A César Hazaki se le perdió un psicoanalista y dice que lo tienen los lectores. ¿Nosotros señor? No señor. ¿Pues entonces, quién lo tiene? Y la pregunta y el juego siguen en cada cuento de este su nuevo libro (y van...). En el humor y la creatividad, que con generosidad se despliegan por todo el libro (Frase esta indicadísima para todo texto de contratapa que se precie)pueden observarse los dos oficios del autor: el de psicoanalista -del cual vive- y el de escritor -con el cual viven sus personajes. Oficios que permanentemente se entrelazan.
¿Acaso colaboran, conciente o inconscientemente, sus pacientes dándole letra? ¿Yo señor? No señor. César se las ingenia y se autoabastece solito con sus propios delirios sin ayuda de nadie. ¿Yo señor? Sí señor. En El Psicoanalista Perdido se despliegan una variedad de situaciones cotidianas en las que muchos de nosotros podemos vernos reflejados. ¿Yo señor? Por supuesto señor. Los conflictos son de nosotros, las vaquitas y el humor son ajenos. Las vaquitas son de otros y el humor lo pone todo Hazaki. Como todos sabemos el humor es terapéutico -y más barato- por eso, mientras César busca a su Psicoanalista Perdido, nosotros nos quedamos con el libro. Y todos tan felices. ¿Yo señor? Lo siento, tenemos que dejarlo para la próxima sesión... Santiago Varela/2008