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Adultocentrismo versus Adultos que alojan

 

Algunas situaciones que tienen como protagonistas a los jóvenes que habitan las escuelas secundarias, nos interpelan desde el año 2018. Los escraches (1) en las escuelas empezaron a aparecer como modalidad de expresión y denuncia, no sin consecuencias.

Para reflexionar sobre lo que sucedió en estos dos años en las escuelas no puedo dejar de mencionar la lucha feminista, cómo las jóvenes tomaron las calles sumándose al histórico reclamo de las mujeres y el papel protagónico de las nuevas generaciones contra el patriarcado, la construcción de nuevas masculinidades, los jóvenes contra el adultocentrismo, las consignas como “mi cuerpo es mío”, “cuando digo no, es no” y la gran lucha y movilización por el aborto legal, gratuito y seguro, son el marco en el que las denuncias, llamadas escraches en las redes contra pares, suceden. El abuso y el acoso sexual, aparece en esas instancias sin discriminación, tratándose de relaciones simétricas en cuanto al poder. El lugar de los adultos e instituciones marcadas por el patriarcado agudizan la distancia generacional. Tiempos revueltos, tiempos en que los jóvenes buscan adultos que no encuentran o que no existen.

El lugar de los adultos e instituciones marcadas por el patriarcado agudizan la distancia generacional. Tiempos revueltos, tiempos en que los jóvenes buscan adultos que no encuentran o que no existen.

Desde algunos decires del psicoanálisis, como herramienta para leer situaciones colectivas, interpelo cuestiones de mi práctica donde el sufrimiento subjetivo tiene lugar. Tomaré en principio algo en relación a la importancia de escuchar a los jóvenes en la “Defensoría de niños” (2).  Uno de los derechos de los adolescentes en los que se fundamenta nuestra práctica es el del niño a ser oído. Escuchar implica ir más allá de la literalidad de lo enunciado.  En nuestro dispositivo de abordaje se pone en juego el entrecruzamiento con otras disciplinas que forman parte de los equipos que hacen de nuestra intervención una cuestión compleja. Lo que nos toca como psicoanalistas, además de pensar más allá de la disciplina, en esas intervenciones, es aportar nuestra lectura y en algunos casos dar un puntapié inicial para que algo de la demanda de análisis acontezca y articular con distintos efectores.

Durante el año 2018 escuchamos a muchos adolescentes a raíz de escenas que sucedieron en las escuelas donde aparecieron los escraches. En estos relatos aparecen adultos ausentes, o presentes no del modo esperado por los jóvenes y una fuerte identificación de mujeres con sus pares (sororidad). También se escucha que hay adultos que alojan y que los jóvenes eligen para ser escuchados.

Como consecuencia de los escraches aparecieron el aislamiento de muchos varones, golpes, inhibiciones y en algunos casos intentos de suicidio.

Se evidenció una tensión con los adultos que no acompañaron, los pares que presionaron, dudas y la angustia, tanto en la joven agredida como en el agresor, victimario o joven con conductas abusivas.

Las escenas se armaron, se multiplicaron, se potenciaron y son para los Otros. Las jóvenes dicen que quieren difundir para que otra chica no padezca lo mismo y el joven se lleve su merecido.

Lo que se escucha en las entrevistas es la caída del Otro que escuche, que aloje y que sancione. El escrache entre otras cosas muestra al adulto que no encuentran. Cuando ese adulto es encontrado algo distinto acontece y algo de la terceridad permite un reposicionamiento.

Esos Otros que dejan marcas en el registro simbólico hoy las jóvenes los encuentran en sus pares y en algunos adultos con los que pueden habitar sus espacios según sus deseos.

