Mar del Plata (21/10/2005)
Gabriel García De Andreis
Supongo que resulta de rigor decir que estamos frente a un libro de excepción, pues tanto el buen gusto como la buena educación, las reglas no escritas del buen presentador de libros llaman más a halagar que a criticar, más a resaltar valores que a señalar defectos.
Aún así, diré que estamos frente a un libro de excepción, no por obediente a las normas, ni por obsecuente, sino porque Las Huellas de la Memoria, el libro que en su volumen II presenta la historia hecha objeto, sujeto, y acción de la salud mental y el psicoanálisis en la Argentina, encara una tarea que si resulta obvia en cuanto a su necesidad derivada de las propia valoración que el campo de la salud mental y el psicoanálisis hacen de la historia, resulta única en cuanto a su realización. No conozco obra que como la de Alejandro Vainer y Enrique Carpintero se halla puesto al hombro de manera tan minuciosa, prolija y fundamentada aquella tarea que desde el mismo prólogo de Gilou García Reynoso es señalada: el recordar como empresa ética, la memoria como trabajo psíquico, elaboración y compromiso subjetivo. Y entonces, la excepcionalidad de las páginas reposa y resalta en lo necesario de su lectura, en la consecuente definición de salud mental ligada a la búsqueda de la verdad.
Alguno podrá decir: “esto no fue así; yo allí estuve y no fue así”. Y con derecho, cada quien y cada quienes escriben su historia, y las relatan con sus propias “anteojeras” (como gusta decir Bourdieu 2 al mencionar los modos en que los actores del campo periodístico observamos los hechos). Sin embargo, sus autores no eluden ni el esfuerzo de rigurosidad metodológica de una escritura profusamente documentada, abonada en entrevistas con algunos de los personajes de esta historia, que le aportan al tránsito de la narración la calidez y la pasión de la historia viva, ni tampoco su posición subjetiva, esto es, responsable frente a los hechos. Para ellos, la historia de la salud mental y el psicoanálisis en la Argentina está marcada por la huella de la vida política del país. El corte temporal que deciden realizar para dar comienzo a su volumen II es el del Cordobazo, tomado como comienzo de un tiempo en el que la disputa al interior del campo psí está signada por el estallido de las instituciones y el espíritu de cambio de la época. Es desde allí en que está señalada la acción de unos actores que se disputan el capital simbólico, político y económico en juego. No dudan en decir que el psicoanálisis resulta un patrimonio, disputable por distintos actores en juego, y como capital en pugna, muestran una historia de estrategias posicionales de cada agente social para definir y redefinir las reglas.
Si es cierto que se hace camino al andar, las huellas de la memoria muestran la historia de una delimitación arbitraria y a la fuerza de ciertos territorios. Mario Róvere 3 señala que toda territorialización es geopolítica. Y lo apunta en la marca de lenguaje de términos como territorio (que encierra en su desinencia la huella del terror), provincia (que guarda en sí los efectos del vencedor) y región (que recibe en su fonación el falo fundacional del Rey, del que rige). Pues es allí donde se instalan, al menos para mí, algunos de los rizomas que la lectura de La Huellas de la Memoria promueven. Tanto la pregunta acerca de si hacemos salud mental cuando nos introducimos en otros campos que no son los propiamentes técnicos, esto es, cuando nos volvemos actores de campos como el de la historiografía, la política, la docencia, el periodismo. ¿Es que hacemos otra cosa, o nos llevamos con nosotros de arrastre también el campo de la salud mental? Hubo un tiempo en que tal discusión era motivo de encendida polémica, revivida para el lector de los cuatro primeros capítulos en los que, bajo la forma la historia de los dispositivos antipsiquiátricos, comunidades terapéuticas, rupturas al interior de las instituciones, y otros avatares narrados allí, vivía la pasión vital de la pregunta hecha acto.
