujer a la vez y esto tampoco es suficiente, hay que ser mejor hombre y mejor mujer, hay que cumplir con los roles mejor que lo hace un heterosexual, para tener reconocimiento y estimación del entorno social. En gran parte se parece a lo que pasa con las mujeres que debemos esforzarnos doblemente para tener reconocimiento en cuanto mujeres, madres, esposas, trabajadoras o profesionistas. Para las locas se trata de un doble y a veces triple aprendizaje social para ser hombre, mujer y gay a la vez.
Por esto, la Vela de los muxe se llama "de las Intrépidas Buscadoras del Peligro". Lo buscan en la medida en que salen del closet, transgreden el "orden" sexual y demuestran, con su simple existencia, que las "normas de la naturaleza" - o la heterosexualidad como "naturaleza social"- no son tan "naturales" y rígidas como el sentido común supone, que ser excluyentemente hombre o mujer puede ser una falsedad, que la "naturaleza", también contempla el "desorden".
Hacia el final de mi estancia en Juchitán, el grupo de vestidas con las que trabajaba fue objeto de la primera redada de la policía en la historia de este pueblo. Fue tanta su indignación y sorpresa que amenazaron con ir a denunciar, en la televisión local y en la Comisión de Derechos Humanos, los maltratos recibidos. Por fin decidieron presentarse en "batallón" ante el Presidente municipal, reclamando su derecho a ser tratadas "como gente, como siempre ha sido", pues "esto nunca ha pasado, los señores siempre nos han respetado, nuestra gente nos quiere", y exigiendo la punición de los policías culpables. El Presidente no solamente las recibió, sino que se comprometió a llamar la atención del comandante de la policía municipal. Algunos meses después, se vuelve a verificar un episodio (menos grave) de hostigamiento de parte de la policía hacia las gays y éstas en respuesta mandan un oficio al Presidente municipal, donde la denuncia de lo sucedido está precedida por una minuciosa lista de actividades cívicas - y civiles - que han hecho como grupo gay organizado en favor de la comunidad en su conjunto , como veremos en el próximo apartado.
Estos episodios indican cómo se está modificando la situación del muxe, por un lado, en la comunidad se empiezan a manifestar con mayor violencia formas de rechazo a fenómenos que se perciben como transgresión y amenaza al orden sociocultural; ante esto los muxe-gays responden con un aumento de su autoafirmación, que deriva tanto de la fuerza de la tradición como de la conciencia del derecho de "ser", aun en situaciones no previstas por la cultura como la de la difusión del VHI/SIDA, por ejemplo.
Como se puede apreciar en estos ejemplos se está generando un nuevo proceso de agresión y hostigamiento, que se agrega a los conflictos internos a la población gay ; sin embargo no se ha llegado a los límites del crimen, como ha pasado en Chiapas y Veracruz, quizás esto pueda llegar a suceder si tomamos en cuenta las problemáticas que ha destapado y desarrollado el aumento de las enfermedades de transmisión sexual.

"...y le dijo la bruja: tú tienes SIDA"
La aparición de los primeros casos de VIH/SIDA en el Istmo se registra en 1985 en Salina Cruz, pasando rápidamente a Juchitán, donde, a partir de 1987, la epidemia se ha agudizado con 35 casos de los 140 registrados hasta ahora en la región, que, según las evaluaciones de los expertos, representan una incidencia muy alta en el total de la población del Istmo. Los mayores afectados son la población homosexual y los jóvenes varones heterosexuales entre los trece y dieciocho años, de los cuales el 30% se concentra en las zonas periféricas marginales, esencialmente en la séptima sección . La Jurisdicción Regional Sanitaria considera que pueden existir entre cincuenta y setenta personas por cada uno de los casos detectados que han tenido contacto con el virus, cuyo número - y su incremento registrado cada año en la localidad - induce a pensar que en poco tiempo el VIH/SIDA puede constituir uno de los problemas de salud de mayor magnitud en la región.