Otro punto interesante para pensar es qué hacer cuando uno se encuentra con estos relatos donde las adolescentes cuentan todo lo que hacen para denunciar en las redes, donde se exponen y en la mayoría de los casos suceden cosas que no esperaban, acciones de otros que ellas no reconocen como deseos propios. Nos preguntamos si el lugar del adulto es prohibir o interpretar ciertas cuestiones, o hacerlas andar e interpelarlas desde la amorosidad de alojar al otro. El lugar del adulto, en algunos casos como representante de la ley, sanciona. Esta sanción debe habilitar un movimiento, debe dejar marcas que permitan un reposicionamiento, un hacer andar opiniones, ideas, sensaciones.

Algunos adultos del ámbito escolar o familiar que están en relación a los jóvenes, con sus intervenciones en las escuelas producen el rechazo de los jóvenes. Aparecen los prejuicios y las prohibiciones en lugar de la escucha y estar disponible al otro. Prohibir en lugar de escuchar, reforzar al yo queriendo domesticar al joven de acuerdo a las normas, intentando llevarlo a una identificación con la imagen del yo ideal para el Otro.

Si bien las situaciones que aparecen en las escuelas son colectivas, o participan diversos actores, hay implicancias subjetivas, y es interesante pensar aquellas en donde el sufrimiento psíquico acontece. En este punto se hace necesario agudizar la escucha, siendo nuestra responsabilidad en distintos ámbitos ineludible.

En cuanto a los adultos deberían sustraerse de algunas cuestiones y estar más disponibles en otras. Las escenas que se arman tienen consecuencias graves a veces en la subjetividad. Los adolescentes necesitan enunciar su posición con la idea de un otro que no entiende, así logran marcar su diferencia. Se trata de alojarlos y acompañarlos en la búsqueda de sus verdades, facilitando que pongan en duda sus certezas, poner en cuestión la reproducción de ciertas lógicas de violencia y preguntarse qué están diciendo los jóvenes con estas escenas. Hay un cambio de paradigma y replanteo en cuestiones de género y diversidad. Los jóvenes no quieren etiquetas, no quieren miradas que los congele. Los jóvenes son parte. Y son desafiantes. Hay un entramado pulsional que permite el devenir, los actos y las actuaciones.

Podríamos abrir más el panorama y pensar ¿Qué Otros tienen de interlocutores los jóvenes? ¿Cuál es la escena que no soportan en el ámbito escolar? ¿Cómo acompañar y no aplastar el deseo que los habita? Pensar estos nuevos escenarios que abren nuevos posicionamientos, requiere nuevas miradas, nuevas construcciones, adultos con la posibilidad de jugar este nuevo desafío.

 

En esta búsqueda estaba, encontrándome con y escuchando a jóvenes, cuando me piden que sea madre acompañante al “Encuentro” de un grupo de estudiantes secundarias, lo primero que aparece es la alegría por el pedido.

Con una mezcla de emociones me aventuré a ser parte y me encontré con libertad, alegría, organización, solidaridad, debates, compromiso y lucha.

Acompañar, formar parte de un colectivo de mujeres es muy emocionante, estar en el medio de una escuela acompañando 600 secundarias y escuchando cómo debatían en asamblea cada paso a seguir, cómo ejercían su derecho de ciudadanas de una forma admirable, con fuerza, con respeto a las disidencias, con crítica y autocríticas, con alegría y libertad…Ahí estábamos en el 34 encuentro plurinacional de mujeres, lesbianas, travas, trans y disidencias o en el Encuentro Nacional de mujeres como lo denomina la comisión organizadora. Hay sectores que insisten con las modificaciones, otros no. (3)

El clima que se respiraba era de sororidad, de respeto por las diferencias, las emociones estaban a flor de piel, la alegría de estar junto a otras muy diferentes en cuanto a condiciones materiales de existencia e historia de vida, prevalecía. Juntas, pero no amontonadas, la palabra circula, todas podemos hablar y decir. La riqueza de este cruce y de poder escuchar distintas voces, distintas edades, distinta formación, distinta procedencia; nos escuchábamos y algo muy fuerte nos unía.

