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La lucha de clases contra el clasismo

 

Slavoj Žižek es un reconocido filósofo y sociólogo esloveno. Su extensa obra cruza el marxismo con el psicoanálisis lacaniano. Entre sus numerosas obras se encuentran libros ya clásicos como El sublime objeto de la ideología (1992) y Porque no saben lo que hacen. El goce como factor político (1998). Este texto fue enviado especialmente por Zizek para ser publicado en nuestra revista.

En la ceremonia de investidura de Biden hubo una figura solitaria que se robó el show, al sentarse allí y destacarse como un elemento de discordia, perturbando la unidad del espectáculo bipartidario: Bernie Sanders. El efecto no fue el de una persona dejada de lado por un partido sino, la de una que no tiene interés alguno en unírsele. Los filósofos conocen la impresión que le causó a Hegel ver a Napoleón atravesar los muros de Jena cabalgando, lo que para él significaba ver el alma del mundo (la tendencia histórica predominante) a caballo... El hecho de que Bernie se robara el espectáculo y la imagen se transformara instantáneamente en un ícono, significa que la verdadera alma del mundo de la actualidad estuviera allí con su figura solitaria, corporizando el escepticismo sobre la falsa normalización escenificada en la ceremonia, aún hay esperanza para nuestra causa, la gente sabe que es necesario un cambio más radical. Las líneas divisorias parecían claramente delineadas: la clase dominante liberal personificada por Biden, contra Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) representando a los principales socialdemócratas.

Las líneas divisorias parecían claramente delineadas: la clase dominante liberal personificada por Biden, contra Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez representando a los principales socialdemócratas

Sin embargo, algo ha sucedido durante las últimas semanas que parece haber ensuciado esta imagen que era clara: la aparición de AOC en entrevistas y apariciones públicas comprometida personalmente con la defensa de Biden de los ataques de la Socialdemocracia de izquierda. En una entrevista publicada el 19 de marzo en la revista de la (DSA) Asociación de Socialistas Democráticos de los Estados Unidos, Democratic Left, (Izquierda democrática) ella “combina la elogiosa alabanza al Partido Demócrata con despiadadas denuncias al ‘socialismo’ y presenta al Partido Demócrata como completamente transformado en un partido de la clase obrera. Ella dice que la administración Biden y los demócratas se están ‘reinventando totalmente en una dirección mucho más progresista’.” La presión de la izquierda ha forzado “un cambio casi radical” entre los líderes demócratas atrincherados. La única barrera para que el establishment del Partido Demócrata alcance la perfección es la oposición de izquierda. Esta política, que hizo una carrera criticando al “establishment democrático”, y haciéndose pasar por una forastera, se ha transformado en la defensora más feroz del establishment y en un oponente aún más acérrimo de los críticos externos.”1

A lo largo de estas líneas, AOC consecuentemente rechaza la crítica izquierdista a Biden como “crítica realmente privilegiada” movilizando la vieja y suspicaz distinción entre la “crítica de buena fe” y la “crítica de mala fe”. Porque “La crítica de mala fe puede destruir todo lo que hemos construido tan rápidamente. No tenemos el tiempo ni podemos darnos el lujo de albergar actores de mala fe en nuestro movimiento.” (A propósito, recuerdo claramente esta distinción desde mi juventud, cuando los comunistas en el poder se oponían habitualmente de forma “constructiva” a la crítica destructiva anti socialista.) Si no tenemos tiempo para “albergar actores de mala fe en nuestro movimiento” ¿No es este un (no tan) sutil llamado a una purga? AOC va más lejos aún, al acusar a los críticos de izquierda de Biden de traicionar “su desprecio por los pobres y oprimidos al criticar al presidente”, y flirtea con la política de identidad contra el “esencialismo de clase” y resucita el viejo truco demócrata de acusar a los críticos de izquierda de servir a la derecha: “Cuando dices ‘nada ha cambiado’, estás llamando a las personas que ahora están protegidas de ser deportadas de ‘nadie’ y no podemos permitir esto en nuestro movimiento” otra referencia a una purga... (No llama la atención que el conflicto entre AOC y los socialdemócratas ahora incluya hasta a la policía: “Policías se presentan al hogar de un usuario de Twitter que se opone a la congresista AOC en las redes sociales, aunque su vocera niega esta vinculación.”2) Pero la estrategia de AOC aquí es doble: también critica a la administración Biden de no avanzar lo suficiente con el New Green Deal (Nuevo acuerdo verde), por no invertir lo suficiente en la renovación de la infraestructura, y vapulea las condiciones bárbaras de las fronteras…3 En este sentido, sigue una estrategia coherente: quiere que la izquierda radical ponga su confianza y fe en la administración Biden e impulsarlos, simultáneamente, a ejercer una crítica de buena fe.

