Vivimos tiempos de cólera. El neofascismo ha generado políticas de ruptura del lazo social por varios caminos. Por un lado, mediante un individualismo recargado donde se nos propone la ilusión de ser “emprendedores” de nuestra propia vida. El resultado está a la vista: no nos hacemos solos, sino que nos “deshacemos” entre cada vez mayor aislamiento y desolación. Por otro lado, a través de la proliferación de odio contra todos los diferentes a los que se acusa del malestar vivido. Los pobres, los migrantes… los diferentes son los acusados por el deterioro de nuestra existencia.
Vivimos con una sensación de incertidumbre, de angustia y miedo que se expresan de diferentes maneras: en el acto de hablar, en los síntomas que produce, descargándose a través del movimiento muscular y reuniendo representaciones pulsionales conjuntamente con las fantasías del sujeto. Debemos decir que el miedo lo encontramos siempre presente en nuestra civilización: en las relaciones sexuales; en el trabajo, ya sea por perderlo o por no conseguirlo; en las relaciones familiares; en las calles de las grandes ciudades; en las luchas por las reivindicaciones laborales y sociales. Este miedo es aprovechado por el poder de los sectores dominantes para someter al conjunto social. En la actualidad, este es el recurso de los sectores neofascistas.
La castración edípica es una estructura que permite en el aparato psíquico una organización en la alteridad para sostener el desvalimiento originario que nos hace humanos
La palabra libertad en esta época está asociada al neoliberalismo (y permítanme agregar) medieval. Retomar el legado setentista frente a tanto negacionismo que nos quiere quitar la alegría, me resulta fundamental para este número. Así como titular recordando a Julius Fucik.
Lo más precioso de las elaboraciones marxistas sobre la sexualidad es que conciben que ésta se inscribe en el ámbito de las relaciones sociales y, por lo tanto, también está determinada históricamente, de acuerdo a las relaciones de producción dominantes en una época determinada
En el presente escrito se hará un acercamiento por la consolidación de la escuela como dispositivo moderno, abriendo paso a los interrogantes que se inscriben a partir de los movimientos de transformación social y las nuevas demandas que pujan por una resignificación de su función en el entramado social, pasando por la implementación de nuevos recursos tecnológicos como estrategias inclusión y transformación del proceso de enseñanza-aprendizaje
La escuela se constituye en un lugar de potencia, un espacio donde convergen distintas generaciones e ideologías, un lugar donde lo posible siempre tiene una puerta abierta
Un Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) emplazado en un territorio en los márgenes de la ciudad de Santa Fe, en una esquina frontera entre dos barrios.
Los modos de subjetivación y sufrimientos desplegados en este rincón del mundo, tienen que ver con el paisaje que se habita. Con esto digo: la cotidianeidad barrial y laboral de la comunidad, transcurre con incrementos de exposición a episodios de enfrentamientos con armas de fuego en las calles todos los días
Tiempos de quiebres. Nuestras subjetividades están amenazadas. El neofascismo genera políticas de ruptura del lazo social, aumentando los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada. El sujeto se constituye en la relación con el otro en la alteridad, sino no hay sujeto posible. Sus efectos los vivimos en la calle, en los grupos, en los vínculos, en la clínica.
Otra vez Milei. Otra vez es necesario alertar sobre las propuestas neofascistas del gobierno. Es que como psicoanalista y ciudadano de esta región del planeta no puedo quedar en silencio ante un gobierno cuyas políticas generan la ruptura del lazo social. Generan el aumento de los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada. El sujeto se constituye en la relación con el otro en la alteridad, sino no hay sujeto. De allí la necesidad de defender al sujeto como un desafío ético. Esto es lo que venimos haciendo desde nuestra página de la revista.
Como psicoanalista no puedo quedar en silencio ante un gobierno cuyas políticas generan la ruptura del lazo social. Generan el aumento de los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada
Dada la aceleración de los cambios que hemos experimentado recientemente, y considerando la posibilidad de estar ante el final de una época y al comienzo de algo nuevo, desconocido e indefinido, el contexto nos invita a sintetizar algunas de las ideas de quienes han reflexionado sobre la constitución del fascismo. Y sea cual sea el destino de nuestra sociedad, probablemente dinámico, con avances y retrocesos, es crucial interpretar el contexto e intervenir en su devenir histórico. Esto nos lleva a formular algunas preguntas y a desarrollar herramientas clínico-políticas para enfrentar la destructividad humana.