Los esfuerzos del sector Salud han sido mínimos, ya que en ámbito regional ni siquiera cuenta con recursos, humanos y financieros, destinados a programas de prevención del VIH/SIDA. Los gays y la población de las zonas marginales son los más desatendidos por los programas de información y prevención implementados por las instituciones gubernamentales, cuya intervención llega ocasionalmente, con un lenguaje inaccesible a la población y en formas totalmente inadecuadas a las características socioculturales y a las costumbres sexuales propias de la región. Una de las consecuencias de la mala información y de la penetración creciente de los discursos que se manejan a nivel nacional, es que se está difundiendo en la comunidad la idea de que los gays son los mayores portadores y difusores de la enfermedad, verificándose brotes de intolerancia anteriormente desconocidos.
El primer brote de sensibilización a nivel de la sociedad civil hacia la amenaza a la salud pública representada por el VHI/SIDA, el rápido incremento del número de los casos y la fatalidad de los mismos, fue de un grupo de mujeres: maestras, enfermeras, amas de casa, empleadas, la gran parte esposas de hombres con cargos políticos y administrativos de la COCEI o muy cercanos a ella. Todas mujeres que tenían hijos adolescentes, habían alcanzado escolaridad superior y trabajaban en situaciones muy cercanas a los jóvenes, con más acceso a la información. Capitaneadas por una señora con capacidad organizativa y convocatoria por ser esposa de un líder político, habían tratado de conformar en 1994 una asociación para la lucha y prevención del VHI/SIDA, con el muy poético nombre de Gunaxhii Guendanabani (Ama la vida) con los objetivos de informar, orientar y capacitar a la población sobre la enfermedad y las formas de prevención. Este grupo de mujeres tomó unos cursos de capacitación en CONASIDA de Oaxaca y posteriormente, con su ayuda y el apoyo de un médico del Departamento de Salud, organizaron en Juchitán algunos eventos en las escuelas, a nivel general en la población en el Día Mundial contra el SIDA e incluso en la Vela de las Intrépidas, pláticas, exhibición de videos y conferencias. En parte por la falta de apoyo de las autoridades locales, en parte porque la única de ellas que sabía, en este momento, cómo llevar adelante la organización tenía muchos problemas y actividades domésticas y públicas que le impedían quedar en permanencia en Juchitán, el grupo relajó su incipiente presencia en la comunidad. En agosto del ‘95, por una serie de circunstancias ocasionales, demasiado largas a describir, y por el interés de los mismos gays, la asociación vuelve a renacer, consolidándose con la entrada de nuevos miembros, el apoyo de las autoridades municipales y de la Jurisdicción Regional de Salud, la donación de un local para su sede y la reestructuración de la organización interna y de las actividades.
Por lo que concierne a estas últimas, la breve experiencia anterior y la mayor información adquirida, confirmaron la necesidad de realizar programas específicos de atención a grupos concretos, a partir de sus necesidades y formas organizativas, teniendo muy presente el contexto sociocultural y la idiosincrasia del público al que se iban a dirigir. En concreto, se ubicaron tres áreas de trabajo: la población gay, por sus funciones en la sexualidad de la población masculina, el sector escolar y el sector de salud, todas con distintas exigencias de intervención. Desde la primera reunión de reaglutinación del grupo que formaba la asociación se decidió seguir llamándola Gunaxhii Guaendanabani, para dar continuidad y reconocimiento al trabajo ya hecho y “la antropóloga” propuso impulsar un proyecto de Teatro sobre SIDA con los trasvestis. La idea era la siguiente: tomando en cuenta las características culturales de la zona - donde el factor lúdico adquiere una importancia fundamental en la vida cotidiana - las funciones sociales de los gays, la necesidad de que el mensaje educativo fuese oral y en zapoteco, “la antropóloga” pensó que un medio adecuado y novedoso de educación podía ser el espectáculo gay, donde las partes musicales se alternaran con sketchs teatrales sobre las numerosas problemáticas que origina el VIH/SIDA. El guión podía nacer de las mismas experiencias y situaciones vividas y de la fantasía de las locas interesadas e involucradas en el programa. La idea estratégica era aprovechar del éxito del show trasvesti en las pachangas, cantinas, patios y bares, para difundir, a través de la actuación, información sobre todas las problemáticas que acarrea el VIH/SIDA, desde los problemas clínicos a los sociales. La propuesta fue escuchada pero apareció demasiado estrafalaria ya que todavía no tenía una forma precisa. Sin embargo, todas convinieron en que era preciso trabajar más y más atinadamente con la población gay, empezando por las locas de la séptima y de Cheguigo.