Si nos remontamos a un par de años atrás las jóvenes parecían con otros intereses, con otras preocupaciones, las aulas no los motivaban, y ahí se hicieron ver reclamando su derecho a la existencia en un colectivo que las debía incluir en forma privilegiada entendiendo que en esa horizontalidad de poder que se construye día a día, ellas también deben existir en esta lucha colectiva.

El ámbito escolar para algunos jóvenes volvió a tener sentido, volvieron a participar, a discutir, a tomar la palabra en temas que les interesan. Y quisieron trascender las aulas, ampliar la mirada, compartir con otras en marchas y concurrir al encuentro.

Múltiples talleres se ofertaban para participar, el tema de los escraches me convocó. Uno de los primeros temas desplegados, fue el tomarlos desde una perspectiva histórica. Cuándo empezaron, quiénes empezaron a escrachar y a quién. El papel de HIJOS (4) en esta historia tuvo un rol esencial y el escrache estaba ligado a la falta de justicia.

En el taller, las jóvenes, pudieron salirse del ámbito de las secundarias, escucharon otras perspectivas, otras historias de vida, hubo un descentramiento, pensaron otras opciones, interpelaron sus propios pensamientos y decires. El blanco o negro, se convirtió en una gama de grises donde la multiplicidad de pensamientos fue la paleta.

Se pudo reflexionar acerca de la ley penal que debe ser aplicada con un adulto abusador y un joven con conductas abusivas (5) que debe ser abordado por el sistema de protección integral de derechos que implica la corresponsabilidad de distintos actores que intervienen. (6)

Luego de la participación en los talleres realicé algunas entrevistas a las chicas para hacer andar algunas afirmaciones y escuchar dónde están posicionadas. Tomaré de estas entrevistas algunas cuestiones en relación a los adultos y los escraches.                                                                                                                              

Parecería que los escraches fueron aceptados casi masivamente por las chicas al principio para cortar con todo un sistema de acercamiento patriarcal que tenían los pibes en relación a las pibas y los adultos estaban ausentes.

Lo que se escucha es que las jóvenes que han estado cerca de un joven que padeció ser escrachado, el aislamiento aun repensando sus prácticas patriarcales, son las que desestiman los escraches. Otras manifiestan que debe usarse como última alternativa, dando opción a que el joven piense sus prácticas. En los distintos casos vemos diversidad de efectos y situaciones. Depende de las herramientas subjetivas del joven, del entorno, los lazos que pudo seguir manteniendo, las consecuencias y modalidades de escraches.

Hubo coincidencia en que como última instancia sigue siendo válido, que antes habría que dar lugar a otras estrategias. Algunas de las que piensan esto dicen que igualmente si una mujer de entrada quiere escrachar hay que bancarla. Las mujeres no se permiten juzgar a otras, aunque deslizan que en el ámbito escolar se conocen bien y se sabe quién denuncia para figurar.

Acerca de las alternativas al escrache:

“Debería ser una herramienta de crecimiento para los dos, que puedan hablar y escucharse”

Reconocen el estado de vulnerabilidad de los pibes, pero dicen que no es el mismo que el de las mujeres, pero entienden que son hijos del patriarcado. La mayoría cree que deben tener sus propios espacios para posicionarse a partir de los cambios.

“Los Varones no pueden ser incluidos, tienen que entender su lugar. Fueron los más grandes, los ganadores, no va más. Dar vuelta la tortilla, que el miedo cambie de bando.”

“Los escrachados no son casos perdidos, debe servir para advertirles o tomar conciencia. No sabemos si es una solución, tal vez no está ayudando a que cambie, pero algo empezó a rodar.”

