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Dos universidades en pugna

 

A partir de la elección del Rector y de los hechos que se desencadenaron quedó en evidencia el funcionamiento perverso de la Universidad de Buenos Aires, y de una mayoría que se perpetúa en el poder y se justifica desde un discurso hegemónico y la violencia. Asistimos asombrados a la golpiza de la que fue objeto un estudiante por un integrante no docente de nuestra querida facultad; no docente que aun hoy sigue concurriendo y trabajando en la misma. Lo que quedó denunciado, es que hay dos Universidades frente a frente. Dos modelos opuestos de concebir la Universidad. Es nuestra responsabilidad como graduados y docentes universitarios lograr que la sociedad comprenda esta situación y tome posición por la tradición académica, científica, plural y gratuita.
La crisis universitaria se profundizó porque el co-gobierno de la UBA es falso, formal y engañoso. La UBA tiene miles de docentes proscriptos por un estatuto tergiversado en su espíritu: El espíritu reformista de 1918 aspiraba en su estatuto a la representación equilibrada de los diferentes actores de la vida universitaria, otorgando un peso docente del 50 %, pero incluyendo otro 50 % repartido por igual entre estudiantes y graduados. La fórmula que encontraron las minorías para instrumentar una contra-reforma silenciosa y burlar el esfuerzo de 1918 fue simple: negar el carácter de docentes al 85 % de los mismos. Los auxiliares docentes, -categoría inexistente en 1918-, crecieron en número desde entonces y raramente se concursan sus cargos además de instaurar un perverso sistema de nombramientos ad-honorem. Sobre ellos recae la verdadera tarea docente pero están proscriptos a la hora de decidir sobre los destinos de la UBA. La “trenza” que la reforma cortó en 1918 se ha rearmado en una minoría que se reproduce con pactos espúreos y garantiza su eternización en el poder. Pero lo más grave es que lo hacen con fines mercantilistas.
Existen dos modelos de Universidad:
Uno representa el poder institucionalizado por un estatuto que hoy resulta proscriptivo y vaciado de contenido democrático, es el que utiliza la UBA con un proyecto privatista que la deteriora cada vez más, garantiza su poder en la trenza y la corrupción, gestada en la compra-venta de favores políticos y acuerdos espúreos. Las mismas costumbres que reinan en la política nacional y en nuestra propia Facultad. Esos métodos serían difíciles de practicar con una reforma democrática de los Estatutos Universitarios y comprometerían seriamente el poder actual y su continuidad al frente de la Universidad.
En la vereda de enfrente, la Universidad de las bases; que trabaja todos los días en las aulas, que está compuesta por docentes con sueldos misérrimos o directamente sin sueldos, estudiantes que roban horas al sueño y empleados administrativos que se esfuerzan a destajo. De este lado se ubica un poder omnipresente e inconsulto que constituye el funcionamiento real de la Universidad de Buenos Aires, pero que no encuentra representación institucional y la reclama. Funcionamiento que tiene como analizadores más evidentes en nuestra Facultad la falta de transparencia, los acuerdos espúreos, la falta de convocatoria al conjunto de la población universitaria, el no respeto de las minorías y, como consecuencia, un funcionamiento feudo-empresarial con un manejo arbitrario de instancias de participación y concurso, en el cual el conjunto de los graduados no-docentes no son convocados, más allá de las elecciones, más allá de la formación de post-grado que la mayoría de las veces es paga. Graduados que permanecen en la sombra y que son convocados para las votaciones sin existir un estudio serio acerca de su práctica, un seguimiento de en qué condiciones se consolidan y crecen en su profesión; salvo propuestas de algunas cátedras de la facultad.
Por lo tanto es claro que la gestión actual que lidera la Decana de nuestra casa de estudios forma parte de esa Universidad de rasgos dominantes y privatistas, que se encuentra encaramada en la trenza de conducción de la UBA. Esa Universidad que está en frente de esta otra universidad en la cual nos encontramos nosotros: la Universidad de tradición académica, democrática, plural, científica y gratuita.
El P.E.F no acepta la explotación de docentes o graduados con el eufemismo del nombramiento ad-honorem, ni el reparto de cargos a discreción a cambio de favores y negocios políticos. La Universidad necesita de la pluralidad y la democracia como del aire para respirar pues sin ello no sobrevive, y cree que el negocio y la privatización matan a la Universidad y la convierten en una “Pitman” que comercia saberes devaluados.
Parece haber llegado la hora inevitable de democratizar la Universidad. Tanto la gestión de conducción de la UBA como el Ministerio de Educación no dan señales de haberse anoticiado de esta contundente necesidad. La UBA parece estar despertando de un largo proceso de decadencia y estar madura para un cambio.
Psicólogos en Frente (PEF) defiende la Reforma del Estatuto Universitario para democratizar el gobierno de la UBA, convoca a todos los sectores a trabajar para ello y reconoce la necesidad de unirse, más allá de pequeñas diferencias, con todos aquellos que quieren recuperar la Universidad y sustraerla a un discurso hegemónico y empobrecedor que no acepta diferencias, porque más allá de la elección de Rector que produjo los hechos por todos conocidos, estas dos Universidades seguirán estando frente a frente en los próximos tiempos.

 

Mónika Arredondo
Integrante del P.E.F (Psicólogos en Frente-Agrupación representante de la minoría de graduados)
 

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Articulo publicado en
Agosto / 2006