De hecho, en noviembre del mismo año se formó un taller de información al que acudían entre diez y veinte trasvestis. Lo que llamó la atención de las organizadoras, en las primeras actividades con las locas de las zonas marginales, fue la enorme demanda de atención que provenía de ellas. Iniciado con muy pocos participantes para dar mayor información sobre el SIDA y la salud sexual, las reuniones semanales se convirtieron muy pronto en un espacio de autoconciencia, donde los participantes se manifestaban y compartían experiencias, dudas y reflexiones, un lugar donde podían dar vuelo a la creatividad. Lo que llamaba la atención además, es que las locas no se limitaban a platicar sino que espontáneamente "actuaban" sus experiencias, deseos y fantasías. Hecho que confirmó la intuición anterior de la antropóloga y convenció a la misma y a las otras organizadoras, que era de primordial importancia hacer un proyecto en forma y buscar financiamientos. Entre pláticas, pachangas, cervezas, experiencias y fantasías compartidas, en el taller se llegó a la conclusión de que era responsabilidad del grupo gay promover la concientización, tanto del resto de la población gay como de la población en general, sobre el SIDA y el riesgo de no practicar un sexo protegido. Así nació, al interior de la Gunaxhii, el Colectivo Bini Laanu (gente como nosotros) que, como parte de los programas de la asociación, empezó el proyecto Bini Laanu de Teatro sobre SIDA, y se consiguió un pequeño financiamiento de la Organización Panamericana de Salud para ponerlo en marcha.
La primera actividad fue la asistencia de cuatro vestidas del Colectivo al I Festival Nacional de Teatro sobre SIDA que se realizó en el Teatro Tecolote en la Ciudad de México. Las cuatro participaron además en el taller de actuación que impartieron dos compañeros actores, miembros de una ONG de San Francisco que trabaja con migrantes latinos. Desde el comienzo lucieron una innata capacidad histriónica. Una de ellas, Jesusa, ideó y actuó una pequeña obra en zapoteco, una historia de brujería y SIDA, involucrando en su actuación, a través de su capacidad expresiva, a los mismos “chilangos” que participaban atónitos en el taller. Los maestros ya querían llevársela a San Francisco. Por fin, después de varios acontecimientos que serán objeto de otro ensayo, la primera parte del proyecto finalizó en mayo del 1997 con un concurso y con la presentación al público juchiteco en el salón Cazorla - presentes las autoridades municipales y estatales y el representante de la OPS - del espectáculo "Las Intrépidas vs el SIDA", concurso de show trasvesti y teatro gay sobre SIDA. Los primeros premios los acaparó Felina con la interpretación de Gloria Trevi y la puesta en escena de una obra en zapoteco que aborda la problemática de las mujeres con sus hombres con relación al uso del condón. Es una obra que presenta en una forma divertida y chusca situaciones cotidianas entre marido y mujer. Felina fue acompañada por Vicente, un gay de Cheguigo, quien en esta ocasión cautivó al público con sus excepcionales dotes y chispas de actor. Las piezas presentadas fueron dieciocho en total. Los mismos organizadores no se esperaban tanta participación. Actualmente se está promoviendo la gira del espectáculo en la región y en el mismo Distrito Federal.
En esta forma las locas, más bien debo decir “las” gays, como ellas mismas empiezan a nombrarse, aparecen en la escena política local en formas no ligadas a los partidos en forma tradicional - aunque se sabe que la Gunaxhii es esencialmente formada por gente de la COCEI. - Si no como ciudadanos que hacen patente un problema social nuevo y del cual se hacen conscientemente cargo en favor tanto de su propia comunidad como de la población en general.
