Un libro que entrelaza, sin forzar conceptos ni argumentos, medicina, psiquiatría, psicoanálisis, música, poesía, filosofía, humanismo y sentido del humor. Sus temas refieren tanto a la utilización del arte en la psicoterapia, como a reflexiones e investigaciones sobre el vínculo entre el arte y la ciencia que reflejan el asombro del autor alborozado al comprobar la afinidad que científicos como Freud y Watson tenían con el arte y cómo eso los ayudó en sus desarrollos teóricos. Constata cómo artistas de la envergadura de Shakespeare, Beethoven o Whitman se adelantaron a la ciencia con sus agudas observaciones, sus percepciones e intuiciones. Ya Herbert Read dijo, hace muchos años, que: “El arte es representación y la ciencia es explicación de la misma realidad”. Por ello, comparte el “descubrimiento” de Freud y su “hermandad” con Beethoven.
De esta manera incorpora, entre otras cosas, el arte en la práctica asistencial: la poesía y la escritura, el canto y las canciones, la música. Lo que está presente en el autor es la seriedad y la responsabilidad en la búsqueda y el encuentro de las explicaciones científicas que cimentaran su labor práctica. Cada apartado del texto desarrolla una experiencia original y única, como necesariamente debe encararse el enfoque terapéutico de cada ser humano, que es también original y único, con su historia particular y sus propias posibilidades. Los casos seleccionados, complejos y dificultosos, son síntesis y fragmentos de algunos de los asistidos en una extensa práctica profesional, desde que, hace casi cuarenta años, abandonó la “ortodoxia” psicoterapéutica y comenzó a actuar con mayor libertad técnica. Pichon-Rivière ya había dicho: “Lo que se puede hacer hay que hacerlo. Después vemos los cómo y los porqués.”
Cómo escribe en el prólogo Santiago Levín: “el autor nos ofrece un libro lleno de amor por la otredad y por la diferencia, de compasión y empatía hacia el que sufre, de respeto por la subjetividad del que consulta y por sus modos personalísimos de narrar su dolor. Y ofrece no solo su larga experiencia clínica sino una invitación a recorrer nuevos caminos, tanto a quienes somos pacientes como a quienes también somos psicoterapeutas.