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diálogos sobre la moral sexual de fin de milenio

 

Matías pidió verme porque creía que los psicoanalistas “nos ocupamos” de las cuestiones del sexo y él sentía necesidad de hablar de “esta cosa” con alguien que entendiera. También quería hablar, ya que aun cuando lo preocupaba menos que el sexo no podía desentenderse (dado que estaba vinculado a sus ideas sobre el mismo), de las cuestiones del amor y la pareja. Muy rápidamente me ubicó en su vida sexual, pidiéndome que no lo tildara prejuiciosamente de bisexual, cosa que ya había hecho otro psicoanalista. Él creía que era más que “bisexual”, ya que defendía su derecho a un polimorfismo erótico y de elección de parejas, a las que dedicaba gran parte de su tiempo, además de escribir. En el tiempo que llevamos de entrevistas no he logrado percibir ningún síntoma neurótico especial en él, mas allá de ciertos rasgos de carácter que superficialmente podrían tildarse de histéricos. Con sus veintipico de años ya había transitado por otros consultorios psicoanalíticos. Ahora, desde hace unos meses, dos veces a la semana desparrama su desgarbado cuerpo sobre un sillón frente a mí, acompaña su mirada con gestos de picardía que buscan complicidad, otras veces de seriedad interrogativa que culminan siempre en una sonrisa cínica. Sus gestos son interesantes, me ocupo de percibirlos, de intentar desentrañar su sentido. Nos llevamos bien. Él viene se sienta y habla, lo que dice despierta mi interés. Cuando parte suelo quedarme pensando en alguna de sus frases, casi siempre acompañada con algún gesto que la refuerza. El amor, el sexo, la identidad sexual, la moral....a veces me encuentro pensando que Matías quizás este adelante nuestro, psicoanalistas, en su pensar sobre estas cuestiones. En todo caso trato de no querer saber mas que él de estos temas, advertido del lugar en que quiso inicialmente congelarme como “experto”. Además me entusiasma sentir que ambos estamos explorando en un terreno en el cual lo que ya sabemos apenas si nos orienta para hacer reconocibles los problemas que él vive cotidianamente.

“Estuve pensando lo que dijiste que mis ideas sobre el amor son tan prejuiciosas como las tuyas, o las de todos. ¿Estas convencido de que no se puede amar sin tener en cuenta al otro y a las opiniones de la sociedad?. Pensé que eso es lo que yo trato de hacer todo el tiempo.. desentenderme de los prejuicios de los otros..no sé si lo logro..trato, sin duda.

“De las ideas sobre el amor hablamos ..no del amor mismo...quizás esas diferencias entre el hablar y el hacer nos permitan sentir que cuando amamos somos únicos protagonistas de lo que sentimos, como si los otros no existieran.

“Querrás decirme que es una especie de ilusión mía? Es posible..ademas si alguien aceptara de un modo absoluto la opinión de los otros...la docta opinión...tendría que resignar casi todo de lo más interesante del sexo.. Estuve leyendo...sabes que siempre leo eso..sobre los griegos... para mi trabajo. No es verdad que ellos toleraban la homosexualidad, o que la disfrutaran sin problemas y con alegria..Estaba muy organizada socialmente y jerarquizada...algunos sí parecían poder vivirla sin prejuicio, sin juicio social...los otros, que eran mayoría, no. Creo que tenés razón en que cada sociedad se crea una idea de qué es un homosexual y luego trata de ajustarse a ella. El problema es que ahora hay diversidad de ideas sobre esto y sobre casi todo...La mujer romántica, la que vivía en acuerdo con “su novela”, era una idea promisoria...podría haberle servido para liberarse de la Sra. ama de casa...pero no..bueno, ahora tampoco hay una idea dominante de mujer.” Pero creo que hemos ganado terreno...cuando existen esas ideas....como la moral misma...si es universal como la quisieron siempre los moralistas, se puede discriminar a los inmorales, o sea a tipos como yo, a muchas mujeres... hay que cuidarse de las ideas universales...en la practica son prejuicios..”

Si...sin duda eso sirvió para discriminar y censurar formas del amor y del erotismo. Pero...¿cómo será prescindir de los juicios y censuras de los otros...guiarse sólo por uno mismo? Alguna vez pensaste que podrías asumir esa soledad, prescindir de los otros?

No.... ¿soledad?... creo que no lo pensé así...pero recuerdo que en un cuento que escribí, el personaje...que era yo mismo muy poco trabajado...tenia una vida sexual caótica...un amor fuerte con su tío con quien podía desplegar escenas muy intensas que mezclaban cosas de la infancia....bueno, te voy a traer el libro..lo que quería decir..que recordé, era que este personaje se volvía loco...pero de locura dulce... a veces loco, a veces dulce....me pasa cuando escribo... a todos les pasa...que temo que los cercanos se encuentren en los personajes y también que me encuentren...con ese cuento me preocupaba especialmente que no lo leyeran en la familia...ves.. hasta yo soy capaz de cuidar el honor familiar y sostener la doble moral burguesa...como cuando me encuentra alguien con Marcela y estoy seguro que creen que es una novia, o algo así...parece que hay estoy de acuerdo a las formas...de paso esto siempre termina con que la peleo a ella...acusándola de que eso es lo que ella quiere no yo..”

Para no estar del todo y siempre arriesgando a la locura...como tu personaje.”

Sabia que Matías estaba trabajando sobre lo que él llamaba “su novela mayor”. Quería escribir una obra de moral sin hablar en ningún momento de ella explícitamente, aunque por entonces leía cuidadosamente a E. Kant y era imposible no tenerlo como referencia en su texto. Prefería vincularla con la American Pshycho de Easton Ellis, pero menos narrativa que ésta y con “mas ruptura”, según me decía. Una moral en acto, pero no de crímenes como la de Ellis, sino de sexo, de placeres extremos, de elecciones extravagantes de pareja, de identidades polimorfas, pero no necesariamente perturbadas sino liberadas de las ideas moralistas, capaces de asumir los riesgos de una época en la que “todo esta por verse respecto del sexo, del amor y la pareja”. Se irritaba especialmente con aquellos que él imaginaba, o percibía en algún grado, atados a la moral “antigua”, la que establece valores sobre el sexo que nadie cumple, sobre las formas del amor y la pareja que luego todos transgreden o sufren por sujetarse a ellos. “Si todo lo que rodea la vida amorosa y sexual esta revuelto, ¿porqué no inventar algo sobre lo que realmente vive la gente en vez de seguir queriendo y esperando que vuelva a comportarse como dicen las ideas que ya no son mas las únicas dominantes?”

Ya fuera de las entrevistas, en mi interior me encuentro con frecuencia oscilando entre pensar de verdad en este llamado de Matías a lo nuevo o de atenerme a los juicios y valores que de algún modo han sostenido mi propia identidad. Pienso que en pocos años la sociedad y la vida cultural han perdido muchas cosas que organizaban la vida de todos. Para bien o para mal. Para muchos, esta moral tradicional, mas que organizarles la identidad y los sentidos de la vida, como a Matías y a tantos otros y otras, les impidió vivir o se los hizo difícil. Todavía algunos sienten el peso del mote de perverso que parece calificar sus deseos, como si hubiera otros deseos, no otros actos, que se ajustan mas a la ley social. ¿Es suficiente argumento como para decir “abajo la moral”!! , que cada uno viva como quiera!!?. Creo que no, que las razones aun no son suficientes, pero creo también que es apenas una idea frente a la angustia de quedarse sin ideas morales nuevas. No sabemos, nadie tiene seguridad de que en verdad junto al grito de “abajo la moral” (sexual, obviamente, ¿existe otra?) perdamos los restos de vida social, de consideración a los otros, que nos queda. Es cierto que, a veces, la única manera que tiene el hombre de constatar que las cosas han cambiado consiste en percibir lo que ha perdido, lo que ya no está. No sería extraño entonces que podamos confundir un cambio profundo de la moral, como parece estar ocurriendo, con la sola perdida de los valores morales que conocemos y que organizaron nuestro universo de valores sobre el sexo y el amor. “No hay mas moral”, quizás sólo signifique que ya no está dominando aquella que conocíamos.

Como psicoanalista debo orientarme en la cura (aun con Matías con quien no pasamos de una serie prolongada de entrevistas) por el principio de neutralidad valorativa que impone nuestro método. Pero ni yo ni el psicoanálisis somos neutros en cuanto a la sexualidad o la moral que la sustenta. La moral burguesa, Freud fue uno de los primeros en mostrarlo, ha fijado siempre prohibiciones y recatos, a la vez que aceptaba una gran ambivalencia en los individuos entre el ser y el parecer. Rebelándonos contra esta moral burguesa, psicoanalistas, dispuestos a desnudar sus contradicciones y las imposiciones de sufrimiento que provocaba, recibimos con aceptación natural las ideas sobre una "sexualidad libre" que comenzó a proclamarse allá por los años sesenta. Parecía apuntar a liberarnos de esa ambivalencia del ser y el parecer, de la doble moral, de un ajustarnos mas a los requerimientos del deseo y la verdad, liberándolos del recato y la prohibición que imponían los valores burgueses. No creo que nadie se haya engañado creyendo que era posible una sexualidad libre de todo valor moral, aunque sin duda era y es deseable que lo fuera. ¿Qué es el psicoanálisis sino liberarse de las imposiciones morales del Superyo y no resignarse ante las exigencias de la realidad? Se trataba de apuntar a una nueva moral, cuyos valores estuvieran mas cerca de la verdad y una realidad de la vida sexual menos discriminatoria y represiva. Es sencillamente impensable una sociedad humana que no este regulada por alguna escala de valores, organización y jerarquía de los deseos y sus modos de realización por cada uno de sus miembros. Entre otras cosas porque si no existiera la moral tampoco existiría la virtud, y en ninguna época humana la sociedad arriesgó a prescindir de ambas.

Volvamos a Matías y a su novela, ya que sabemos que su vida y su escritura siguen un mismo argumento.

“Pasé el fin de semana en B., con Marcela. Le propuse y lo hicimos...ella siempre hace lo que le propongo y a veces exagera... le propuse estar desnudos todo el tiempo...aun si teníamos que salir para algo...no se lo dije, obvio...pero quería repetir las sensaciones de cuando estuve con Benjamin...habíamos hecho lo mismo...no se bien si es que quiero comparar...me adelanto...creo que es lo que temo que pienses vos...no pensé en comparar nada...sólo se me ocurrió cuando llegamos y se lo dije, sin pensar....la verdad es que no siento que sea muy diferente...Benjamin es mas maternal, menos erotico..la cama con Marcela es distinta...pero en lo demás es igual...quizás si lo extrañe un poco era porque con él puedo discutir más sobre lo que escribo... con él ese fin de semana habíamos estado leyendo juntos párrafos de la novela de Kenneddy, donde están sus comentarios sobre la moral, que son imperdibles..me persigo siempre con plagiarlo...con Marcela no da para mucho discutir...esta siempre de acuerdo antes de empezar...pero escribí mucho...el sábado me quede casi toda la noche en la maquina muy despierto...me causa un placer muy especial estar desnudo...me parece que me abre la cabeza para escribir...Escribí pensando algo que hablamos aca..¿puede existir alguien sin moral? Yo creía que sí...que yo había superado la moral...has logrado que dude... porque la moral de un tipo es la localización en su persona de algún sistema de valores que están fuera de él...en la cultura...en el decir de los otros...estoy seguro que estarás de acuerdo con esto...pero, avancé mas...pensé que los viejos moralistas...te incluyo...no quieren reconocer que ahora se trata de algo nuevo...como en la novela de Ellis, esta todo a la vista pero los demás no quieren ver, o siguen de largo en sus cosas para no alterarse...no se si llamarlo una nueva moral...pero..mirá...(se levanta de su sillón, mirándome y en gestos que entiendo de docente) no es solo en los que como yo no sabemos bien donde ubicarnos...nos resistimos a que nos clasifiquen y no estamos dispuestos a resignar nada de lo que sentimos...es en todo el mundo, los de mi generación al menos, que los valores están, pero son menos sociales, menos políticos, son mas valores personales...pero no quiere decir que no sean valores morales...están menos condicionados por el prejuicio, por los otros, por eso que decía mi madre del... que dirán..

Querrás reducir mis opiniones a las de tu madre?. Tu gesto me parece que ya es de alguien que esta necesitando de argumentos reivindicativos para sostenerse, o para convencerme a mí o a tu mamá de las razones de tu posición. Eso me hace pensar que vos también pensas en los otros, de otra manera...

“no sé que diría mi mama...pero sospecho que no entendería nada que no sea lo que conoció y le enseñaron...

“Puede ser, no lo sabemos...pero ella tuvo que ver en lo que vos conociste y te enseñó...

Mira...todas las opiniones que conozco de los de tu generación consisten en medir el presente con el pasado..y eso también es una moral dudosa...te escuché disculparte de eso en aquella charla...en el fondo...mi actualidad es otra que la de mi madre y el que dirán...¿porque no ver esto como parte de la actualidad que me toca vivir a mí?...yo no molesto a nadie...

“Quién te impide?...lo que me parece está en conflicto es si esa actualidad es todo lo placentera que a veces me la muestras, o si es sólo para convencerme...

“si, acepto que muchas veces quiero convencerte...pero es porque creo que en el fondo hay un reproche sobre la actualidad que estamos viviendo..la que yo vivo...un reproche o una nostalgia que trata de vaciar de sentido lo que nosotros, los ´jovenes resistentes´ como nos llamamos con Benjamin, tenemos que vivir y tratamos de hacerlo a nuestra manera...vos sabes cuánto yo rechazo a los travestíes o a los coqueros...pero sin embargo no me parece mal que vivan como quieran...que cada uno viva como quiera...quiero que nos dejen vivir y disfrutar de este presente...que cada uno haga lo que pueda...eso trato yo...por ejemplo le mandé a G., de la Editorial, el libro con los cuentos eróticos...me llamó para pedirme dulcemente que le cambie algunas cosas...ella que es una.....mira es difícil que te dejen ser vos mismo hasta en eso...en cuentos...que vos los leiste y sabes que no hay nada grave...

“¿Que le contestaste?

Que no iba a corregir nada porque me debo a mí mismo y a nadie mas...”

“Porque me debo a mí mismo”. ¿Sirve para entender esta posición de Matías nuestra teoría de la deuda paterna? ¿Es de ella de la que estará renegando? Es posible. Sin embargo mi pensamiento anda por otro camino. Dilema, no ajeno a Matías aunque tampoco dominante, pero que, según creo, atraviesa la conciencia de muchos, jóvenes y de muchos que ya no lo son: debo actuar de acuerdo a mis ganas, sin atarme a los otros, o debo actuar según la moral que ahora parece cosa del pasado?. Todos sabemos que hay muchas cosas en las que los jóvenes ya no creen, pero no sólo los homosexuales, lesbianas o bisexuales, o polimorfos según la autodenominación de Matías. No creen en la moral como valor social y no están dispuestos a ajustar a ella sus comportamientos amorosos y sexuales. No creen tampoco en la moral de la discriminación, en la idea del progreso ni en la ilusión de futuro. Sin embargo no debiéramos apresurarnos a considerarlos desesperanzados o simplemente decadentes. Como ellos a veces se apresuran a considerar a los de mi generación como nostálgicos o depresivos, aferrados a lo que ya no está o a lo que ha entrado en proceso de no-existencia. La dificultad, pienso, ya sin Matías frente a mí, es que en este no creer se les hace necesario librarse del otro de trato y sociedad. Porque siempre el otro nos exige de algún modo que ajustemos nuestros valores a una moral que nos trasciende, que es social aunque no inmutable, que es universal y no personal o de un grupo determinado, que necesita categorizar a las personas según un sexo definido que no rompa totalmente con el orden de la reproducción, que precisa fijar orden y limites, el bien y el mal, de la vida erótica. “El infierno es el Otro”, decía ya Sartre. Lo opuesto, el paraíso, sólo existe como perdido. Entre ambos lugares terrenos estamos de alguna manera obligados a vivir. Quizás sea ingenuo creer en el futuro, en el progreso, en que debemos esforzarnos y trabajar porque existe un futuro a realizar. Pero ¿es posible vivir sin alguna idea de futuro o sin alguna ilusión que nos haga marchar tras ella?

