En su artículo “Ya lo sé, pero aún así” (comunicación presentada a la Sociedad Francesa de Psicoanálisis en noviembre de 1963 y publicada en Le Temps Moderns, enero de 1964), el psicoanalista francés Octave Mannoni desarrolla ciertas problemáticas que muchas veces surgen en la clínica como obstáculo (por momentos, hasta epistemológico, a decir de Gastón Bachelard): las creencias.
Son pocos los párrafos desarrollados desde el comienzo del artículo para que Mannoni ya introduzca a modo de referencia teórica e histórica un texto clave -pero lamentablemente muchas veces olvidado- de Sigmund Freud: Fetichismo, publicado en 1927, momento de inflexión en la obra freudiana. En el texto, Freud analiza el problema de la creencia tomando como vértice la categoría de Verleugnung, cuya traducción más común al español es renegación, mecanismo psíquico que provoca el repudio y a la vez la desmentida del niño al percatarse -casi siempre accidentalmente en sus “series complementarias”- que la niña no posee pene, dato de la realidad que por ley transitiva conlleva a asumir la castración de la Madre, nada más parecido al horror mismo en la subjetividad del niño, mientras comienza a navegar por los mares turbulentos del Edipo y la Castración.
La Verleugnung permite al niño conservar y, a la vez, abandonar la creencia (que la madre “lo tiene”), permaneciendo “dividido” (o para ser más freudianos, escindido) frente a ella. Siguiendo a Freud, la Verleugnung del falo materno es la primera parada en la traumática constitución subjetiva de la sexualidad infantil como “bandera de guerra” a esa traumática y repudiada realidad: “al final, entonces, Mamá no lo tiene” y, a su vez, la usina de todas las creencias que consiguen sortear dicha desmentida de la experiencia. Desde el lenguaje, como frase de cabecera en el artículo de marras, Mannoni propondrá el “ya lo sé, pero aún así…”
Gran parte del artículo de Mannoni se referencia en narraciones antropológicas sobre las creencias. Para el caso, el analista francés toma un texto que describe la experiencia de los hopis, una civilización amerindia, en la cual uno de sus rituales consistía en el uso de máscaras (katcinas) por parte de los adultos de la civilización, en períodos determinados del año, con el fin de engañar a los niños de la civilización por medio del terror, simulando el deseo de comerlos. Los pequeños, atemorizados, terminan siendo salvados por sus madres, que entregan a los katcina pedazos de carne, concluyendo el ritual en una provisión de distintos alimentos por parte de los propios katcina.
Mannoni describe la decepción de un hopi al momento de -accidentalmente- descubrir cierta vez el embuste de las máscaras. “Por la noche no pude comer, y cuando los katcina distribuyeron los regalos, me negué a aceptar el piki (albóndigas de maíz rojizas en lugar de amarillas, teñidas por las madres). Sin embargo, el piki que me daban no era rojo, era amarillo. Eso me hizo feliz”.
En un mismo acto, el frustrado narrador conserva su apesadumbrado “mamá me engañó” con la creencia de “mamá me salvó”. El ritual implica como revelación, llegada la prepubertad del niño, una ceremonia donde los adultos se muestran ya sin las máscaras, mientras bailan la danza katcina, lo cual provoca la conmoción fantasmática de reconocer al propio padre entre los embusteros portadores de máscaras (y la complicidad de la madre ya no tan “salvadora”). Así, Mannoni va a asegurar que “…no hay creencia inconsciente; la creencia supone el soporte del otro…” Vaya si no fue tan claramente analizado por el mismo Freud en La Novela Familiar del Neurótico (1909) y a su vez comprobado por quienes tenemos la dicha de practicar la clínica analítica día a día cuando nuestros pacientes vienen a relatarnos sus “novelas familiares” desde el Discurso Amo de mamá y/o papá, sin muchas veces escuchar-se que en ese relato prácticamente “nada cierra”.
La adhesión y devoción hacia un proyecto político y sus líderes por parte de una masa obedece sin dudas a cuestiones ideológicas que no necesariamente transcurren con exactitud por los mismos andariveles de las leyes del inconsciente que guían la clínica freudiana. La alienación y la conciencia en sí o para sí como fenómenos del campo de la ideología (tempranamente “descubierto” por Marx llegando a mediados del Siglo XIX) no siempre se desenvuelven en los mismos términos del Inconsciente freudiano. Marx tomó un Sujeto escindido, alienado, integrante de una clase social, un particular de un Universal. Freud, un Sujeto escindido, alienado, abductivo, más singular (“uno a uno”) que particular. Sin embargo, el discurso y sus efectos puede a veces encontrarse como fenómeno de subjetivación en el campo de la clínica analítica y la ideología y la política. Y vaya si el “Relato” (término acuñado casi como franquicia propia por el “Proyecto” que gobierna nuestro país desde el año 2003) y el Fetiche tantas veces no suelen jugar sus cartas en el campo de las ideas en la lucha de clases y también en nuestros divanes y consultorios.
