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3D “La Tercera Dimensión”

 
Un Caso Clínico

“Al fin el único misterio era el de la pobreza, que hace de los hombres seres sin nombre y sin pasado, que los devuelve al inmenso tropel de los muertos anónimos que han construido el mundo desapareciendo para siempre” Albert Camus

 

Desarrollamos este trabajo basados en nuestra experiencia como Psicólogos Clínicos del Servicio de Psicología del Hospital Nac. Prof. A. Posadas, que es una institución pública de salud, estatal y gratuita, ubicada en la zona oeste del llamado 1º cordón industrial del Gran Buenos Aires.
El actual escenario político, económico, social y cultural pone de manifiesto el creciente número de personas que perdieron su status y que, por las condiciones de riesgo físico, psíquico y emocional en que se encuentran han sido categorizados como “grupos de riesgo o de alta vulnerabilidad”. En realidad, la mayoría de la ciudadanía ha pasado a incluirse en esta categorización. Seguimos manteniendo en este trabajo esta denominación para los niños, jóvenes, mujeres, ancianos y discapacitados por ser los que más fácilmente quedan excluidos o son expulsados de la red social, convirtiéndose en las principales víctimas de las distintas caras de la violencia, producidos por la pobreza. Es así que el deterioro producido por esta ejerce una presión constante que dificulta y/o a veces imposibilita a la familia – y también en otros ámbitos humanos – el cumplimiento de ser el sostén necesario para sus miembros. Se constituye en tales situaciones de abandono la génesis de conductas disruptivas.
Las abruptas modificaciones de las condiciones socioeconómicas, ocurridas en las últimas décadas a nivel mundial, produjeron la destrucción del Estado conocido. Hubo una legislación social argentina que lideró en América el tipo de Estado regulador o moderador y que fue suplantado por la teoría neoliberal “del Estado mínimo” en donde las leyes del mercado y su teoría del derrame de la riqueza autorregularían la atención de los ciudadanos.
La globalización es la responsable de las principales causas del desempleo. Este produce desclasados, que se suman a los pobres estructurales. Los efectos de las modificaciones del contrato social no fueron planificadas y no se tomaron los recaudos necesarios para paliar sus efectos adversos. El desempleo es una amenaza omnipresente para quien aún conserva su puesto laboral – la mayoría de las veces precarizado – y que se ve cumplida en quien lo perdió. Se produce un vacío en la contención social de los individuos que excluye a gran parte de la población del sistema. Se suma a ello un aumento de la corrupción en la clase dirigente, necesaria para mantener dicho estado de cosas, ya que por la falta de intermediación de la ley (Derecho) se provocan abusos. Otra de las múltiples vertientes que mantiene el cuadro descripto de abandono social es la desigual distribución de la riqueza y la concentración de capitales y de poder que conlleva.
Nuestras consultas son fundamentalmente por conductas delictivas, adictivas, prostitución, éxodos familiares, desnutrición, intentos de suicidio manifiestos o encubiertos (accidentología), deserción escolar, menor expectativa y pérdida de calidad de vida, etc., lo que nos lleva a una primera conclusión que subsume la heterogeneidad de los diagnósticos: la desocupación produce la desestabilización o desestructuración en las estrucyuras individuales, en los grupos familiares y en lo comunitario, dando lugar a una homeostasis patológica por lo penosa y lábil.
La pobreza – como diagnóstico social al que hemos arribado – se convierte en el marco referencial indispensable para la comprensión, planificación y tratamiento de la problemática que nos demanda la consulta diaria. Sobre este background se deben recontextualizar las patologías convencionales. Si no tenemos en cuenta la gestalt, la disfuncionalidad creada por la violencia y el abandono en los distintos ámbitos, se hace inentendible.
Este panorama, en el cual estamos inmersos, en donde somos sujeto y objeto de lo cotidiano, donde a veces se nos aparece el dolor de ver en la situación vital del otro, aspectos de nuestra propia experiencia, es donde tratamos de rescatar la posibilidad de reconocer y acompañar los procesos de cambio necesarios para enfrentar una realidad traumática.
Lo anterior es una somera descripción de la situación con que nos encontramos como trabajadores de la Salud Mental en la práctica hospitalaria, enfatizando la faceta macrosocial.
A fin de ejemplificar lo expuesto presentaremos uno de los tantos casos clínicos que fueron atendidos en terapia de pareja.