Desgraciadamente no todos los integrantes de la Gunaxhii y de la comunidad en general supieron aprovechar este potencial humano ni tuvieron la visión suficientemente amplia como para aprender de la experiencia de las locas y aceptarlas - no simplemente en el discurso - como ciudadanos a la par. Las locas son muy buenas para reír, ir a fiestas, para hacer los trabajos domésticos, para encargar la decoración de la pachanga, de repente conseguir financiamientos, ya que están a la páge, para adornarse con la “gran aceptación social de los muxe” en la presentación de la imagen identitaria hacia el exterior, pero cuando salen a escena pública con problemas de atención, con su opinión sobre las mujeres - como las ven, como las viven, como les descubren contradicciones - y los hombres, con sus demandas, con sus muertos, ya no son tan buenas. Suscitan un miedo social que a la larga puede transformarse en una mayor conflictividad social y provocar, sobre todo, la marginación de un grupo que tradicionalmente ha sido parte integrante de la sociedad, con una consecuente ruptura de la lógica étnica de organización social. Pero es interesante este “deslice” de ciento ochenta grados de la presencia social del muxe en aras de la modernidad, que marca también el surgir de una nueva figura social más en sintonía con la figura de ciudadano en una sociedad urbana compleja. Esto no quiere decir que estuviera ausente esta figura pública y política del muxe en los años anteriores.

“¡Ni enfermos ni criminales, simplemente homosexuales!”
Lo que tengo como información sobre la participación de los muxe en el ámbito político es poco y fragmentaria. Cómo escribí en un apartado anterior, las Intrépidas eran al principio todas militantes del PRI y no eran ajenas al clientelismo fomentado por su líder, un gay muy conocido por su trayectoria de vida, su capacidad en los negocios y por ser priista de hueso colorado. Militantes y ex militantes de la COCEI dicen que eran un grupo de choque del PRI, como decir “el ala dura” del partido caciquil, que se dedicaban también a provocar a los coceístas durante los años difíciles y sangrientos de la COCEI. Sin embargo, cuando empieza el movimiento gay mexicano en los años ‘70 - donde se acuñó el lema que está como título de este apartado - Juchitán fue entre las primeras ciudad en que los muxe salieron a luz pública con pancartas propias, al interior de otra manifestación pública, pero ya desde entonces como militantes del PRI. Sé que un estudiante juchiteco participaba, a nivel individual, en el movimiento gay en Oaxaca. El mismo fue elegido como Regidor de Educación en Juchitán en 1990. Se puede considerar como caso excepcional que un gay declarado haya participado en el Ayuntamiento. Él es director de una escuela privada a la que acuden los hijos de intelectuales, profesionistas y políticos, viene de una familia zapoteca de prestigio, su madre es dueña de una de las tiendas de telas más importantes de la ciudad, tiene una carrera de pedagogo y una especialización en Filosofía de la Educación. En su escuela - a nivel de primaria - se implementa un proyecto educativo basado en el aprendizaje de los conceptos básicos de la filosofía en español y zapoteco, en su casa tiene una biblioteca de literatura mayor de la que dispone la Casa de la Cultura y la Biblioteca del Ayuntamiento, y sus compacts van de la canción ranchera a Beethoven, a Gillespy y al underground del rock europeo. Y es de la COCEI.
En ocasión de las elecciones municipales del ‘96, fui testigo de una cosa curiosa, que todavía no puedo aclarar hasta el fondo: el PAN hizo proselitismo entre los muxe y en más de una ocasión vi la presencia de grupitos de locas en las manifestaciones del PAN. También vi que el PAN presta sus espacios de reunión a las locas en ocasiones de los certámenes que ellas organizan.
Por otra parte hizo mucho ruido la participación de Rocío en las filas de la COCEI durante la marcha de clausura de la campaña electoral. Pero, sospecho que fue más por ser muy bonita y por ser hija/o de uno de lo más aguerridos priistas de Juchitán, que por ser muxe politizado. En realidad no he encontrado una atención política particular en el PRD-COCEI hacia los gays. Sin embargo, por lo menos en una ocasión la COCEI tuvo que reconocer la existencia de un nuevo sujeto social: el gay que reclama sus derechos en cuanto ciudadano a la par con los otros. Esto ocurrió durante una junta de comité de barrio, en ocasión de la repartición y titulación de unas tierras invadidas por un grupo de ciudadanos en busca de un terreno para construir sus viviendas. En la reunión, presentes las autoridades municipales, tres mampos tomaron la palabra para decir que “si los hombres, los muchachos, las muchachas, las señoras y sus hijos tienen derecho a un techo, ¿acaso que los gays no somos personas y no tenemos derecho como ciudadanos a un lote para nuestra propia casa?”. Me dicen que fue la primera vez que se pusieron los términos de esta forma y que se asignaron lotes de tierra a muxes en cuanto ciudadanos.