La delimitación terrorífica del campo tiene una ruptura estilística obvia, casi brutal en el inicio del capitulo cinco de este libro: la lista de apellido, nombre, profesión, lugar de trabajo lugar de desaparición, de los 110 trabajadores de salud mental secuestrados torturados y desaparecidos entre el 24 de marzo del 76 y el 10 de diciembre del ‘83 . Junto ellos desaparece la pregunta que los autores revitalizan ya no sólo en las páginas de su libro, sino en la misma factura de su obra: ¿hacemos salud mental cuando nos internamos en la historiografía, en la política o en el periodismo? O mejor aún, ¿es posible concebir la práctica de salud mental sin internarnos en campos como la historiografía, la política o el periodismo? Entre silencios, miedos y exilios (así nombran los autores al capitulo V) se demarca el territorio en el que claudican las expresiones del campo de las salud mental y el psicoanálisis, en provincias que sostienen un hábitus tecnocrático. La historia hecha cuerpo en el inconcebible silencio de las instituciones de salud mental respecto de las consecuencias que tiene para la vida anímica de la comunidad, ya no el capitalismo, ni el neoliberalismo, o ante la violencia simbólica ejercida para que migre en nuestras representaciones sociales la noción de derecho a la salud hacia la de coberturas de seguros públicos, sino silencios alrededor de qué significará en términos de enfermedad mental la ruptura brutal de nuestra cotidianeidad marplatense el vivir durante una semana en una ciudad sitiada, militarizada hasta el hartazgo, con el pretexto miserable de que el mundo deberá ver una ciudad hermosa, de vecinos educados, porque nos conviene presentarnos como derechos y humanos porque tal cosa tendrá efectos en nuestra economía de ciudad turística. ¿Qué efectos tendrá en la construcción subjetiva de la ética de nuestros jóvenes el insistir en que vale la pena recibir en nuestro barrio al mayor productor de muerte y enfermedad mental, porque “con la cumbre ganamos todos”.
Señala Roland Barthes en las Mitologías 4 que el mito está constituido por la pérdida de la cualidad histórica de las cosas: las cosas pierden en el mito el recuerdo de su construcción. Y en eso consiste la acción de derecha: hacer del habla un mito despolitizado. La gesta de Carpintero y Vainer sostiene la actividad de salud mental propia de la desmitificación, esto es, recobrar para nuestra práctica la historia de su construcción y por lo tanto, su valor de producción de cambio verdadero, esto es, político.
De manera similiar, Bourdieu 5 plantea en la Respuestas por una antropología reflexiva la tarea de explicitación de los hábitus, de la historia hecha cuerpo (que osa llamar autosocioanális), como una estrategia de cambio social. De esta manera sostenemos que “Las Huellas de la Memoria” de Enrique Carpintero y Alejandro Vainer no es sólo un libro de historia, no es sólo una recopilación minuciosa y seria de los hechos, no es solamente un develador de nuestra propia leyenda. Es en sí mismo un gesto potente de salud mental. Que saludamos con alegría, e intentaremos continuar.
Mar del Plata, 21 de octubre de 2005.
Gabriel García De Andreis es psicólogo; psicoanalista de niños y adolescentes; docente de la facultad de Ciencias de la Salud y el Servicio Social de la Universidad Nacional de Mar del Plata; Coordinador del Hospital de Día Casabierta; Periodista; Docente de la Carrera de Periodismo de la Escuela de Estudios Terciarios Radiofónicos ETER filial Mar del Plata.
Bourdie, Pierre; “Acerca de la Televisión”
Róvere, Mario; (2005) “Planificación Estratégica de Recursos Humanos en Salud”; O.P.S.
Barthes, Roland; “Mitologías”; Siglo XXI, Argentina.
Bordieu, P. Y Waquant, L. “Respuestas por una antropología reflexiva”; Grijalbo; México.
