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¿Psicoanálisis con perspectiva de género o perspectiva de género en psicoanálisis?

 

Hemos sido socializades -por tanto, sujetes emergentes y a su vez, (re) productores- en un discurso heteropatriarcal, androcéntrico y machista, que legitima la dominación hacia la mujer, las identidades feminizadas y las identidades disidentes, por su mera condición de ser, derivando en una deshumanización, cosificación y opresión constante, en los diversos planos en donde nosotras habitamos la vida.

Es importante entender que como adultos debemos centrarnos en partir de escuchar, entender que no hay recetas, que se trata de un trabajo artesanal y es con los otros que se construirán las respuestas colectivas.

Les sujetes, en tanto habitantes de un contexto epocal determinado, nos encontramos atravesades - y socializades - por las variables históricas, políticas, económicas y sociales del mismo. Nuestra contemporaneidad se encuentra dominada por el capitalismo, el neoliberalismo y la globalización, como ideologías políticas, modelos socioeconómicos y fenómenos mundiales, que son afines, perpetuanes y pilares del patriarcado y su (des)orden avasallador.

Un sinfín de imposiciones perentorias que, con su carga de violencia invisibilizada por años, recaen y recayeron sobre cada una de nosotras en nuestra socialización, y demarcaron las características de nuestro deseo, el que nos movilizaría – de por vida- a ser, el ser que el sistema legitimaría como correcto para una vida feminizada, un ser cuyo destino pagaría, constantemente, la pena de nacer mujer.

El nacer mujer da, en nuestra sociedad, una nueva tierra a los significantes sociales de opresión, que empezamos a visualizar el día que devino en perceptible cómo nuestro ser se hizo, y es, de la prohibición, desde el molde, desde el límite, y desde el “no”, un “no” vedado para nosotras como propiedad y posibilidad de exteriorización propia, un “no” gestante del ser, y poder ser, mujer en nuestra sociedad.

No debemos participar en la política porque no nos queda bien, no debemos cuestionar la maternidad porque es nuestro inevitable destino, no debemos cuestionar la heteronormatividad porque ello es lo que nos completará... no debemos, tampoco, beber, mostrarnos,  salir o tener sexo de más, porque nos estigmatizará, y esta marca, nos pesará en cada espacio que transitemos.

Las subjetividades de las mujeres en cada singularidad, se constituye – y constituyó- en un sistema demarcado por estructuras de poder, en donde las feminidades tuvieron – y tienen- un espacio subalterno en el mundo, en donde las feminidades somos, subalternas en el mundo. Tal como expresa Marcela Lagarde (1995) “el sexismo es uno de los pilares más sólidos de nuestra cultura patriarcal y de nuestras mentalidades” (p. 18), todes les sujetes hemos sido educades y socializades en un medio sexista que delimita nuestra forma de ser y actuar en el mundo.

“Todo psicoanálisis es político”, decía un apunte alguna vez... Me es menester afirmar que sí, que todo psicoanálisis como campo de saber, deviene en ser un campo de poder, un campo político y un campo ideológico

Butler (2011) plantea que no es que exista un yo que hace y decide su género, sino que hay un sujeto que se hace, un sujeto en un proceso, es decir, no existe un sujeto a priori, esencial. “Sujeto al género, pero subjetivado por el género, el yo no está ni antes ni después del proceso de generización, sino que sólo emerge dentro (y como la matriz de) las relaciones de género mismas” (Butler, 2011, 64).

Partiendo de la asunción de lo precitado, desde el reconocimiento de que le sujete – siempre- está sujetado al género, la perspectiva de género es de ser imprescindible en cualquier lectura a realizarse de, desde, y para, los vínculos sociales, intersubjetivos y cotidianos.

En relación con la psicología, Matías Torres (s/f), coloca a la perspectiva de género como un deber ético para la misma, y expresa que “el feminismo es un movimiento social, político e ideológico y una teoría critica que ha permitido instalar la perspectiva de género, así como visibilizar, reflexionar y deconstruir los discursos hegemónicos” (s/p). La psicología es, para él, un discurso hegemónico (como área de conocimiento con un fuerte reconocimiento social en nuestra sociedad) para la cual, la perspectiva de género sería una herramienta (de) constructora.