Los eslabones perdidos del heterosexual
Algo que me llamó la atención en los ritos de transformación de los que he hablado al principio, fue el manejo de la estética como otro elemento de identidad en la vida de los muxe. Estética en primer lugar del cuerpo, pero también de las cosas, del ambiente, de la gestualidad. Diría que producen y cultivan la estética de lo cotidiano. Así como a nivel mundial los creadores de la industria de la moda son frecuentemente homosexuales - y en este sentido imprimen un gusto a la moda, haciendo a la mujer más apetecible a la mirada de los hombres - en el Istmo, también son muxe los estilistas de la moda regional, sin faltar quien transforma el gusto local en un sofisticado look, como un famoso gay istmeño que viste a las vedettes de mayor fama en la Ciudad de México. Ellos son los que elaboran el suntuoso traje regional, desde el diseño al bordado; los que se encargan de la decoración de las fiestas, desde los adornos en papel hasta los estandartes y las mantas pintadas; los que construyen los carros alegóricos que se usan en las Regadas de Flores, los que elaboran los platillos y dulces tradicionales. Ellos son los estilistas del peinado, los que enseñan danza regional, los mejores bailarines y los coreógrafos de las danzas que se han puesto de moda en la celebración de los aniversarios. Si una mujer quiere arreglarse muy bien para alguna ocasión, es al muxe a quien acude para que le sugiera la mejor combinación de colores, el vestuario, el peinado, el arreglo floral para sus cabellos y la combinación de joyas. Si hay que arreglar bonito la casa, el altar familiar, el altar del día de muertos, un arreglo floral para regalo, la capilla, es al muxe a quien se pide sugerencias porque "a todo le ponen una gracia que ni las mujeres tienen". Pienso en la decoración de la casa, el bar, la cantina, la fiesta, los objetos de uso, las cruces que se llevan en procesión, los carros alegóricos, la apariencia personal, el vestido, los colores, la comida, las mantas pintadas que delimitan el área de las fiestas, es decir, todo lo que tiene que ver con la formación de la estética local. Como si fueran los profesionales de la exhibición (empezando por su cuerpo), los creadores de aquella cosa, aquel detalle, que capta la mirada y hace - para gozo de los ojos y del alma - la vida cotidiana más llevadera. Así mismo retoman tradiciones que hombres y mujeres van dejando, como la de los "buelos", por ejemplo. En la medida en que la "modernidad" tiende a fomentar la desaparición de las actividades artesanales, la cultura tradicional ofrece todavía espacios para la expresión y creatividad del gay.
Llama la atención la función social que desarrollan en la comunidad a través del cuidado de los ancianos y niños. En una sociedad donde tanto el hombre como la mujer trabajan fuera del ámbito doméstico y que carece de servicios públicos para la atención de los niños en edad preescolar y más aún de los ancianos, el muxe se vuelve un elemento precioso para la vida productiva de los padres y el bienestar de aquellos miembros que necesitan de otros para vivir. Cumplen la función de "dadores de atención" como la de la hija soltera en el modelo familiar mestizo.
Los muxe parecen ocupar, según mi hipótesis, aquellos espacios, tal vez liminares, que hombres y mujeres descuidan o no pueden ocupar. Pienso en su sentido de liviandad ante lo cotidiano, por ejemplo. Dice la gente: "de todo se ríen, son pura risa, todo es risa para ellos". Dicen ellos: "¡De todo nos reímos, que bárbaros!", Sobre la "natural" propensión de los gays a la risa y a no tomar demasiado en serio la vida, hay coincidencia general, lo que a su vez denota una rigidez de actitud ante la vida de los que no son gays. Pienso en el manejo cotidiano de la seducción, más bien en la seducción como uno de los ejes de la existencia.
Otra cosa que llama la atención es la alianza y complicidad entre muxe y mujeres. Aparte de las funciones familiares ya descritas y de lo que brindan a la estética femenina, a ellos acuden para compartir experiencias y sentimientos los cuales normalmente no comparten siquiera con otra mujer. ¿Con quién más se puede hablar en libertad de sexo, sin temor de recibir enjuiciamientos moralistas aterradores? ¿Quién mejor que un gay para platicar de la vida amorosa e intentar llegar a conocer el corazón y la mente de un hombre? ¿A cuál mujer u hombre neutral acudir para que "me haga el paro con aquel muchacho de la casa de enfrente que me priva y ni siquiera me mira" o "con mi marido para que no se entere que le pongo los cuernos"?