Presentaciones de Las Huellas de la Memoria. Tomo II
The Cavern Club | 20/10/2005
Ricardo Silva
Psicólogo Clínico, Centro Cooperativo de Salud Mental ALETHIA (Mar del Plata), Docente de la Facultad de Psicología, Universidad Atlántida Argentina (Mar del Plata- Mar de Ajó).
En la presentación del primer tomo, Silvia Bleichmar refirió a que no estamos ante una historia oficial escrita por vencedores. Que por el contrario, estamos ante una historia escrita por sobrevivientes . Sobrevivientes desde lo biológico, y desde lo intelectual. Habló también de una deuda, y de un libro de “ historia viva ”.
Vicente Zito Lema suele plantear algo parecido al diferenciar ciertos análisis de tipo arqueológico (centrados en los restos de aquello que ya no tiene vida), de lo que sería el análisis desde la rememoración (donde se considera el ayer como algo que aún sigue vivo). Y entiendo que en ese mismo sentido fue que prefirió destacar -más allá de las tristezas que lo acontecido evoca en él- las pasiones alegres predominantes en esa primer parte que va de 1957 a 1969.
Al igual que Silvia Bleichmar, Juan Carlos Volnovich mencionó que este trabajo vino a saldar una deuda que intelectuales y psicoanalistas tienen (o tenían) con los gigantes que los antecedieron. Pero diferenció también historia de memoria colectiva, para ratificar que “Las huellas...” es un libro sobre la memoria colectiva, aquella que atesora el patrimonio heredado, que está lista para desafiar a los constructores de mitos funcionales a los poderes de turno, y que lucha palmo a palmo con los militantes del olvido.
Eduardo Pavlovsky habló de los rescates que los autores han hecho para con la historia, para con los desaparecidos intelectuales, habló del reconocimiento de una herencia sin idealizaciones grandiosas. Recordó que es un libro más político que académico , y que uno de sus mayores méritos es establecer una necesaria correlación entre los acontecimientos políticos y psicológicos de la época .
Todo lo antedicho persiste, con un extraordinario nivel de documentación (y una importantísima cuota de valentía) en esta segunda parte, que abarca el dramático y terrible período que va de 1970 a 1983.
En la presentación que pude hacer en Mar del Plata 1, mi ciudad -la que en pocos días será escenario de la Cumbre de las Américas, y que tendrá que padecer la visita de ciertos personajes siniestros- resonó en mí una canción de The Police llamada “ Caminando sobre tus huellas ”. En la misma, Sting le canta a los dinosaurios. Aquellos seres que -como nosotros- dominaron el planeta, pero que se extinguieron... acaso por no aprender las lecciones de su pasado, como solemos hacer también los humanos. Con suma habilidad, Alejandro Vainer captó esa asociación para resignificarla. Y traerla a nuestro contexto más cercano con Charly García y su canción “Los Dinosaurios”.
Si ya nos adentramos concretamente en este segundo tomo, podemos afirmar que aquí se expone en detalle el proceso que llevó a que todo aquello que se generó, a partir de 1957, en el plano de la salud mental en nuestro país, estuvo a punto de desaparecer y extinguirse . Dicha descripción consta de dos partes: “ El estallido de las instituciones” (1970-1975 ), y “ La desaparición de la salud mental” (1976-1983).
EL ESTALLIDO DE LAS INSTITUCIONES.
“Y si me escuchas bien, creo que entenderás // porque yo esperé en vano, que me dieras tu mano// de mis huesos, la humanidad...debes salvar” (“Instituciones”, Charly García, 1974).