El problema que veo en este razonamiento atribuido a AOC es la premisa implícita de que la izquierda radical va demasiado lejos en la dirección del “esencialismo de clase”, lo que de esa forma niega el antirracismo y el apoyo al feminismo que persigue la administración Biden. ¿El partido demócrata realmente defiende estos dos esfuerzos contra la izquierda radical? ¿Las feministas radicales y los partidarios del BLM (Black Lives Matter) no atacan también al establishment democrático?4 Una parte del BLM se escindió de un movimiento mayor, precisamente porque estos apoyaban al partido demócrata, o como ellos lo ponen, “aliarse al partido demócrata es aliarnos contra nosotros mismos.”5 La división entre el establishment demócrata y la izquierda radical no tiene nada que ver con el problema del esencialismo de clase.

Lo primero que me gustaría discutir, parafraseando a Mao Tse-Tung sobre la oposición, es que el conflicto entre AOC y la izquierda democrática no es una “contradicción” entre el pueblo y sus enemigos, sino una contradicción del pueblo mismo, que debe resolverse con un debate, lo que significa en este caso, que ningún lado debería amenazar al otro como un agente trabajando secretamente para el enemigo. Pero volvamos a la pregunta inicial: ¿Quién está en lo cierto aquí, en este conflicto, o al menos, ¿quién está menos equivocado? Estoy tentado a usar en este caso la vieja respuesta de Stalin: ambos son peores, ¿cómo, exactamente?

Biden no puede ser rechazado por ser un “Trump con rostro humano” (como yo mismo escribí en un comentario), muchas de las medidas tomadas o propuestas por su administración deben ser apoyadas, billones para luchar contra la pandemia, billones para revitalizar la economía y propósitos ecológicos…

En un sentido teórico abstracto, el posicionamiento de la izquierda es real: Biden no es la solución a largo plazo, el capitalismo global en sí es el problema central. Sin embargo, esta percepción no justifica de manera alguna lo que podríamos tildar de oportunismo de principios: la confortable situación de criticar cada pequeña medida de avance como inadecuada y esperar por un movimiento verdadero que, por supuesto, nunca llegará. De modo que AOC también está en lo cierto, Biden no puede ser rechazado por ser un “Trump con rostro humano” (como yo mismo escribí en un comentario), muchas de las medidas tomadas o propuestas por su administración deben ser apoyadas, billones para luchar contra la pandemia, billones para revitalizar la economía y propósitos ecológicos… Otra jugada de la administración Biden para ser tomada en serio es la reforma tributaria impulsada por la secretaria del Tesoro Janet Yellen, una reforma que sigue los pasos propuestos por Piketty: aumentar la tasa de impuestos corporativos en los EEUU del 21% al 28%, aparte de presionar a la comunidad internacional para acompañar y aumentar los impuestos a un nivel semejante... Esto ES “esencialismo de clase” (un empuje hacia la justicia económica) que debe tomarse seriamente. Estoy de acuerdo con Chris Cillizza en que las palabras más importantes del discurso de Biden a la sesión conjunta del congreso el 28 de abril de 2021 son: “Compatriotas, la economía del goteo nunca funcionó.”6