“Todo psicoanálisis es político”, decía un apunte alguna vez... Me es menester afirmar que sí, que todo psicoanálisis como campo de saber, deviene en ser un campo de poder, un campo político y un campo ideológico. Intrínsecamente a ello, parafraseando a

lemas circundantes, aporto “lo político es personal” y lo “personal es político”, en tanto lo singularidad está (de) marcada por el campo social y cultural, que, le sujete, en su proceso de constitución como sí, interioriza en pos – o por – constituir sus posicionamientos (inter) subjetivos (Dio Belichmar, 2002).

Como campo de poder, les profesionales formados en salud mental debemos criticar, luchar y resistir a la utilización de la psicología como dispositivo de control y poder, desde la cual se patologizó – entre tanto más y con la legitimidad que ello implicó- a la homosexualidad durante años, atentando contra los derechos humanos y generando un sinfín de consecuencias nocivas, no solo en las identidades sujetadas a tal diagnóstico, sino en los vínculos sociales y en el conjunto de la comunidad.

En el vínculo clínico analista – analizante, la perspectiva de género permite, no solo criticar la supuesta neutralidad del analista – pues el mismo es parte del entorno socializador patriarcal y capitalista- sino que, resalta la importancia de abordar le sujete con su andamiaje, con su subjetividad

La psicología como campo de conocimiento se creó, desarrolló, existió y existe, en el mismo mundo heteropatriarcal, androcéntrico y machista que legitima la dominación hacia la mujer, las identidades feminizadas y las identidades disidentes, y por tal, no queda exento a ello. La lucha debe estar en que el mismo sea campo de resistencia y de-construcción, y no de reproducción, dominación y violencia.

Considero que el psicoanálisis debe, también, bajarse de la cúspide en la que acostumbra a acomodarse, y comprometerse en un/os análisis de las relaciones de poder en los vínculos cotidianos, de la cuál es parte, por su reproducción, producción u omisión.

Al margen del, por cierto, necesario, análisis crítico a los pilares fundantes del psicoanálisis, a sus líneas teóricas rectoras y a las biblias consultadas de forma incuestionables, constituidas por posicionamientos cis-hetero-patriarcales, es necesario el cuestionamiento hacia el psicoanálisis – como teoría, practica y campo de conocimiento- hoy, en su acto y en su campo de profesionales, desde una perspectiva de género, así como también, de derechos humanos.

En el vínculo clínico analista – analizante, la perspectiva de género permite, no solo criticar la supuesta neutralidad del analista – pues el mismo es parte del entorno socializador patriarcal y capitalista- sino que, resalta la importancia de abordar le sujete con su andamiaje, con su subjetividad entrelazada en las condiciones de existencia que la misma tuvo y tiene para existir: el ser, el pensar, el sentir, el actuar, de cada género no esnatural, sino que responden a las construcciones sociales que permitieron su existencia, en donde para el varón, para la mujer y para cada identidad en su singularidad, nunca fueron los mismos.

Mabel Burin en diversos estudios, alude a la importancia del concepto de género para pensar las patologías femeninas. El lugar que la cultura ha asignado, desde un sistema patriarcal, lo doméstico para las mujeres —tareas de cuidado a los otros, ser para otro, el poder de los afectos—; el espacio público para los hombres —el poder de lo económico y el reconocimiento social—, ha tenido efectos diferenciados en la salud mental de ambos.

Si pensamos, por ejemplo, en que el cuerpo de la mujer es uno de los dispositivos de control, disciplinamiento moral, social y patriarcal más potentes de este orden social, a través del cual, el poder logra someter las vidas de las mujeres, se entiende con facilidad la prevalencia de los llamados “trastornos alimenticios” en las mujeres, víctimas de todos aquellos ideales de belleza que le exigen a la misma el ser deseable y admirable, desde – entre tanto- la delgadez.

Relacionado con esto, Burin (1996) alude a como nuestra cultura ha identificado a las mujeres en tanto sujetes con la maternidad, con lo que se les ha asignado un lugar y diversos papeles sociales como garantes de su salud mental; así, la misma cultura patriarcal ha utilizado diversos recursos materiales y simbólicos para mantener dicha identificación, tales como los conceptos y prácticas del rol maternal, la función materna, el ejercicio de la maternidad, el deseo maternal, el ideal maternal, etcétera. Desde aquí, podemos remitirnos a un sinfín de teorías y prácticas psicoanalíticas que son parte de estos recursos que han mantenido esta identificación tan enajenadora para las vidas feminizadas.