Como plantea Wilhelm Reich, el aparato propagandístico nazi supo conjugar el miedo y la frustración de gran parte de la clase trabajadora, canalizando su descontento hacia una perspectiva que prometía soluciones de defensa de lo nacional, de manera rotunda y autoritaria
Ante el incremento de la violencia y la crueldad contra las mujeres y disidencias sexo-genéricas, en el marco del patriarcado neofascista, me interrogo si desde el Psicoanálisis tenemos algo que decir y hacer. Freud se preguntó sobre la violencia de su época, el porqué de la guerra y teorizó sobre ello. Al inaugurar su concepto de pulsión de muerte, consideró inevitable la violencia y la guerra, y parece que el tiempo le ha dado la razón. Pero no dejó de lado considerar posibles formas de amortiguarla y para ello propone apelar a Eros, a las ligazones afectivas, a las identificaciones.
La crueldad es la marca de este patriarcado neofascista, crueldad como shock para amedrentarnos, para debilitarnos, para aislarnos, para eliminarnos
Freud en El malestar en la cultura señala que las prótesis tecnológicas, pese a las dificultades de su incorporación, convertían a los hombres en semidioses. Esta observación, entiendo, ha cobrado relevancia en este proceso tecnocapitalista en que vivimos. Desde este punto arrancamos, hace ya muchos años, a pensar cómo los procesos tecnológicos van modificando a los seres humanos, insistiendo en que la hibridación entre humanos y máquinas nos ha constituido en cyborgs.
Nos encontramos ante un nuevo desafío en las crianzas de niños y adolescentes: cómo lograr desenmascarar las trampas que el consumismo capitalista ha disfrazado de juego
Este 15 de julio empezó el juicio que busca justicia por el joven trans que desapareció el día que buscaba un trabajo. Un joven precarizado que hacía changas gastronómicas, luchaba por el cupo laboral trans y una vivienda digna.
El imputado es Luis Alberto Ramos, se exige justicia. Es un juicio testigo bajo el gobierno de Javier Milei, donde los discursos de odio son los discursos oficialistas. Desde la Comisión de familiares y amigues de Tehuel y organizaciones de mujeres y disidencias convocan a seguir organizadxs y en las calles, para seguir este emblemático caso que se convirtió en bandera.
La intención de este apretado ensayo apunta a una práctica históricamente enquistada y actualmente insistida en el sistema educativo en general y en particular en la universidad. Refiere sobre un moderno invento que en su transcurrir entre los cuerpos los trama en reacciones afectivas por donde quedan enlazado la relación con el saber. Dicho de otra forma, conforma, el invento moderno, un proceder que no solo subjetiva a los cuerpos en una determinada forma de estar entre sí sino también con lo que se puede decir desde la práctica del estudio a partir de un libro y su escritura. Ensaya una crítica sobre la moderna forma de encontrarse entre docente, estudiante y el saber. Encuentro (quizás no sea la palabra que mejor lo nombre), que se establece cuando se intenta considerar qué sabe el estudiante. Se refiere entonces este escrito al examen.
El examen y su proceder, que afectos tan llenos de pesantes que hace del saber su inminente mutilación.
Llegamos al número 100 de Topía en tiempos difíciles. Nunca fueron fáciles, pero desde 1991 este es uno de los momentos más crudos por varios motivos. El ascenso de la tentación fascista como solución a los problemas de amplios sectores de la comunidad. La estrepitosa caída de las ilusiones “progresistas”, que mostraron sus amplias limitaciones para poder modificar la vida de la mayoría de la población. Propuestas que mutaron en palabras huecas. Como está sucediendo en el resto del mundo, la suma de estos factores asfaltó el terreno para la llegada de las olas neofascistas.
Quienes hacemos la revista y la editorial Topía a veces nos faltan las palabras. En estos momentos tan complejos y desafiantes nos llegan múltiples e incesantes apoyos que nos llenan de emoción.
Un fin de época es, ante todo, una transformación en la manera en que los seres humanos ven el mundo y se sitúan en él.
Las creencias colectivas predominantes en una época son variadas, pero todas se mantienen sobre el supuesto de ciertas creencias y actitudes básicas, que no se ponen en cuestión. Se trata de creencias ontológicas acerca de lo que se considera razonable admitir como existente en el mundo, de supuestos epistémicos, acerca de lo que debe valer como razón para justificar cualquier proposición, de adhesiones valorativas sobre lo que debe considerarse como altamente valioso. Las concepciones religiosas, filosóficas, políticas o artísticas más diversas se contraponen en una misma época, pero esa contraposición no sería posible sin el supuesto de un consenso sobre lo que puede aceptarse como razones y valores válidos.