 

Viñeta clínica:
Esta familia está formada por cuatro miembros convivientes.
Este grupo familiar es disfuncional ya que la pareja se fractura a partir del desclasamiento (caída de situación socioeconómica), lo que agrava las diferencias que mantenían desde hacía tiempo.
Llega Irene (41) sola a la consulta de primera vez relatando las dificultades de pareja, las que se centran en discusiones en cuanto a la educación de sus hijos, (síntomas en el hijo mayor, Federico (12), enurético) y por otro, la situación económica en la en había caído la familia con la pérdida de la posición social. Se resuelve citar a entrevistas de pareja.
Concurren ambos para elaborar el diagnóstico y planificar el tratamiento posible:
Se recaban en un principio datos de cada uno para construir la historia familiar.
Irene (esposa) tiene un hermano fallecido hace 2 años en un accidente automovilístico, sus padres son ancianos viven en las cercanías (4 cuadras) y mantiene una buena relación con ellos.
Ernesto (43, esposo), es del interior de la Provincia de Buenos Aires, hermanos y padres viven en el lugar de origen, y esta distancia le dificulta mantener un vínculo mas estrecho.
Se casan hace 14 años, cuando ambos habían concluido sus carreras profesionales.´
Al comienzo del matrimonio, Irene se asocia con una colega, abriendo un laboratorio, mientras Ernesto, que compartía la misma profesión, se desempeñaba en relación de dependencia en otra institución.
Debido a la caída de los ingresos por Obra Social, el trabajo en negro, la corrupción (retornos), en suma el deterioro económico del país, Irene debe disolver su sociedad y le propone a Ernesto renunciar a su trabajo para integrarse a su laboratorio, no como socio sino como subalterno. Esto es aceptado por Ernesto con lo que además de la situación de sometimiento, pierde su lugar de pertenencia y referencia propio.
Irene nos trasmite en la sesión la insatisfacción y su frustración que deposita en su pareja. No se percata del marco social que los rodea y agrede a su esposo mostrando desagrado en compartir la sesión terapéutica, interpretable en el amplio sentido de no poder compartir lo cotidiano: casa, laboratorio, proyectos, etc..
Ernesto tampoco toma conciencia haciéndose cargo de los reproches de Irene aceptando la culpabilización implícita, no pudiendo discriminar ninguno de los dos el desclasamiento, evidenciado en el cambio de colegio de los hijos, privado a público, venta de un coche, atraso en el pago de un préstamo hipotecario, etc.. Esto incrementa en él su angustia y depresión por su futuro incierto, en cuanto a su próxima desocupación y falta de vivienda. Es decir, pasa a ser: descasado, despojado y desclasado.
Se trabaja con la pareja la separación y la salida del hogar de Ernesto, impuesta por Irene, ya que la vivienda y el laboratorio eran propiedad de ella.
Restrospectivamente no se permitieron ellos mediante el tratamiento, elaborar en el caso de él, la recuperación de su autoestima perdida, es decir reinventar un lugar para poder ser, lo que hubiera permitido abrir posibilidades para una mejor reinserción laboral profesional, ya que abandona el tratamiento. Con Irene la depositación masiva que efectúa sobre Ernesto. En ambos queda obliterada la capacidad de reflexión, lo que imposibilita desplegar la demanda.
Hoy repensando éste caso, nos planteamos si todo lo que vivió ésta familia, se remite a su patología de base o toda esta desestructuración se asocia directamente con el nuevo diagnóstico de desclasamiento.
Nos preguntamos: ¿Cuántas estructuras permanecerían ocultas si no fueran por las crisis?
Dado que la población que acude en busca de auxilio pertenece a una clase media aparece en nosotros la dificultad de manejar la disociación instrumental necesaria para operar eficazmente, ya que es “gente como uno”. Esto produce una paralización en las personas que tal vez no tengan un entrenamiento y, el exabrupto socio-económico-político, hace aparecer diagnósticos vacíos de contenido, tales como: “ataques de pánico” en lugar de fobias, trastornos alimentarios: “anorexia y bulimia” que son diferentes grados de psicosis; “conductas delictivas y adictivas” que se corresponden con sociopatías y psicopatías. En nuestro caso, hablar de una personalidad histérica con manejos psicopáticos en Irene, y de una personalidad depresiva dependiente en Ernesto, sin tomar en cuenta la contextualidad macrosocial en que están inmersos, y los efectos que se producen en las subjetividades, nos priva de herramientas operativas para intentar revertir situaciones que trasciendan lo individual. Se da así viso de normalidad a conductas patológicas, o bien se las “maneja” con medicación o se las explica genéticamente, pero, ¿se puede medicar el empobrecimiento o encontrar una explicación genética? Nuestra postura de la salud y la enfermedad mental trasciende la explicación del mero desbalance fisiológico y /o alteraciones genéticas. El ser humano es una unidad biopsicosocial en situación, lo que implica su inclusión en una red social desde antes de su concepción. Esto nos permite entender que el estado de abandono y desolación en que se encuentran las personas incide e incidirá en la salud o en la patología afectiva y emocional de los individuos.
Acentuamos – por ser lo más observado – la fractura y degradación del núcleo familiar de los “nuevos pobres”, que presentan un intenso sufrimiento y la imposibilidad de enfrentar situaciones que los muestran desvalidos e impotentes y con la culpabilización secundaria de sentirse responsables.
¿Qué nuevos paradigmas de familia se nos plantea de aquí en más? ¿Qué instituciones formadoras de subjetividad que permitan al ser humano, obtener Humanidad, deberán crearse, modificarse, instituírse?.

 

Lic. Beatriz Giménez
Lic. Amelia Belforte
Lic. Guillermo Preusse
Servicio de Psicología - Hospital Nac. Prof. Alejandro Posadas.
 

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Articulo publicado en
Noviembre / 2002