Si algo ha sido cristalizado y fetichizado por el llamado “Proyecto Nacional y Popular” son los derechos humanos como marca registrada y exclusiva de este Modelo, tomando como acto fundacional -también fetichizado- la célebre bajada del cuadro de Videla por parte del extinto ex Presidente Néstor Kirchner (“Padre” totemizado del Modelo) en el Liceo Militar, el 24 de Marzo de 2004, con motivo de la primera conmemoración del Golpe genocida de 1976 por parte de la gestión presidencial kirchnerista.
A partir de dicho acto fundacional, seguido por la anulación de las llamadas “leyes de impunidad” (Punto Final y Obediencia Debida sancionadas en el Gobierno de Alfonsín) que abrió la instancia de reapertura de juicios a genocidas (cabe mencionarse que la epopeya anulatoria de dichas leyes se interpuso para anular los tratados internacionales de extradición para que los genocidas sean juzgados de manera más “expeditiva” fuera del país) más la cooptación de la mayoría -por suerte no todos- de organismos “históricos” de derechos humanos, el fetiche “derechohumanista” se instaló como moneda corriente del régimen actual.
Curiosamente, en los últimos años, el Gobierno de “los derechos humanos” optó por poner al frente del turbio Ejército Argentino a un General de dudosa procedencia, César Milani, quien se vio obligado a renunciar a su cargo a finales de Junio de este año ante las evidencias judiciales sobre su participación en la represión durante la dictadura militar. Hasta que su nombre cobró notoriedad pública, no resultaba ser un emblema del genocidio en nuestro país. Al momento de cobrar una mayor notoriedad pública el nombre de Milani, comenzaron a surgir distintas denuncias vinculadas a su participación en crímenes de lesa humanidad durante la dictadura genocida en nuestro país e, inclusive, en sus prolegómenos. Se hizo pública una denuncia del Informe “Nunca Más” de la Provincia de La Rioja del año 1984, donde el General César Milani fue acusado por Alfredo Oliveran, ex detenido desaparecido, de haber allanado su domicilio junto a un grupo de tareas en el año 1977 y, consiguientemente, detenido e interrogado con métodos convencionales de tortura en un Juzgado Federal de La Rioja.
Las tropelías represoras de Milani no comenzaron ahí. El hijo del extinto genocida tucumano Antonio Bussi, en una carta dirigida al diario La Gaceta con fecha 18 de Julio de 2013, reconoció que el Jefe del Ejército “nacional y popular” era “uno de los subordinados más comprometidos con mi padre” durante el Operativo Independencia del año 1975 en Tucumán, el cual como se sabe fue el “ensayo general” para la dictadura sanguinaria iniciada con el golpe del 24 de Marzo.
Sin embargo, su prontuario tampoco se acaba allí. El caso más emblemático de su participación en la dictadura fue la desaparición en el mes de Junio de 1976 del conscripto Agapito Ledo (quien fuera señalado por informes de inteligencia de la época como militante de una organización aparentemente vinculada con el PRT), mientras prestaba tareas en el Servicio Militar bajo las órdenes de Milani. En la causa abierta por los familiares de Ledo se puede comprobar un acta fraguada por el actual Jefe del Ejército donde deja constancia que Ledo fue un “desertor” durante sus actividades como conscripto. El “desertor” Ledo nunca más apareció. Al día de la fecha, ningún funcionario de organismo gubernamental alguno, ni la señora Estela de Carlotto, ni Hebe de Bonafini se han dignado a recibir las denuncias de los familiares de Ledo. Las únicas “Madres”que acompañan públicamente la lucha por el esclarecimiento de la desaparición del conscripto han sido Nora Cortiñas y Elia Espen (más las organizaciones no “oficialistas” nucleadas en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia).
Como corolario, no resulta menor señalar que el General Milani aparece en un listado publicado en un Dossier de la Revista Veintitrés en el año 2010 -previo a su designación como Jefe del Ejército- junto a decenas de nombres, como “agente de inteligencia” del temible Batallón 601 del Ejército durante la dictadura militar. Lo tragicómico resulta ser que la Revista Veintitrés no integra ninguna “corpo” de la “Opo” (como Clarín o La Nación), sino el Grupo Veintitrés, dirigido por el empresario mediático Sergio Szpolski, que si algo se ha caracterizado en todos estos años es en haberse presentado como la “Corpo” oficialista en el campo de los medios de comunicación (Tiempo Argentino, CN23, El Argentino, Infonews). Evidentemente para las épocas de la publicación del Dossier de la Revista Veintitrés todavía “Milani” no resonaba como lo “escabroso” que resuena hoy, sino sin lugar a dudas algún “filtro” se hubiera activado a la hora de decidir publicar el Dossier.