Espacios para varones anti patriarcales y que ellos se ocupen solo de reconstruirse, de pensar sus prácticas, es una de las posturas, y otra, que tienen que ser espacios conjuntos, acompañando a las mujeres en este proceso. También se observa que hay quienes piensan en una correponsabilidad en la construcción de los vínculos y un trabajo posible hacia los vínculos saludables y quienes quieren venganza. Sería interesante acompañar de manera tal que de este enojo y miedo puedan construir dinámicas vinculares que no impliquen prácticas violentas y de exclusión entendiendo que la violencia es estructural a las relaciones desiguales de género y sexualidades y que hay que abrir caminos, provocar rupturas encontrarnos otras formas de relación.

Todas plantean que la idea es construir una sociedad sin abusadores y que a los que insisten en abusar es a esos a los que hay que escrachar y que, si bien el escrache es punitivista, como última opción, es una herramienta necesaria.

Es interesante como el concepto de participación verticalista lo asocian al patriarcado y manifiestan que una sociedad feminista, debe ser otra.

“La forma patriarcal de política se reproducía en las asambleas de los secundarios y uno veía 5 pibes gritando, rosqueando y compitiendo entre ellos. Ahora es mucho más operativo y es como una ola que va, con tareas horizontales, las decisiones las empezamos a tomar entre varios.”

En cuanto a las instituciones las asocian, todas al patriarcado más allá que algunas las sientan como más amables, siempre en referencia a adultos concretos con prácticas alojadoras.

Es importante entender que como adultos debemos centrarnos en partir de escuchar, entender que no hay recetas, que se trata de un trabajo artesanal y es con los otros que se construirán las respuestas colectivas.

Dicen que la mayoría de las instituciones en las que están insertas o tienen contacto como escuela, hospitales, clubes priorizan la burocracia, los protocolos y no la escucha.

“Los protocolos son un desastre porque te obligan a hablar con el abusador, se produce una rectivimización, poniéndote a hablar con el violento.”

En cuanto a los protocolos además de la construcción colectiva de los mismos sería interesante que se planteen como una herramienta más y que fundamentalmente no vulnere Derechos. Y tal como reclaman las jóvenes, ellas tengan un lugar protagónico en la elaboración de los mismos.

Resaltan que los adultos que los acompañan en las escuelas deberían capacitarse. Además, plantean que las escuchen a la hora de planificar las jornadas de Educación Sexual, les parece muy importante que se trabaje la cultura del consentimiento en esas jornadas. Manifiestan que los adultos deben ser confiables.

Es importante entender que como adultos debemos centrarnos en partir de escuchar, entender que no hay recetas, que se trata de un trabajo artesanal y es con los otros que se construirán las respuestas colectivas. Y volviendo al tema central de este artículo es alojando al otro amorosamente y con su posición subjetiva, corriéndonos del centro, lo que no implica renunciar a la asimetría del rol y nuestra responsabilidad.

Ellas se plantan muy enojadas ante algunos adultos:

“Mujeres Uds no pudieron, repiten patrones patriarcales”

“Te dicen algunos grandes: “yo sé porque viví” …prefiero que no me lo digas, porque no sabes. Esa es la vida que elegiste vivir”

Esto lo plantean en relación a los adultos que se ponen en un lugar de saber y quieren explicarles cuál es el camino y proponen: “Que te ayuden a entender cuáles son tus deseos y no los de los otros”

Hay un deseo de corrimiento del paradigma adultocentrista y algunos adultos que rodean a las pibas están a la altura.

Que las jóvenes hayan tomado como bandera reivindicaciones por las que viene luchando el movimiento de mujeres hace muchos años es maravilloso. La adolescencia, momento de ruptura de identificaciones y de investimento de nuevas, es sin duda un momento propicio para asumir nuevas identidades, dentro de colectivos.

La diferencia en la diversidad es necesaria. Escuchar lo propio de la situación, qué cuestiones están en juego, el rearme pulsional, la exploración adolescente, el aprender a estar con el otro, aprender a respetar sus tiempos, forman parte de algunas de los asuntos que jóvenes que desafían lo instituido algo tienen para decir.

