Otra vez Milei. Otra vez es necesario alertar sobre las propuestas neofascistas del gobierno. Es que como psicoanalista y ciudadano de esta región del planeta no puedo quedar en silencio ante un gobierno cuyas políticas generan la ruptura del lazo social. Generan el aumento de los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada. El sujeto se constituye en la relación con el otro en la alteridad, sino no hay sujeto. De allí la necesidad de defender al sujeto como un desafío ético. Esto es lo que venimos haciendo desde nuestra página de la revista.
A lo largo del siglo XX los fascismos emergieron en Europa y las dictaduras militares se multiplicaron en América Latina. En la actualidad se afirman en el mundo nuevas formas de fascismos potenciados por las enormes desigualdades sociales y culturales. El fracaso de los gobiernos socialdemócratas y las diferentes formas de progresismos les ha dado nuevos aires a sectores de derecha creando diferentes formas de neofascismos que hábilmente se adaptan a las particularidades de cada país. El auge de la derecha reaccionaria es evidente como se destacó en la reunión de la internacional neofascista en España donde uno de sus líderes reconocidos fue Javier Milei. Sin embargo, para la mayoría de los sectores del poder, que apoyan fervientemente sus propuestas neoliberales, hay varios Milei. Pareciera que hablar y ser aplaudido en los foros más reaccionarios del planeta no tiene nada que ver con llevar adelante su propuesta neoliberal. Tampoco el Milei misógino y antifeminista; el Milei antisocialista; el Milei negacionista de los crímenes de la dictadura; el Milei admirador de Bukele y tantos otros derechistas. No podemos pensar que estos son diferentes Milei ya que todos se potencian.
Como psicoanalista no puedo quedar en silencio ante un gobierno cuyas políticas generan la ruptura del lazo social. Generan el aumento de los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada
Tengamos claro, si en esta primera etapa logra algún equilibrio económico que va a beneficiar a los grandes grupos económicos, allí está el Milei fascista para garantizar la permanencia del neoliberalismo. Como adelantan las propuestas de la vicepresidente Vilarroel, la ministra de seguridad Bullrich o el ministro de defensa Petri. Es decir, va a aparecer el Milei que va a dar marcha atrás con todas las conquistas democráticas, sociales y laborales que hemos conseguido en todos estos años.
Así como en Milei encontramos varios matices de sus ideas reaccionarias, la internacional de la derecha reaccionaria neofascista tiene muchas corrientes de las cuales podríamos destacar dos.
Una es la de los neoliberales autoritarios entre los cuales se ubica Milei. Esta corriente es heredera del neoliberalismo anglosajón donde combinan la defensa del capitalismo de libre mercado sin freno, con valores morales reaccionarios como el antifeminismo, oponerse al matrimonio igualitario y a la libre elección de poder abortar. Estas posiciones ultraliberales proponen el individualismo de la meritocracia y de los emprendedores donde los trabajadores no son una clase social, son individuos aislados que dejan de ser una sociedad de productores.
Los referentes en el mundo son Margaret Thatcher, Pinochet, los halcones del Pentágono de EE.UU., la iglesia evangélica, en especial en Brasil con Bolsonaro. Aquí encontramos a los lobbies fundamentalistas cristianos y como intelectual a nivel internacional a Steve Bannon; su fórmula es libre mercado, dogma religioso y mano dura contra quienes se opongan.
La otra corriente son los llamados sociales identitarios. Estos se sostienen en las ideas conservadoras europeas que plantean la necesidad de defender los modos de vida tradicionales de las zonas rurales apegadas a la naturaleza. De allí sus posiciones rotundamente antiinmigrantes. En Francia Marianne Le Pen se ubica en esta corriente, incluso con un discurso que defiende la importancia de la “mujer moderna”. También podemos ubicar a los alemanes de Alternativa para Alemania, los Demócratas Suecos, los Auténticos Finlandeses. El eje de estos grupos son sus discursos xenófobos e islamófobos con una crítica a la globalización capitalista y la propuesta de expulsar de Europa a todos los inmigrantes.
Un aspecto común de toda la derecha neofascista es la utilización del Lawfare como de las Fake News; estos son centrales en la propaganda de la derecha neofascista. Los casos de corrupción se presentan como efecto de la política y de los políticos producto del clientelismo político. Cuestionar el ejercicio de la política es un eje en el que se destacan los valores autoritarios y mesiánicos. El discurso contra “la casta” se sostiene en una perspectiva donde el Estado debe ser anulado a favor de las empresas privadas. Por supuesto, nada se dice de la corrupción de los empresarios y de las empresas privadas.
Si en esta primera etapa logra algún equilibrio económico que va a beneficiar a los grandes grupos económicos, allí está el Milei fascista para garantizar la permanencia del neoliberalismo
Para lograr estos objetivos es importante -como en los fascismos clásicos- la propaganda. Esta hoy se basa en las plataformas digitales. La militancia a golpe de clic. Desde que asumió a la presidencia el gobierno de Milei tiene su principal red de difusión en la Red X (Twitter). Desde que comenzó a gobernar protagonizó 60.638 interacciones en la plataforma desde la cual cuestiona e insulta a todos los que se oponen y a los periodistas que lo critican. Por ejemplo, el domingo 19 de marzo de este año estando en Madrid clickeo 936 likes en X, retuitó 591 tuits de otros. Se calcula que para hacer todo este trabajo tuvo que estar 6 horas y 46 minutos frente a la pantalla.
Hablar de un gobierno que puede instalar un Estado Neofascista se juega, en nuestra práctica como psicoanalistas, nuestra ética. Si seguimos la ética de Spinoza esta es una ética de la inmanencia en la relación del Yo con el otro donde se aspira a desarrollar la potencia del Yo. Sin la referencia del otro humano no hay un Yo que consiga progresar éticamente en la propia búsqueda de la potencia y de su deseo. Por ello ésta es una ética inmanente y materialista del “poder ser” donde obrar éticamente consiste en desarrollar el poder del sujeto. El ser de Spinoza es poder y potencia, no deber. Es así como la única libertad posible es el reconocimiento de un proceso de liberación que lo constituye como ético. Éste se realiza a través del conocimiento de las propias pasiones para hacer una utilización de éstas que la conviertan de pasiones tristes (el odio, el egoísmo, la depresión, la violencia, etc.) en pasiones alegres (el amor, la solidaridad, etc.). De esta manera el objetivo de la liberación ética es pasar de las pasiones tristes a las pasiones alegres.
En la actualidad la singularidad del lazo social está organizado en el odio y el miedo; es decir, en la presencia de la pulsión de muerte en la violencia destructiva y autodestructiva en la relación con el otro y con uno mismo
Esto nos lleva a varias preguntas ¿Qué ocurre cuando un sistema social y político promueve una cultura de las pasiones tristes? ¿Cuándo este sistema se afirma en el odio, la violencia y el egoísmo del “sálvese quien pueda”?
En El malestar en la cultura Freud sostiene que el amor y el odio son las dos caras de la ambivalencia con el otro ya que la relación está atravesada por el interjuego pulsional de las pulsiones de muerte y las pulsiones vida, Eros. Su reflexión es que la cultura nos impone renunciar a la satisfacción directa de estas pulsiones a cambio de poder convivir con los otros, lo cual implica la represión o transformación de las pulsiones en beneficio de la convivencia dentro de la cultura; esto es lo que está cambiando. En la actualidad la singularidad del lazo social está organizada en el odio y el miedo; es decir, en la presencia de la pulsión de muerte en la violencia destructiva y autodestructiva en la relación con el otro y con uno mismo.
Cuando Freud dice que la vida está entre dos muertes nos señala un origen trágico y un destino trágico del sujeto humano. Desde este origen trágico el niño necesita un Primer otro que le dé vida. No sólo desde el punto de vista biológico, sino constituyendo ese espacio-soporte afectivo, libidinal, imaginario y simbólico. Este espacio permite que nuestra singularidad encuentre las particularidades de nuestro ser en el proceso de individuación que las identificaciones van a posibilitar. Somos singulares en potencia ya que necesitamos de un Primer otro para que nos encontremos con otros otros. La sociedad está para organizar la alteridad; el ser humano necesita de la comunidad para poder ser.
Como decíamos anteriormente, la actualidad de nuestra cultura genera nuevas formas de procesar la pulsión de muerte que no han sido analizadas en la época de Freud. Es decir, nuevas formas de corposubjetivación cuya consecuencia son los procesos de desligazón de la pulsión de muerte que llevan tanto a la violencia destructiva y autodestructiva como a la dificultad de simbolizar el desvalimiento originario propio de la muerte-como-pulsión que construye un sujeto en la vivencia del desamparo.
Desde esta perspectiva la cultura consistió en un proceso al servicio del Eros que a lo largo de la historia fue uniendo a la humanidad toda. A este desarrollo se opuso -y se opone- como malestar, la pulsión de muerte que actúa en cada sujeto. Es por ello que la cultura permite crear un espacio-soporte intrasubjetivo, intersubjetivo y transubjetivo donde se desarrollan los intercambios libidinales. Este espacio ofrece la posibilidad de que los sujetos se encuentren en comunidades de intereses, en las cuales establecen lazos afectivos, imaginarios y simbólicos que permiten dar cuenta de los conflictos que se producen. Es así como este espacio se convierte en soporte de los efectos de la pulsión de muerte. En este sentido sostenemos que el poder es consecuencia de este malestar en la cultura: las clases hegemónicas que ejercen el poder encuentran su fuente en la fuerza de la pulsión de muerte que, como violencia destructiva y autodestructiva, permite dominar al colectivo social. Ésta queda en el tejido social produciendo efectos que impiden generar una esperanza ya que llevan al sujeto a la vivencia de desamparo. Por ello es importante distinguir un poder que represente los intereses de una minoría de otro en manos de la mayoría de la población que permitirá desplazar los efectos de la pulsión de muerte. Esta situación es producto de condiciones económicas, políticas y sociales ya que uno de los rasgos importantes de la cultura es que regla los vínculos recíprocos entre los seres humanos. En este sentido el gobierno de Milei apuntala su dominación en producir las pasiones tristes: el miedo, la violencia, el egoísmo, etc. De allí el traumatismo generalizado que produce un efecto de sometimiento ante la sensación de una situación sin salida que se disfraza en una ilusión que sostiene una esperanza pasiva, una esperanza en un mesías salvador.