Claro está que ante tamaño prontuario, la férrea defensa y sostenimiento de Milani por parte del Gobierno de “los derechos humanos” y la mayoría de sus militantes hasta horas antes de su “renuncia” radica más en las funciones garantizadas por el otrora genocida en estos últimos años (que han quedado de relieve ante la muerte del fiscal Nisman en el mes de enero): un aparato de inteligencia “propio” y “del palo”, encargado de espiar opositores, jueces y sobre todas las cosas, organizaciones sociales y política no cooptadas.
Cabe además resaltar que, aún con Milani “renunciado”, casi un tercio de los integrantes del Gabinete de Ministros del Gobierno de “los derechos humanos” que también se ufana de denunciar la “complicidad civil con la dictadura” ha sido cómplice o directamente partícipe de la dictadura. Héctor Timerman, actual Canciller y Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Nacional, dirigía en los tiempos previos, durante y posteriormente al golpe del 24 de Marzo, el diario vespertino La Tarde, que en sus tapas reivindicaba “el aniquilamiento de la subversión” y en los días del golpe festejaba la “reorganización nacional”. Timerman -junto a los ejecutivos de los principales diarios, entre ellos Clarín, desde luego- fue recibido con honores en la Casa Rosada por el propio General Videla el 1 de Abril de 1976, a una semana de consumación del golpe.
Además, Carlos Tomada, actual Ministro de Trabajo revistió como Director de Relaciones Laborales durante toda la dictadura militar -había sido designado en el Gobierno de Isabel Perón- en la ya desaparecida Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA); tal era la fidelidad que debe haber jurado Tomada al Gobierno de Videla que fue gratificado en octubre de 1976 con el nombramiento de representante oficial del Gobierno de facto en la 62° Reunión Marítima de la OIT realizada en Ginebra, firmado por puño y letra de Videla en el Boletín Oficial 23.509 (12/10/76).
Como dice el refrán, “no hay dos sin tres”. En homenaje al “Nombre -y apellido- del Padre”, Kirchner, pero Alicia, hermana de Néstor, cuñada de la Presidenta, Ministra de Desarrollo Social de la Nación. Evidentemente “Alicia” se encontraba en el “País de las Maravillas” durante la dictadura militar genocida. Ocupó en los siete años que duró “el Proceso” el cargo de Subsecretaria de Asuntos Sociales de la intervención de facto en la Provincia de Santa Cruz. Ya es conocida por todos cuál fue la política en “asuntos sociales” de la Junta Militar en el interior del país. Nobleza obliga, a diferencia de Tomada, “Alicia” no borró en su CV de la Web del Ministerio dicho cargo.
Podemos dejar de lado por no revestir un cargo “oficial” o ministerial a quien es desde hace décadas Secretario General del gremio de la construcción (UOCRA), Gerardo Martinez, “Gerardo” como gusta llamarlo la Presidenta “en vivo” en tantos actos oficiales compartidos con la Cámara Argentina de la Construcción, quien fue agente civil del Batallón 601 también durante la dictadura y hace años es uno de los dirigentes sindicales más fieles y leales al Gobierno Nacional.
No parece poca cosa que en el Gobierno de los “Derechos Humanos”, tres de sus ministros hayan sido colaboradores o directamente funcionarios de la dictadura de Videla y compañía y su ex Jefe del Ejército, directamente parte del aparato represivo ejecutor de crímenes de lesa humanidad y, uno de sus sindicalistas más cercanos, agente de inteligencia del Grupo de Tareas más sanguinario del Ejército durante los años más sangrientos. Lo descripto en este apartado está por demás comprobado con testimonios y documentación, pero por los ritmos de la economía procesal de todos los “partidos judiciales” (oficialistas y opositores) nunca han llegado a procesamientos y condenas.
Ante la evidencia, el honesto militante o adherente al Gobierno “de los derechos humanos” -dejamos de lado a aquél que es consciente sobre todas estas responsabilidades, pero sigue firme en el encubrimiento- solía quedar atónito y desairado. Como los niños de la tribu hopi que descubren que los katcina son adultos con máscaras. Como el niño que descubre que la niña -y por lo tanto su madre- no tiene pene. Todavía no aflora ninguna renegación (que no es estrictamente un mecanismo de defensa, sino de protección) sino, en palabras de Freud, el mecanismo de defensa más arcaico: la negación, la Verneinung: “No puede ser es una mentira de Lanata y de Magnetto son los troskos funcionales a Clarín y la derecha” y toda una serie de diatribas que se orientan a negar lo innegable y evidenciable, que pone en peligro al indestructible Relato y andamiaje simbólico-imaginario del Gobierno “de los derechos humanos”, sostenido en Gran Otro del padre -muerto- totemizado y la Madre completa no castrada.