Sexo, sentimientos y pasión
Una de las opiniones más difundida en la población mestiza heterosexual es que necesariamente los homosexuales establecen relaciones sexuales y emotivas con otros homosexuales. De las locas que yo conozco, ninguna busca un compañero homosexual, no les gusta, más bien lo aborrece. Lo que quieren es un varón, un hombre heterosexual, posiblemente macho o mejor machín. Hay uno que otro gay, de los más sofisticados, que pueden tener un compañero gay, pero sólo les gusta si su aspecto es muy varonil. Los gays de la alta burguesía aman lucir a su mayate y, como hacen los hombres con sus queridas, le ponen casa, le compran un coche del año, cadenas de oro y vestidos de marca. Así como en el certamen descrito, en las casas y las fiestas de mis amigos circulaban a su alrededor una cantidad impresionante de hombres notoriamente heterosexuales, muchos de ellos casados o con novia. Ante mi comentario, se abrió la caja de Pandora de los chismes pues, como en todo pueblo, la boca nunca descansa y los chismes vuelan. Más aún porque provoca un profundo placer exhibir la propia capacidad de seducción, que es todavía más placentera y cargada de poder cuando el seducido es un hombre declaradamente heterosexual, es más, guapo y codiciado por las mujeres. Es cuando la performance llega a su máxima expresión, como cuando un buen actor logra cautivar al público y provocar risa, llanto, enojo, admiración, inquietud, ansia y todo tipo de reacción emotiva. En las pláticas con los hombres, cuando hablaban de su vida de alcohólicos, aludían con cierta frecuencia a relaciones extemporáneas con los jotos: "me la pasaba en las cantinas, sexo y alcohol van acompañados y ya ves que en la cantina nunca faltan unas nalgas de mujer, aunque sea de joto, de perdida". Como me dijo Rocío - "Ay mana! mucha putería en Juchitán, mejor que Sodoma y Gomorra".
Por su parte las locas lamentan (a veces hasta lloran), la imposibilidad de tener una relación con un hombre - o con su "marido", como llaman al compañero con quien tienen una relación mínimamente estable, no ocasional - "como las mujeres, con un hombre atento, cariñoso, que me defiende, que me lleve a pasear". Algunas locas llegan a vivir por breves temporadas con un hombre al cual generalmente mantienen. Tener marido o novio no supone necesariamente tener relaciones sexuales. Varios trasvestis me decían que del novio quieren caricias, abrazos, cariño, en fin, una relación donde sea más importante lo afectivo que lo sexual. Algunas locas me dicen que tienen novio porque salen a pasear regularmente; sus familias, amigos y vecinos están enterados; él va a su casa a verla, "a las siete, cuando sale del trabajo", bien recibido por la mamá de "ella"; "ella" lo puede visitar en su casa, bien recibida por la mamá de él, quien inclusive puede llamar la atención a su hijo cuando observa que éste no "la trata bien, como debe de ser". La mayoría de las locas traiciona a sus novios ocasionalmente por placer o por ganar dinero, mismo que acaba en las bolsas del chichifo. Pero esto sí, ¡los celos! Estos no pueden faltar en una relación en serio. Ella lo cela porque él ha mirado "a aquel otro puto, la perra que dice ser mi amiga"; él la cela porque no sabe dónde acaba el placer y empieza el negocio o viceversa.
Aparte de la primera experiencia que generalmente es con un hombre de mayor edad, casi nunca las locas tienen novios o "maridos" de su edad o mayores. Hay siempre más de dos o tres años de diferencia entre los dos; si ella tiene dieciocho, él tiene catorce o quince, máximo dieciséis, si ella tiene veinte, él está entre los dieciséis y los dieciocho. Los mayores de esta edad, por lo regular hombres casados, pueden ser clientes ocasionales. Muchas se han enamorado alguna vez de un hombre hasta "morir por él", por haber sido abandonadas o traicionadas en la forma más brutal. Difícilmente después de esta amarga experiencia vuelven a enamorarse y más bien prefieren asumir la soltería como el estado "natural" del gay, "no hay de otra".
Uno de los "maridos" de Vera era una personalidad en Juchitán, hombre considerado hombre, más bien galán de muchas. Sin embargo todo el mundo en el Palacio sabía de su relación con Vera: una relación pública a medias, todos lo sabían pero nadie la admitía ni se escandalizaba. El señor, que además vivía separado de su esposa, procuraba no hacerla demasiado evidente, no caminaba abrazado con ella, ni la llevaba a una fiesta, ni la presentaba como compañera. Y en realidad era una entre varias. Pero, cuando Vera llegaba a su oficina, él siempre la atendía, iba de visita a su casa y era muy amigo de sus padres que, entre pláticas, botana y cerveza, lo llamaban yerno. A Vera le dolía esta situación de semiclandestinidad, en gran parte porque no podía lucir públicamente a su hombre y tener confirmación, a través del reconocimiento (y la envidia) de los otros, de su éxito como mujer. Sin embargo, ponía mucha atención en no modificarla para no crear conflictos que pagaría en soledad. Por otra parte, tampoco ella es una perita en dulce. Muchas compañeras la envidiaban por tener ese novio, ¡tanto solterón de oro! También la relación de Jesusa con su novio es semipública, dice que es bien recibida por su suegra y su cuñada, pero su novio tiene una ex esposa, una novia oficial, es muy mujeriego y le gustan también otros putos. "Ella" lo quiere olvidar pero no puede, la carne clama y el deseo la atormenta. Por su parte Luis estaba sufriendo mucho en este periodo por el abandono de su "marido", un muchacho de veinte años (Luis tiene cuarenta y no es vestida) del quien estaba profundamente enamorado, y que, después de casi un año de convivencia, se fue en búsqueda de otras sensaciones: apareció con una novia.
La relación sentimental es uno de los problemas más conflictivos para las locas por la inevitabilidad de la ruptura y la inherente inestabilidad: "porque es natural, - dicen - él debe seguir lo que le dice su naturaleza de hombre, estoy consciente de eso". En la conformación de la identidad individual y de una forma de vida propia, entonces, queda clara en la conciencia la irrealidad de mantener la relación con una sola pareja (como pregona CONASIDA y Provida) y la necesidad forzosa e inevitable de tener múltiples relaciones a lo largo de su vida. Cuando, en ocasión de una plática que se dio a un grupo de locas sobre enfermedades de transmisión sexual, el locutor afirmó que la mejor prevención era tener una sola pareja, la platea explotó con una salva de risas y un sin fin de burlas frente a tanta ingenuidad: "estás mal, es imposible, ninguna de nosotras puede hacer esto, no somos para esto", le gritó Germán. Tanto más conflictivo porque en la aspiración de ser mujer viene a fallar un elemento fundamental del modelo femenino dominante: el ser mujer para un hombre.
Para mantener una relación, aparente en cuanto tal y en cuanto a estabilidad, se emplean varias estrategias: hacer la vida del compañero lo más agradable posible, llenarlo de atenciones (luego llorar porque el amigo no corresponde), mantenerlo si es necesario, buscando pretextos y justificaciones para no admitir que el tipo es un chichifo, cuidar las formas de clandestinidad como si fuera un problema propio, inclusive en el acto sexual buscar el placer de él más que el propio, dejarle libertad, aun con mucha amargura, para relacionarse con novias y esposas.
Igual que entre mujeres y hombres, hay dinero de por medio en este tipo de relaciones. Siempre he visto a la loca pagar el taxi, la entrada a la discoteca, el trago, la comida; el joven que la acompaña nunca tiene dinero para pagar aunque sea la pesera y por fin todo se resuelve pagando con dinero el "favor" que le hace el tipo honrándola con su pura presencia. El dueño de un local nocturno, donde frecuentemente se presentan shows trasvestis y que es uno de los lugares de encuentro y ligue del ambiente gay, me comentaba que hasta le daba pena cobrar ya que "siempre es ella que paga", sabiendo que las locas tienen generalmente pocos recursos económicos. A diferencia de lo que pasa en una relación heterosexual, donde generalmente es el hombre quien paga para obtener los favores de la mujer, aquí es al revés y lo que se monetariza es la ilusión de una relación. Los muchachos y hombres cortejados por una loca o un gay varón casi siempre piden dinero o regalos a cambio de sus servicios, así que existe una verdadera prostitución masculina heterosexual que se ha ido incrementando en los últimos años entre los jóvenes varones.
