Las imágenes han cobrado en nuestras vidas una preponderancia sin precedentes, y “aparentemente” las han modificado. Gracias al vertiginoso desarrollo de las nuevas tecnologías, nos hemos transformado, sin profundizar muy bien cómo, en pasivos espectadores de diversas miserias, guerras y coitos, sin mediación de nuestros cuerpos. Concernido por estos acontecimientos, Maximiliano González se interroga sobre las causas y sus efectos: ¿Adónde nos han llevado nuestras costumbres audiovisuales? ¿Qué es lo que aspiramos a ver? ¿Qué nos mira desde donde miramos? ¿Cuáles son aquellas experiencias que nos dejan “ciegos” o alienados? y ¿cuáles aquéllas que cuestionan nuestro mirar? ¿Qué relación existe, entre la representación por la imagen y la verdad? ¿Hasta dónde es posible hoy -ante esta era de globalización neoliberal- constituirse en una mirada propia? y ¿por y para qué pensar en nuestros días la mirada como una forma de resistencia? Dentro de este complejo laberinto, el cine ocupa un espacio paradojal: jaqueado por la vieja y no resuelta disyuntiva de si se trata de industria o arte, y cautivo también de una profunda crisis narrativa que pareciera no tener salida. De ahí el sentido, y la propuesta de lectura de este libro. Que al decir del propio autor: “busca rescatar esos films que siguen aportando a esa mirada propia, que han sido pensados para la mirada de cada uno de los espectadores y no para el público en general”. Hoy en el cine, hay una masiva industrialización de la visión en detrimento de la construcción de la mirada. Sin embargo, y acaso a partir de esta triste perspectiva, el discurso elaborado por González, se desarrolla desde una mirada que resiste, y al mismo tiempo que se sabe cautivada por esa fascinación que posee el cine y que, por ello mismo, se rebela contra la hegemonía de los modelos discursivos que tienden a su banalización. Frente a la homogeneidad de dichos modelos, el autor de El cine, resistencia de la mirada, nos aproxima a un conjunto de films que, desde su propia diversidad, contribuyen a sedimentar tal resistencia.
HÉCTOR J. FREIRE