Cuando la Verneinung se muestra incompetente e impotente ante la evidencia, surge ahí la imperiosa necesidad de un ejército de fetiches, vértices irrompibles en el “Ya lo Sé pero Aún Así.” que es el himno de cabecera en la Verleugnung que referenciamos en Freud y Mannoni, frente al repudio del niño a la castración de su Madre. El fetiche que “completa” a mamá puede ser variado: los Pañuelos de las Madres, la imagen de “ÉL” bajando el cuadro de Videla -para no desviarnos omitimos algún comentario sobre la dudosa trayectoria del matrimonio presidencial durante la dictadura, que desarrolló su actividad letrada más orientada a las ejecuciones hipotecarias del tristemente célebre decreto 1050 que en la presentación de Habeas Corpus en favor de militantes desaparecidos-, los museos en la ESMA, las fotos de los desaparecidos, entre otras.
Además del plano imaginario del fetiche, en el registro de lo simbólico y el discurso, el Ya lo Sé pero Aún Así” de la Verleugnung en el discurso puede ser variada. Tomemos algunos ejemplos que solíamos escuchar hasta no hace mucho:
“Ya lo Sé -que Milani fue un represor- pero aún así -defiende el Proyecto Nacional y Popular-.”
“Ya lo Sé -que Milani fue un represor- pero aún así -se abraza con Hebe-.”
“Ya lo Sé -que Milani fue un genocida- pero aún así -banca a Cristina-.”
A sabiendas que la renegación y el fetiche suelen prevalecer en las perversiones, cabe aclarar que estamos a un abismo de soslayar una acusación sobre presuntas “perversiones” en la masa de individuos que se valgan de este sistema de protección, esta Verleugnung, o del “Ya lo Sé, pero Aún Así”. En primer lugar, sería corrernos de la singularidad en la estructura y sobre todas las cosas en transferencia, cayendo en un reduccionismo brutal y en una aplicación extra clínica de las categorías del psicoanálisis. Los fenómenos que pueden emular diversos mecanismos psíquicos de estructuras determinadas (neurosis, psicosis, perversiones) en el campo de la política y la lucha de clases representan una ínfima porción a la hora de comprender ciertos procesos, como en este caso, la creencia en un gobierno que se vanaglorie ser “de los derechos humanos” cuyos principales exponentes y funcionarios cuentan con un prontuario en la dictadura militar. Sin contar, además, que el psicoanálisis sacó a las perversiones del plano acusatorio moral para ubicarlo, nosológicamente, como una posición subjetiva -entre otras- por la cual el Verleugnung del “Ya lo Sé, pero Aún Así” se impone como el mecanismo prevalente frente a la castración de la Madre y el fetiche deviene en falo materno.
Siguiendo con la emulación, para el caso del honesto “creyente” en el Proyecto, asumir la brutal contradicción de guardar entre las propias filas generales genocidas y funcionarios procesistas y sortearse Verneinung y Verleugnung, podría conllevar al terrorífico riesgo que la Jefa Mamá Completa baje del Olimpo para engrosar la lista de los mortales, de los y las castradas y que, consiguientemente, ese Otro por el que durante tanto tiempo ofreció y puso una, dos mejillas y hasta la cara entera, se precipite y derrumbe como un castillo de naipes. A esta altura, ya no hay fetiche, “pañuelos”, “cuadros bajados” que puedan tapar agujero alguno. No muy distinto a la cara de azoramiento y frustración del prepuber hopi a quien se le revela que entre los katcina estaba su padre enmascarado y que su madre en lugar de haber sido una “salvadora” resultó también ser una embustera.
Tomamos como propio, para concluir, un pasaje del artículo en cuestión de Octave Mannoni, destacando el “Ya lo Sé pero Aún” como condición necesaria para cualquiera que esté dispuesto a ver un buen espectáculo de teatro plagado de ilusiones.
“El espectador adopta, ante los juegos de los ilusionistas, la actitud del perfecto incrédulo, pero exige que “la ilusión” sea perfecta, sin que se pueda saber quién debe ser engañado; en el teatro acontece algo semejante , o se ha imaginado la fábula del espectador ingenuo y crédulo que toma por realidad lo que ocurre en el escenario…”