Esta parte consta de cuatro capítulos de los cuales quiero destacar especialmente el primero, que no solo es el más extenso, sino uno de los más cruciales de esta investigación . Alrededor del mismo gira gran parte del resto (hasta me animaría a decir, los tomos por venir). Permite discernir acerca de cómo se formó ese monstruoso nubarrón confusional 2 que aún nos acecha, o de como los gloriosos años 60' devinieron en este genocidio neoliberal. Refieren a la sucesión de hechos que entre 1969 y 1973 marcan un punto de inflexión o desvían la proyección histórica que se venía perfilando en nuestro país y en el resto del mundo a nivel sociopolítico . Luego del Cordobazo, se libera un movimiento social compuesto por sectores de izquierda y del peronismo de base, que hace tambalear a las dictaduras militares de la época. Por vez primera los sectores dominantes -según la lectura de los autores- recurren a la estrategia de una democracia controlada para frenar este avance. Y es desde allí, que interpretan con una muy completa fundamentación, los vericuetos de la vuelta de Perón a la Argentina. Como así también la posterior dispersión de ese movimiento post-Cordobazo, conjuntamente con el propio peronismo . El estallido de las contradicciones internas están muy bien expuestas en una vital cita bibliográfica que los autores toman de Miguel Bonasso 3 en la página 84. Luego de la muerte del líder, refieren al avance de la derecha peronista (especialmente en la educación), a la aparición de la nefasta Triple A, a la proliferación de la violencia y del caos económico, que sienta las bases, para que -con el apoyo de la clase media y los partidos tradicionales- la burguesía agro-exportadora, industrial y financiera vuelva a valerse de una dictadura militar para afianzar su dominio.
Es desde este primer inciso central y polémico que se contextúa el resto del capítulo y del libro, que prosigue con la ruptura 4 que se produce en 1971 en la APA , cuando los grupos Plataforma y Documento se alejan de dicha institución 5. El punto de discordancia tenía que ver con el compromiso social ante las luchas populares que se venían dando, y el desacuerdo de estos analistas con la asepsia y neutralidad promovida desde la APA. Se expone en detalle la historia de cómo se armaron los textos denominados “Cuestionamos” (donde se destaca la denuncia que Marie Langer y Armando Bauleo hacen de la colaboración que una institución psicoanalítica brasileña tuvo con el régimen represivo imperante por entonces en ese país, que luego se vería tuvo cierto apoyo de la IPA), como asimismo las diferencias entre estos grupos, y su ruptura final. En otro apartado se relata la heroica gesta de la FAP en su lucha contra la estructura manicomial, como así también su intachable actividad gremial, política y científica, que dió lugar a la creación de la CTSM 6 y al CDI 7 (organizado por Documento). Este capítulo se cierra con un merecido homenaje a la vida y la obra de Marie Langer.
El que le sigue refiere a las nuevas divisiones que hubo en la APA luego de la escisión de Plataforma y Documento. Se dedica un importante espacio a los aportes de Lacan, y fundamentalmente al desarrollo que su pensamiento tuvo en nuestro país a través de Masotta . Están expuestas las disputas entre éste último y Rodrigué, como así también las visitas que en 1972 hicieron a Buenos Aires los Mannoni (sacando al lacanismo del excesivo teoricismo de que por entonces estaba imbuido). Hay todo un apartado dedicado al psicoanálisis y el poder, donde se destaca que en 1972 se editan dos textos de valor superlativo en la historia de la disciplina: “ El Anti-Edipo (Deleuze- Guattari, Francia), y “ Freud y los límites del individualismo burgués ” (Leon Rozitchner, Argentina ). El lugar que Carpintero y Vainer le dan a estas dos obras, pero en especial al monumental trabajo de Rozitchner, llevan a interrogarlos nuevamente acerca del interesantísimo debate planteado por ellos en el primer tomo, sobre si verdaderamente nunca existió el freudo-marxismo. El rescate que los autores hacen del pensamiento de Rozitchner es toda una invitación a la lectura de un trabajo extraordinario que no tuvo la repercusión esperable en esos momentos . La cita que hacen en la página 135 acerca de la subjetividad del revolucionario, y su relación con la dialéctica cura individual-cura social es antológica y contundente; sobre todo porque nos traen del allí y entonces al aquí y ahora un hermoso cofre...que aún no ha podido ser abierto.
