Introducción
Desde el origen de la civilización más antigua, hasta la aparición de las vanguardias del siglo XX, los artistas se han interesado por la problemática de entablar una relación de parentesco entre las artes, sus mutuas influencias, interferencias y relaciones comparativas, por ejemplo, entre los colores de las pinturas y los sonidos de las palabras; la musicalidad y el ritmo propio de un poema y su paralelismo con un cuadro o un film. Las afinidades entre determinados escritores, pintores o directores de cine. Guiones cinematográficos y films que “nacen” de un texto literario y su íntima relación con aspectos de una determinada sociedad. Cuentos, novelas o pinturas que son el resultado de un fuerte estímulo a la imaginación, a partir de la proyección de un film.
Los pintores de íconos eran llamados “iconógrafos”, porque se los consideraba más “escritores” que pintores. El icono era en realidad un texto escrito en imágenes: la “Biblia de los pobres”, el libro de aquellos que no sabían leer ni escribir. En este sentido, también el lenguaje cinematográfico es un texto, básicamente hecho de imágenes, más que de palabras. “Poesía Visual”, llamado por ciertos cineastas. Quienes a su vez son llamados los “pintores de la luz artificial”.
Desde aquella versión del texto de Zola que en 1902 hiciera F. Zecca para su film Víctimas del alcohol,o desde la adaptación teatralizada de la novela de aventuras de J. Verne 20.000 leguas de viaje submarino, efectuada por G. Melies en 1907, pasando por Griffith, Eisenstein o el film Un perro andaluz (1928)de Dalí-Buñuel, hasta las más actuales absorciones literarias y pictóricas, hechas por el cine, se ha recorrido más de un siglo. En esa relación muchos suelen decir que ambos discursos se han enriquecido, y que la literatura, sobre todo la narrativa, ha prestado al cine su condición de relato, y el cine ha cedido parte de sus elementos sintácticos (fundidos, montaje, flash back, plano secuencia, etc.). Además el cine ha contribuido a la evolución formal del arte, sus crisis y sus vanguardias.A propósito, conviene recordar, que el cine comienza pidiendo permiso, sobre todo a la literatura. Contando con tan prestigioso aval, entra en los dominios del arte y llega a ser, el último de ellos, precisamente: “el séptimo”. Siendo el más totalizador y masivo. El cine es no sólo literatura, sino también fotografía, pintura, música, etc. Y como toda totalidad, no puede ser reducido a ninguna de sus partes. Es más, tampoco es la suma de todas ellas. El cine como totalidad, es algo distinto a la suma de sus partes. Con respecto a su relación con las otras artes en general, tuvo dos formas de acercarse: una “servil” y la otra “creativa”. La primera (que tiene que ver con el “origen técnico” del invento cine) mantiene frente a las otras artes una actitud de subordinación, que confunde respeto con obsecuencia. La segunda (la que tiene que ver con el “origen estético” del discurso cinematográfico, a partir de Griffith y Eisenstein) cierta autonomía. En la primera hay choque, enfrentamiento. Y una “relación” vertical-jerárquica. En la segunda hay contacto y diálogo, una relación más bien horizontal-democrática, de complementariedad y fraternidad. Por lo tanto más decididamente rica y creativa. Como podemos ver, en estos primeros signos cargados de potencia, ya hay algo de recíproco y de intercambiable, elementos que “interfieren” en sus respectivos lenguajes y medios expresivos. El arte cambia, pero no progresa, porque para éste, a diferencia de la ciencia, una nueva perspectiva o un nuevo medio técnico no anula los anteriores. Las encrucijadas que conforman la estructura de El Cine en su laberinto, son el resultado del entrelazado de placer y conocimiento. Conexiones de distintas artes y disciplinas (literatura, pintura, historia de la cultura y la sociedad). Y al igual que lo ya comentado a propósito, De Cine Somos(críticas y miradas desde el arte) -también publicado por Topía Editorial- y del cual este nuevo libro, es en cierta forma su continuación: “adentrarse a la aventura laberíntica que propone su lectura, representa un intento conjetural sobre la ampliación de la racionalidad crítica, concepto éste que no significa agregar elementos o darle un mayor dominio, sino, intentar la búsqueda de formas alternativas de análisis más enriquecedoras. De ahí la perplejidad y el asombro como elementos propuestos para iniciar el viaje y la aventura que implica atravesar estos cruces de miradas y lecturas”. Y que más, que un “inventario de calamidades” del pasado siglo, que de hecho fue el más “genocida” de la historia de la humanidad, la idea en este libro es la de reflexionar sobre la cuestión de la mirada: rasgo distintivo y acumulación de memorias para el presente y el futuro, tomando como referente, el “profético” y genial testamento de I. Calvino, sus Seis propuestas parael próximo milenio: “el milenio que está por terminar vio nacer y expandirse las lenguas modernas de Occidente y las literaturas que han explorado las posibilidades expresivas, cognoscitivas e imaginativas de esas lenguas. Ha sido también el milenio del libro; ha visto cómo el objeto libro adquiría la forma que nos es familiar. La señal de que el milenio está por concluir tal vez sea la frecuencia con que nos interrogamos sobre la suerte de la literatura y del libro en la era tecnológica llamada post industrial.”Deberíamos agregar, que el siglo veinte, vio nacer también la fotografía, el cine y la televisión ,“soportes” determinantes para consolidar los rasgos de este nuevo milenio: el predominio de la imagen en nuestra sociedad. De ahí que una de las perspectivas del libro sea privilegiar y analizar la cuestión de la mirada. No para aventurarnos en previsiones y triviales respuestas. Sino, para formular, a partir del cine, interrogantes cuyo objetivo es perturbar las justificaciones, apocalípticas o cínicamente integrales, de la situación actual de la cultura. Donde la progresiva difusión de la tecnología que se irradia desde los centros de poder, ha coincidido con una creciente colonización de la mirada y del imaginario mundial, empeñada en remarcar la idea de esta nueva era “capitalista-globalizadora”, de expansión ilimitada del “dominio”, para imponer una uniformidad estética a nivel planetario.
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