Podemos apoyar algunas de estas medidas (de Biden) en forma “sincera”, con la presunción de que son apenas el primer paso que llevará a otros posteriores dado que el sistema global existente no puede soportar estas medidas sin otros pasos radicales posteriores

Sin embargo, si cada una de las posturas opositoras (aceptar el espacio del partido demócrata, vaciar a la izquierda radical) es en sí mismo erróneo, ¿la combinación de ambas, el reclamo de que debiéramos tácticamente apoyar a Biden a pesar de que sepamos que esta política no funcionará, no constituye una manipulación cínica?, oficialmente nos mantenemos dentro del sistema, ¿pero en realidad no perseguimos nuestros propios objetivos radicalmente más oscuros? La verdad de este posicionamiento es usualmente la opuesta: creemos que perseguimos un objetivo radical escondido, pero en realidad encajamos perfectamente en el sistema o, parafraseando a Duane Rousselle, “lo que deberíamos cuestionar es precisamente este intento pragmático de mantenernos relevantes, mantener una esfera de influencia dentro del partido demócrata.”7 Sin embargo, creo que la estrategia de apoyar algunas de las medidas de Biden no conlleva una manipulación cínica, y tampoco implica que nos mantengamos atrapados en el sistema. Podemos apoyar algunas de estas medidas de forma “sincera”, con la presunción de que son apenas el primer paso que llevará a otros posteriores dado que el sistema global existente no puede soportar estas medidas sin otros pasos radicales posteriores. Si gastar billones, por ejemplo, genera una crisis financiera, serán necesarias más medidas radicales de control financiero -lo que debemos hacer entonces, es insistir en estas medidas complementarias para que se implementen-.

¿Por qué, entonces, ambos lados del conflicto son peores? El meollo del asunto es el reproche al “esencialismo de clase”, que creo, equivoca su objetivo. Por supuesto deberíamos descartar el viejo cliché marxista del conflicto de los obreros como el único “real” para que los demás esfuerzos (ecológicos, de descolonización y liberación nacional, de la opresión de las mujeres, del racismo…) queden en un compás de espera y se resuelvan más o menos automáticamente una vez resuelto el Gran Conflicto. Deberíamos aceptar el “esencialismo de clase” con la condición de que usemos el término “esencial” en el estricto sentido hegeliano. A pesar de que Mao Tse-Tung no comprendió la dialéctica hegeliana, (vean su ridícula polémica contra la negación de la negación), su contribución central a la filosofía marxista, su trabajo sobre la noción de la contradicción está al nivel de la noción de esencia de Hegel. La tesis principal de este gran texto “Sobre la contradicción” sobre las dos facetas de las contradicciones, “la principal y la secundaria en un proceso, y los aspectos principal y secundario de una contradicción”, merecen una lectura atenta. El reproche de Mao a los “marxistas dogmáticos” es que “no entienden que es precisamente en la particularidad de la contradicción que reside la universalidad de las contradicciones”:

“Por ejemplo: en la sociedad capitalista las dos fuerzas contradictorias, el proletariado y la burguesía, constituyen la contradicción principal. Las otras contradicciones, como las que existen entre los remanentes de la clase feudal y la burguesía, entre la pequeña burguesía campesina y la burguesía, entre el proletariado y la pequeña burguesía campesina, entre la burguesía no monopolista y la monopolista, entre la democracia y el fascismo en el seno de la burguesía, entre los diversos países capitalistas, entre el imperialismo y las colonias, etc. son todas determinadas por esta contradicción principal o sujetas a su influencia. (…)

Cuando el imperialismo desata una guerra de agresión contra un país así, las diferentes clases de éste, excepto un pequeño número de traidores, pueden unirse temporalmente en una guerra nacional contra el imperialismo. Entonces, la contradicción entre el imperialismo y el país en cuestión pasa a ser la contradicción principal, mientras todas las contradicciones entre las diferentes clases dentro del país (incluida la contradicción que era la principal, entre el sistema feudal y las grandes masas populares) quedan relegadas temporalmente a una posición secundaria y subordinada.”8

Esto es clave para Mao: la principal contradicción (universal) no coincide con la contradicción que debería ser tratada como dominante en una situación determinada -la dimensión universal reside literalmente en esta contradicción particular. En cada situación concreta, una contradicción “particular” diferente es la predominante, en el preciso sentido que, a efectos de ganar la lucha por la resolución de la contradicción principal, se deberá tratar una contradicción específica como la predominante, a la que deben subordinarse los demás esfuerzos. En China, bajo la ocupación japonesa, la cohesión patriótica contra Japón fue la cuestión predominante; si los comunistas querían ganar la lucha de clases en estas condiciones, cualquier enfoque directo sobre la lucha de clases iría contra las luchas de clases en sí. En esto, tal vez reside la principal característica del “oportunismo dogmático”: insistir en la centralidad de la contradicción principal en el momento equivocado. Podemos ver cómo de forma inmediata esta noción se aplica en la multiplicidad de las luchas actuales: el verdadero “esencialismo de clase” significa que la lucha de clases no posee una esencia fija sino un principio superdeterminista que regula la interacción dinámica de múltiples luchas. Digamos que, actualmente en los EEUU, no puede hablarse de lucha de clases sin mencionar la opresión y la explotación de los negros: enfocarse “puramente” en la lucha de clases, independientemente del color de piel, en última instancia sirve a la opresión de clases.

Maurizio Lazzarato planteó un caso contra el “esencialismo de clase”9 en referencia al título de la feminista italiana Carla Lonzi “Escupamos sobre Hegel”. Sputiamo su Hegel (1970)10, un texto seminal del feminismo italiano, que pone el acento en el carácter patriarcal de la dialéctica y la teoría del reconocimiento de Hegel, y extiende su feroz crítica sobre Hegel al marxismo: por su foco puesto sobre la producción, la organización social jerárquica y gestión del poder, con políticas partidarias que representan sus bases, el marxismo ve la historia como un progreso dialéctico en etapas -los negros y las mujeres quedan “bloqueados” en las “fases” inferiores, las mujeres eventualmente pueden alcanzar la libertad de la autoconciencia solo si se adaptan a la lógica productivista masculina... Lonzi rechaza esta versión por su incompatibilidad con la de una auténtica revolución: el proceso revolucionario es un salto, una ruptura no dialéctica del orden de la historia que se abrirá hacia la invención y el descubrimiento de algo que la historia no contenía aún.

Las mujeres deberían poder liberarse de las promesas emancipatorias por medio del trabajo y a través de la lucha por el poder, considerados valores de la cultura patriarcal (y del movimiento obrero)

A efectos de transformarse en un sujeto político autónomo, la mujer debe inventar una democracia radical: al horizontalizar y desjerarquizar las relaciones, lo que crearía una conciencia colectiva específica hacia las mujeres. El concepto y práctica de la “representación” y la delegación están ausentes -dado que el problema no es la confiscación y la administración del poder- las mujeres deberían poder liberarse de las promesas emancipatorias por medio del trabajo y a través de la lucha por el poder, considerados valores de la cultura patriarcal (y del movimiento obrero). El movimiento feminista no demanda participación en el poder alguna sino, por el contrario, un posicionamiento en la discusión del concepto del poder y empoderamiento.

Lazzarato es consciente de las trampas del feminismo o del esencialismo anticolonialista, en última instancia, “Europa como tal se convierte en el enemigo; el capitalismo desaparece detrás de la división racial. Estas ambigüedades verán una desafortunada reiteración en el pensamiento postcolonialista, porque la revolución quedará completamente vacía.” Por lo que el esencialismo de clase no debería ser reemplazado simplemente por el esencialismo feminista (la opresión de la mujer es la forma fundamental de todas las opresiones) o el esencialismo anticolonialista (la dominación colonialista y la explotación como claves para todas las demás): Lazzarato reivindica la pluralidad irreductible de las luchas emancipatorias, entre las que repercute, citando a Jean-Marie Cleizel:

“Un movimiento revolucionario no se propaga por contaminación / Sino por resonancia / Algo que se constituye a sí mismo aquí/ Resuena con la onda expansiva provocada por algo constituido en otro lugar/ El cuerpo que resuena lo hace a su propia manera.”

¿Cómo afecta esta resonancia entre la lucha feminista y la lucha obrera? ¿La lucha obrera está atrapada irreductiblemente en el paradigma productivo centralista, o puede resonar allí la forma feminista descentralizada? Además, ¿el respeto anticolonialista por las tradiciones premodernas y el feminismo contemporáneo pueden de verdad conformar un frente común contra la organización y la producción moderna? ¿No es que el feminismo moderno no solo no tiene nada que ver con los paradigmas premodernos, sino que inclusive resultan esencialmente antagónicos? Pero la pregunta clave aquí es si el antagonismo de clase es apenas uno de esos antagonismos.

Hay un buen chiste alemán acerca del debate entre un progresista y un marxista. El progresista dice “género” y el marxista responde “clase.” El progresista dice “género, raza” y el marxista responde “clase, clase.” El progresista dice “género, raza, clase” y el marxista replica “clase, clase, clase”... A pesar de que se supone que el chiste se burla de la posición marxista, este está en lo correcto aquí, hay una verdad en su tautología: la clase (lucha) sobredetermina a todas las identidades sociales.11 Cuando un progresista dice “identidad étnica,” un marxista analiza cómo atraviesa la lucha de clase a esta identidad: cómo está incluido este grupo, o excluido desde la totalidad social, cuáles obstáculos o privilegios enfrentan, qué profesiones o instituciones educativas los aceptan o se les oponen, etc. Lo mismo ante la opresión femenina: ¿Cómo depende la reproducción capitalista de un país de su trabajo no retribuido, hasta dónde se sostienen su libertad y autonomía o se evitan, de acuerdo a su lugar en la reproducción social y económica, son partes de la lucha feminista dominada por los valores de la clase media con un sesgo contra los inmigrantes y las clases sociales inferiores que no son lo suficientemente feministas (como en este caso en los EE.UU.)?

Recientemente, en Alemania y en otros países ha surgido un vago concepto llamado de “clasismo”: una versión de clase de las políticas identitarias. Se les enseña a los obreros a defender y promover sus prácticas socioculturales y su orgullo, se los concientiza del rol crucial que juegan en la reproducción social... Los movimientos obreros se tornan así otro eslabón de la cadena de identidades, de acuerdo a una raza u orientación sexual particular. Tal “solución” de los “problemas de los obreros” caracterizan al fascismo y al populismo: respetan a los obreros, admiten que son frecuentemente explotados y (frecuentemente sinceramente, sinceramente) quieren que mejore su posición, dentro de las coordenadas del sistema existente. Trump lo hizo, protegiendo a los obreros estadounidenses de los bancos y de la competencia desleal china.

En el cine, el más reciente ejemplo de este “clasismo” es Nomadland (Chloe Zhao, 2020) que retrata la vida diaria de nuestros “proletarios nómades”, obreros sin un hogar permanente, que viven en trailers y vagan de un trabajo temporario a otro. Se los muestra como gente decente, llenos de bondad espontánea y solidaridad hacia el otro, habitando sus propios mundos llenos de pequeñas costumbres y rituales, disfrutando de su modesta felicidad -aún el trabajo ocasional en un centro de empaque de Amazon les cae bien... así es como a nuestra ideología hegemónica le gusta ver a los obreros- no es extraño que esta película haya sido la gran ganadora de los Oscar. A pesar de que las vidas retratadas son bastante miserables, la película nos propone como un cebo los detalles cautivantes de un estilo de vida específico, cuyo subtítulo podría ser: ¡Disfruta ser un proletario nómade!

Y es precisamente la negación a tornarse un elemento en la cadena de identidades lo que define al verdadero movimiento de los obreros

Y es precisamente la negación a tornarse un elemento en la cadena de identidades lo que define al verdadero movimiento de los obreros. En India me reuní con los representantes del grupo inferior de la casta más baja de los Intocables, los limpiadores de letrinas, a quienes pregunté cuál era la premisa básica de su programa, qué querían, a lo que instantáneamente me respondieron: “No queremos ser nosotros mismos, lo que somos.” Encontramos aquí un caso ejemplar de lo que Hegel y Marx llamaron “determinación de oposición”: el antagonismo de clase universal que atraviesa enteramente el campo social se encuentra a sí mismo como uno de su especie, en la clase de obreros que Jacques Rancière define como la “parte de los sin parte” del cuerpo social, sin un lugar propio en él, un antagonismo personificado.

¿Y qué significa lucha de clase en India en mayo de 2021, con un nuevo récord de infectados por día? Arundhati Roy está en lo cierto al reclamar que en India “Somos testigos de crímenes contra la humanidad”,12 no solo en el sentido humanitario en el que deberíamos olvidar la lucha política y enfrentar con todas nuestras fuerzas esta catástrofe sanitaria. Para combatir la catástrofe de la salud con todas nuestras fuerzas, debemos tener en cuenta muchos aspectos de la lucha de clases local y global. Solo ahora, cuando ya es demasiado tarde, escuchamos llamados de ayuda para India- la solidaridad internacional funciona de modo similar al marido proverbial, que espera que la esposa haya hecho todo el trabajo en la cocina y luego, cuando se asegura de que está casi todo hecho, generosamente le ofrece su ayuda. India ha sido proclamada “farmacia del mundo”, en condiciones de exportar medicinas (mundialmente), pero ahora que ellos las necesitan, el Occidente desarrollado continúa con el nacionalismo del covid en lugar de una movilización “Comunista” total y urgente para contener la pandemia ahí. Además hay causas internas obvias: India “ha salvado al mundo, a la humanidad íntegra, de una tragedia mayor al controlar efectivamente al Coronavirus”, alardeó Modi el 28 de enero;13 sin embargo, su política nacionalista no solo ignoró las advertencias de una nueva ola de contagios de forma criminal, sino que continuó con su ofensiva contra los musulmanes (inclusive en encuentros electorales con gran cantidad de público). De esta forma India perdió una oportunidad única de movilizar la solidaridad hindú junto con la musulmana, en la lucha contra la pandemia.

A efectos de transformarse en un sujeto político autónomo, la mujer debe inventar una democracia radical: al horizontalizar y desjerarquizar las relaciones, lo que crearía una conciencia colectiva específica hacia las mujeres

¿Pero acaso no sucede lo mismo del otro lado? ¿El antagonismo de clase no está también atravesado por tensiones raciales y sexuales, o sea, según lo explica Lazzarato, estos antagonismos no interactúan en mutuas resonancias? Deberíamos rechazar esta solución por un motivo específico: hay una diferencia formal entre el antagonismo de clase y los demás antagonismos. En el caso de los antagonismos en las relaciones entre los sexos y las identidades sexuales, la lucha emancipatoria no apunta a aniquilar a las otras identidades, sino crear las condiciones para su coexistencia sin antagonismos, de la misma forma que sucede con las tensiones entre identidades étnicas, culturales o religiosas, el objetivo es proporcionar una coexistencia pacífica, con respeto mutuo y reconocimiento recíproco. La lucha de clase no funciona como si pretendiera reconocimiento mutuo y respeto por las clases en las versiones fascista o corporativista. La lucha de clases es un antagonismo “puro”: el objetivo de los oprimidos y los explotados es el de abolir las clases como tales, en lugar de recrear su reconciliación.14 Este es el motivo por el cual la lucha de clases “resuena” en otras luchas de un modo diferente del que las otras resuenan en ella: pues introduce en las otras un elemento de antagonismo irreconciliables.

De esta forma ahora vemos por qué en el conflicto entre AOC y los Socialistas Democráticos radicales ambos lados están equivocados, aunque correctos en su oposición del uno contra el otro. Lo que ambos lados comparten es el peligro del oportunismo: el oportunismo pragmático por un lado (el peligro de ser capturado en el espacio hegemónico, de funcionar como su complemento “radical”) y un oportunismo de principios por el otro, (el peligro de rechazar cualquier acuerdo como un compromiso y de este modo criticar la realidad desde una distancia segura). Lo que a ambos lados les falta es la unidad dialéctica correcta teórica y práctica, en la que la teoría no solo justifica medidas particulares, sino que también nos legitima a intervenir “sin dudarlo” en una situación poco transparente, concientizándonos de que la situación puede cambiar de forma imprevisible por medio de nuestra intervención. Como Max Horkheimer dijo décadas atrás, el motto de la verdadera izquierda radical debería ser: “Pesimismo teórico, optimismo práctico.”

 

Traducción: Aníbal Rodolico

Notas

1. Alexandria Ocasio-Cortez denuncia a los socialistas y halaga a la administración Biden administration, Democratic Party - World Socialist Web Site.pdf.

2. “USA: la policía irrumpe en el hogar de un usuario de Twitter por criticar a la congresista AOC” (opindia.com).

3. https://www.businessinsider.com/aoc-biden-infrastructure-spending-plan-t...

4. A propósito, deberíamos notar que la imagen de la violencia de estado del incremento del movimiento BLM de policías blancos disparándole a los negros no es tan inocente como parece: la fuerza fascinante de la violencia de estas imágenes directas sirve para ofuscar una violencia racista invisible más peligrosa y extendida, llevada a cabo diariamente por los miembros del establishment liberal mismos. (Le debo esta percepción a Angie Sparks.)

5.https://www.leftvoice.org/blm-inland-empire-breaks-with-black-lives-matt...

6. “La oración más importante del gran discurso de Biden”, CNNPolitics. No puedo evitar observar que las últimas medidas progresivas fueron propuestas como una reacción a la política de Trump y como una forma de combatir la pandemia, lo que no hubiera sucedido sin Trump o sin la pandemia. Por lo que estaba en lo correcto en reclamar que el dominio de Trump y la pandemia ampliarán el camino a políticas más progresistas.

7. Douane Rousselle, comunicación personal.

8. Mao Tse-Tung, “Sobre la contradicción”, en Obras Escogidas, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1976, p. p.355-6. (Los números entre paréntesis en esta y las siguientes subdivisiones refieren a este libro.)

9. https://my-blackout.com/2021/04/12/maurizio-lazzarato-from-capital-hates... fbclid=IwAR0LpsRr1azDnVSMCi9rt7enQywVGninh0UvPY8jkTBksi60qlMxb9eCVA

10. Disponible online: http://blogue.nt2.uqam.ca/hit/files/2012/12/Lets-Spit-on-Hegel-Carla-Lon...

11. Le debo la broma, así como esta línea de pensamiento a una conversación con Arno Frank.

12. “Estamos presenciando un crimen contra la humanidad”: Arundhati Roy sobre la catástrofe del covid en India, The Guardian.

13. “India covid-19: Como Modi pudo haber detenido la crisis devastadora de su país, pero no lo hizo”, CNN.

14. Hay dos problemas más para discutir aquí: el antagonismo sexual y el poder. Mi opinión es que el antagonismo sexual es irreductible, constitutivo de la sexualidad, esto es, que no hay manera de no desarrollar una relación sexual que no sea antagonista y que las relaciones de poder y dominación preceden la distinción de clases y no puede contabilizarse como un efecto de la explotación económica. Tanto la dominación patriarcal como la social aparecieron antes, con el ascenso de las sociedades neolíticas -Marx no entendió la importancia de esta ruptura-.

 

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Articulo publicado en
Agosto / 2021

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