El tercer capítulo nos habla de algunas experiencias loables como los dieciocho meses del Centro Piloto Estévez de Lomas de Zamora , dirigido por Grimson entre 1970 y 1971, que demostró abiertamente que las dificultades en salud mental eran problemas de decisión política y no de la propia locura o de la mera falta de presupuesto; o bien del funcionamiento del Depto de Psiquiatría Social del histórico Policlínico de Lanús . Lamentablemente se relata el fin de ambas experiencias piloto, en tanto y en cuanto hacían peligrar la estructura de poder manicomial (solidaria con un modelo social ya por entonces de exclusión), por lo que se las desmanteló, ya sea con argucias burocráticas, ya sea con la policía. Asimismo se recuerda el auge que cobraron por entonces los principios de la Antipsiquiatría , y el tiempo durante el cual vivió en nuestro país su creador, David Cooper. En otro apartado refieren al desarrollo de las terapias breves con Kesselman y Fiorini, los modelos de interconsulta médico-psicológica de Ferrari- Luchina, la Psicoterapia Familiar, el análisis institucional (con precursores como Bleger y Ulloa), los abordajes en medicina psicosomática, y las técnicas corporales . Cierran el capítulo con las importantes apreciaciones del libro “Psiquiatría y Sociedad”, escrito en 1975 por dos miembros de la FAP (Emiliano Galende y Gervasio Paz), y finalizan recordando los aportes de algunos autores olvidados (como por ejemplo Rodolfo Bohoslavsky).
El cuarto capítulo está dedicado a la Psicología en el campo de la política . Se inicia con el proyecto de la combativa APBA de armar la Revista Argentina de Psicología, que constituyó por esos años un espacio de creación y debate (gran parte de las riquísimas polémicas están extractadas). Se rememora la actividad gremial de APBA y la célebre investigación que se le encargó al sociólogo Litvinoff, del cual resultó el texto “El Psicólogo y su profesión ”. También son recordadas las luchas estudiantiles, las movilizaciones que frenaron el proyecto de armar una Facultad de Ciencias del Comportamiento, como así el cuestionamiento de docentes y estudiantes de la UBA al monopolio del psicoanálisis en la APA, y al reclamo concreto de que en la Universidad se pudieran formar analistas habilitados para trabajar (es importante remarcar que esto fue previo a las rupturas de Plataforma y Documento ). Otro dato importante que es mencionado tiene que ver con la confección en 1973 del anteproyecto de Ley de Ejercicio Profesional, y la realización en octubre de 1974, en Córdoba, del Primer Encuentro de Psicólogos y Estudiantes de Psicología, fecha en que se instaura el Día del Psicólogo.
El apartado con que culmina el capítulo y la primer parte de este libro está referido a la consolidación de lo grupal . Se menciona la gran cantidad de trabajos y conceptualizaciones que se publicaron a comienzos de los '70. Hay una importantísima mención del Manifiesto de Ámsterdam realizado en 1971 por el Grupo Psicodramático Latinoamericano 8, en el que se rechaza terminantemente el uso de técnicas dramáticas en función de la adaptación del individuo al sistema capitalista . Los autores vuelven a recalcar que esta perspectiva también antecedió al cisma de Plataforma y Documento en la APA . Luego se menciona el auge de los laboratorios sociales lewinianos, y un sorprendente trabajo (sobre todo para quienes lo conocimos años después) de Pacho O'Donnell 9, planteando en 1975 que “ nuestra sociedad es una sociedad enferma, como sociedad capitalista y dependiente...”. Afirmando además, que los grupos eran un instrumento de revolución social en el ámbito de la salud mental , donde se lograba la desalienación, mientras que la atención individual era para mantener “la propiedad privada de los pacientes”. Inclusive, recuerdan los autores, que O'Donnell desacreditaba el concepto de acting out por extranjerizante. El cierre refiere a las primeras exploraciones de Pavlovsky, Kesselman y Fridlewsky sobre las escenas temidas del coordinador de grupos, y al hostigamiento que Eva Giberti recibió (como tantas otras figuras de este libro) por parte de la Triple A.