Nos preguntamos qué adultos necesitan los jóvenes. No adultos que se desarmen, que no puedan confrontar, que no se puedan ubicar en el lugar de acompañar ese desarme y armado, que no puedan entender que eso es la adolescencia, ni tampoco aquellos que se consideren el centro del saber, con certezas inconmovibles, con prejuicios.

En cambio, son necesarios adultos que escuchen, que puedan alojar a lo otro. Y que tengan algo que ofertar, poder acompañar este proceso brindando herramientas para poder pensar juntos acerca de estas problemáticas nuevas que implican nuevos desafíos. Deben ser atrevidos, protectores y confiables; de eso se trata la responsabilidad que tienen. Tienen que apostar a los jóvenes, implicarse. Hay que refundar nuevas miradas y ser parte de nuevas construcciones colectivas que facilite ampliar el horizonte de lo posible.

La adolescencia es un segundo tiempo constitutivo de la subjetividad, donde la separación y diferenciación de los padres, y adultos en general es necesaria. Si podemos los adultos confrontar acompañando, facilitando este proceso de corte tan necesario para la constitución subjetiva habremos estado a la altura de las adolescentes con pañuelos verdes.

 

Aclaraciones:

Escraches: Acción intimidatoria que realizan los ciudadanos contra personas del ámbito político, administrativo o militar, que consiste en dar difusión, ante los domicilios particulares de estas o en cualquier lugar público donde se las identifique, a los abusos cometidos durante su gestión.

Defensoría de Niños: Las Defensorías Zonales son organismos descentralizados del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, creadas por Ley 114 y definidas en su Art. 60, que funcionan en cada una de las Comunas de la Ciudad.

Encuentro Nacional de Mujeres. El Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) es una práctica social que se realiza anualmente en Argentina desde 1986.1​ Se caracterizan por ser autónomas, auto-convocadas, democráticas, pluralistas, autogestinadas, federales y horizontales. 2​ Se llevan a cabo en distintas ciudades del país cada año, eligiéndose la nueva sede democráticamente en la asamblea de cierre donde se lee además el documento final.3

Se trata de una experiencia inédita en el mundo en el que mujeres, travestis y trans se reúnen durante tres días para formarse, participar de talleres y debatir.4

HIJOS (acrónimo de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) es una organización de derechos humanos de Argentina, con filiales en distintos puntos de ese país. En la actualidad hay más de 2000 integrantes. La organización fue fundada el 3 de noviembre de 1995, a partir de la congregación de activistas de La PlataCórdobaRosario y Santa Fe que derivó en la creación de estas filiales. Luego se sumarían otras localidades, como las ciudades de Buenos AiresParanáConcordia y las provincias de TucumánSalta y Chaco.1

Sus objetivos son la lucha contra la impunidad, la reconstrucción fidedigna de la Historia, la restitución de la identidad de los hermanos y familiares secuestrados y apropiados, así como la reivindicación de la lucha de sus padres y sus compañeros. Como colofón, la cárcel efectiva y perpetua para todos los responsables de crímenes de lesa humanidad de la última dictadura cívico-militar argentina, sus cómplices, instigadores y beneficiarios.

Conducta Abusiva: Abusar es causar lesiones físicas o psicológicas. También es forzar a otro a realizar acciones que no desea o en las que no prestó consentimiento. Una conducta para considerarse abusiva debe darse en un contexto de asimetría de poder.

Sistema de Protección integral: El Estado argentino sancionó en octubre de 2005 la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (NNyA), ley 26.061 (reglamentada por los decretos 415 y 416/06). Con la nueva ley se buscó adecuar la legislación interna del país a los parámetros establecidos en la Convención sobre los Derechos del Niño y los demás instrumentos internacionales, derogando la normativa hasta ese momento vigente propia de la doctrina de la situación irregular.

         

Paula Krichmar
Psicoanalista
paulakrichmar [at] hotmail.com

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Adolescente. Varones y mujeres

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Articulo publicado en
Enero / 2024

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