Esto nos lleva a la teoría general del traumatismo. Debemos dar cuenta que una vez constituido el aparato psíquico y, por lo tanto, los sistemas de significación que determinan la estabilidad del sujeto, hay que pensar qué ocurre cuando aparece una realidad que imposibilita la relación del sujeto consigo mismo y con los otros.
Hablamos de un traumatismo colectivo, de un traumatismo generalizado que abarca a todos los sectores de la sociedad; donde, como siempre, los más afectados son los desvalidos socialmente
En este sentido cuando se produce una situación traumática va acompañada de una pérdida (recordemos que etimológicamente la palabra “trauma” deriva de palabras que en griego significan: herida, perforar. Esto señala la noción de lesión, rotura y, por lo tanto, de una pérdida). Esta pérdida puede tener muchas características: de parte del propio cuerpo, una persona, un objeto, una cosa, una casa, un trabajo, objetos imaginarios como fantasías, proyectos de vida, etc. El trauma se aparece porque queda un remanente de angustia que no puede ser representada por palabras; es decir, no puede ser simbolizada. En términos económicos, esta angustia no representable corresponde a energía no ligada. Cuando el hecho traumático supera las defensas psíquicas del sujeto se produce una angustia automática que avasalla al yo. De esta manera el yo deja de ser soporte de la pulsión de muerte para quedar atrapado en un proceso de desestructuración. Es así como se genera una regresión al narcisismo primario que impide al sujeto implementar defensas eficaces como ocurre en situaciones donde la angustia funciona como angustia señal. Lo que queremos subrayar es que la problemática del trauma no solamente está vinculada al efecto desestructurante del estímulo, sino al efecto que éste tiene para cada sujeto y la posibilidad de encontrar apoyo para su subjetividad. Esto es lo que planteamos con el concepto de corposubjetividad, en tanto la subjetividad es corporal en un entramado de relaciones histórico-sociales.
Si el psicoanálisis plantea su especificidad al comprender los efectos de la realidad de la fantasía, hoy debemos incluir lo traumático que produce una cultura en el exceso de realidad que produce monstruos. Cuando hablo de exceso de realidad es para referirme a una realidad cuyo exceso impide la capacidad de simbolización, produciendo hechos traumáticos que generan monstruos en tanto no son del orden de las fantasías o del delirio. Por ello -como decíamos anteriormente- hablamos de un traumatismo colectivo, de un traumatismo generalizado que abarca a todos los sectores de la sociedad; donde, como siempre, los más afectados son los desvalidos socialmente.
De allí los síntomas del paciente limite donde el imperativo que comanda al sujeto en nuestra civilización es el empuje a gozar sin límites en la ilusión de obturar el desvalimiento originario. El gobierno nos habla de los emprendedores que si se sacrifican van a logran sus objetivos. También de esperar 30 años para conseguir el bienestar. Su resultado es la clínica de la ansiedad, de la impulsividad, de la adicción, de los trastornos conductuales en niños y adolescentes, del pasaje al acto en los suicidios. Es decir, lo que predomina son los procesos de desubjetivación y desidentificación ante la sensación de fragmentación de las relaciones sociales y una cultura donde el gobierno promueve los efectos de la pulsión de muerte; es así como el miedo y la violencia destructiva y autodestructiva al constituirse en un ordenador social genera la ruptura de la relación con los otros. Por ello los procesos de corposubjetivación en la singularidad de cada sujeto son necesarios entenderlos desde un plural en tanto el otro es la base de nuestra esperanza; en tanto el otro genera Eros. De allí la importancia de crear espacios en el encuentro con el otro para afianzar la fuerza que produce comunidad.◼
Nota
1. Algunos fragmentos de este texto fueron extraídos de mi exposición en las Jornadas organizadas por la revista y la editorial Topía realizadas los días 28 y 29 de junio de este año en ocasión de la publicación del número 100 de nuestra revista: “Psicoanálisis en el fin de una época. Construyendo pensamiento crítico contra la derecha neofascista”. También los desarrollos de muchos conceptos pueden encontrarse en El erotismo y su sombra. El amor como potencia de ser, editorial Topía.
Enrique Carpintero, Psicoanalista
enrique.carpintero [at] topia.com.ar