LA DESAPARICIÓN DE LA SALUD MENTAL (1976-1983)
“No digas lo que viste en los jardines, el sueño acabó...” (“Canción de Alicia en el país”, Charly García, 1978).
La parte final del libro se inicia con una nómina de diecisiete páginas donde figura el nombre de los TSM desaparecidos. Le sigue un análisis pormenorizado de como se gestó el Golpe de Estado que derrocó a Isabel Perón, como así de sus objetivos políticos y económicos . Se describen las características centrales de cómo se organizó, a través del terror, el disciplinamiento social para incorporar a la Argentina al proceso de mundialización capitalista, y las campañas de acción psicológica desde los medios masivos de comunicación. Luego del mundial de fútbol de 1978 y del diferendo limítrofe que casi lleva a una guerra con Chile, se registra la inmensa crisis económica resultante. Todo esto desemboca en un desastre que lleva a la Guerra de Malvinas, la nacionalización de la deuda privada, y un trauma social (aún sin elaborar) a causa de la salvaje violación de los derechos humanos, perpetrada durante ese período para con quienes intentaron evitar que nuestra sociedad tomara el rumbo que terminó tomando. Aunque no pudieron con todo, los desaparecidos “dieron a luz” a las Madres y a las Abuelas de Plaza de Mayo.
Explican luego como todo esto repercutió en el campo de la salud mental, como se reprimieron los planes reformistas y a sus principales actores, como el emblemático INSM pasó a llamarse DNSM 10, que centró su cometido en la adaptación de los individuos al sistema imperante como modelo a seguir (dado que los principales centros de salud eran considerados sedes de adoctrinamiento subversivo). Se puso como blanco de los ataques a la FAP y al Lanús. Muchos trabajadores de la salud mental se refugiaron en el ámbito privado, otros entraron en exilios externos e internos. Los autores resaltan el valiente desempeño del Equipo de Atención Psicológica que trabajó con las Madres de Plaza de Mayo 11. Se relata de cómo volvió a cobrar hegemonía la psiquiatría biológica, y de la creación de APSA 12 en 1983 (una entidad que reniega de su antecesora FAP).
Este capítulo prosigue con el perfil cientificista y asocial que se intentó imponer en la Facultad de Psicología de la UBA, del cierre de algunas carreras, y de cómo la APBA siguió activa a pesar de todo (sufriendo la desaparición de su presidenta Beatriz Perosio). No se olvida que luego de Malvinas se forma un Movimiento Solidario en Salud Mental, pero se vuelve a destacar que el mayor grado de entereza yoica y de actitud transformadora ante la realidad se verifica en muchos de los miembros de los organismos de derechos humanos.
El apartado final marca una diferencia clave entre el silencio que muchos TSM tuvieron por el terror, con el silencio de la complicidad . Afirman que la APA, los integrantes de Plataforma y Documento, y los grupos lacanianos tuvieron distintas perspectivas de acuerdo a sus posiciones previas, y que los senderos se bifurcaron para siempre entre ellos . Son de imperdible lectura los testimonios de muchos de sus representantes.
En el epílogo se señala como con el retorno de los gobiernos constitucionales se consolida la Ley de Ejercicio Profesional del Psicólogo, la reapertura de carreras, el proceso de desmanicomialización en Río Negro y el retorno de muchos de los exiliados (actores protagónicos de esta obra). En consonancia con un trabajo anterior de Enrique Carpintero se dice que la esperanza es una de las formas de la memoria., en tanto nos recuerda no solo nuestros fracasos sino también nuestros logros, no solo nuestros límites sino también nuestras posibilidades . Es esta reflexión la que tomo para iniciar mi comentario final.
REAPARICIÓN CON VIDA.
“ Si ellos dicen la verdad...seguiremos mintiendo !!! // Ley de cerdos angurrientos...Fuego!!!// Por este río y sin barco... llegaremos nadando!!! //La suerte no es para siempre...tu viento de popa, ya se va a acabar !!! “ ( “Vinito y amor”, ARBOLITO, 2002)
Pichon Riviére nos hablaba de planificar la esperanza para no entregarnos a la tristeza. Para ello había que animarse igualmente a transitar esa tristeza. Reconocer lo que nos falta para ver lo que aún tenemos.
En el comentario del primer tomo Volnovich se refirió a lo que quedó de todo aquello que se construyó entre 1957 y 1969, y casi se destruyó luego de 1976. Habló de una Facultad feudal habitada por intrigas y conspiraciones, donde una multitud de jóvenes disimula la altísima desocupación, habló de hospitales con pacientes mal atendidos y profesionales mal formados por el desconocimiento de la historia que los precedió. Un panorama desolador ante un imperio que paralelamente al mundo externo invade en el día a día nuestra interioridad. Un imperio, de momento triunfante, que se nos presenta como invencible.
No podemos desconocer esta realidad. Lo no elaborado (lo que se olvida) se repite. Para saber quienes somos tenemos que saber quienes fuimos. Las clases dominantes lo saben mejor que nadie. Es por eso que tan bien guardan y cuidan todo lo ligado a la estirpe, el apellido y a sus orígenes . Acaso por eso sepan distinguir con claridad a sus enemigos, y se confunden menos que nosotros. Estamos ante el desafío de aprender y nutrirnos de ellos . Aunque duela reconocerlo, tal vez no quede otro camino. Apoyado en el poeta brasileño Oswald de Andrade en su “ Manifiesto Antropófago ” (1928) me atrevo a decir que “ hay que devorar al enemigo ”... pero sin convertirse en el enemigo, sin perder identidad, sin olvidar quienes y como somos, sin negar nuestras contradicciones . Porque en nuestro interior sigue batallando el conquistador y el conquistado. Pero que no nos pase, lo que aparentemente le ocurrió a O'Donnell (que por tanto temer a lo extranjerizante del “acting out”, terminó siendo funcionario del menemismo).
Las historias se repiten porque existe una gran asignatura pendiente, que excede a nuestro país y nuestro continente . Es casi lo mismo que denunció George Orwell en su célebre “ Rebelión en la Granja ”. Allí también se mostraban los peligros del olvido, del analfabetismo, y por sobre todo de la falta de correspondencia entre el discurso y la acción, el mantenimiento de una estructura tirana y autoritaria detrás de un discurso libertario. Aquello que Bion llamó liderazgos de supuesto básico.
Hemos llegado a un momento de la historia en que la mayoría dudamos de que las palabras puedan cambiar el mundo. El enemigo, que tan bien sabe como utilizarlas, ha contribuido en gran medida a todo esto.
Entiendo que este libro permite la reaparición con vida de muchas personas imprescindibles. Sobre todo, lo que nos dejaron y había quedado ahí...perdido en el éter. O en algunas memorias efímeras e individuales . Tesoros ideológicos, pensé en la primer presentación. Hoy le agregaría que es una contribución auténtica “a que las palabras recuperen su potencia originaria ”, como me enteré que dijo Julio Cortázar. Y a que “nuestros huesos recuperen la humanidad ”, como cantaba Charly García. Estamos por tanto ante un libro poderoso, peligroso, atrapante. Los invito a que lo lean, no le teman, y les advierto que duden si al terminarlo, no les pasó nada.
Las luchas fratricidas estériles que Gilou García Reinoso menciona en el prólogo siguen vigentes, y va siendo hora que esto deje de ser así . Habrá que multiplicar la lucha contra el doble discurso. Con palabras potentes, libros “vivos” y acciones portadoras de coherencia y consistencia. Única condición para obtener credibilidad. Única condición para que las pasiones alegres derroten a las pasiones tristes. Única condición para “resignificar la esperanza”, quitándole a esta palabra su valor de slogan, y se convierta finalmente en una actitud imposible de ser vencida...más allá de momentáneas derrotas . No olvidemos esto tampoco, no olvidemos más.....
La primera se realizó el 18 de Diciembre de 2004 en la Biblioteca Popular Juventud Moderna, en el contexto del Primer Encuentro Regional de Psicoanálisis Implicado, organizado por las Cooperativas de Salud Mental ÁTICO (Buenos Aires) y ALETHIA (Mar del Plata), siendo coordinador de la mesa el Dr. Alfredo Grande.
La segunda se llevó a cabo en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, el 24 de Junio de 2005. La actividad fue organizada por la Secretaría de Cultura del Centro de Estudiantes de dicha Facultad.
Teniendo en cuenta la referencia hecha por los autores en el primer tomo de esta obra a la historieta “El Eternauta” (de Héctor German Oesterheld) , una metáfora válida pueda guardar acaso relación con el proyector de alucinaciones allí mostradas: un arma empleada por el invasor para confundir y aterrorizar a la resistencia. El correlato sociopolítico es la dificultad para visualizar al enemigo, que en muchos casos lleva a ver en el propio compañero un enemigo potencial.
Resulta fundamental como se describe la caída de la ilusión revolucionaria, a partir de la desmitificación de la figura de Peron (y su descenso a la carnadura humana). Todo esto se daba en un año de alta densidad histórica como 1973, donde como señala la socióloga Alcira Argumedo, se implementa (vía Kissinger) una suerte de restauración conservadora que sienta las bases del ingreso a una nueva etapa del capitalismo. Sucesos como la derrota de EEUU en Vietnam, la Conferencia de No Alineados, la actualización de los precios del petróleo según la OPEP, como los distintos movimientos de liberación en países del Tercer Mundo, llegaron a poner en jaque al imperio.
Mientras Plataforma basaba su ruptura desde lo ideológico y lo político, Documento lo hacía desde el registro de la imposibilidad de una reforma institucional. Las diferencias conceptuales y políticas entre sus miembros tenían como punto de unión la crítica a la APA y a la dictadura de Lanusse. Luego del triunfo de Cámpora en 1973, se evidenciaron diferencias ya inconciliables que llevaron a la ruptura final (en especial en el primero de estos grupos).
Si bien Carpintero y Vainer afirman que por vez primera se crean las condiciones para que se formen analistas fuera de la institución oficial, cabe preguntarse si esta posibilidad no estaba dada a través de la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados (fundada en 1964, según lo expuesto por los mismos autores en el primer tomo).
La Coordinadora de Trabajadores en Salud Mental (CTSM) rompió con la estratificación entre los TSM, permitiendo que se unan en un único gremio. Reunía a psiquiatras, psicólogos, psicopedagogos y asistentes sociales.
Este Centro de Docencia e Investigación (CDI) constituyó una experiencia única, permitiendo una formación de seriedad y alto nivel por fuera de la APA, y al servicio de la clase trabajadora. Marcó claras diferencias dentro de la formación en salud mental, en la que además hubo avances en la interrelación entre psicoanálisis y marxismo.
Estuvo conformado por Eduardo Pavlovsky, Fidel Moccio y Carlos Martínez Bouquet.
“ Teoría y técnica de Psicoterapia de Grupos” (Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1975).
Dirección Nacional de Salud Mental .
Conformado inicialmente por Diana Kordon y Lucila Edelman (ambas provenían de la FAP). Fueron ellas y otros autores quienes escribieron en 1986 el importante trabajo: “Efectos psicológicos de la represión política”.
Que desde hace años viene realizando entre los meses de marzo o abril en Mar del Plata su Congreso de Psiquiatría. El mismo se viene realizando en uno de principales hoteles donde tendrá lugar la Cumbre de las Américas (y que seguramente tendrá el “honor” de recibir al criminal George W. Bush al bajar del portaaviones)