Los significantes que se imponen hacia nosotras, se interiorizan de forma tal que, nuestra psiquis queda moldeada por los mismos y sus exteriorizaciones responden, generalmente de manera puramente inconsciente, a sus órdenes. Y sus órdenes son, en su mayoría, exterminantes para las mujeres.

Si bien la equiparación psicología/clínica se encuentra todavía inmensamente arraigada hasta en las bases de las universidades y del sentido común, la psicología y el psicoanálisis no son solo ello, son investigación, son campo social, jurídico, laboral, educativo y mucho más. Y en cada campo de acción, la perspectiva de género es lo que equipa a la misma en la lectura de las subjetividades y sus vínculos inmersos en una estructura que tiene un lugar particular destinado a cada una, y de allí, los sufrimientos, los síntomas, los padeceres y los placeres, no son nunca los mismos y no serán nunca lo mismo para una identidad masculinizada que para una identidad feminizada.

En cada campo de acción, la psicología tiene un espacio fértil para aportar, desde investigaciones, acciones y desarrollos, a la deconstrucción y transformación, de nuestro orden opresor y desigual.

La perspectiva de género no debiera ser una opción, es una necesidad intrínseca a la formación y al acto profesional, de la cual, ninguno debería poder quedar exento. El quedar exento implica el desconocimiento de la existencia del sujete, una imposibilidad de leer los vínculos sociales en su realidad y una alineación al poder opresor e invisibilizador.

Como mujer, tal como expresa Cremona (2018), considero que es momento de construir nuevos pactos para vivir en el mundo, no solo luchar por un reconocimiento y un espacio social para la mujer, sino para “pararnos en él, vivir en él y de él (...) y ser para sí” (Lagarde, 1995, p. 30).

De aquí, mi desacuerdo con las propuestas de formación de “bancos” de psicologues con perspectiva de género (como acciones alzadas al grito de la revolución): el género no es un problema de unos pocos ni debe ser abordado por algunos, el género hace a las subjetividades y singularidades de todes y cada une de nosotres, y, por eso mismo, tode profesional de la psicología debiera de tener en su mirada y en su accionar a la perspectiva de género, como un disparo más a la coyuntura de mandatos de nuestra sociedad y como parte de la construcción de nuevas retóricas y pautas sociales urgentes, y necesarias, para nuestra comunidad.

Para comenzar a construir una psicología y un psicoanálisis con perspectiva de género, invito a colegas a que pensemos... ¿cómo circula el poder en el psicoanálisis?

 

Mercedes Parisí
Licenciada en Psicología. Investigadora en el Proyecto de Investigación “Psicología Política”, Facultad de Psicología, Universidad Nacional de San Luis. Correo: mechiparisi [at] gmail.com

Bibliografía

Burin, M. (1996). Género y psicoanálisis: subjetividades femeninas vulnerables. M. Burin, & E. Dio. https://www.mujeresnet.info/temas/subjetividades.html

Burin, M. (2012). Género y salud mental: construcción de la subjetividad femenina y masculina. http://dspace.uces.edu.ar:8180/xmlui/bitstream/handle/123456789/1529/Bur... df

Butler, J. (2011). Sobre los límites materiales y discursivos del sexo. En: D. Taylor y M. Fuentes (comp.), Estudios avanzados en performance (pp. 51-90) Ciudad México: FCE.

Cremona (2018). ¿Qué sería de las mujeres sin el amor de las mujeres?

Cremona, M. F. (2009). El género de la vida cotidiana: mucha tela para cortar. Tram [p] as de la Comunicación y la Cultura.

Dio Bleichmar (2002) Sexualidad y género: nuevas perspectivas en el psicoanálisis contemporáneo. Aperturas psicoanalíticas (011-2002). http://www.aperturas.org/articulo.php?articulo=0000202

Lagarde, Marcela (1995). “Identidad de género y derechos humanos”

Torres, Matias (s/f). Perspectiva de género para la psicología, un deber ético. Chile psicólogos. https://chilepsicologos.cl/perspectiva-de-genero

 

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Articulo publicado en
Enero / 2024

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