Sin embargo, se llegan a formar relaciones donde existe un cariño sincero por parte del mayate, pero que no son públicamente visibles por ser socialmente reprimidas. Por ejemplo, el amante de Armanda, que vive en otra ciudad, cuida su relación con él con muchas atenciones, aunque no son expresadas en público. Asimismo el compañero de Felina, aun viviendo en otra ciudad, mantiene la relación desde hace ocho años y en momentos importantes de la vida de su “mujer” regresa a Juchitán para apoyarla. Cuando Felina fue mayordoma de la Vela de las Intrépidas, su compañero trabajó y cumplió con los compromisos que corresponden al hombre como nunca he visto hacer a un marido.
En Juchitán existen contadas parejas de muxe que llevan largo tiempo viviendo juntos. Una pareja en especial es causa de admiración y envidia, viven juntos como una clásica pareja heterosexual desde más de diez años; él viste de hombre, cuida con esmero que "ella" siempre esté bien vestida, le compra la mejor ropa y joyas, la acompaña a las fiestas, baila con ella, la abraza. De ellos hablan como de una pareja lograda y feliz: "él la viste muy bien, todo le compra, cuida de su apariencia hasta en los detalles para que la gente admire su belleza y lo bien que la trata. El se ve reflejado en ella, todo lo mejor se lo da para que luzca siempre lo mejor."
El reclamo de todas, lo que más las escucho lamentar en los momentos de ebriedad, cuando la risa cede al dolor, es la incapacidad de los hombres de tener atenciones para con ellas, la incapacidad de actuar y de tratarlas como lo harían con una mujer o con su novia. Representa tanto una carencia afectiva como un fracaso en el reconocimiento de su identidad femenina. El regalo de una flor, una caricia en público, una llamada por teléfono preguntando como está, un desayuno servido de vez en cuando, una sobada en la espalda o en los pies cuando está cansada, la defensa ante eventuales agresiones, son motivo de emoción, regocijo y muchas charlas con los amigos: "ya ves, sí me quiere, me habló desde Oaxaca, me sirvió el café, me regaló esta sortija, vino a verme a mí antes que a su novia". No encuentro muchas diferencias con lo que experimentamos las mujeres cuando pasa el primer periodo de noviazgo o enamoramiento, al igual que las locas nos quejamos de la ausencia de detalles "bonitos" de parte de nuestros hombres e igualmente sentimos cierto grado de precariedad en las relaciones en estos tiempos de profunda crisis del modelo tradicional de pareja. En este caso la expresión de los sentimientos es más inhibida por los prejuicios sociales, como me dijo un señor en forma cruda pero acertada: "en nuestra sociedad es natural regalar una flor a una mujer, mas no a un puto".
Cuando se da una relación más estable se tiende a legitimarla con un "matrimonio". Se hace gran fiesta con los amigos, él de frac, "ella" con vestido blanco de novia con su tocado de tul y el ramo de flor en las manos, eventualmente unas lágrimas de emoción al pronunciar el fatídico sí frente al amigo que se desempeña como cura. Yo misma me emocioné mucho cuando un amigo me anunció que se iba a "casar" con su compañero y empecé inmediatamente a sugerir el vestido y los adornos que a mi juicio le hubieran quedado más elegantes. Por cierto la situación sexual y sentimental es mucho más compleja y dolorosa a vivir por parte de un gay maduro que puede ofrecer solo dinero a cambio de favores masculinos.
En fin, me parece que por lo que concierne a este mundo variado, que transgrede las reglas del sentido común, no se puede hablar de identidad, sino de identidades que comparten un estilo de vida complejo, contradictorio, cuyos ejes van de la "hembricidad" a la "machinería", entre luces y sombras, y con muchos cruces que se despliegan y varían a lo largo del ciclo de vida tanto en la vida sexual, como en la familia, en los roles de género, en la autopercepción y en la percepción que los otros tienen de ellos. “No tengo la ilusión de ser mujer y no me gusta ser hombre”, dice acertadamente Felina. Cultura de la ambigüedad, de la performance, del exhibicionismo y de la transgresión que rehuye tanto los estereotipos de género como la manía clasificadora de la cultura occidental mestiza.

 




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Articulo publicado en
Junio / 2010