Vivimos en un mundo desconfigurado, un mundo que lo sentimos atravesado por la tragedia y que ha llevado a la sensación de vulnerabilidad y de vacío cuyos efectos son producir un traumatismo que toma dimensión colectiva
Platón, como se recordará, propone expulsar de su proyecto de Politeia (en latín res publica) a los poetas, los retóricos y los sofistas. Vale decir, a quienes tienen por profesión discutir, e incluso cuestionar, el sentido de las palabras (quizá hoy tendría que añadir a los psicoanalistas). Es lógico: el Estado Perfecto no puede tolerar que se ponga en duda la significación de las normas. Es tan así, que el gesto platónico todavía seguirá insistiendo dos mil años después, cuando en 1651 aparezca ese libro que pasa por ser fundacional para la filosofía política moderna, a saber, el Leviatán de Thomas Hobbes, quien entre otros epítetos llama al Estado el Gran Definidor: o sea, el poder absoluto que decide inapelablemente sobre los significados, como sucede con la “neo-lengua” de 1984 de Orwell.
Hay un consenso burgués básico en cuanto a la lógica de funcionamiento del Estado, que es la de garantizar el marco jurídico-político e ideológico para la reproducción permanente de las relaciones de producción capitalistas
Helmut Dahmer es un sociólogo austríaco que estudió con Adorno y Horkheimer. Heredero de muchos de sus planteos, a principios de los 80 denunció la política colaboracionista de las instituciones psicoanalíticas durante el nazismo. Tiene una importante producción escrita. Entre sus libros traducidos al castellano encontramos el clásico Libido y Sociedad. Estudios sobre Freud y la izquierda Freudiana (1983). Ha colaborado varias veces en nuestra revista. Nuestra editorial publicará en los próximos meses su reciente libro Trotski, Freud, el psicoanálisis y la revolución de octubre. Este texto fue escrito especialmente para este número 100. Y analiza exhaustivamente el fascismo de ayer y hoy.
La función de los movimientos y regímenes fascistas era (y es) asegurar por la fuerza el mantenimiento y un mayor desarrollo de la economía capitalista después de las dos devastadoras “guerras mundiales”
Enzo Traverso es un destacado intelectual, historiador, investigador y profesor universitario. Italiano de nacimiento (1957) donde realizó sus estudios de grado y doctorado en París y actualmente catedrático en la Cornell University de Ithaca en Estados Unidos. Es uno de los pensadores de izquierda más prestigiosos del presente, con una concepción humanista de la historia. Reconocido por sus estudios acerca de las consecuencias del nazismo, de la violencia totalitaria y de las dos guerras mundiales en Europa. Autor de los libros Melancolía de izquierda. Después de las utopías (2016), Las nuevas caras de la derecha (2018) y Revolución. Una historia intelectual (2022), entre sus más recientes.
Esta entrevista, realizada en enero de este año, pretende abrir reflexión sobre el fin de una época en el mundo y en Argentina, con el avance del post fascismo, y las interrogantes que se abren respecto de si existe un posible sujeto político de cambio.
Cambiar el mundo implica coraje, desafíos, implica audacia, implica tomar medidas radicales.
“En los albores del tercer milenio, la humanidad se despierta, estira las extremidades y se restriega los ojos. Todavía vagan por su mente retazos de alguna pesadilla horrible… La hambruna, la peste y la guerra coparon siempre los primeros puestos de la lista. Generación tras generación, los seres humanos siguieron muriendo por millones a causa del hambre, las epidemias y la violencia. Sin embargo, en los albores del tercer milenio hemos conseguido controlar la hambruna, la peste y la guerra. No necesitamos rezar a ningún dios ni a ningún santo para que nos salve de ellos. Sabemos muy bien lo que es necesario hacer para impedir la hambruna, la peste y la guerra…, y generalmente lo hacemos con éxito. De ahí que, la humanidad puede alzar la mirada y empezar a contemplar nuevos horizontes… en un mundo saludable, próspero y armonioso.”1
El psicoanálisis, ahí, tan anacrónico, tan de otro mundo, tiene hoy en día más vigencia que nunca obligado, como está, a darle respuesta a ese interrogante que lo desafía: ¿por qué los pueblos aman a sus verdugos?
En los últimos años, corrientes de la “nueva derecha” han llegado al gobierno en Estados Unidos, Brasil, Italia, además de estar creciendo en varios países europeos. Una “ola” a la que se sumó Milei en Argentina. En muchos casos, han irrumpido con campañas de escandalización y moralización, buscando generar pánicos morales contra las feministas, las activistas LGTBI, contra las poblaciones migrantes y empobrecidas y, más en general, contra los movimientos sociales y la izquierda.
Si el neoliberalismo se presentó alguna vez como un largo presente sin futuro, la crisis polivalente que vivimos desde hace unos años vuelve a poner en cuestión la relación entre pasado y futuro. Y las derechas reaccionarias construyen su relato sobre esa crisis
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra