El Facundo es, sin duda, una de las obras principales de la literatura escrita en español; de esas que no envejecen y producen los más intensos y profundos análisis a medida que se adentran en el tiempo. Este trabajo quiere ver el Facundo con más perspectiva, con el espacio de un siglo y medio largo. Para ello James O. Pellicer viene realizando una apasionante investigación desde hace más de treinta años sobre las fuentes del texto. Una primera aproximación fue el libro El Facundo – Significante y significado de 1990. A partir de allí profundiza en el estudio de todas las obras escritas por los compañeros generacionales de Sarmiento, amigos o enemigos, argentinos o chilenos. Esta decisión significó rehacer todos los pasos de Sarmiento durante los años de su estadía en Chile, entre 1841 y 1845. Significó también releer todos sus escritos de esa época para encontrar cada cambio ideológico que se pudiera detectar desde su educación profundamente tradicional y católico-romana hasta su evolución hacia los filósofos franceses, incluyendo a Voltaire y la posición de éste con respecto al Cristianismo, sin desatender a Hegel. Su resultado es este texto donde fundamenta con una gran rigurosidad una polémica afirmación: “Ahora, en 2012, libre ya de las tareas docentes, siento que estoy listo para afirmar y demostrar lo que entonces ya intuía: el Facundo no es enteramente de Sarmiento; algunas de sus secciones más importantes no son de él; en ellas, Sarmiento no escribía bajo la influencia de Vicente Fidel López (como yo pensaba entonces) sino que simplemente esas páginas no fueron escritas por Sarmiento; sino por López, su amigo y socio en la escuela El Liceo, fundada y dirigida por ambos y con la que se mantenían económicamente en Chile y ambos, redactores del diario El Progreso, perteneciente al Ministro de Educación Pública de Chile, Don Manuel Montt y costeado por el Gobierno chileno.”