El 17 de setiembre falleció Pablo Rieznik. Fue dirigente del Partido Obrero. También docente de Economía en la facultad de Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales. Fundador de la AGD UBA, investigador, escritor. Publicamos un adelanto de su último libro en el número anterior de nuestra revista.
Militante desde joven, pasó por las cárceles de la dictadura militar donde estuvo secuestrado durante seis días y finalmente liberado debido a la gran movilización nacional e internacional. Luego se exilió, donde siguió produciendo.
En su alegato como testigo contra la cúpula del 1º Cuerpo del Ejército para dar cuenta de la presencia de Juan Carlos Higa en “El Atlético” señaló: “Lo que vengo a testimoniar es el fugaz encuentro de dos compañeros que trataban de alentarse mutuamente, intercambiando sus nombres, la identidad que los desaparecedores no habían podido borrar con su tormentos.” La pasión que ponía en sus ideas generaba rápidamente polémicas en las cuales uno debía reconocer su coherencia, su honestidad y su energía militante. Pero fundamentalmente una relación de afecto hacia el otro. Queremos finalizar este recuerdo de Pablo con una frase: “Uno esta vivo en la memoria de los demás. No hay inmortalidad. Sólo hay memoria.” Todos aquellos que lo conocimos y aquellos que lo conocerán por sus textos lo seguirán recordando.