Matías tiene total razón en pensar que el otro es una trampa, el que dirán de la mamá, impide vivir en acuerdo con uno mismo. Porque el otro es siempre social y supone siempre el deber: de dos compromisos, del deber “ser para” y del deber hacer “por” el otro. En verdad, creo que no existe la alternativa con la que sueña Matías, la de una moral, es decir algún sistema de valores que organicen la vida, que sea personal y responda sólo al deseo de cada uno. Como que no existe “deseo de cada uno” que pueda circular sin causar problema a algún otro, aunque éste sea el propio ideal del yo. Es cierto que la moral social obliga a los individuos a vivir de acuerdo a modelos ideales, disociándolos entre el ser y el parecer. Es siempre, como en el dicho popular, “hecha la Ley hecha la trampa”, de la transgresión. Pero esta moral social ejerce la tiranía de que el individuo, para acercarse a este ideal, deba a la vez menguar su ser en beneficio del puro parecer. Es conocida la sospecha de todos: detrás de los santos y beatos se oculta un ser opuesto, de goce y de crueldad, sobre el que se construyó esa imagen de pureza. Matías, como muchos otros, aun cuando “no todos” como él afirma, no desea ese “llegar a ser” que impone la moral social, con sus tiempos y sus exigencias. Quiere “hacer ya”, “ser ya” lo que desea, porque siente que se debe a sí mismo en primero y único lugar. A esto llama su moral personal, opuesta a la de los dictados del deber ser y del parecer que exigen los demás.

Pero no se le escapa, por eso su necesidad de hablar de “esta cosa” conmigo, que otra parte de su estar en el mundo amenaza con convertirse en extraña a su existencia: ¿cómo mantener la amistad con quienes no se posicionan como él, y con quienes arriesga a verse discriminado? Siente que su mundo se ha ido circunscribiendo a los “jóvenes resistentes” como los llama, que no son mas que unos pocos amigos y amigas que comparten sus gustos, sus temas intelectuales, sus juicios sobre la defensa del vivir sin ataduras. De hecho cierto clima de marginalidad rodea los lugares y las horas en que se encuentran. Pero no olvidar que esos mismas climas rodearon a las vanguardias (intelectuales, estéticas o políticas), cuando estas existían como urdiembres de las transformaciones anheladas. Siente y teme quedar aislado en este grupo, ya que a la vez no es indiferente al éxito publico que ha logrado con sus libros y por el cual continua escribiendo aun cuando blasfeme contra la opinión publica y la creencia en el futuro. ¿Cómo vivir sin ningún compromiso con otro en pareja, deambulando en su vida sexual entre hombres y mujeres, sin lograr un enamoramiento que no obstante anhela y espera? Se ha alejado de sus padres hace unos años, puede aceptar esto a pesar de que los quiere y hubiera deseado que ellos aceptaran su estilo de vida, pero lo inquieta cada vez que, ya sea por pensarlo el mismo o respondiendo a preguntas poco discretas, responde que él no habrá de tener hijos, ni casarse, “como se hacia antes”.

Según creo, Matías pertenece a un grupo mas vasto de individuos urbanos entre los cuales existen muchos indicios para observar y concluir que existe en progresión una juventud que rechaza una moral social que impone un deber ser cada vez mas vacío y contradicho por la realidad de la vida amorosa y sexual de las personas. Pero esta juventud, que abjura de la moral tradicional, no es precisamente una juventud caída y decadente, como algunos se engañan, nostálgicos del falso orden que una moral represiva instauró sobre el deseo, compensándonos con una promesa de seguridad y futuro. Si, pienso, es una juventud que sufre de soledad y de aislamiento. Sin embargo, aun en la relativa vacuidad de sus valores; en su aferramiento al presente; en la superficialidad en que instalan sus relaciones; en su urgencia por las intensidades eróticas, acústicas, visuales, rítmicas, agresivas; no pueden, no deben, ser ignorados como protagonistas centrales de la nueva moral que, en la caída del milenio, se esta construyendo.

Emiliano Galende
Psicoanalista
 

 
Articulo publicado en
Marzo / 1999